26 noviembre, 2023
El aumento al salario mínimo y los programas sociales han revertido una tendencia de crecimiento de la desigualdad que se había sostenido desde 1984, dice en entrevista Jefe de la Unidad de Desarrollo Social de sede subregional de la Cepal en México, Miguel Del Castillo Negrete.
Texto: Daniela Pastrana
Fotos: Cortesía de Cepal
CIUDAD DE MÉXICO.- México es un país que tiene mucha riqueza. Pero está demasiado concentrada. En las últimas cuatro décadas, la riqueza financiera tuvo crecimientos mucho más acelerados que el crecimiento de los salarios. Y aunque esa tendencia comenzó a revertirse en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las brechas aún son enormes.
“Los jóvenes que están enfrentando un reto fortísimo, tienen muchas dificultades para fundar un patrimonio. En cambio, quien tiene un activo físico y financiero cada acumula vez más dinero, más dinero y más dinero”, resume. Miguel Del Castillo Negrete, Jefe de la Unidad de Desarrollo Social de sede subregional de la Cepal en México.
Hablamos de su libro “Distribución del Ingreso y Riqueza. Nuevas aproximaciones conceptuales y metodológicas”, en el que ajusta los datos de la desigualdad en México con el sistema de cuentas nacionales (que sería como la contabilidad del país) para mostrar que la brecha es mucho mayor de la que pensamos.
Hablamos de los derechos y de la justicia social. De los procesos económicos, de los programas sociales, de las rutas a seguir en la región:. Es una larga conversación, a veces técnica, pero que plantea de fondo un cambio de paradigma en la medición de la acumulación y la riqueza
“La producción implica para alguien un sueldo, para un inversionista un dividendo, para el gobierno un impuesto. Pero cómo se asigna, cómo se redistribuye. Y luego cómo ese ingreso se gasta, cuánto queda de ahorro y cómo este ahorro entra a un proceso de acumulación para convertirse en riqueza. Eso es lo que tenemos que revisar”.
—´¿Cuál es, desde su perspectiva el estado de la desigualdad en México?
—Un país con mucha desigualdad no solo en materia de ingresos sino también de riqueza, y se retroalimentan. La desigualdad en el ingreso creció a partir de 1984, que es cuando tenemos la primera cifra. Tuvo un crecimiento muy fuerte hasta el año 2000. un crecimiento muy importante y lamentable de la desigualdad, luego permanente más o menos constante, y hay que decirlo a partir de 2018 muestra una disminución clara.
Todo el ajuste que se hizo durante la crisis recayó en los trabajadores. El salario mínimo tuvo una caída muy importante, también salarios medios, muchas personas perdieron el empleo en el sector público, creció la economía informal y así llegamos al 2000 con un nivel de GINI (la medida que se utilizar para medir la desigualdad, que va de cero a 1, siendo uno la máxima desigualdad, prácticamente una familia o persona teniendo todo el ingreso y los demás nada, y cero una situación en la que todos tuvieran un mismo ingreso) por arriba del 73 por ciento.
Del Castillo Negrete aclara que la medida la toman de la información de las encuestas del INEGI, pero en Cepal ajustan la información con cuentas nacionales. Esto, explica, porque en todas las encuestas que se levantan en el mundo las familias no reportan todos sus ingresos. En unos casos, la omisión es una involuntaria. Pero en la mayoría de los casos, la subdeclaración es voluntaria: familias que prefieren no declarar la totalidad del ingreso y generalmente son las familias más ricas:
—Tampoco declaran los ingresos que obtienen de activos financieros. Declaran muy poco de dividendos, por ejemplo, que es algo que se tiene que reconocer porque ahí está la parte medular de la desigualdad.
—Siempre se habla de la desigualdad en América Latina y de que México, Brasil y Chile, el 1 por ciento más rico concentra la mitad de la riqueza del país. ¿Cómo definimos la desigualdad?
