Muestras genéticas: las fallas de la Fiscalía de Nuevo León

23 mayo, 2016

En marzo del 2016 se hizo público un video que evidenciaba alteraciones en las muestra genéticas de la Procuraduría de Nuevo León. El perito que grabó el video fue despedido y narra a Pie de Página distintos fallas en el procedimiento genético que podrían poner en duda las identificaciones de personas

Texto: Daniela Rea.

Fotos: Mónica González y cortesía de Silvia Aguilar

MONTERREY, NUEVO LEÓN.- En marzo de este año se hizo público un video en las redes sociales con la siguiente leyenda: “Corrupción, porque creen que sus familiares no aparecen por las malas prácticas de procesos, trabajo en ese laboratorio de Genética de la PGJ NL”.

El video dura 5:03 minutos y muestra a la funcionaria Lourdes Chávez, del Instituto de Criminalística de y Servicios Periciales de NL, diciendo que hay órdenes superiores para modificar unos resultados genéticos.

“Esta cosa está mucho más arriba. Muy arriba…tan arriba, tan arriba, que yo tenía la orden de que el resultado fuera negativo”, dice la funcionaria.

El video –que no trataba sobre un caso de persona desaparecida, sino de un caso parental– fue publicado por José Escalera, quien era perito de Genética de la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León y fue despedido.

A raíz de la publicación, integrantes de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León pusieron una denuncia contra la funcionaria ante la PGR y la PGJNL y dijeron que con el video se terminaba la confianza que había en la Institución y en los resultados de ADN entregados hasta ahora a las familias.

“Nosotros fomentábamos la confianza de que fuera el ADN el que nos dijera si era o no nuestro familiar, pero a raíz del video público que está en las redes sociales, pues a lo mejor hemos cometido error de estar confiando en esa prueba”, dice Leticia Hidalgo, integrante de FundeNL.

Autoridades de la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León han dicho a los familiares que hay mil 800 cuerpos encontrados en fosas comunes del estado sin identificar. Pie de Página hizo un recuento de fosas clandestinas encontradas en el estado entre 2010 y 2015, a partir de recuentos periodísticos y de información solicitada al Ejército, a la Marina y a la Policía Federal; la información disponible suma 67 fosas y 221 cuerpos.

II. El perito

José Escalera, el perito que hizo público el video, relató a Pie de Página otras prácticas que evidencian el trabajo del área genética que podrían poner en riesgo la identificación de restos.

“Cuando era funcionario me tocaban hacer varias funciones, procesar muestras, hueso, saliva, sangre, manchas; luego me cambiaron de área a indicios en la misma parte de genética, me tenían entregando dictámenes, básicamente esas eran mis funciones, también tomaba muestra de saliva a familiares y atención a la ciudadanía. Por eso sé cómo ingresa el cuerpo a Semefo hasta cómo se procesa la pieza”.

Escalera explica el procedimiento que lleva a cabo el Instituto de Criminalística y Servicios Periciales de Nuevo León.

“Si encontraron una fosa, criminalística de campo va a la zona, acordona, hacen su proceso de empezar a excavar, encontrar huesos, los limpian, los ponen en bolsas y los llevan al Semefo, ahí ingresan como piezas (…) Esas piezas se trata de volver a limpiarlas lo mejor posible, quitarles el exceso de basura, madera, tierra, algún animal. Después se acomodan por tipo de huesos, largos, cortos, de cráneo, vértebras. Luego viene el médico y trata de identificar de qué zona son, se fotografían, se hace un dictamen. Una vez que ya se tienen los huesos fotografiados, identificados, el número de piezas, rotulados, ahora viene genética”.

Y aquí comienzan las fallas, a decir del perito:

Primero, el muestreo aleatorio.

“El laboratorio de genética antes lo que hacia es decir: tenemos todos estos huesos y hacían un muestreo aleatorio, yo sé porque yo estaba ahí. Eso está mal, los peritos que estaban en el área de genética de Semefo hacían muestras aleatorias. Ese proceso aleatorio ni yo ni nadie en el mundo puede decir cuánto ADN tiene (una muestra) y clasificarla. Se tiene que hacer un proceso metodológico y por medio de este proceso de cuantificación yo ya voy a saber científicamente si una pieza tiene ADN o no, pero no se puede descartar con un muestreo aleatorio”.

Un ejemplo de ese uso aleatorio, dice Escalante, fue el realizado por la Agencia de Investigación de Homicidios No. 3 sobre una fosa donde se encontraron 16 perfiles: “Se entregó un dictamen de una fosa donde encontraron 16 perfiles, entonces alguien alerta por qué se hace el muestreo aleatorio y se revisan ahora sí todas las piezas encontradas, porque era evidente que estaba mal hacerlo aleatorio. Se obtuvieron hasta 33 perfiles genéticos, ¡un chorro de diferencia¡. Cuando fui a entregar el nuevo dictamen en genética me dijeron ‘¿a qué están jugando? Por qué pasan de 16 a 33 perfiles?”.

