A 101 años del nacimiento del muralismo en México, su potencia rebelde se mantiene viva, se refleja en revueltas estéticas, expresiones diversas desde la creación comunitaria y en los encuentros o diálogos de artistas plásticos, quienes dialogan sobre tejer redes internacionales, la inclusión de las mujeres y las técnicas vigentes
Twitter: @Dal_air
De pie frente a un puesto de lotería pienso en comprar un ‘cachito’ que termine en 7 o en 9, en memoria de mi padre quien se ganó varios premios y, en especial, porque tienen imágenes de murales comunitarios que me he encontrado en pueblos indígenas y periferias al hacer reportajes, de norte a sur del país. Trazos de personas que hacen del muralismo un arte combativo, colectivo, con potencia rebelde, que es espejo de las historias de dignidad a ras de tierra. Que honran la memoria.
Al mirar números de la suerte, pienso también en los y las muralistas mexicanas que desde hace 101 años optaron por mostrar los bemoles de la historia. La Revolución Mexicana frustrada, lo popular, las fiestas, la rebelión de los desposeídos. Muros coloniales en edificios del centro de la Ciudad de México, por los que Vasconcelos pagaba tres pesos el metro. Crearon el Sindicato de Artistas y Pintores donde militaron muralistas como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Jose Clemente Orozco, desde el comunismo.
“Nacionalismo de extrema izquierda”, como describe Paco Ignacio Taibo II en un capítulo de su libro Bolcheviques, el cual dedica al sindicato. Cuenta que simultáneamente van creciendo políticamente, fundan El Machete, el periódico del Partido Comunista.
Pienso en la potencia rebelde de la maestra y dirigente sindical Aurora Reyes, fundadora de Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios para avivar el interés por el arte entre personas obreras. Sus murales persisten en enormes paredes de edificios del sindicato de trabajadores de la educación que ella fundó.
¿En dónde está esa potencia rebelde ahora?
Jan Calvario es muralista y trabajadora del arte, es fundadora de la Brigada de Arte Comunitario Talimalakatsikinan Naku. Milita con brocha, gubia y pincel en luchas por la tierra, luchas de las mujeres, familiares de desaparecidos. Originaria de Huehuetla, ha desarrollado una metodología de arte comunitario propia y se enfoca en trabajar con infancias, mujeres y jóvenes en pueblos indígenas y periferias.
Fue ponente del más reciente encuentro de la organización Movimiento Muralistas Mexicanos, dedicó su exposición a las ancestras, a las mujeres muralistas que abrieron camino en el arte, a las mujeres invisibilizadas en el muralismo, y colectivos que hacen arte desde abajo.
Antes como ahora, para ella el muralismo es crear conciencia en los pueblos y contrarrestar las injusticias sociales. Busca que su trabajo sea sincero, desde el corazón, desde abajo y se basa en “los pensamientos sublevados de las colectividades”, donde lo importante es apropiarse del espacio público.
Su metodología artística es descentralizada con estética propia, realiza diagnósticos comunitarios, etnografías comunitarias, de la mano de la gente de los pueblos. Incluye compartir la historia del muralismo como modo de expresión, dialoga de los problemas y los centraliza en respuestas plásticas sobre qué pintar. De acuerdo con Jan, el muralismo es una herramienta para cuestionar todos los roles establecidos.
Después de hablar de la minería en su territorio totonaku, asegura que “nuestra herramienta más fuerte para poder compartir este mensaje de defensa (del territorio) ha sido desde el mural”.
Este encuentro internacional lo organizó Polo Castellanos, muralista que tiene 16 años impulsando una organización o colectividad a la cual llamaron Movimiento Muralistas Mexicanos. Todo comenzó cuando, junto con Juan Vaquera, Coordinador del Movimiento Regional de muralistas de Argentina, tuvieron un diálogo sobre el potencial que tiene el país en cuanto al a este arte subversivo.
Con esta organización logró que 5 generaciones de muralistas aparezcan en los billetes de lotería, so pretexto de los 101 años de muralismo mexicano. Junto con el movimiento, han realizado encuentros y brigadas de pintura en pueblos y periferias. El se considera adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN.
Para Polo, lo más importante es el intercambio de experiencias y saberes que provocan los encuentros de muralistas, con la destacada participación de personas de los estados y de Argentina, Chile, Cuba, Italia. Por acuerdo de la asamblea de este encuentro, definieron activar la idea de formalizar la Internacional Muralista.
“Un grande logro fue abrir las puertas de Bellas Artes para este encuentro”, dice Polo Castellanos.
Los diálogos que hubo en el encuentro, cuya convocatoria tuvo los sellos de varias dependencias federales, generaron polémica en varios puntos, dos de ellos son si considerar el graffiti como muralismo o como mera intervención urbana (debate que lleva años) y la inclusión paritaria de mujeres muralistas en los encuentros, en los trabajos y en las firmas ante la invisibilización histórica.
“Hay un debate abierto hacia nosotros, si expresiones del espacio público, hacia las obras de pintura urbana y el arte expandido hacia las intervenciones urbanas, pero te voy a decir que tampoco es nuestra obligación incluirlas”, dice Polo.
