La evidencia arrojada por diversos estudios realizados en los últimos años revela que en Puebla se conjuntan varios factores que hacen posible la trata, principalmente con fines de explotación sexual. La desaparición de jovencitas es el indicativo que confirma la teoría
Texto: Ámbar Barrera, Dafne Betsabe Garcia Mendoza y María José Andrade Gabiño / Lado B
@AstroBruja | @DafneBetsabe2 | @MajoAg23
Ilustraciones: Conejo Muerto / Lado B
PUEBLA.- Para una mujer, la idealización del amor puede ser la sólida base de una jaula que la mantiene en total indefensión e invisibilidad. “Darlo todo por amor, soportarlo todo”, incluso la explotación sexual y luego “aguantar”, porque para las autoridades no hay delito si “se fue con el novio”, porque la amenaza, en algunos casos, es la vergüenza y la culpa -así como la vuelta a situaciones precarias- si regresan a casa.
Esa es una de las tantas formas en que opera la trata de personas con fines de explotación sexual. La víctima más común: las mujeres, quienes son engañadas y tratadas, una vez más, como objetos, como mercancía. Los cómplices: las autoridades, y también la sociedad, al normalizar la violencia contra las mujeres y minimizar las denuncias por desaparición.[8:05:18 AM]
De acuerdo con cifras oficiales, en Puebla desaparece en promedio una persona cada día y en cifras totales, la mayoría son mujeres. El estado ocupa el séptimo lugar a nivel nacional con más víctimas de trata de personas y, de nuevo, la mayoría es mujer.
Aún así, estas cifras son insuficientes para dimensionar el problema de la trata. Además, no hay homologación en los datos entre instancias, y de que la definición de los tipos penales de trata puede ser confuso, la persecución del delito se complejiza por la normalización de la violencia hacia las mujeres. El resultado: investigaciones ineficientes, negligencias y un bajo número de sentencias condenatorias y de víctimas atendidas adecuadamente.
LADO B presenta hace una radiografía del fenómeno de la trata de personas en Puebla, específicamente, mujeres víctimas de explotación sexual. A través de cinco textos se habla de las estadísticas, del proceso penal, del concepto y los distintos tipos de trata, así como de las formas de captación y, sobre todo, de cómo las víctimas son despojadas de toda libertad a la vista de sistema entero.
La evidencia arrojada por diversos estudios realizados en los últimos años revela que en Puebla se conjuntan varios factores que hacen posible la trata, principalmente con fines de explotación sexual. Y la desaparición de jovencitas es, sin duda, el indicativo que confirma la teoría.
Detrás de una publicación en una red social puede haber un caso de trata. Ahí, a la vista de todos, detrás de un perfil con fotos de mujer que publica imágenes sugerentes y lanza invitaciones abiertas a tener relaciones sexuales, puede haber una víctima, incluso menor de edad. Una víctima invisible, invisible la violencia que vive y las razones que la llevaron ahí.
Sucede en Puebla como sucede en otros lugares del país, pero aquí se conjugan factores ideales para la explotación sexual, tres principalmente: la ubicación geográfica, las redes delictivas que operan y la omisión de la autoridad.
Puebla limita con siete estados, uno de ellos es Tlaxcala.
Sobre la trata de mujeres en Tlaxcala, la organización internacional Open Society Justice Initiative dijo en su informe “Atrocidades innegables”, que se debe investigar como un crimen de lesa humanidad, debido a la gran afectación que ha causado y a las omisiones de las autoridades.
A Puebla tan solo 2 horas y media lo separan de la Ciudad de México, donde se ubica “el prostíbulo más grande de América Latina”, como se le conoce a los alrededores del mercado de La Merced. En esta zona, según un análisis de 2014 por el Centro Madre Antonia, la mayor parte de las mujeres explotadas provienen de municipios poblanos.
–que desde hace más de 25 años acompaña a mujeres en situación de prostitución y trata en la defensa de sus derechos–,
Puebla forma parte de una región en el centro del país, junto con la Ciudad de México y el Estado de México, de violencia concentrada: secuestro, extorsión, homicidios, robo de combustible y desaparición de personas.
Es por eso que “la trata de personas se combina con estas actividades ilícitas y se dinamiza en las mismas rutas del trasiego de drogas, armas y migrantes”, concluye el estudio “Una mirada desde las organizaciones de la sociedad civil a la trata de personas en México”, presentado en octubre de 2017 por la red Hispanics in Philanthropy (HIP).
De acuerdo con el mismo estudio, en el estado hay un gran flujo migratorio interno –así como a la CDMX– en búsqueda de empleo y/o huyendo de desastres naturales, proyectos extractivistas y violencia por parte del ejército, paramilitares y delincuencia organizada. Una movilización que vulnera a las personas y las expone a ser víctimas de trata.
La red Hispanics in Philanthropy encontró intercambio de mujeres entre grupos delictivos para explotarlas sexualmente. Y trata de jóvenes para estudios de compatibilidad, así como extracción de órganos.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en su reporte más reciente, reconoce a Puebla entre los 10 estados que, año con año, registran más víctimas de trata, en su mayoría mujeres y niñas. Un dato que inevitablemente coincide con los altos índices de desaparición.
