Unos 300 guardianes de la selva se han unido a una iniciativa ciudadana para catalogar y proteger uno de los ecosistemas más ricos de México. El grupo también está integrado por niños y jóvenes que se aventuran a cuevas, cenotes y parajes selváticos
Texto: Ricardo Hernández
Foto: Círculo Espeleológico del Mayab
QUINTANA ROO.- Talismán Cruz falsificaba firmas para salir temprano de la secundaria los viernes. No iban a bares, tampoco a la playa, sino a un cenote escondido a nadar con sus amigos. De la convivencia no recuerda mucho. Lo que sí tiene grabado es el momento en que halló en el fondo de la caverna un animal gelatinoso y blanco. Era 2018 y tenía 14 años. Sin saberlo, había descubierto un ejemplar de anguila ciega, una especie endémica de la cual no existía registro en la región. Ahora, el joven Talismán es conferencista y fundador de un grupo de niños que defienden el territorio en Playa del Carmen, Quintana Roo.
Cuando encontró la anguila, era voluntario en el planetario del Sayab, cuya director era Roberto Rojo, biólogo, conductor de televisión y divulgador de la Ciencia.
—Le dije a Roberto “oye, hay un gusano raro en la cueva”. Le comenté porque se me había hecho raro ver a un gusano así nadando en el agua. Entonces él me mostró una imagen, me preguntó si se parecían. Le dije que sí y me dijo “no manches, es una anguila ciega”. Me puse a investigar y resulta que es una especie de muchísima importancia, rara de ver; su avistamiento es muy aleatorio, o sea, no hay un lugar en específico donde vayas y tengas por seguro que la vas a ver, a excepción de esta cueva —cuenta el joven de 17 años.
Alto y delgado, de piel tostada y rizos largos y esponjados Talismán dice que a partir de entonces, él y Roberto acudieron regularmente a la cueva, para explorar, documentar la presencia de especies endémicas y mapearla.
—Esta cueva, que nombramos Cojón de Gato, es una de las más importantes de Playa del Carmen, porque alberga varias especies en peligro de extinción, enlistadas en la Norma Oficial Mexicana 059, que aparte de ser endémicas sirven para ver la salud de la cueva, como la anguila ciega, la dama blanca, el camarón ciego, la cochinilla ciega, algunas especies de murciélagos —narra pulcramente.
A ésta le siguió otra exploración, solicitada por un padre que gestionaba la construcción de una Iglesia frente al planetario donde trabaja Rojo y que quería saber cómo conservar el cenote del patio porque “resultaría contradictorio predicar sobre Dios y la naturaleza y, al mismo tiempo, rellenarlo con material de construcción”.
La tercera exploración parece un relato fantástico. Talismán revisó a detalle un mapa de Playa del Carmen con la intención de encontrar pedazos de selva entre el concreto de la ciudad. Identificó uno y lo escogió por los rumores de que había una caverna, porque allí habitaban monos araña, zopilotes rey y hasta un venado. Talismán estudió los alrededores, habló con avecindados, recorrió el lugar hasta dar con la entrada de la cueva, a donde le esperaba un tesoro.
—Fui porque se me hizo raro que hubiera un venado en medio de la ciudad. Fui, encontramos la cueva y en medio de una gusanera (un pasaje angosto) encontré la vasija maya, bastante bien conservada. No estaba muerta, es decir, no tiene un agujero abajo que sirve para dar a entender cuando una vasija ya no sirve. Estaba como ofrenda. Llamamos a los del INAH, quienes hicieron el registro y la llevaron al Museo Maya de Cancún.
En otra ocasión, debajo de las instalaciones de la Fiscalía General del Estado en Playa del Carmen, encontraron un adoratorio maya con pedazos de cerámica, una navajilla de obsidiana y molares humanos, del periodo Posclásico Tardío (1200-1500). El sitio fue declarado por el INAH como el sitio arqueológico 150 en la Riviera Maya.
Desde el primer hallazgo arqueológico, Roberto Rojo decidió impulsar dentro de la asociación civil que fundó en 2013, Grupo Espeleológico del Mayab, un proyecto que mapeara cavernas, cuevas, dolinas y demás oquedades, llamado Cenotes Urbanos. El fin era conservarlos y defenderlos de intereses «desarrollistas» en el turístico Playa del Carmen.
Los cenotes son más de lo que se promociona en tours. Son balnearios que atraen a cientos de miles de turistas al año, generadores de una derrama económica importante. Pero también son formaciones que albergan elementos paleontológicos, arqueológicos, geológicos y biológicos, además de que forman parte del Gran Acuífero Maya: uno de los más grandes del planeta, de 165 mil kilómetros cuadrados, compuesto de un complejo entramado de ríos subterráneos interconectados que se extiende hasta Guatemala y Belice.
—Cuando empezamos el programa yo pregunté a las autoridades cuántas cuevas había en Playa del Carmen. Me dijeron que había 15— se mofa Rojo de lo absurdo del dato.
Rojo continuó averiguando hasta que dio con Peter Sprouse, espeleólogo texano con décadas de experiencia, que huyó de la violencia de Tamaulipas para asentarse en la Península de Yucatán y tenía el registro de 200 entradas a cuevas en Playa del Carmen.