Sobre las mujeres asegura que tanto el foro como el movimiento han sido inclusivos de las mujeres, y hubo una mesa sobre el tema.
Bixablú es una muralista que asistió a escuchar y participar en el encuentro. Pinta con mujeres y sobre mujeres en las periferias de la Ciudad de México, tanto en Iztapalapa como en Ciudad Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Ecatepec. Practica el estilo libre sobre los muros, y aborda problemáticas sociales como la escasez del agua, el respeto a los pueblos indígenas, y sobre todo a las mujeres.
“Es muy importante poder reconocernos a nosotras mismas dentro de toda esta lucha en el mural porque también fuimos olvidadas y, en este momento, también estamos siendo olvidadas de otra manera. Muchas de las mujeres que él retrató pues no, no entran como en el estatus del canon estético”, asegura Bixablú como es su nombre artístico.
Asegura que desde que nació el muralismo, está el pendiente de resaltar el trabajo colectivo, no solo de los grandes muralistas reconocidos cuyos colaboradores son omitidos, tanto de las mujeres muralistas.
“El muralismo actual sí está abriendo muchas puertas sin embargo, siento que todavía le hace abrir la puerta más importante que es que en donde se toman la mujer muralista como a la par de un hombre muralista”, asegura Bixablú que para ello están luchando.
Bixablú hace una crítica al canon académico de pintura y muralismo. Asegura que en las periferias hay quienes no tienen recursos para estudiar pintura o artes plásticas, “porque toda la vida nos han enseñado que el arte no es para los pobres” y sin embargo aprenden en los barrios, en las calles, en la práctica. Y lo usan a modo de expresión y de memoria. Para ella es clasista verlo desde la técnica y no desde su utilidad.
Se pregunta por qué sobre graffiti, arte urbano y muralismo nunca hubo un grafitero o una grafitera. Para ella, estas expresiones también son muralismo, aunque para los organizadores del encuentro aún les falta un paso para ser muralismo. Para ella hay un sesgo generacional marcado en cómo se concibe el muralismo y su propia historia.
“Hay una cierta resistencia también de su parte, quieren mantener un muralismo que ya no existe y que no va a volver a existir porque ya nos estamos cuestionando otras cosas que no sucedían en ese tiempo”, dice Bixablú, y habla que hay una constante revolución gráfica.
Es innegable la influencia que tiene el muralismo comunitario zapatista en el muralismo mexicano contemporáneo como movimiento en sus diversas expresiones, basado en técnicas colectivas, pedagógicas de memoria y reflexión.
Es incomprensible el muralismo de nuestros tiempos sin los usos que tienen los murales. Y al pensar en los usos, sobresale la corriente de muralismo comunitario que potenció el zapatismo de Chiapas.
El muralismo zapatista crea elementos de identidad y memoria para sustentar la lucha de los pueblos de raíz maya en resistencia. Salvador Martí i Puig aborda el tema con la investigación llamada El muralismo zapatista: Una revuelta estética. Asegura que el EZLN crea una nueva iconografía, y se contrapone al muralismo oficial mexicano. Y en eso consiste el proceso de revuelta estética.
“Los murales no se han producido con un objetivo de disfrute homologable a las pinturas de los museos, sino que se insertan en un proyecto político en marcha como experiencia de autonomía, con unas rutinas iconográficas, con consignas concretas, generando un compromiso y una comprensión común de lo que es la lucha en ese lugar”, escribe Martí i Puig.
En todos los Caracoles Zapatistas es normal observar en cada construcción un mural que muestra cómo definen sus historia, sus héroes y heroínas, sus códigos propios ancestrales, y la reiteración de las etapas de la esclavitud en fincas, clandestinidad, levantamiento, autonomía en ejercicio, sus órganos de gobernanza y sus compañeros caídos.
Martí i Puig asegura que reelaboran los símbolos icónicos y redefinen la identidad colectiva para enfrentarse a sus adversarios. “La segunda función es la de generar aprendizaje comunitario y debate sobre los elementos claves y esenciales del ser zapatista. El muralismo se utiliza para contar historias de eventos significativos y fundacionales de la causa política”.
Este proceso de revuelta estética permea en el movimiento muralista contemporáneo, y eso se expresa en las metodologías que han surgido, desde el Mural Comunitario Participativo de Checo Perez, hasta lo que hace Jan con la Brigada de Arte Comunitario Talimalakatsikinan Naku.
“La forma estética y material del universo icónico del muralismo zapatista consiguió dotar de elementos de identidad y memoria en el seno de las comunidades zapatistas vinculando su lucha con elementos de su entorno y vida cotidiana; confrontar la imaginería revolucionaria oficial de la República mexicana, disputándole sus atributos principales, a saber, las figuras de Zapata y Villa, el mito del mestizaje (frente a lo indígena) y la bandera nacional; y generar nuevos elementos icónicos para los colectivos activistas nacionales y transnacionales”.
Una potencia rebelde que no se detiene, que provoca cambios, nuevas identidades y revueltas estéticas por doquier.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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