De 2011 a junio de 2017, de 10 mujeres que desaparecieron en Puebla 4 tenían entre 14 y 17 años de edad. Y las adolescentes son a las que menos encuentran después de reportada su desaparición, es decir, las que permanecen desaparecidas. El municipio con más casos de desaparición de mujeres es Tepeaca, a solo 50 minutos de Tenancingo, un municipio de Tlaxcala popularmente conocido como “la cuna de la trata”.
La cifra es, al menos, para pensarse: en Puebla desaparece una persona al día, sobre todo mujeres.
En un Diagnóstico Nacional sobre la Situación de Trata de Personas en México, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en 2014, se evidenció que 41.1% de las personas mexicanas víctimas de trata en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, era de Puebla.
Este dato no se ha vuelto a actualizar: mujeres invisibles.
De enero a septiembre de 2019, en Puebla se han abierto 14 carpetas de investigación por el delito de trata de personas, un aumento significativo considerando que en 2018 se reportaron tan solo 11 casos. Pero la cifra es engañosa, es un delito que se denuncia poco y se investiga menos, y sobre el que no hay estadísticas definitivas confiables.
Puebla ocupa la séptima posición nacional con más víctimas de trata de personas. Sin embargo, la falta de una base de datos clara impide que haya números confiables y el fenómeno de trata pueda dimensionarse. Además, el delito se denuncia poco y de las denuncias presentadas solo el 23% continúa el proceso judicial.
La trata de personas es un delito federal, aunque su prevención y atención también compete a las autoridades estatales y municipales. Pero en Puebla, a pesar de haber una ley para prevenir y erradicar el delito, y para proteger y asistir a las víctimas, la evidencia revela que no existe un diagnóstico integral, pese a que fue una recomendación en el marco de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres que se decretó este año.
De hecho el Informe del Grupo de Trabajo conformado para atender la solicitud de Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres en el estado de Puebla, presentado el 16 de julio de 2018, dio a conocer que no existe información sobre el origen de las víctimas y los victimarios, los lugares de explotación, el modus operandi de los tratantes y los perfiles de las víctimas.
Durante años se ha hablado de las formas usuales de captación de víctimas para la trata, las cuales involucran violencia física y el rapto; no obstante, recientes investigaciones evidencian el papel que juega el internet y las redes sociales como herramienta de captación y explotación para las redes de trata desde donde se opera impunemente.
Los métodos de captación de víctimas de trata con fines de explotación sexual son variados y cambiantes.
Se trata de un delito que se concreta con la suma de varios factores de vulnerabilidad, y que encuentra campo fértil en una sociedad que normaliza y menosprecia la violencia contra las mujeres que desaparecen, aunque no dejan de existir, solo se vuelven invisibles.
Esta invisibilización actúa de varias formas. En primera instancia, cuando una mujer desaparece la autoridad hace poco o ningún esfuerzo por encontrarla, sobre todo si existe sospecha de haberse ido “por voluntad”, a pesar de que pudo ser influenciada o manipulada.
Puebla ocupa la séptima posición nacional con más víctimas de trata de personas. Sin embargo, la falta de una base de datos clara impide que haya números confiables y el fenómeno de trata pueda dimensionarse. Además, el delito se denuncia poco y de las denuncias presentadas solo el 23% continúa el proceso judicial.
Para que Estrella se asumiera como víctima de trata tuvo que pasar más de tres meses de terapia y confinamiento en un refugio especial para víctimas. Entonces pudo admitir que Fernando, su pareja, que la había convencido de que tener relaciones sexuales con desconocidos a cambio de dinero era lo mejor para mantenerse, había sido manipulador, mentiroso y agresivo. La había utilizado.
Poco a poco comenzó a restablecer el control sobre su vida; a pensar sobre lo que realmente quería hacer, lo que deseaba para su futuro. Decidió que quería ser chef repostera, tener una casa y vivir sola con sus hijas. Hasta ahora solo ha podido terminar la preparatoria. El poco dinero que gana trabajando en una tienda pretende ahorralo para poner un negocio con su amiga Mireya; sin embargo, no sabe cuándo juntará lo suficiente.
La historia de Estrella es la suma de dos testimonios, el de la misma ‘Estrella’ y el de ‘Luna’, del libro Pajarillo de blancas alas, una compilación de diez historias de sobrevivientes de trata atendidas por ANTHUS A.C., editado por Duermevela, y que refleja la situación a la que se enfrentan las mujeres víctimas de trata.
Para comprender su complejidad debemos verla más bien como un conjunto de delitos, pues es difícil clasificarla o calificarla si no se toma en cuenta el proceso previo por el que pasó una víctima y todas las personas que participaron en él; además no hay que confundirla con tráfico de personas pues, aunque en algún punto pueden ser causa y consecuencia, son delitos distintos
A pesar de que la trata es un tema sobre el cual se ha hablado mucho, más en los medios que desde los discursos gubernamentales, y menos todavía en cuanto a prevención y atención, aún existen confusiones sobre qué es y cuál es la diferencia con otros delitos, como el tráfico de personas.
Entre las grandes dificultades para entender la magnitud del problema están la escasa medición estadística, la criminalización de las víctimas, la normalización de las formas en las que son captadas y la ineficiencia de las autoridades para que las víctimas puedan denunciar, así como la investigación de los casos.
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