—Una aportación de este libro, lo digo en el sentido de que es algo que no se ha hecho, es que partimos de un marco conceptual distinto. Hay muchas personas que piensan que la estadística es pura, que es objetiva, que los números hablan. Que hay que dejar a los números hablar. En realidad, los números no hablan, hay siempre una teoría a partir de la cual uno construye, toma, selecciona y da una interpretación. Y generalmente, la mayoría de los estudios parten de la teoría subjetiva del valor. Qué le da valor a un objeto. Las primeras teorías manejaron que lo que le da valor es el trabajo humano, el trabajo que hay detrás de la producción de ese bien. Fueron Adam Smith y luego David Ricardo, Marx retomó esta idea y dijo: si es el trabajo el que produce este valor por qué hay una distribución tan sesgada. Esto preocupó a los economistas y entonces surgió la teoría subjetiva del valor, que dijo: algo vale por me aporta una utilidad.
De manera implícita porque no lo reconocen, la mayoría de los estudios de la desigualdad parten de esta teoría subjetiva del valor, dice Del Castillo Negrete.
—Entonces, son teorías que dicen hay que consumir. Y como el valor no es el trabajo, pues cada quien decide lo que le corresponde en el proceso productivo y si alguien estar recibiendo muy poquito, es su responsabilidad; tiene que educarse para ser productivo y tener posibilidades de ganar. No consideran intrínsecamente la desigualdad como un problema. En todo caso, lo consideran problema por los efectos que puede tener. Y lo que dicen es que hay que dar igualdad de oportunidades, piso parejo, para que todo mundo, en libertad, pueda buscar su destino. Se ligan mucho a las teorías de las capabilities, defienden la meritocracia, para decir ‘tienes que estudiar para ser productivo y llegar en la escala social a un punto’, pero también para justificar ‘si yo llegué es que soy muy bueno y tu no’. Y algo muy importante en estos momentos en nuestra América latina: piensan que la libertad está por encima de los derechos humanos.
¿De dónde partimos nosotros? De decir, no, el derecho humano está por encima de la libertad. Porque en los derechos humanos está la parte moral, lo correcto. Sí el trabajo es lo que genera el valor, lo que tenemos que estudiar es cómo se distribuye el valor que en el proceso económico se genera. Y le agrego otra dimensión: la naturaleza, en el sentido de que aporta valor. Esto es muy importante porque de acuerdo a esta línea de pensamiento que defiendo, la crisis que estamos viviendo social y medioambiental, es porque en materia social no se distribuye adecuadamente a quien produce ese valor generado, pero también hay una crisis medioambiental porque no estamos regresando a la naturaleza, estamos degradando a la naturaleza.
—¿Por qué los dividendos son un tema fundamental para entender la desigualdad?
— Pongo un ejemplo: En 2021, la suma de todo lo que se produjo en México tanto de bienes como de servicios (el PIB) llegó a 26 billones de pesos. De ellos, aproximadamente 11 billones son producción del sector privado: Sociedades no financieras y financieras, como le llaman en las cuentas nacionales, o como les conocemos: empresas privadas y bancos. Esto implicó un ingreso. Pagaron cerca de 3 billones en sueldos y salarios a 19 millones de trabajadores. Y se pagaron 3.3 billones de pesos en dividendos. Aquí viene la parte que se entrelaza con la riqueza: ¿cuántas familias/personas en México tienen la posibilidad de recibir un dividendo? Muy pocas, porque implica tener un activo financiero, una acción, un contrato ante una casa de bolsa. Ahora en las aplicaciones los jóvenes pueden jugar a la bolsa, pero son montos muy pequeñitos. De montos importantes hay probablemente 300 mil contratos
—¿Hablamos de 3 billones para salarios de 19 millones de trabajadores y 3.3 billones de dividendos para 300 mil personas?
—Dejémoslo en 1 millón. Pero en efecto, estamos habla de 3.3 billones para un millón de personas y 3 billones para 19 millones de trabajadores. Cuando, además, desde el punto de vista de la utilidad objetiva del valor, el que generó ese valor fue el trabajador. Esta es la raíz del problema de la desigualdad en México, lo que yo considero la parte medular, de fondo.
En el equipo de la Cepal, dice Del Castillo Negrete, pudieron consultar las encuestas financieras que genera un centro de Luxemburgo y crear una gran base de datos de una veintena de países, información que ajustaron con las cuentas nacionales (porque “las familias ricas no dicen todo lo que ganan, menos en el tema de activos financieros).y encontraron que México ocupa el tercer lugar en generación de dividendos.