Segundo, la desintegración de pruebas.

“Por ejemplo, si yo tenía este hueso aquí, lo agarro con la mano y lo aprieto. Si se pulverizaba, ya no sirve. ¡Ese era su criterio de cuantificación! ¿Qué no hay otras técnicas para obtener ADN, la mitocondrial, por ejemplo? Si no tenemos la capacidad, pues no puedes deshacer un hueso y desaparecer la evidencia. Si lo cuantificaste, si no te dio nada de ADN, no se tira la evidencia porque hay otros medios, otros laboratorios donde se puede extraer”.

Tercero, la base genética en Excel.

“Trabajábamos con una base de datos genéticos en Excel. Usábamos Excel y de ahí se pasaba al DNA View (un programa para hacer los cruces genéticos), para hacer el match y hacer la búsqueda, pero si tu copiaste mal los datos en la base de datos en Excel, te va a salir mal en el DNA View. Por ejemplo, un perito traslapó una columna y se dieron cuenta que varias autopsias dieron el mismo perfil genético. ¿Y el perfil de esa persona dónde quedó, lo trasladaste, lo traspapelaste?”.

Escalante aclara que desconoce si hubo otros errores, pero advierte que la base de Excel se llegó a borrar cuando se dañaba el servidor. “Me daba cuenta que se les borraban las bases de datos, que decían ‘no que la doctora tiene una base de datos respaldada, pídesela, se borraban porque se dañaba el servidor”.

III. El cuerpo

Jesús Armando Guerra Aguilar fue desaparecido el 2 de julio del 2011, en Villa de Juárez, Nuevo León. Diez días después, su cuerpo fue encontrado en un callejón que lleva al cementerio de Santa María, en el municipio de Pesquería. El cadáver fue llevado al Servicio Médico Forense, y luego lo trasladaron al Hospital Civil, donde estuvo tres meses más. Como nadie lo reclamaba, dedujeron las autoridades, lo trasladaron a la fosa común en el municipio de Melchor Ocampo con otros 40 cadáveres, donde permaneció otros cuatro años.

Pero Silvia Aguilar, su madre, sí que lo buscó. En hospitales, en las instalaciones militares, de la Marina, de la policía federal, de la estatal, de la municipal. Puso denuncia porque no volvía a casa y religiosamente llamaba cada semana al Instituto de Criminalística de y Servicios Periciales del estado para preguntar si habían encontrado a alguien con las características de su hijo. Durante cuatro años la respuesta fue: “No”. La mujer no sabía que ahí, a unas cuantas oficinas, el cadáver de Jesús Armando esperaba volver a casa.

Jesús era operario en una fábrica , tenía 25 años de edad cuando fue desaparecido y un hijo que ahora tiene 9 años.

“Yo estoy en contra de Genética, tengo una libreta de todas las más de mil veces que llamé a esa oficina, cada 8, cada 15 días, cada mes, para ver si había pruebas de mi hijo. Me decían que no y yo les repetía ‘¿ya se fijaron bien? Es el folio 11964, fíjense bien por favor’. Y ellos me decían que no, que nada coincidía con mi familiar. Entonces, cuando me avisaron que había aparecido les reclamé. ¿Por qué tanto tiempo, por qué? Y ellos me dijeron ‘señora, discúlpeme, lo que pasa es que acabamos de comprar un aparato que es muy caro y nos está dando mucho resultado, estamos sacando muchos cuerpos, desde el 2009, ese aparato nos esta dando muchas respuestas favorables’. Eso me lo dijo la licenciada de peritaje de ahí pero no me acuerdo de su nombre”.

“El 26 de marzo del 2015 me llamaron para decirme que lo habían encontrado. Me dijeron que lo habían asesinado y nada más. Fui con el licenciado Ovidio y me dijo que me ayudarían a sacarlo de la fosa, pero que tenía que juntar dinero para desenterrarlo. Nos pedían 25 mil pesos. No teníamos dinero. Hasta que en la misma fosa encontraron el cuerpo de otro señor y entre la esposa y yo juntamos la cantidad de 33 mil pesos, así fue como sacaron a los dos cuerpos. Por fin, el 18 de septiembre del 2015 desenterraron a mi hijo, cuatro años y dos meses después de que desapareciera. Todavía debemos el dinero que pedimos prestado para pagarle a los forenses, sé que es responsabilidad de la autoridad, pero a ellos no les importaba dejar ahí a mi hijo; a mí, en cambio sí me importaba, quería un lugar dónde rezarle, dónde llorarle, no que estuviera ahí con otros 40 muertitos que también esperan a los suyos. Yo soy trabajadora operaria en una empresa, tengo que juntar dinero con mucho esfuerzo”.

