Nina sobrevivió a un sinnúmero de violencias racistas, a un sistema que le negó la educación formal y a un lugar propio en la historia de la música clásica. Sin embargo, logró sobreponerse y abrazar la cultura popular afroamericana. Supo tejer magistralmente su formación clásica con lo mejor de la música afroestadounidense.
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Considerada una de las artistas más influyentes de todos los tiempos, antes de elegir su nombre, esta pequeña niña respondía al nombre de Eunice Kathleen Waymon.
Sus primeros años transcurrieron aprendiendo música en la iglesia local. Su talento era tal que desde su más tierna infancia aprendió a tocar el piano y a leer partituras.
Pronto llegaría el gran momento…
Todo estaba dispuesto para su primer recital a los 12 años cuando sus padres, quienes estaban dispuestos en la primera fila esperando su concierto, fueron obligados a ir a la última fila del teatro.
Por aquel entonces las personas afroamericanas no podían ocupar los primeros lugares en un teatro. Fuera de su comunidad, de su iglesia y de su núcleo familiar, ella era solo una niña negra. Éste sería uno de los momentos que más influiría en su vida personal y artística.
En su adolescencia, Nina conocería a un joven hispano que le decía amorosamente: “Mi Niña”. La enunciación Niña, la cambió por Nina, y Simone en honor a la actriz francesa Simone Signoret.
Algo que pocos saben es que Nina no quería cantar. Desde pequeña se había preparado para tocar piano clásico al más puro estilo de Bach y los clásicos.
Soñaba con presentarse en las grandes salas de concierto de la época. Sin embargo, jamás pudo estudiar formalmente por ser afrodescendiente. Su solicitud para ingresar al famoso Curtis Institute of Music fue rechazada.
Se trata de uno de los conservatorios más importantes de Estados Unidos y el mundo. Hoy día, su director es el afamado violinista chileno Roberto Díaz, en la portada del sitio web del Curtis Institute of Music, artistas de talento indiscutible y procedencia étnica diversa nos regalan hermosas postales de su talento. Sin embargo, en los años 50 convertirse en la primera concertista negra sería un sueño inalcanzable para Nina.
En aquel entonces, no había músicos negros en esos espacios, menos una mujer. La única opción que tenía por aquel entonces era formarse por cuenta propia y presentarse donde tuviera ofertas.
Así que decidió ganarse la vida tocando, solo que ahora lo haría en bares y centros nocturnos y su comunidad la rechazaría por interpretar “música del diablo”, en referencia al blues y el soul.
Al principio, su refinado estilo no hacía juego con el ambiente decadente lleno de humo y personajes ebrios. Sin embargo, su persistencia la llevaría a lugares insospechados.
Historiadores del jazz afirman que luego del éxito de Billie Holliday, Nina fue la gran intérprete de todos los tiempos, heredera de un talento forjado con disciplina e influencias musicales variopintas.
Por aquel entonces, su vida transcurría tocando en bares y centros nocturnos. Decidida a no abandonar su formación, interpretaba clásicos de góspel con toques de música clásica: una mezcla perfecta, talento único, poderosa voz poética que la llevarían a construir puentes para unir mundos opuestos.
Al principio el público no sabía cómo reaccionar, por un lado conocía los secretos de la vida nocturna, pero era muy refinada para aquellos tugurios. Y fue justo en estos lugares, al calor de la intensidad de la noche, el humo de tabaco y las cortinas rojas que le exigieron cantar.
Esta sería una de las puertas hacia el éxito internacional. Es bien sabido que los primeros años de formación musical de Nina fueron guiados por la influencia clásica de Bach y un estilo refinado, al calor de las luces neón y la vida nocturna, nacería una de las intérpretes más poderosas del siglo veinte.
Grandes como Duke Ellington, también influirían en su obra. Pero su más notable influencia fue Marian Anderson, cantante afroestadounidense ícono de la lucha antirracista. Con el paso de los años, Nina comenzó a componer y escribir estremecedoras letras que daban cuenta de los sucesos culturales de la época.
Es entonces cuando Four women y To be young se convirtieron en himnos de lucha y resistencia. Era su respuesta a la segregación, persecución y asesinato de personas afroestadounidenses. Fue su respuesta al asesinato del activista por los derechos civiles Medgar Wiley Evers en Mississippi…Tras ser herido de bala, se le negó el acceso a un hospital de Jackson por su color de piel…También es la respuesta al atentado en una iglesia en Alabama, una bomba que acabó con la vida de cuatro niñas negras.
Nina Simone escribe y canta: Todo este país está lleno de mentiras / todos morirán y caerán como moscas.
Por su parte: Four women habla del racismo y la mezcla racial producto de la violencia sexual… un mestizaje doloroso, la vida entre dos mundos que no terminan de encontrarse.
Autoexiliada en 1969 luego del asesinato de Martin Luther King, Nina decide abandonar Estados Unidos. Harta de la segregación racial, se muda a Europa con un éxito total. Acompañada por sus fieles músicos, Nina realiza giras por todo el continente.
Señalada por tener un carácter explosivo y errático, de Nina se puede decir que fue bipolar, enferma, trastocada… Visto a través del fractal de la historia, Nina fue una mujer que sobrevivió a un sinnúmero de violencias racistas, a un sistema que le negó la educación formal y a un lugar propio en la historia de la música clásica.
Sin embargo, logró sobreponerse y abrazar la cultura popular afroamericana.
Bebió del enorme legado de grandes artistas del blues, soul y el jazz… y supo tejer magistralmente su formación clásica con lo mejor de la música afroestadounidense.
Su arte era la mezcla perfecta de la influencia musical de Bach, Duke Ellington y Marian Anderson… con su sello: puramente original.
Forjando así, una leyenda.
¡Hoy y siempre Nina!
My Baby Just Cares for Me (Remastered 2013)
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