—No podemos decir que de todos los países del mundo porque no hay información de todos los países, pero es el tercer lugar para los países que logramos recabar información. ¿Quién le gana? Luxemburgo e Irlanda. ¿Por qué están tan altos Luxemburgo e irlanda? Porque son Off shore financial centers, lo que se conoce popularmente como paraísos fiscales. Si quitamos esos dos países, México es número uno, seguido de Chile. No estamos diciendo que no se deberían pagar dividendos. Pero si se pagaran dividendos equivalentes a los que se pagan en otros países de todas maneras sería muy redituable. Que se pagara, digamos, un billón de pesos, eso es muchísimo dinero. Y si esos otros dos billones se distribuyeran a los trabajadores habría otra situación y el gobierno no tendría que estar dando una transferencia de apoyo al pobre y ese dinero podría usarse en inversión en hospitales, en educación, infraestructura. Por eso consideramos que ahí está la raíz, en una muy injusta distribución de lo que se genera
—¿Qué se hizo para crecer de este modo la desigualdad?
— Descansar en los trabajadores el costo de la crisis. Se puso de moda la palabra competitividad, en el caso de México se llevó a la Constitución: Pero competitividad y productividad significan un trabajo precario y bajos salarios. No necesariamente el aumento de la productividad repercute en una mejora del trabajo. Y no necesariamente la productividad trae un beneficio para la sociedad.La competitividad tiene que ver con esta idea del valor subjetivo. Un ejemplo; el Banco Mundial tiene un índice para medir la competitividad que afortunadamente han corregido porque la OIT, le solicitó que lo hicieran. Pero en un primer momento, para que un país fuera competitivo, tenía que no tener un salario mínimo, poder contratar muy fácilmente, correr sin dar ninguna compensación ni ningún trámite. Tenía otras cosas, que no se cobraran impuestos a la empresa, en fin, pero en la parte laboral, para que un país fuera competitivo lo que tenía que hacer era deteriorar el trabajo y fue lo que se hizo en México. Fuimos tan competitivos que algunos economistas han estimado que la mano de obra en México es mas barata que en China y por eso muchas empresas se empezaron a mudar.
Y empezó a haber la idea de que todos los subsidios -a la electricidad, al agua, a la gasolina, educación y salud pública- había beneficiado a la clase media y no al pobre, y que por lo tanto había que quitarlos y crear oportunidades de inversión y privatizar todos los servicios, con esta idea de que la salud, la educación es una mercancía. Empezaron a quitar todos los subsidios. Y en efecto atacaron y terminaron con sectores medios. El país se polarizó, algunos lograron ascender y otros bajaron en la escala social. Hay una polarización
—No una polarización ideológica sino una polarización económica…
—Exactamente, y que después provoca los otros tipos de polarizaciones. El gobierno en México y muchos países, pagan mejores salarios que la iniciativa privada y hay mejores prestaciones. Hablo del promedio. En esa época también se achicó el gobierno, se perdieron muchos empleos en el sector público, los que se crearon en el sector privado fueron con muy bajo salario, se atacó muy fuerte al sindicalismo independientey las familias tuvieron que buscarse más empleos. Se incrementó el número de personas que trabajaban en cada familia y la economía informal.
—-¿Por qué cambio la tendencia en 2018?
—Por el aumento al salario. En términos reales, de diciembre de 2018 a diciembre de 2023 ha crecido 88.9 por ciento. Si lo redondeamos del 90 por ciento. Para efectos prácticos casi se ha duplicado. Existe la tesis de que muy poca gente gana el salario mínimo. Falso, muchas personas ganan salario mínimo y el impacto fue muy favorable en estas personas. Pero además empezó a haber algo que le llamaron algunos economistas el “efecto faro”, y lo manejaban de manera negativa. Decían no hay que aumentar el salario mínimo porque va a presionar a la escala y van a empezar a aumentarse los salarios de la parte media. Bueno, pues ha habido un deseable efecto faro y entonces los salarios de los asegurados en el IMSS, esos 20 millones de trabajadores, crecieron 20 por ciento de diciembre de 2018 ya agosto de este año. Hay que tomar en cuenta que 11 años hacia atrás, del 2006 al 2017, crecieron menos del 4 por ciento.
