9 julio, 2019
México es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático, y no es el principal de los culpables, claro, pero sí uno de los principales. Por eso, tiene mucho que aportar en la materia
La crisis climática que azuela al planeta se hace cada vez más evidente, aunque en México cunde la percepción de que no ha llegado todavía y de que el país es, en todo caso, una víctima del fenómeno y no uno de sus responsables principales. Al contrario, la realidad es que el calentamiento global ya es uno de los elementos definitorios del presente, y México es uno de los países que más gases de efecto invernadero emiten en el mundo.
Por una parte, es indudable que la crisis climática es un hecho y está muy presente, como han podido constatar los habitantes de Guadalajara que amanecieron hundidos en metro y medio de granizo la semana pasada, o los agricultores que sufren porque las lluvias no llegan y cuando llegan traen tanta fuerza que destrozan sus cultivos, o las comunidades forestales que ven sus bosques arder más rápido de lo que los pueden proteger. Lo mismo han sufrido los hoteleros que han visto cómo el sargazo espanta al turismo, que los pescadores que sufren los cambios en los patrones de los animales marinos, que los habitantes de las urbes que sufren olas de calor cada vez más frecuentes y más intensas.
Las altas temperaturas registradas en todo el globo han tenido efectos igualmente duros por todas partes. Francia acaba de registrar un récord de más de 45 grados centígrados este verano, y el Ártico se deshiela a pasos agigantados y mucho antes de lo que se esperaba. Lo mismo en los Himalaya que en los Andes, los glaciares se derriten y dejan de cumplir su función más importante para la humanidad: la de reservas naturales de agua.
A pesar de la gravedad de la situación, los países del mundo no terminan de poner manos a la obra con la rapidez ni la fuerza necesarias. Los cambios que se han registrado en la matriz energética de algunas naciones responden más a la evolución de la tecnología y al precio de los combustibles que a un compromiso con el futuro de la humanidad, y el impacto en materia de cambio climático ha sido dolorosamente insuficiente. Según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por la quema de combustibles aumentaron casi 40 por ciento entre 2000 y 2016.
Hay quienes insisten en que México es una víctima y no un responsable de lo que está pasando y sostienen que el país tiene el derecho de aprovechar el petróleo y demás combustibles fósiles almacenados en su subsuelo, a pesar de que estos contribuyen a exacerbar la crisis climática. Las cosas, sin embargo, son más complicadas, y los datos indican que México sí tiene una responsabilidad importante en lo que está ocurriendo, y puede tener un impacto muy significativo en su resolución.
Claro que Estados Unidos y China juntos son responsables de algo más del 40 por ciento de las emisiones globales de CO2 por la quema de combustibles fósiles. También es un hecho que dos terceras partes de esas emisiones son causadas por tan solo diez países. Pero también los es que si México no está en ese top 10 no es porque haga las cosas mucho mejor que los demás, sino porque Arabia Saudí e Indonesia han hecho las cosas mucho peor y lo han rebasado en la tabla. De hecho, en 2011 sí estuvo en ese grupo, y desde que empezó el siglo XXI ha estado entre los once o doce países que más aportan al cambio climático.
De hecho, el país aporta en torno al 1.4 por ciento de las emisiones globales de CO2 -poco menos que Indonesia, Canadá o Irán, que están entre el 1.4 y el 1.6 por ciento, y más que Brasil o Suráfrica, que están un poco por debajo del 1.3 por ciento. Si eso pudiera parecer una suma insignificante, baste con pensar qué respondería cualquiera si se pusiera en riesgo el 1.4 por ciento de la economía nacional, o del abasto de alimentos.
Analizando los datos nacionales, además, puede verse que las acciones en las que México debería concentrarse para reducir sus emisiones tendrían enormes beneficios para todos en muchos sentidos, y no sólo en la mitigación de la crisis climática. Por ejemplo, según datos recopilados por el World Resources Institute y presentados en la plataforma Climate Watch, el mal manejo de la creciente cantidad de residuos y basura que genera el país es uno de los factores que exacerba las emisiones de gases de efecto invernadero del país. Fortalecer las capacidades municipales para manejarlos es una tarea de por sí urgente por razones de salud, seguridad hídrica y otros factores, que tendría un impacto muy positivo en materia de cambio climático y podría abatir hasta un 15 por ciento las emisiones nacionales.
Mejorar los procesos industriales y reducir la contaminación que generan es urgente por la pura salud de los habitantes de las ciudades y los polígonos fabriles, pero además puede contribuir a mitigar las emisiones nacionales en otro seis por ciento. Y lo mismo pasa con el sector energético, que es enormemente contaminante.
México es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático, y no es el principal de los culpables, claro, pero sí uno de los principales. Por eso, tiene mucho que aportar en la materia y un impacto potencial muy positivo. O el país pone manos a la obra, o estará saboteando su propio futuro.
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Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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