La manifestación para exigir justicia en los cinco años del caso Ayotzinapa reunió a estudiantes universitarios, feministas, maestros, sindicalistas y familias que siguen demandando respuestas: ¿Dónde están los 43?
Texto: Vania Pigeonutt
Fotos: Daliri Oropeza y Daniel Lobato
CIUDAD DE MÉXICO.- Los padres y las madres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa hicieron una parvada durante la marcha a cinco años de distancia en el antimonumento entre avenida Reforma y Bucareli. Las estructuras rojas del número 43 que fueron colocadas el 26 de abril de 2015, como un ejercicio de memoria, fueron la escena de otro grito en exigencia de justicia. Papalotes y carteles con los rostros de los desaparecidos estaban a los pies de los papás.
A mil 825 días de los hechos de Iguala, el movimiento que exige justicia por los desaparecidos y por los seis asesinados, entre ellos tres normalistas de Ayotzinapa, mostró músculo.
En cinco años han logrado sumar a su exigencia de justicia a estudiantes de universidades públicas, feministas, maestros disidentes, sindicalistas y civiles, entre otros integrantes de organizaciones populares, que portaban el número 43 hasta en el rostro.
La Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México reportó que algunos integrantes de los contingentes, la mayoría con el rostro cubierto, realizaron daños en alrededor de 25 negocios sobre las avenidas Reforma y Juárez.
Rompieron vidrios e hicieron pintas: “Fue el Estado”. Y como huellas, colocaron varias veces el número 43. También hubo destrozos en la fachada de la Secretaría de Bienestar y a una camioneta de televisión con antena satelital.
En la calle 5 de mayo, por donde entraron los contingentes, los negocios cerraron sus cortinas al paso de la marcha.
Esta protesta para exigir justicia, a diferencia del gobierno de Miguel Ángel Mancera, no estuvo vigilada con decenas de granaderos, pero sí hubo observadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y los militares que resguardan el Palacio Nacional, detrás del templete donde los manifestantes realizaron su mitin.
«Los hijos que no encontramos también son suyos… El coraje que tenemos es mucho, pero la esperanza de volverlos a abrazar es más grande», dijo enérgico Mario González, padre de César Manuel González Hernández, quien fue el tercer orador en el mitin, ya cuando los contingentes llegaron a la plancha del Zócalo.
El padre de familia admitió que con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no han tenido puertas cerradas, a diferencia del periodo de Enrique Peña Nieto. Tienen esperanzas de una nueva etapa de búsqueda. Mario González alertó que no es momento de confiarse, y deben exigir no sólo ser escuchados y que haya seguimiento al caso, sino que, den con el paradero de los 43 desaparecidos.
Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete, dijo que durante estos cinco años no ha sido fácil la lucha, “hemos llegado hoy acá firmes sin que el gobierno pusiera enterarnos como quiso con nuestros hijos, hoy se abre una nueva esperanza para nosotros con un gobierno que ha tenido postura positiva pero vamos a ver si cumple con su palabra”.
Reiteró que la única herencia que le dejó al caso el anterior gobierno fue la mentira histórica, en referencia a la “Verdad histórica” que, de acuerdo con el exprocurador Jesús Murillo Karam, los 43 fueron asesinados por presuntos integrantes del grupo criminal “Guerreros Unidos”, apoyados por policías municipales de Iguala.
María Elena Guerrero, madre de Giovanni Galindés Guerrero, también pasó al templete que tenía lonas con el rostro de Julio César Mondragón Fontes, el normalistas asesinado y desollado la noche del 26 en Iguala. Ella pidió a la Fiscalía General de la República (FGR) agilizar las investigaciones.
Los padres reiteraron que hay un desfase, entre lo que la FGR realiza y lo que la Comisión de la Verdad, encabezada por Alejandro Encinas, se compromete: en las investigaciones, avances en nuevas diligencias sobre las recientes líneas de investigación que planteó el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
María Elena pidió que el Ejército rinda cuentas de su participación y otorguen los videos de esa noche.
La institución ha sido señalada por su omisión en los hechos, debido a que hubo presencia de militares del 27 Batallón con sede en Iguala, y por su corresponsabilidad en la tragedia.
