«Lo que dicte el gran patriarca”

17 noviembre, 2020

No dejan de fascinarme las rabietas de los cñoros, cuya única reacción al escuchar que existe una demanda feminista para eliminar el impuesto IVA a productos de primera necesidad para la gestión menstrual, sea volver a llamarnos exageradas, locas, incoherentes. Nutre mi alma de Igualada, cada desplante de macho ignorante

@CeliaWarrior

Pensé que nunca iba a llegar el día en el que la devoción hacia un caudillo eliminara en su totalidad la capacidad en los seres humanos llamada sentido del humor, pero al parecer esto ha sucedido con algunos obradoristas que asumieron con literalidad las palabras vaciadas en la anterior Igualada, titulada “El gran patriarca no menstrúa”

A mi favor, debo recordar que este espacio de reflexión se posiciona feminista, para las mujeres y las niñas, y otras personas que aún conservan, además de un sentido crítico de la realidad, predilección por la ironía.

Aclarado lo anterior, quizá hace quince días debí escribir que —ya hablando en serio— la importancia e implicaciones de cómo es recaudado y distribuido el recurso público y cómo opera el aparato administrativo del Estado debe ser prioridad dentro de las agendas que pretendan impulsar los derechos de las mujeres y niñas. Lo contrario sería un sinsentido.

Quise abordar el tema con humor porque vaya que nos hace falta reírnos un poco, aunque sea de la desgracia. Pero, además de ser muy complejo, el del presupuesto público suele ser un debate árido, en código, intencionalmente aburrido, que se da en círculos de poder y necesita traducirse a las ciudadanas si lo que se pretende es aumentar su conciencia y participación política.

No dejan de fascinarme las rabietas de los cñoros, cuya única reacción al escuchar que existe una demanda feminista para eliminar el impuesto IVA a productos de primera necesidad para la gestión menstrual, sea volver a llamarnos exageradas, locas, incoherentes. Nutre mi alma de Igualada, cada desplante de macho ignorante.

Por lo anterior, y porque creo que es bien importante socializar entre mujeres el tema de los dineros públicos, decidí escribir una vez más sobre cómo hasta en la distribución de los recursos económicos, el gobierno actual exhibe un desprecio a la vida y los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes.

Para muestra un botón:  en su análisis del proyecto del presupuesto de egresos para el 2021 —es decir, la propuesta de Hacienda para el gasto público del año que viene— la organización FUNDAR señaló la pretensión de recortar un 26 por ciento al Programa P020 “Salud materna, sexual y reproductiva». 

Fueron las organizaciones,como el Comité Promotor por una Maternidad Segura, integrado por miembros de la sociedad civil, de la académica—también agencias internacionales y gubernamentales— quienes pidieron a la Cámara de Diputados que lo rectificaran.

Al final, este programa presupuestario fue aprobado con una reducción del 3 por ciento, que parece ser poca, pero en acciones tan esenciales debería aumentar y no disminuir. Además, esto sucedió sólo porque una diputada, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, propuso eliminar una etiqueta y reorientar los recursos.

Contextualicemos el hecho: este recorte presupuestario a un programa que atiende la salud materna, sexual y reproductiva por sí mismo implica un retroceso. Pero, además, sucede en plena pandemia por covid–19. En un año en el que la mortalidad materna en México ha incrementado, retrocediendo a cifras registradas hace 10 años; un 2020 en el que también se estima que el embarazo de adolescente y niñas a causa de la violencia sexual creció un 20 por ciento.

Así, por un lado el gobierno federal declara los servicios de salud sexual y reproductiva como esenciales durante la pandemia y, por el otro, propone la reducción del programa presupuestal que los sostendrá en 2021.

El problema es que estas decisiones y movimientos políticos difícilmente trascienden los círculos de poder, las ciudadanas de a pie ni nos enteramos, y cuando a unas igualadas cualquieras se les ocurre poner el dedo en el renglón… ¡Uf! No, aguas. Entonces, la dinámica es: sí continúen pagando un impuesto discriminatorio porque hay que cuidar las finanzas del Estado, pero no esperen que parte de esos recursos sean para las prioridades de las mujeres. ¡Y cállense! [ah, ok].

Nos dicen que ejercer nuestra capacidad de análisis y discusión política es “volvernos locas”; que argumentar desde nuestro lugar en el mundo y experiencia de mujeres es “incoherente” [y por supuesto que lo es cuando la coherencia se mide con la vara de la mentalidad patriarcal]; que señalar una discriminación histórica es “ser exageradas” porque la relevancia, la atención, ¡el presupuesto! para las problemáticas de las mujeres no lo decidimos nosotras, “es lo que dicte el gran patriarca”.

Por suerte, para nosotras, por desgracia, para ellos, hoy algunas tenemos espacios para escribir: no lo aceptamos, disentimos de su pacto patriarcal, y hasta con sentido del humor.