19 junio, 2024
La Cumbre por la Paz, en Suiza, retrató un mundo multipolar que se extiende hasta América Latina. En entrevista, la abogada y analista política, Ingrid Urgelles, explica cuáles son las claves para analizar estos procesos en la región, y cómo nos puede afectar
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Especial SRE y redes sociales Gabriel Boric
CIUDAD DE MÉXICO. – El fin de la Cumbre por la Paz definió, paradójicamente, continuar con la guerra entre Rusia y Ucrania. Un fracaso para el mundo, pero no tanto para el país gobernado por Volodimir Zelenzky.
La declaración final de la Cumbre -a la que no fue convocada Rusia- trasladó enteramente la responsabilidad de la guerra al país que gobierna Vladimir Putin, reconociendo la defensa de la integración territorial de Ucrania.
Bajo el concepto de seguridad alimentaria, la declaración final establece garantías para la exportación de cereales de Ucrania como medida de financiamiento, además de un mecanismo para el intercambio de prisioneros de guerra.
En la cumbre no estuvieron China, que declinó asistir, Rusia ni Irán. La declaración, firmada por 84 de los 101 países convocados, también aborda temas de seguridad nucelar, particularmente en la ciudad ucraniana de Zaporiyia, la central nuclear más grande de Europa. Entre las abstenciones estuvieron México, Nigeria, Etiopía, Egipto, Indonesia, Tailandia, Arabia Saudita, la mayoría de los BRICS+ (Brasil, India, Sudáfrica), que argumentaron la imparcialidad de la declaración y que no contribuía a construir la paz.
En entrevista, la abogada y analista política, Ingrid Urgelles, analiza los efectos que tendrá esta declaración en un mundo cada vez más polarizado, y ante el declive de la hegemonía de Occidente en el planeta.
Para la región, la Cumbre por la Paz reflejó las distancias que existen entre un bloque aparentemente homogéneo: los gobiernos progresistas.
Por un lado, la ausencia de Colombia y las críticas de Gustavo Petro hacia la Cumbre, a la cual calificó de imparcial, reflejan una postura más radical entorno a guerra ruso-ucraniana y la hegemonía que disputa Occidente. Por el otro, la ratificación de los acuerdos por parte de el gobierno de Gabriel Boric (Chile), lo acercan más a las posiciones entreguistas de Javier Milei, en Argentina, o Daniel Noboa, en Ecuador.
En medio, México y Brasil, quienes decidieron ir a la Cumbre, pero no ratificar sus acuerdos, también reflejan otra posición.
–La Cumbre parece que refleja las contradicciones y disputas en el mundo, incluida América Latina. ¿Qué repercusiones crees que tenga en los procesos que actualmente se desarrollan en el continente?
–Hoy estamos viendo cómo el mundo se está convirtiendo en un mundo multipolar, lo que está trayendo mucho conflicto. En realidad, estas cumbres sirven para ver quién está en qué lugar, y cómo se están posicionando los distintos países. América Latina no es la excepción, y se definen posiciones y diferencias.
«Por ejemplo, al gobierno de Gabriel Boric, que es un gobierno de un progresismo muy dudoso, de un progresismo neoliberal, diría yo, muy sumiso a los intereses de Estados Unidos, yo no lo pondría en el mismo grupo que conforma México junto con Colombia, que son los países más fuertes en el mundo del progresismo».
«A Boric, más bien, yo lo estaría ubicando en un entre lugar, porque tampoco lo podemos instalar con Daniel Noboa y Javier Miley, que sí son derechamente lacayos de los Estados Unidos, y fueron casi impuestos. Boric diría que tiene un lugar más intermedio. Es un lugar complejo, eso sí, porque no se posiciona del todo, y en términos de geopolítica se posiciona de manera muy conflictiva. Es decir, a veces está en contra del genocidio en Palestina, pero a la vez defiende la guerra entre Rusia y Ucrania. Él está como en una idea de defensor de los derechos humanos sin distinguir procesos políticos o procesos ideológicos que van detrás, y ese es el problema, porque no posiciona a Chile con claridad.
Esto puede desencadenar un conflicto mayor, sobre todo por la afrenta que hay hoy entre China y el G7, porque además los negocios de Chile están asociados a China casi en su totalidad, por lo que Chile no puede prescindir de China para nada. Boric es raro, porque alguna manera juega contra los intereses económicos del país. Es un caso paradigmático».
La posición de Boric, y del resto de los países, como señala Urgelles, no puede obviar un factor geopolítico en juego: la disputa en la región. Por ejemplo, en los negocios que tiene China con Chile y México (quien a la vez es e principal socio comercial de los Estados Unidos), o las posiciones de otros gobiernos del bloque, como Cuba, Bolivia, Venezuela y Nicaragua, quienes tienen relaciones más sólidas con Rusia.
También, entra en juego el avance de los Estados Unidos en Argentina, Ecuador o Perú, donde el control financiero y militar ha crecido en los últimos años de la mano de os gobiernos de Milei, Noboa y Dina Boluarte.
–¿Tú crees que está llegando esta multipolaridad a América Latina y esté definiendo escenarios de cara a los procesos electorales que vienen, o ya pasaron, como en México?