Rojo y su nuevo equipo, conformado por su novia, Talismán y otros adolescentes entusiastas, se fijaron como meta explorar a detalle una cueva por semana. Conforme pasó el tiempo, más personas se fueron interesando por la iniciativa. A cada curioso que se acercaba, Rojo le explicaba el objetivo del proyecto, la importancia de conservar el medio ambiente y los cenotes. Y a los más interesados, los ha capacitado hasta ser “espeleólogos urbanos”, gente capaz de hacerse cargo de un equipo explorador. Por cada célula de expedición, explica Rojo, se necesita un mapeador, una persona que tome medidas, otra para posicionar las estaciones topográficas, una más que registre la biota dentro y alrededor de la cueva y, por último, gente que recolecte la basura.
En tres años, se ha conformado un nutrido movimiento socioambiental. Las más 300 personas que han participado en el proyecto no solo han logrado mapear a detalle las 200 cuevas identificadas por Peter, sino que sumaron otras 100 al catastro, además de detener un par de edificaciones. Los cenotes han sido hallados lo mismo en terrenos baldíos, entre una calle y otra, debajo de oficinas gubernamentales o en arterias principales de la ciudad como en la Quinta Avenida, el corredor turístico más largo de Latinoamérica, o la Carretera federal 307.
—El objetivo del proyecto es muy claro: lograr la conservación de todas las cuevas, grutas y cenotes de Playa del Carmen, de su flora y fauna, de los elementos que hay ahí. ¿Cómo vamos a lograrlo? Haciendo que la gente se apropie de ellas. Yo pude hacer este proyecto con mis amigos espeleólogos, pero preferí abrirlo a la gente, de tal manera que cualquier persona que quiera participar, lo puede hacer. No solo se acerca como espectador, sino que trabaja en el mapeo; conoce directamente los cenotes, los vive, los disfruta, aprenden de ello y lo quieren conservar. Y así, ahora, más de 300 personas que han participado en las actividades, no solamente son voluntarios, sino que ya son guardianes de las cuevas —explica en entrevista Rojo.
Toda la información generada por el Círculo Espeleológico del Mayab se ha entregado a las autoridades municipales de Solidaridad, donde se encuentra Playa del Carmen. Pero no les ha importado. En 2020 y 20121, para la actualización del Mapa de Riesgo y el Programa de Desarrollo Urbano municipales, no se tomó en cuenta la información y no se dice nada en los planes sobre estas formaciones.
Ante al desinterés gubernamental, al menos 20 cenotes que el equipo de Rojo había mapeado han sido rellenados para desarrollar sobre ellos proyectos turísticos, residenciales, habitacionales o urbanos.
—Teníamos cuevas exploradas que ya no existen, porque ya las taparon y se perdieron todos estos elementos que te comentaba. Entre los daños que hemos documentado están la destrucción, modificación y vandalismo de cuevas. Estos tres son irreparables. Si destruyes una cueva, no la puedes volver a hacer. Si rompes una estalactita, no la vas a volver a tener sino hasta dentro de 5 mil o 100 mil años. Si dragas un cenote para que la gente nade, no la vas a volver a tener— reprocha Rojo.
Esos 20 cenotes rellenados, perdidos para siempre, son los que el equipo ha podido registrar en años recientes, pero no significa que sean los únicos. El desarrollo urbano en la Riviera Maya, a donde llegan cada año más de 6 millones de turistas a alojarse en los casi 40 mil cuartos de hotel edificados, se ha hecho sin contemplar estos cenotes.
—Imagínate todo lo que se ha perdido por la urbanización—, dice Rojo.
Es este desarrollo no sustentable, patrocinado por grandes cadenas hoteleras y autorizado y hasta fomentado por las autoridades es lo que estos defensores del territorio anhelan frenar.
Y el problema se agravará con el inminente arribo del Tren Maya, advierte Rojo.
En 2020 se presentaron dos fracturas sobre la Carretera 307, que atraviesa Playa del Carmen, por donde pasará, según los planes, el Tren Maya, uno de los prioritarios para la administración de Andrés Manuel López Obrador. Aquellas fracturas eran cavernas subterráneas, vencidas aparentemente por el flujo incesante de carros. Una de ellas, la más grande, fue explorada por el Círculo Espeleólogo del Mayab. La nombraron “Me lleva el Tren” y descubrieron que se expande hasta 300 metros.
Justamente, la fragilidad del suelo peninsular es uno de los mayores retos y riesgos para la construcción y operación de este Tren Maya..
Alejandro López Tamayo, hidrogeólogo y director general de Centinelas del Agua, advierte que, de no realizar las obras del Tren Maya con la tecnología e infraestructura adecuada, podrían suscitarse colapsos, sobre todo en puntos críticos como Tulum, debajo del cual se encuentra el sistema de grutas más grande de Latinoamérica.
En la Manifestación de Impacto Ambiental de los tramos 1,2 y 3 del Tren Maya, el Fonatur reconoce la fragilidad del suelo por donde pasarán trenes de pasajeros y de carga.