Joaquina García, madre de Martín Getsemaní Sánchez García, se dedicó a agradecer a la multitud que pintaba el suelo de la plancha del Zócalo y coreó en un momento del 1 hasta el 43. Dijo que a pesar de que han pasado cinco años la gente los ha estado a su lado.
“No vamos a descansar. No vamos a parar. Hemos recorrido montaña, pueblos, ciudades, otros países como Estados Unidos para buscar a nuestros hijos… Nuestros hijos no son unos vándalos… Son cinco años de sufrimiento”, dijo.
La mujer se sumó a la exigencia de que el ex director de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, y el ex procurador, Jesús Murillo, paguen por sus malas investigaciones. Que sean investigados.
Abajo del templete unas mujeres jóvenes portando cartulinas con los rostros de los desaparecidos de Ayotzinapa, colocaron un corazón con pétalos de rosas con el número 43. A un lado de ese corazón, la madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio, Aracely Osorio, puso una manta donde no sólo exigió justicia por el feminicidio de su hija, lo hizo por todos.
«No nos vendemos, resistimos… No daremos un paso atrás, hacia adelante, hasta encontrar a los responsables. Le exigimos al gobierno que procese a los funcionarios que participaron en la noche de Iguala».
Estudiante del Comité Ricardo Flores Magón de Ayotzinapa.
Por primera vez que después de un dirigente normalista, mujeres normalistas también exigieron justicia.
Ayotzinapa es una causa que puede reunir a todos: a los que buscan un desaparecido, de entre los más de 40 mil que hay en el país, hasta los sindicalizados telefonistas, los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas, a un ecologista vestido de árbol que se apersona en cada manifestación, a los estudiantes de la UNAM que realizaron paros de labores por los 43, hasta madres de otros colectivos que sufren también por la incertidumbre de no tener a sus hijos con ellas.
Quizá los protagonistas de la marcha fueron estudiantes de las 16 normales rurales que sobreviven a este proyecto de educación gratuita, aglutinados a la Federación Estudiantil Socialista Campesina de México (FECSM), incluida la Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, que se movilizó desde Tixtla, Guerrero con sus cuatro academias: alrededor de 500 normalistas.
Gritaron desde el Ángel de la Independencia, donde comenzó la marcha, luego de la misa católica para pedir por la vida de los 43 muchachos. “Pueblo: hoy es el día, para chingar a la burguesía, chinga de noche, chinga de día…” También: “¡A ver, a ver!: ¿Quién lleva la batuta, los estudiantes o el gobierno que ejecuta?”.
En un reporte cercano a las 17:00 horas, el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro reportó que un grupo de 30 personas, realizaron pintas dentro de vagón y sobre de la estación San Joaquín de la Línea 7.
Pese a los destrozos ninguna autoridad reportó violencia dirigida hacia las personas que estaban alrededor de los edificios pintados. Ni se suspendió el servicio. La puerta Mariana también fue pintada por hombres esbozados con aerosol.
En la parte de abajo del templete había una frase: “Somos el rostro y los ojos de Julio César Mondragón” y una petición para que el caso radicado en Matamoros, Tamaulipas, pueda seguirse desde la Ciudad de México. Cuitláhuac Mondragón, tío de Julio, y su hermano Lenin Mondragón, acudieron a la marcha e invitaron a una misma en su conmemoración, para el sábado.
La justicia para este caso aún está en manos del gobierno de México. La Comisión de la Verdad para el Caso Ayotzinapa hará un balance a principios de diciembre, y buscará un mecanismo para evitar que sigan liberando personas que estaban presas bajo las indagatorias.
“Somos hijos de la Revolución y del 68, y hermanos de los 43”, dijeron en un grito compromiso, los estudiantes que subieron al mitin a sumarse a las posturas sobre el caso.
Margarito, Cristina, Hila Legideño, Hilda Hernández, Ezequiel Mora, Celso, y los demás padres de los desaparecidos, subieron a los camiones acompañados de integrantes de las organizaciones que han respaldado su lucha: el Centro Agustín Pro Juárez y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan. El olor a copal y el 43 impregnó la estancia durante varios minutos.
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