Este es un homenaje a la vida del médico bacteriólogo Germán Oropeza González, quien dedicó su vida a investigar y a sanar a las personas en pueblos indígenas o periferias, además de su entorno, con metodologías que eliminan las infecciones ocultas
Twitter: @Dal_air
Entre edificios derruidos después del primer sismo de 1985, se encontraba el doctor Germán Oropeza González como parte de la brigada de rescate en el edificio del Conalep. La noche cayó y con ella, la réplica del temblor.
Germán estaba a la salida de un túnel de donde sacaban personas, vivas o muertas, y él les daba las primeras atenciones. La réplica sísmica hizo que todos salieran corriendo, pero él no se movía.
En el edificio de enfrente lo observaba su amigo Jorge con inquietud. Todos salían menos Germán. ¿Por qué? El edificio estaba muy endeble. Todavía salieron tres personas. El doctor esperó al marino último en salir, y en cuanto lo vio, corrieron. En ese momento, la pared del edificio cayó sobre el túnel y siguió el derrumbe.
“Fue el único médico de la brigada que no descansó. Más de cinco días al hilo rescatando gente y él seguía con su labor sin dormir, día y noche”, recuerda Jorge a su amigo, el comprometido médico.
Germán tenía siempre una sonrisa en su rostro. Era un médico poco convencional. Dedicaba un tiempo digno a cada consulta por paciente para escuchar sus malestares y hacer un diagnóstico adecuado. Nunca tuvo prisa en la vida ni en la consulta, para él más pacientes no significaba más dinero, él quería curar de raíz.
Estudió medicina en la UNAM, en la generación 70-76. Antes, fue estudiante de la Preparatoria 5, en donde le tocó ser parte del movimiento estudiantil de 1968. Participó en la mayoría de las marchas, recordaba mucho aquella marcha en silencio. “Yo luché por las libertades que ahora tienen como jóvenes”, me dijo en múltiples conversaciones que tuvimos.
No llegó al mitin de Tlatelolco, aún viviendo cerca. Fue a recoger a su novia de aquel entonces y en camino a la protesta escucharon los balazos y dieron marcha atrás.
“Como estudiante de medicina era brillante”, asegura Mercedes, su amiga y compañera de clases. Recuerda que realizaba preguntas muy interesantes que siempre dejaban pensando a la clase. A ella misma le ayudó a estudiar y pasar el examen profesional cuando él ya tenía un consultorio en San Agustín, Ecatepec, Estado de México.
Germán siempre dio consulta en periferias o pueblos indígenas. Desde Morelos, Coahuila hasta Ocuilan, Edomex. Tuvo una especial sensibilidad ante el empobrecimiento sistémico y la marginación. Sabía que parte de su familia migró de España por el hambre y la pobreza.
También fue un destacado investigador de laboratorio e impartió las clases de Bacteriología y Virología en la Universidad. El médico Germán estudió una maestría en Microbiología también en la UNAM. Pasó años en los laboratorios de la facultad con sus indagaciones.
“Obligatoriamente al estudiar a las bacterias, se tiene que reflexionar sobre el origen de la vida, debido a la sorprendente diversidad de las procariotas y las distintas vías metabólicas y los extremos de vida a los que son adaptables”, escribió Germán en el protocolo de investigación llamado Terapéutica Hidrófoba Solución No Polar.
Como investigador desarrolló y patentó la Terapéutica Hidrófoba Solución No Polar, en la cual analizó la participación de microorganismos en cuatro enfermedades distintas como son sarcoidosis, enfermedad de Crohn, colitis ulcerativa e inflamación crónica de intestino, todas ellas relacionadas con el sistema digestivo.
Con ello evidenció la actividad de microorganismos en el intestino que, con ciertos síntomas desencadenan enfermedades crónico-degenerativas, debilitando el sistema inmunológico.
“Las evidencias de ensayo demuestran que existe la posibilidad que los microorganismos, del medio externo induzcan en una afectación sinergizada contra el sistema inmune y determinar patogenicidad persistente de años, como acontece en los casos de la enfermedad de Crohn, desencadenaron cáncer”, escribió German en el protocolo, donde también propone el tratamiento.
A partir de estas indagatorias luchó contra la colonización bacteriana en la mucosa intestinal, al descubrir con sus pruebas de laboratorio que cierto tipo de hongos y bacterias al combinarse provocan cáncer y demás enfermedades crónicas. Y así curó a miles. Hasta la fecha muchos se sorprenden de lo que expulsan en sus excreciones con sus tratamientos.
Incluso a varios artistas. Germán viene de una familia de artistas gitanos que se dedicaban a las carpas de teatro, luego al cine de oro y después a la televisión. Fue hijo de Rosa González Inclán, una mujer de rasgos gitanos que en sus últimos años se dedicaba a curar con plantas a las personas. Germán mezclaba lo natural y alópata para su terapéutica.
Por su parecido físico con su primo, Rafael Inclán, la hizo de su doble en algunas películas. Y en ese ambiente también curó a las personas famosas, como Manuel “El loco” Valdez, quien lo llamó Médico brujo después de que lo curó (y lo que vio que le salió).
Germán fue un médico investigador comprometido con la sanación hasta sus últimos minutos, donde le dijo a su compañera del alma, María Candelaria Alvarez Colín, “recuerda que las enfermedades entran por la boca, y la vida está en el sistema digestivo”.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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