“Hay más fosas comunes, me gustaría decirle a la gente que se acerque, que los busquen, ahí donde estaba mi hijo había 40 muertitos, pero ahí había otras 20 fosas. Las familias sí buscan pero la autoridad no les dice nada. A mi me dijeron lo del aparato, pero en realidad creo que no hicieron su trabajo porque mi esposo se hizo el ADN dos días antes de que encontraran el cuerpo de mi hijo y nadie le dijo nada”.

IV. Las ausencias

Luisa Castellanos, busca a su esposo Nicolás Flores y a su cuñado Reyes Flores. “¿Cómo sabemos que en verdad checan los resultados de ADN?”

“Nicolás trabajaba como chofer, hacía viajes a San Luis, Tamaulipas, Coahuila, El 28 de marzo del 2011 salieron a Cd. Victoria a entregar fresas frescas y ya no supimos de él. El vehículo se recuperó en una brecha de Nuevo Padilla, Tamaulipas, estaba como si nada, sin huellas de violencia y con la carga llena. EL patrón puso una denuncia, pero sólo por la camioneta, no por sus trabajadores. El de la Marina dijo que los del Cartel del Golfo estaban reclutando personas porque ya tenían merma. ‘No se preocupe, lo van a tener ahí hambreado, si su esposo es inteligente va a acceder a trabajar con ellos’, me dijo. Yo estaba embarazada, de un embarazo de alto riesgo, cuando desapareció mi esposo, Ronaldo, mi hijo, nació enojado, con sus manitas cerradas, cerradas, cuando caminaba, caminaba como muy rudo… el aguantó mucho. Ronaldo estuvo tres años y medio sin acta de nacimiento porque me exigían que su papá se presentara a registrarlo. Al bebé le hicieron el ADN y a la fecha no sé nada, no sé cuál es su perfil, no sé con qué cuerpos le han hecho cruces, no sé si los han hecho, no sé si realmente hicieron algo con la muestra de sangre… las autoridades sólo dicen que no hay restos que coincidan con la muestra porque casi todas son de migrantes, pero no dan una prueba científica, lo hacen al ojo de buen cubero. Mientras nosotros seguimos buscando”.

Mayra González, busca a su hijo Miguel Ángel. “Cuatro pruebas de ADN y no sabemos nada”.

“Mi hijo tenía 22 años cuando es desaparecido, trabajaba en un bar, a la fecha tiene 27 años. El día de su desaparición estaba celebrando un cumpleaños en el Barrio Antiguo, en un bar, ahí los desaparecen, el 25 de octubre del 2010. Inicié la búsqueda sola, me tomaron la denuncia y el MP dijo que era pan con lo mismo, que nosotros no sabemos en qué andan metidos nuestros hijos. Voy con los soldados y ellos dicen que las señas de mi hijo no coinciden con sus detenidos. Voy con la PGR de Escobedo y ellos buscan en sus registros y dicen que mi hijo estaba ahí detenido, luego dicen que fue un error, que se equivocaron de nombre. Cada 8 días acudía a Semefo a ver las fotos de las personas muertas para ver si estaba ahí mi hijo, era muy impactante ver las fotos, me dolía mucho ir, pero me preguntaba ¿y si sí está? ¿y si no voy? ¿y si lo tienen ahí congelado, ahí en una fosa? Entonces ir se convirtió en un doloroso vicio. En Julio del 2015 entré a FundeNL y empecé otra búsqueda, les llevé la Visa de mi hijo para que tomaran sus huellas dactilares y no las aceptaron, ahí se fue otra posibilidad de encontrarlo. Luego me hicieron pruebas de ADN, a mi y a mi nieto, pero no sabemos si se han cotejado, no tenemos la certeza, no sabemos si hay cruces de los resultados… hasta ahorita me he hecho cuatro pruebas de ADN y nada, con Periciales, con la PGR, con Ciencia Forense, con Coahuila y no nos han dicho nada”.


Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la fuente.

“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.

Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.

Fotógrafa egresada de Ciencias Políticas de la UNAM. Ha colaborado en distintos medios y revistas nacionales e internacionales. Obtuvo la beca Fonca en la edición 2009-2010 y 2013-2014 Premio Nacional de Periodismo 2011 de Fotografía por el proyecto Geografía del Dolor. Premio Nacional de Periodismo 2006 otorgado por el Club de Periodistas de México y el IPN en categoria Fotografía Reportaje por su trabajo de migrantes en la frontera de Sonora y Arizona.

Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.

Relacionado