López Obrador tiene la oportunidad de romper con la inercia marina neoliberal y honrar con ello su promesa de emprender una transformación de fondo. En lo que toca a los océanos, sin embargo, estamos viendo más de lo mismo, como si los neoliberales siguieran en el poder.
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Extrañamente, México es un país que tiene dos enormes litorales, riquísimos en recursos naturales, en biodiversidad, en belleza, y nomás los mira desde la orilla. O más bien el gobierno los mira desde la orilla, porque muchos en el país —los grandes industriales, las mafias y los pescadores ilegales, por ejemplo— los surcan con gusto y con plena impunidad. Muchos festejamos que, al renegociarse el acuerdo comercial entre Canadá, México y Estados Unidos, se incluyeron provisiones ambientales que obligan a nuestro país a ocuparse de ese problema, pero la organización Oceana acaba de echarnos un baldazo de agua helada: su último reporte muestra que México está lejos de cumplir sus compromisos en la materia.
Los datos de la organización son verdaderamente devastadores. Oceana estima, por ejemplo, que hasta la mitad de los productos marinos capturados en México serían ilegales. También señala los terribles rezagos en lo que incurre el país y que inexplicablemente no se han resuelto. Por ejemplo, el T-MEC estipula que las partes firmantes se comprometen a implementar medidas compatibles con el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto (AMERP), que busca prevenir y desalentar la pesca ilegal o no reglamentada al impedir que los barcos que la practican descarguen en puertos de los países firmantes, pero México es el único de los tres países aliados que no se ha sumado a él.
Lo que ocurre en los mares mexicanos no es de ninguna manera trivial. No se trata solamente de que su descuido podría acarrear sanciones graves en el marco del nuevo tratado de libre comercio, sino de que tiene consecuencias económicas y sociales muy importantes. Por ejemplo, sin una biodiversidad sana los arrecifes que protegen a la infraestructura turística del Caribe mexicano quedarían expuestos a huracanes y tormentas, con lo que eso implica de pérdidas en empleos y en ingresos. También está el hecho de que los mares son una fuente importante de alimentos en el país y de que en sí mismos soportan una economía importante.
Así las cosas, sorprende que el presidente de la República insista en hacer como que México no tuviera costas. Sin ir muy lejos, hace apenas un par de meses se nombró titular de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) a un hombre cuya relación con el mar, hasta ahora, se limitaba a que nació a media hora de la costa. Su nombre es Octavio Almada y, según consta en el comunicado de prensa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural con el que se anunció su nombramiento, es licenciado en Psicología Deportiva, no tiene antecedentes que lo vinculen ni con el océano ni con el manejo de los recursos naturales y su mayor mérito para acceder a ese cargo es haber pasado por la ayudantía del presidente López Obrador.
A pesar de estos antecedentes, Almada Palafox tiene la oportunidad de mostrar que no es ni un títere de la industria ni alguien que simplemente reproduce las inercias tan destructivas del pasado. Han pasado cosas buenas en esta administración en relación con los mares. Por ejemplo, se eliminaron muchos de los subsidios dañinos que se mantuvieron durante años —muy notablemente el subsidio a los combustibles que permitía aumentar la capacidad de captura a costa del erario y de la salud de los mares—. Seguir por ese camino y transparentar en qué se usan los recursos que se entregan a través del nuevo Programa de Fomento a la Agricultura, Ganadería, Pesca y Acuicultura (Bienpesca) sería un paso muy importante.
También, como señala Mariana Aziz, directora de campañas de Transparencia de Oceana en México, se debería poner en pie “una norma de trazabilidad que proporcione información de la cadena de valor que recorren los productos pesqueros”. Eso permitiría “saber qué producto pesquero cumple efectivamente con las disposiciones de conservación de especies y demostrar que se trata de producto legal”, cumpliendo con ello con los compromisos del país.
López Obrador tiene la oportunidad de romper con la inercia marina neoliberal y honrar con ello su promesa de emprender una transformación de fondo. En lo que toca a los océanos, sin embargo, estamos viendo más de lo mismo, como si los neoliberales siguieran en el poder.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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