5 noviembre, 2021
Noviembre atrapa a América Latina con un arco de procesos electorales, en Nicaragua, Argentina, Chile, Venezuela y Honduras, que muestra ejercicio democrático pero también el auge del autoritarismo y una gobernanza agrietada por la distancia entre los líderes y las necesidades de la gente.
Humberto Márquez/IPS
CARACAS.– Nicaragua realizará elecciones generales este domingo 7, con el presidente Daniel Ortega en busca de un cuarto mandato consecutivo y prácticamente como candidato único, pues encarceló o forzó al exilio a siete aspirantes rivales y “compite” con otros cinco sin más probabilidades que lavar la imagen comicial y rasguñar algunos votos.
El domingo 14, en Argentina, el gobierno del peronista Alberto Fernández enfrenta unas cruciales elecciones legislativas, pues, de acuerdo con unas primarias realizadas en septiembre, podría perder la mayoría en el Senado y dejar de ser la primera minoría en Diputados, cuando aún le restan dos años de mandato.
Y en Venezuela, el domingo 21, se escogerá a los gobernadores de sus 23 estados, alcaldes de sus 335 municipios y las legislaturas que les acompañan, bajo el dominio del oficialismo en todas las estructuras del Estado y sin la disputa del poder nacional que han buscado por años tanto opositores como decenas de gobiernos extranjeros.
“La democracia se prueba en la región no solo por los estallidos sociales que la sacuden, sino también por los fraudes electorales rampantes que se avecinan”, observó a IPS Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries), basada en Buenos Aires.
Argentina, dijo Serbin por teléfono desde su capital, “probablemente se mantenga en el marco institucional en las elecciones legislativas, pero con todos los pronósticos a favor de una fuerte derrota del oficialismo”.
“Con sus diferencias, los tres casos marcan la incapacidad de los gobiernos actuales de responder a las demandas ciudadanas y de implementar políticas económicas que permitan a estos países salir del atolladero al que han llegado por la incapacidad de sus gobiernos”, opinó el académico.
El domingo 21 también se realizará la elección presidencial en Chile, muy probablemente una primera vuelta para definir al nuevo mandatario en un balotaje el 19 de diciembre.
Serán las elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia en 1990, tras el malestar social que se expresó hace dos años y condujo a una Asamblea Constituyente dominada por independientes y que prepara una nueva constitución.
Los partidos tradicionales y los bloques de centroizquierda y derecha que actuaron durante 30 años se han desmadejado, y en su lugar han surgido otras formaciones, con nuevas alianzas y figuras emergentes en los extremos del espectro político.
El malestar impulsa al abanderado del nuevo Partido Republicano, Antonio Kast, de extrema derecha y defensor del extinto dictador (1973-1990) Augusto Pinochet, escoltado en las encuestas por el joven exdirigente estudiantil Gabriel Boric (35), de la coalición izquierdista Apruebo Dignidad, que incluye al Partido Comunista.
Otros dos aspirantes destacados son el independiente Sebastián Sichel, cobijado por los tradicionales partidos de derecha Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente, y la democristiana Yasna Provoste, con el respaldo de partidos que integraron la Concertación por la Democracia, el Socialista y el Radical.
Honduras cierra el ciclo de noviembre, con elecciones presidenciales el día 28, deslucidas por acusaciones de fraude y supuestos vínculos con el narcotráfico del presidente Juan Orlando Hernández, investigadas en Estados Unidos.
Las encuestas señalan que la elección se decidirá entre el candidato del oficialista Partido Nacional, Nasry Asfura, y la líder de Libertad y Refundación, Xiomara Castro, esposa del expresidente José Manuel Zelaya, quien se alineó con los gobiernos y líderes populistas de la región tras ser derrocado a punta de pistola en 2009.
Una encuesta del Centro de Estudios para la Democracia da a Castro una ventaja con 38 por ciento de preferencias de voto sobre 17 por ciento de Asfura, y su victoria puede incorporar a Honduras a las situaciones de déficit democrático que gobiernos y organizaciones internacionales observan en parte del istmo centroamericano.
En los cinco procesos “es fundamental considerar el contexto: este es el peor momento para la democracia en América Latina luego del período más largo de gobiernos democráticos desde la independencia, desde la tercera ola iniciada con la elección de 1979 en República Dominicana”, afirmó el experto Santiago Cantón.
“Claramente ha habido un retroceso muy importante en los últimos dos años y se está profundizando mucho”, dijo a IPS por teléfono Cantón desde Washington, donde se desempeña como director del programa de Estado de Derecho en la organización de estudios hemisféricos Diálogo Interamericano.
Por eso “estas elecciones de noviembre van a permitir medir un poco cómo van a seguir la democracia y la gobernanza en la región”, consideró Cantón.
Para el especialista, los comicios en Nicaragua y Venezuela “son de una categoría aparte, una quimera sin mayor sentido, pues por ejemplo en Managua el fraude ya se hizo, cuando Ortega decidió quedarse en el poder de manera indefinida, y Nicaragua ya no forma parte del orden democrático de la región”.
Venezuela “también pasa a esa categoría, porque después de todo lo ocurrido en la última década, con éxodo, ilegalización de partidos y candidatos, control de las palancas del Estado, presos políticos, torturas, es muy difícil que podamos hablar de un proceso electoral normal”, dijo Cantón.
En Argentina “hay un riesgo, y es que el partido peronista en el poder puede encajar la peor elección de su historia, y pasar los siguientes dos años de su gobierno con una lucha interna muy fuerte entre sus corrientes de derecha, la moderada y la del ‘kirchnerismo’, de la que gran parte no cree mucho en la democracia”.
Chile lo considera el especialista un caso distinto porque “pasó por un proceso complejo en los últimos años, pero lo está resolviendo democráticamente con apoyo en la fuerte tradición democrática chilena”.
Finalmente, en Honduras, aún con lo difícil que resulte hacer pronósticos, no tiene una tradición democrática como la chilena y el clima social que impulsa la fuerte migración “hace temer que se contagie de las situaciones reñidas con la democracia que vemos en sus vecinos Nicaragua, El Salvador y Guatemala”.
Las elecciones se sobreponen además a la depresión económica, social y sanitaria disparada por casi dos años de pandemia covid-19, programas sociales insuficientes, migraciones masivas y persistencia de las desigualdades, que constituyen factores que favorecen las sorpresas en los resultados electorales.
En paralelo, comienza a percibirse un renovado interés de las potencias extrarregionales por lo que ocurre en América Latina, notoriamente del gobierno demócrata del presidente Joe Biden en Estados Unidos, de España y el resto de la Unión Europea, y la actividad económica y comercial de China, seguida a distancia por Rusia y oros actores.
Las pruebas de este noviembre cierran el ciclo de cambios que se manifestó este año con las elecciones en República Dominicana, Bolivia, Ecuador y Perú, y que se expresará nuevamente, después del previsible balotaje chileno, en las vitales elecciones presidenciales previstas tanto en Brasil como en Colombia para el año próximo.
*Este texto fue publicado originalmente en IPS. Aquí puedes revisar el original.
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