—En 11 años creció 4 por ciento y en 5 años 20 por ciento
—Lo hemos viso tanto en el ENOE como el ENIGH, se han beneficiado los empleos de la escala mas baja y, algo muy positivo que se ha dicho poco y que platicamos con nuestras colegas de ONU mujeres: como lamentablemente las mujeres tienen puestos de menor paga, parte de esta desigualdad que se da es porque las mujeres están ocupadas en empleos que la sociedad no reconoce, el efecto faro ha favorecido más a las mujeres que a los hombres.
—¿Cómo evalúan el impacto de los programas sociales?
—Ha habido un crecimiento sin precedentes del gasto gubernamental a los principales programas y ha sido muy positivo que la pensión de adultos mayores crezca en su monto y sea universal.
—Hay una polémica sobre eso. Unos dicen que son regresivos…
—Todo depende de cómo se mide. Nosotros consideramos importante evaluar la transferencia a nivel de ingreso disponible, una vez que se ha repartido. Porque si no, estamos mezclando las cosas. Cuando ordenamos a la población, de la que menos gana a la que más gana, y al primer 10 por ciento se le llama el primer decil. Si ordenamos en deciles, de acuerdo con el ingreso disponible, y vemos cuántas familias han recibido algún apoyo, no es estimación, ahí está, son dos terceras partes, casi 65 por ciento del primer decil, recibe una transferencia. Antes de 2018 era como un 44 por ciento. ¿Qué es lo que toman como dato quienes dicen que hay regresión? Que en decil 10 hay muy poquitos (eran 14 y ahora 24) Pero no se nos puede olvidar que el 80 por ciento en México es pobre o vulnerable.
—¿Cómo se mira a México en el contexto regional?
— México está siendo un ejemplo y me atrevería a decir que ha dado ánimos e impulso a que sigan surgiendo gobiernos progresistas. Vemos con muy buenos ojos la llegada de Bernardo Arévalo a la presidencia de Guatemala, ojalá permitan que llegue y que gobierne. Las elites y oligarquías en México, Centroamérica y varios países de Sudamérica, son muy fuertes y están presionando para que no se impulsen agendas progresistas. Pero consideramos que es el camino. El regreso de Lula, la presencia de Petro y la posibilidad de que estos gobiernos progresistas sigan impulsando una agenda que ayude a mitigar la desigualdad. Yo le daría el mensaje a nuestras elites que la situación es insostenible de degradación ambiental pero también de degradación social.
Un estudio de 2015 de Cepal, que también tomó como base las cuentas nacionales, planteó que sucedería si se duplicaran los salarios más bajos. El resultado fue que crecía el PIB, el empleo, que no había impacto en inflación ni en balanza comercial, cuenta Del Castillo Negrete.
—Era muy benéfico. Y presentándolo a medianos industriales les hacía mucho sentido por lo que se está viendo en estos momentos: el salario medio ha crecido y el consumo interno ha crecido. Un zapatero en León empieza a ver que le compran más zapatos, una industria local empieza a ver. El ofrecimiento del sector privado para aumento salarial es del 15 por ciento.
—La sombrilla al revés… en lugar de acumular y luego repartir es repartir para que tengan posibilidades de comprar
— Exactamente, que se vea el beneficio. Ahora, quiero aclarar, en el fondo es un problema de justicia social. No es que tengamos que hacerlo porque tenga una consecuencia positiva o negativa. Es una cuestión moral, de justicia, de dar a cada quien lo que le corresponde de acuerdo a su participación en el proceso productivo.
—En el libro también habla de la financialización…
—Es el crecimiento en la riqueza que no proviene de la generación valor. En grandes corporativos, el director general (CEO) generalmente viene de ser el director de finanzas, porque la empresa no solo hace muy buen negocio con la producción, sino que, además, tiene un ingreso especulando con ese dinero. La parte financiera va generando mucha riqueza, pero es la parte medular de la economía pobre.
Un ejemplo: De los 26 billones del PIB, unos 11 billones son producción privada. Pero también hay producción de los hogares y los hogares producen 9 billones, entre gente que trabaja por su cuenta, negocios del hogar…
— ¿Los hogares producen 9 billones y las empresas 11? Pensaríamos que la diferencia era mayor…
—Sí. Esos son algunos de los mitos que luego es importante desbaratar, porque además de los hogares también el gobierno y el sector paraestatal tiene una producción importante.