Inestabilidad de laderas, caídos o derrumbes, hundimientos, inundaciones, son algunos de los potenciales problemas que identificó el organismo ante la construcción y operación del Tren Maya.
A todo ello se le suma el problema de la contaminación.
—Todo lo que ves en un Oxxo está en los cenotes: basura de envolturas, botellas, tapitas; un montón de basura. También hemos encontrado muebles, llantas, todo lo que te puedes imaginar. Cada vez que nos metemos en un cenote, nosotros nadamos entre la mierda de los playenses. Pero al menos esto es reversible. Si eliminamos las fuentes de contaminación, se puede remediar, pero lo tenemos que hacer ya.
Además, en 15 cuevas han encontrado vertimiento irregular de aguas negras, que irán a parar, irremediablemente, al Mar Caribe, donde los arrecifes de corales ya padecen las consecuencias, pues más del 40 por ciento se ha muerto a causa de este tipo de problemas.
Así, con su voz chiquita y delgada, con sus ojos capulín y su casco de protección amarillo que aún le queda grande, Ximenita —como todos la conocen aquí— explica una mañana de octubre, al pie de una cueva, la variedad de murciélagos que habitan en este tipo de formaciones, en Playa del Carmen; habla sobre lo que comen y la relación que tienen con los bichos con los que comparten hábitat. Ximena Mosqueta recién cumplió 6 años y es experta en murciélagos.
Hace unos días, la niña científica expuso sobre el tema, con pantalla gigante y auditorio lleno, en el Congreso Nacional Mexicano de Espeleología, organizado por el Planetario de Playa del Carmen.
De hecho, no fue la única niña que participó en el evento. También estuvieron presentes Hakory Romero, Santiago Camacho, Ana Paula, Sabrina Delgado y el propio Talismán, quienes forman parte del grupo de niños bajo la tutela de Janet Guardiola, quien se ha vuelto clave para el grupo de Cenotes Urbanos.
En los últimos dos años, Guardiola ha dado mentorías a estos niños y niñas; los ha forjado como científicos.
—Me gusta tratar a los niños como pequeños científicos. Desde que están en preescolar les doy una preparación como investigadores, que conozcan el método científico y que vayan explorando preguntas; les enseño a hacer sus presentaciones, a exponer —dice Janet.
Janet agrónoma, pero tiene 25 años de experiencia en proyectos educativos, la mayoría con “niños con altas capacidades”. Los niños que ha tutelado han expuesto en congresos nacionales e internacionales en Nuevo León y Quintana Roo.
Cuando en 2019 llegó a Playa del Carmen, por invitación de Roberto Rojo, su primer encargo fue Talismán. Bastaron tres meses de trabajo para que Talismán estuviera preparado para su primera conferencia a nivel nacional. Se llamó “Biodiversidad en los cenotes urbanos” y fue auspiciada por —nada más y nada menos— la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
—Cuando yo llegué ya era experto en cuevas, ya era “Don” Talismán, pero carecía de recursos para divulgar el tema, entonces, empezamos a trabajar, primero, tomando fotos, documentar la información para subirlo a la plataforma Naturalista, de Conabio, para hacer un inventario de las especies. Trabajamos también para que pudiera explicarlo en una conferencia. Me sorprendió mucho porque en tres meses ya estaba dando una conferencia a nivel nacional.
Guardiola también lo asesoró durante el proceso de la competencia de la Feria Estatal de Ciencias 2020, convocado por el Consejo Quintanarroense de Ciencia y Tecnología (Coqcyt), que ganó.
—Hice una investigación para la Feria de Ciencias Estatal sobre la anguila ciega, con la que gané el primer lugar. En la investigación se mide el total de sólidos disueltos, que indica la contaminación. La NOM 127 dice que, cuando el agua pasa más de 1000 sólidos disueltos no es potable para el humano. Y esta especie vive en aguas con menos de ese indicador, lo que nos dice que, si vive esta especie aquí, el agua está limpia— explica Talismán, quien ya prepara un artículo científico sobre el tema.
Lo mismo sucedió con Ana Paula Marín, quien ganó el Premio Estatal de la Juventud 2021 en la categoría Medio Ambiente, con un proyecto sobre camarones ciegos hallados en las cuevas de Playa del Carmen, asesorado por Janet.
—Yo no quería concursar, la verdad, porque soy muy introvertida, pero Janet me dijo que tenía muchas posibilidades de ganar. Y si ganaba, pues, podía usar el recurso para seguir investigando —dice Ana Paula, también miembro de Fridays for Future, movimiento encabezado por Greta Thunberg.
Sabrina Delgado completa la tercia de jóvenes promesa. Sabrina, de tez blanca, cabello rubio, lentes rojos y de 14 años, también explora cuevas, pero con el objetivo de registrar la biota y hacer un libro ilustrado con sus propios dibujos, que planea publicar de manera independiente.
Roberto inspira y lidera; Janet es magisterio y confianza. Juntos, cultivan una generación de niños, niñas y jóvenes conscientes, activistas documentados, defensores del territorio que hacen frente al reto de recomponer la caótica y contaminada ciudad que les han heredado.
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