–México se ha mantenido en la doctrina de la neutralidad, sin involucrarse mayormente en conflictos internacionales, lo cual lo mantiene hasta el día de hoy un poco indemne de esto que se está gestando; pero, como bien lo dices tú, desde hace años estamos viendo que hay esta multipolaridad en dos ejes que ya están bastante identificados: el eje occidental, con Europa y Estados Unidos a a cabeza, y el eje no occidental, con Rusia y China. Y este último eje es bastante más poderoso.
«Hay una gran decadencia de los líderes de Occidente. Por ejemplo, hoy miraba la imagen del G7, y de esa gente que está ahí, la mayoría son presidentes que tienen muy poca aprobación, o que han perdido en las últimas elecciones como Biden o Macron. Son líderes que no están consolidados, y ojo con eso, porque enfrente tienen a Putin o Xhi Jinpin, que se acaban de reelegir con amplia mayoría. Ellos están tratando de armar esta multipolaridad, que yo creo que sí les está funcionando.
«Pero en eso, Latinoamérica va a estar en un lugar complejo, porque geopolíticamente estamos en este lado, y en el caso mexicano, por ejemplo, tenemos frontera con Estados Unidos y nuestros negocios están asociados a Estados Unidos, o sea, que no tenemos mucho campo para poder pronunciarnos en contra Estados Unidos, pues sería algo sumamente complejo y malo para el país. Ese es un ejemplo de por qué Latinoamérica va a quedar en un lugar un poco complicado, y a eso se suma que muchos países de Sudamérica también tienen negocios con China, como Chile.
«Otro factor es que en nuestro continente estamos girando un poco a la derecha. Por ejemplo Chile, en las próximas elecciones, seguro gana la derecha, o Ecuador, con Noboa, este Junior de derecha títere de Estados Unidos, a quienes se le suma Perú y Milei en Argentina. En todos los países se ve que hay giros hacia la derecha, y eso hace que el panorama se complejice».
El panorama que resalta Ingrid Urgelles no es equivocado, pues la Cumbre por la Paz llegó, también, después de que el Grupo de los 7 se reuniera en la Italia gobernada por la ultraderechista Giorgia Meloni, y también, después de que la derecha y la ultraderecha europeas tuvieran victorias importantes en el parlamento de la Unión Europea.
Uno de los puntos centrales que han motivado su asenso es, justamente, la defensa de la patria: nacionalismos chauvinistas que culpan a lo ajeno, o extranjero, de las condiciones críticas de cada país.
¿Qué nos queda por hacer, en los pueblos, para hacer frente a esto?
–La guerra en Ucrania y el genocidio en Palestina están definiendo la multipolaridad y los negocios en todo el mundo, avivados por las industrias bélicas. Ante esto, ¿qué panorama tenemos las resistencias para frenar esto de alguna forma?
–En el mundo está ocurriendo otro fenómeno aún más complejo que todavía no se termina de dibujar: el hecho de que las personas, los pueblos, no están conformes con cómo se están haciendo las cosas.
«En Europa, por ejemplo, la mayoría de los líderes han avalado el genocidio palestino, pero no los pueblos. Eso ha generado problemas internos en los distintos países, y una deslegitimación muy fuerte de sus líderes.
«Si la mayoría de los presidentes que fueron al G7 tienen amplios niveles de desaprobación, es, en parte, porque la mayoría de ellos ha apoyado tanto la guerra de Ucrania como el genocidio de Palestina.
«Esas dos cosas han afectado mucho los pueblos. Por ejemplo, la guerra de Ucrania subió el precio de los alimentos, generó inflación, subió el precio del gas: la vida se encareció para muchos países europeos. En el caso del genocidio en Palestina, todo está ocurriendo ahí, en las narices de Europa, y la gente no está conforme, sale a protestar, y los reprimen.
«Pero esto acarrea un fenómeno peligroso: se está virando a la derecha, a una derecha más fascista, nacionalista, que está en contra de la guerra. Vamos a empezar a ver con mayor frecuencia este tipo de procesos. Ya lo vimos en la elección en Europa, donde claro, estos discursos de estas ultraderechistas son de no a la Guerra de Ucrania, o que no van a meterse en guerras estadouinidenses, porque queremos proteger nuestros países.
«Pero esto es peligroso, porque estos discursos son ultraderechistas, no hay una alternativa progresista, la izquierda no ha logrado articular un discurso un real que gane elecciones con perfiles políticos reales. La discusión, lamentablemente, ahora es entre estos líderes aparentemente liberales, que tienen guerras por todos lados, o la ultraderecha.
«Estos líderes son los que van a aparecer en los próximos años, y creo que vamos a hacer un viraje hacia la ultraderecha, un viraje muy peligroso, pero provocado, también, por esta condición que estamos viviendo hoy de un mundo multipolar, donde las guerras que hay, en realidad no son guerras, sino que son simplemente posiciones estratégicas, ya sea económicas, militares, azuzadas por la OTAN y el eje occidental.
«En realidad no hay un conflicto bélico entre dos pueblos, son intereses, que generalmente terminan en lo económico o la apropiación de recursos naturales y esas cosas, y el futuro no se ve bien.
«Hay que estar muy pendiente de este giro que vamos a tener hacia la ultraderecha, porque ahí va a haber que resistir, y lamentablemente Latinoamérica probablemente va a ir de la mano también en ese giro, porque hoy en día muchos países ya tienen su presidente de ultraderecha».
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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