La difusión de la información detallada sobre el fallido operativo de Culiacán no se traduce en más democracia. La saturación de datos tuvo el efecto de desviar la atención de lo verdaderamente importante, advierten especialistas
Texto: Lydiette Carrión y Andro Aguilar
Fotos: Especial / Presidencia y Reyna Haydee Ramírez
Este jueves, la conferencia “mañanera” del Presidente abrió dos discusiones públicas que marcarán probablemente la agenda de seguridad y libertad de expresión.
–Sí, dé el nombre del encargado del operativo, en lo nacional–, ordenó el presidente Andrés Manuel López Obrador al secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González. Éste, con voz más bien baja, obedeció.
–El comandante de este grupo de análisis a nivel nacional, el que dirige los esfuerzos es el teniente coronel Verde […]. Como el color. Verde.
La prensa exigía el responsable del operativo en el que se capturó –y se liberó– a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante, el Chapo Guzmán, el pasado 17 de octubre.
El tema ha acaparado los titulares, y también las conferencias matutinas del presidente. El día anterior, dedicó más de dos horas a establecer la línea del tiempo.
López Obrador y Sandoval González hablaron de forma intercalada. Se supo que un comando que responde al Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico (GAIN) trabajó en la localización de Ovidio Guzmán. Este grupo, a decir del mandatario, decidió detener al hijo del narcotraficante sin informar previamente a los más altos mandos. O eso dijeron.
“Durante el desarrollo del operativo, hay ofrecimiento de dinero, se niega y hay una amenaza hacia el militar”, explicó López Obrador.
Los reporteros seguían exigiendo el nombre del responsable.
Fue cuando, tras una hora y 40 minutos de conferencia matutina, López Obrador ordenó al secretario de Defensa Nacional: “general, sin dar el nombre del que fue amenazado por la protección a su familia, sí dé el nombre del encargado responsable del operativo en lo nacional ”.
Era el coronel Verde. Es decir: no había estado en el lugar, propiamente. Pero el grupo que detuvo a Ovidio respondía a sus órdenes.
Entonces a la exigencia de nombres, vino la denuncia: se ponía en riesgo al encargado del GAIN, organismo que en su momento también fue dirigido por Sandoval González.
La revelación de los detalles del operativo en Culiacán representa un ejercicio inédito de transparencia gubernamental. Pero no convierte a México necesariamente en un país más democrático.
Manuel Alejandro Guerrero, director de la carrera de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, destaca que lo más importante se puede diluir ante el cúmulo de datos.
“Tanta información, tan detallada y soltando el nombre de la persona responsable de la operación desvía la atención mediática. Es un distractor muy atractivo y muy jugoso para enredar a la prensa en una discusión, haciendo que se desvíe la atención -a mi juicio- de lo que realmente es importante: la responsabilidad pública y política de haber generado un operativo sin todos los elementos debidos. En este caso es una falla del secretario de Seguridad Ciudadana”.
Una democracia consolidada, más allá de la difusión de la línea del tiempo del operativo, habría tenido consecuencias directas para los funcionarios responsables del operativo fallido, advierte Guerrero, doctor en Ciencia Política y autor de varios libros sobre las democracia, medios y comunicación política.
“No es tampoco una salida que uno hubiera esperado en una democracia consolidada, después de los errores de operación y después de que el secretario en turno dice una cosa que no es cierta, por dignidad política y para no escalar más el tema, pone en la mesa su renuncia y el presidente se la acepta”.
Desde su análisis, la prensa y la Presidencia comparten la responsabilidad en la revelación de la identidad del funcionario al frente del operativo fallido.
Guerrero señala que deben responderse cuestionamientos sobre la trascendencia de revelar el nombre del comandante que estuvo a cargo de la operación: ¿Qué tanto valor informativo tiene?, ¿va a aportar en el caso?, ¿qué tan importante es para determinar la responsabilidad política de una operación que fracasa?
“No me parecía prudente balconear como se hace que el error lo comete una persona. Exculpando los fallos iniciales de la propia operación y queriendo ocultar el haber hecho una serie de declaraciones que resultaron falsas frente a lo que sucedió, que fue lo que nos dijo el secretario de Seguridad Ciudadana en un primer momento. Dicen que corrigieron porque no tenía la información completa, pero si uno no tiene la información completa hay que decirlo.
“En el caso mexicano es inédito, pero no sé hasta donde sea algo que debamos aplaudir. En estos temas debe haber cierta reserva y aquí el gobierno quiso jugar a dar alta información, un poco para dar la cara de los errores cometidos”.
Para Javier Oliva, experto en seguridad nacional, revelar el nombre del titular del GAIR “es muy grave”, ya que “pone en riesgo al coronel y a sus familiares, además de que revela un muy deficiente análisis de riesgos en la administración”.
En el pasado han ocurrido eventos así. Por ejemplo, en 2009, tras el operativo de la Secretaría de Marina (Semar) en la que fue abatido el narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, en Cuernavaca, Morelos.
En aquella ocasión, se hizo público –a manera de homenaje– el nombre de Melquisedet Angulo Córdova, marino muerto durante el enfrentamiento. Y pocos días después, un grupo armado asesinó a la madre, una hermana, un hermano y una tía.
Con este antecedente, se dejó de dar los nombres de los muertos en el servicio del deber.
En la prensa mexicana, sin embargo, la difusión de los nombres de los responsables de los operativos exitosos y fallidos es común. Una diferencia con lo ocurrido este jueves es que los datos no provienen de manera abierta por parte del gobierno federal.
Entre todos los funcionarios inmiscuidos en el operativo y la exposición del caso, el único beneficiado es López Obrador, destaca Manuel Guerrero.
“Este ejercicio va a tener una consecuencia positiva en la imagen del presidente, quien se ve como un personaje hasta cierto punto cándido, que asume una posición en la que dice ‘nos equivocamos’. En esa candidez es muy probable que gane algunos puntos. Se ve como una persona que no está ocultando absolutamente nada desde esta perspectiva de juegos bajo la mesa”.
Sin embargo, ni el secretario de la Defensa Nacional, ni el secretario de Seguridad Ciudadana, ni mucho menos el mando a cargo del operativo resultarán beneficiados.
La prensa tampoco gana. Después de la conferencia, las opiniones sobre el actuar de los medios de comunicación resultaron divididas entre quienes aplaudieron sus formas y los que las reprobaron. En redes sociales, al menos tres etiquetas se impulsaron para criticarla: #PrensaVendida, #PrensaSicaria y #PrensaCorrupta.
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