Museo de las relaciones rotas

16 diciembre, 2022

Los momentos del amor son breves, claros, redondos. También fragmentados. Todo lo que evocamos está almacenado en nuestra memoria. El proyecto Broken Ships convocó a a aportar recuerdos de amores pasados. En esta edición postpandemia en México, los curadores recibieron más de mil 400 cartas y más de 700 objetos provenientes de 10 ciudades

Twitter: @tuyteresa

En tiempos del amor líquido, amar es un arte que merece memoria. Los matemáticos dirían que el amor no existe, es una suma de fechas, números, intersecciones, probabilidades, puntos que unen a dos personas para –dirían los expertos en evolución- intercambiar información genética y quizá –dirían los psicoterapeutas- conformar una familia disfuncional.

Me pidieron que escribiera sobre el amor y el Museo de las Relaciones Rotas. He pospuesto esta columna durante meses, buscando entre mis recuerdos, he desempolvado escenas para hacer mi propio inventario. Me quedé pensando en momentos lentamente trazados en la memoria de mi cuerpo, de mis sensaciones. Indagué también, en las memorias del sueño y la vigilia. 

Esta evocación no solo me llevó a recordar relaciones románticas, sexoafectivas o como se diga hoy día, también me llevó a rememorar a todos los seres que he amado. Mi abuelo, mi madre, mis hermanos, mi compañero de vida, mis amigas de la infancia, los lugares en los que algún día estuve y ya no existen… mi gato Camilo.

Así son los momentos del amor; breves, claros, redondos. También fragmentados. El recuerdo del aroma de una flor diminuta, un día de campo con la familia, el primer beso, una canción, el sabor a café recién hecho por la mañana… todo lo que evocamos está almacenado en nuestra memoria. 

¿Por qué recordamos?

Los científicos aseguran que la memoria proviene de multiples experiencias, una de ellas tiene su raíz en los sentidos. La memoria está conectada con los sentidos: vista, olfato, gusto, tacto y oído… de tal manera que podemos recordar a partir de fragmentos o breves escenas donde nuestro ser se haya embebido con algún aroma, sabor o sensación. 

¿Qué lugar ocupa la memoria en nuestra vida? ¿Por qué recordamos? ¿Por qué olvidamos, qué olvidamos? 

El sentido más primitivo es el olfato, y el que tarda más en madurar, es la vista. Nacemos con visión borrosa y es hasta los 12 meses cuando un ser humano desarrolla la visión panorámica. Antes de esto, la memoria de un bebé está inmersa en un mundo de sonidos y aromas. El oído está íntimamente ligado con la memoria. Nosotros tenemos oído, para recordar. 

En el campo de las Ciencias Sociales, el historiador francés Pierre Nora escribió acerca de los “Lugares de la Memoria”, defendiendo el derecho de todos los grupos sociales a resguardar sus recuerdos. 

Los seres humanos tenemos rituales para los momentos más importantes de la vida: nacimiento, vida adulta y vejez: bautizos, bodas, funerales. En México, llorar nuestras penas de amor en compañía de amistades o ir a una cantina quizá sea lo más cercano a un ritual para despedir a un amor. 

También poseemos pequeños o grandes baúles con recuerdos: cartas, fotografías, postales, un mechón de cabello, argollas matrimoniales, ropa íntima. La esposa de un pariente lejano guardaba celosamente los recortes de las uñas de su amado en una caja de cristal. 

Evocando a los seres amados

A mediados del año 2022 el proyecto Broken Ships, en colaboración con el Museo del Objeto del Objeto (MODO), lanzó una convocatoria abierta para que toda persona que deseara aportar recuerdos de amores pasados, los hiciera llegar al MODO, un recinto con sede en la colonia Roma en la Ciudad de México. 

No solo se recibieron recuerdos de relaciones románticas, en esta exposicion también podemos encontrar piezas por duelo familiar, el fin de una amistad, una separación laboral, pérdidas a raíz de covid-19 y por supuesto, los objetos preciados de una mascota. 

Un recipiente para guardar lágrimas, fotografías rotas, un disco de acetato, recetas de cocina, una argolla matrimonial, uno oso de peluche, un llavero, unas gafas de sol rotas, un dólar partido por la mitad…  Esta serie itinerante reconstruye atmósferas emotivas a partir de objetos donados por amorosos de diversas geografías, edades y culturas.  

Croacia año 2006 

Esta exposición itinerante comenzó en Croacia en el año 2006, los artistas Olinka Vištica y Dražen Grubišić son los autores de este proyecto. Años antes habían tenido una relación amorosa y al terminar bromearon acerca de la posibilidad de crear un museo para preservar sus recuerdos a través de los objetos más siginificativos. Tiempo después organizaron la primera selección de objetos amorosos donados por familiares y amigos. 

¿Qué intención tiene este cúmulo de recuerdos? Sus creadores lo definen así: «Concepto de arte que procede de la noción de que los objetos integran memorias y emociones -hologramas de campos- y pretende crear un espacio de ‘memoria segura’ o ‘recuerdo protegido’ para preservar el patrimonio material e inmaterial de las relaciones rotas.»

Desde entonces, ha encontrado una ubicación permanente en Zagreb, capital de Croacia. Además de la selección para el capítulo México, la exposición cuenta con una colección de otros países. En el año 2011 Broken Ships recibió el Premio de Hudson del Kenneth como el museo más innovador de Europa.

Durante estos 16 años, este proyecto se ha presentado en 34 países con un total de 59 exposiciones itinerantes. Es la segunda vez que se presenta en México, en esta edición postpandemia, los curadores recibieron más de 1,400 cartas y más de 700 objetos provenientes de 10 ciudades de la República Mexicana.

Desde su creación, este proyecto ha viajado por 59 ciudades, como Bucarest, Melbourne, Shangai, Tokyo, Estambul, Helsinki, Basel, Buenos Aires, Londres, París y Manila. Todos los objetos recibidos en cada itinerancia forman parte de su acervo y reciben también donaciones enviadas directamente a su sede.

Una referencia obligada que evoca los palacios de la memoria amorosa es la novela: Masumiyet Müzesi, traducido al castellano como Museo de la Inocencia del escritor turco Orhan Pamuk. Cuenta la historia de un amor cis género, pero imposible. Situada en Estambul de los años 70 hasta el fin de milenio, el Museo de la Inocencia da cuenta de importantes transformaciones históricas y culturales, al tiempo que nos lleva a develar la historia de un amor imposible a través de sus objetos más preciados. 

Broken Ships se presenta por segunda vez en el MODO. Desde su creación en el año 2010, el Museo se ha dedicado a contar historias a través de objetos significativos para miles de personas en México, desde el año 1810 hasta nuestros días. 

Broken ships: https://brokenships.com/

Museo Modo: https://www.elmodo.mx/exposicion-actual/

Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.