Pero hablando de los hogares. Esos 9 billones se convierten en cerca de 19 billones cuando pasamos del PIB al ingreso nacional, porque el PIB es lo que se generó, pero luego se asigna (sueldos, dividendos) y esos 19 billones crecen como a 21 billones cuando le agregamos transferencias del gobierno y remesas. La mayoría de esos 21 billones se gastan pero al final hay una parte que no se gasta y es el ahorro. Hablamos de 3 billones de ahorro que obtienen las familias, hay que incluir una depreciación y bajan a unos 2 billones, pero los hogares obtienen cerca de 6 billones por financialización. Es decir, porque yo tengo un activo físico financiero, este activo físico se revalora. Ya estamos hablando de riqueza. Entonces, los hogares terminan creciendo su riqueza más de 8 billones
—Y ahí la pregunta es ¿qué hogares? Porque no son todos…
—Exactamente. Cerca del 44 por ciento de esa riqueza lo tiene 1 por ciento de los hogares. Y si nos vamos al 0.1 por ciento de los hogares tiene cerca del 22 por ciento de la riqueza. Esto es profundamente injusto en un país con los niveles de pobreza que tenemos
Hay otra parte de la financialización que nutre el ingreso que recibimos en los hogares y que tiene que ver con la ganancia que produce la especulación, explica el demógrafo.
—El negocio bancario es intermediario. Hay un sector de la población que tiene un ingreso y hay un ahorro. El banco dice ‘dame ese ahorro’, obtiene un pasivo, debe y lo tiene que convertir en activo. Le presta a alguien que tiene un proyecto o quiere comprar una casa en crédito. Con la diferencia entre la tasa que le da al que ahorra y la tasa que le cobra al que le debe, paga sueldos y obtiene una ganancia que se conoce como excedente de operación. Hay que ver todo el sector privado -financiero y no financiero- porque estos flujos se dan en combinación, y los grupos empresariales están en los consejos de administración de los dos lados. Entonces, cuando se ve en conjunto, esta financialización termina siendo el 22 por ciento del valor agregado
—No solo se dio la privatización sino un proceso que consistió que las decisiones importantes económicas no tuvieran nada que ver con la democracia, para blindar a las elites ¿Y cómo se lograba blindar a las elites para que las decisiones de política económica no las tomara el gobierno? Creando organismos intermedios. El polémico tema. El concepto de democracia encadenada lo conocí porque lo cita Joseph Stiglitz poniendo en duda en qué medida el Banco Central debería de regresar al sector público. Estos organismos intermedios dicen no: los técnicos deben tomar una decisión, que es técnica y no política
—Eso es imposible..
-—Por supuesto que es una decisión política y debe tener una consecuencia democrática. Si un pueblo en Centroamérica, América Latina y México vota porque el sector eléctrico sea público y resulta ser un éxito, excelente; si resulta ser un fracaso, que la democracia lo penalice. Pero si hay un órgano intermedio que decide que sea un privado, ¿cómo puedo yo, como ciudadano, decir que estoy o no de acuerdo? Ahí hay un proceso de encadenamiento de la democracia que vemos muy presente, no solo en México sino en toda la región.
Ahora, poco a poco y eso es lo que se debe profundizar, empieza a haber al menos por el TMEC, un deseo de que haya democracia sindical, dice Del Castillo Negrete.
—Así como este ataque a los sindicatos auténticos generó esta desigualdad, la democracia sindical nos puedes impulsar. Tenemos el ejemplo en Estados Unidos, con las huelgas de los trabajadores en las empresas armadoras de autos, consiguiendo aumentos para reducir ese dividendo que se otorgan. También hay que continuar con el incremento a los salarios para repartir mucho mejor. Cuando uno ve la tendencia de cuánto se destina a ganancia y cuánto a trabajadores, viene subiendo y en el 2018 empieza a disminuir. En 2021 la diferencia es aún muy alta, pero al menos la tendencia ha cambiado. Los cambios sociales tardan y hay que seguir profundizando.
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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