Lila Downs

7 octubre, 2023

Presenciar este concierto fue llenarme de una tremenda nostalgia de México, una añoranza de mi país que, pese a la corta distancia entre Nuevo México y el territorio mexicano, es un sentimiento que la música potencializa, sobre todo al tratarse de la voz y el corpus emocional y estilístico con que Lila Downs dota a sus canciones

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A finales de septiembre, Lila Downs se presentó en el Santa Fe Opera House, recinto ubicado en Santa Fe, Nuevo México, como parte de la gira de su nuevo álbum, La Sánchez (Sony Music, 2023).

El concierto fue excepcional, como suelen ser todos sus conciertos. Es la primera vez que la veo en Estados Unidos, y su interpretación en este país está acompañada por una banda compuesta por músicos distintos a los de México. Tuve la oportunidad de conocer a Sinhué Padilla, oriundo de la Ciudad de México y quien vive en Nueva York desde hace 17 años, él es uno de estos músicos, especialista en son jarocho, que acompaña a Lila Downs en sus conciertos de Estados Unidos.

Durante el concierto, Lila cantó la pieza en inglés “Dear someone”, que forma parte del álbum Al Chile (Sony Music, 2019) y la cual fue grabada junto a la estadounidense Norah Jones, una canción que, dada la predominancia del inglés entre la audiencia, en este recinto formó parte de su repertorio.

La Sánchez es un álbum en el que predomina el género ranchero, aunque también aparecen baladas. Se nota en la estética sonora y videográfica la influencia del norte de México. Los tres videoclips que hasta la fecha se han dado a conocer fueron grabados en desiertos, cantinas y zonas fronterizas del norte del país, hablo de “Dos corazones”, “Solita Solita”, en donde aparecen mujeres con atuendos propios de las chicanas bailando al estilo de la cumbia rebajada o vallenato —como en los bailes de la película Ya no estoy aquí—; y “Vas de Salida”, en donde aparecen las mujeres de la nación Comcaac, perteneciente al pueblo seri, comunidad indígena en el desierto de Sonora, y Lila Downs aparece con larguísimas trenzas que arrastran por el suelo de la carretera, además del maquillaje que utilizan las mujeres de dicha comunidad.

Aunque el concierto en su totalidad fue excepcional, creo que el clímax se consumó en dos momentos distintos: con la canción creada por José Alfredo Jiménez y que forma parte de La Sánchez, “El último trago”, pero también con “Cucurrucucú Paloma”, canción perteneciente a su emblemático álbum Pecados y Milagros (Sony Music, 2011), comenzó a cantar con un agudo impecable, alejada del micrófono, conociendo la potencia de su voz, para entonces comenzar con el inicio en tonos graves de la letra, ataviada en su rebozo emplumado de Michoacán y con la luz amarilla cayendo sobre su figura envuelta en plumas, fue inevitable asemejar su imagen con la de Malinalxóchitl.

Entre el repertorio de canciones también hubo otros éxitos de Salón Lágrimas y Deseo (Sony Music, 2017), como “Urge”, y, volviendo a Pecados y Milagros, también cantó la emblemática pieza “Zapata se queda”, con una breve introducción en español e inglés, mientras se colocaba su sombrero al estilo de Emiliano Zapata; con “Mezcalito” derramó sobre el escenario un breve chorro de la botella de mezcal de la que bebió un buen sorbo para darle más sabor a su interpretación, pero también cantó “La cumbia del mole”, entre otras canciones.

Escucharla cantar la canción que, como me dijo en entrevista meses atrás al perder a su esposo, Paul, integrante de la banda, fue impresionante. Cito lo que hablamos en aquella entrevista sobre esta canción, la cual forma parte de La Sánchez: “[…] un tema que acabo de terminar, que se llama ‘La curación’, es un tema que empezó en la pandemia, quería hacerle un tributo a las personas que nos curan de este malestar y empezó así, hice los versos, hasta canté una vez el tema, pero no me convenció, tenía ganas de que sonara a un corrido, pero un corrido de esos como estos grupos, Exterminador y estos grupos del norte que hacen nuevos corridos, digamos, pero con un contenido diferente, que tuviera que ver con la vida y con el camino del sentimiento, creo. Eso siempre me interesa.

“Y ahora que lo acabé, ya estoy trabajando con un productor de la frontera, de Sonora, se agregaron instrumentos de allá, pero la letra cambió totalmente, se volvió un tema sobre sufrir la muerte. Se volvió en otra cosa y me ha ayudado mucho. La verdad es que creo que uno hace los temas para terapia, pero no lo sabes, no sabes exactamente cómo y así funciona lo mío, a veces tengo que componer una canción sobre… por ejemplo, compuse un tema sobre curarse de la tristeza, cuando un poco iba yo descubriendo, paso a paso, que eso era lo que yo tenía, pero no sabía en ese momento que era esa mi enfermedad, ahí es donde el arte es muy instrumental en ayudarnos a seguir con el siguiente paso, de comprender qué está sucediendo en nuestro interior.”

Verla en Estados Unidos fue una experiencia distinta, tuve la fortuna de verla desde las primeras filas, tener este gran espectáculo tan de cerca fue impresionante. Las voces mexicanas y chicanas cantaban sobre todo en la parte alta del recinto, en las primeras filas predominaba sobre todo gente blanca que desconocía las letras pero que, sin embargo, admiraba a la cantante, porque la música, como el mar y los animales que lo habitan, no tienen fronteras, y Lila Downs es un emblema de la música trasnacional, llevando a terrenos fronterizos la mejor música mexicana, porque su versatilidad recorre todo México y hasta Sudamérica, ahí está la cumbia andina “Cariñito”, misma que levantó de los asientos hasta a los espectadores más tiesos, o bien, “Clandestino”, cover del francoespañol Manu Chao, pieza con la que abrió este magnífico concierto, haciendo alusión a la clandestinidad con que muchos connacionales mexicanos lidian bajo la experiencia tan difícil de venir a los Estados Unidos bajo la sombra y las injusticias que conlleva cruzar la frontera sin un papel que termina por deshumanizar a las personas.

Presenciar este concierto fue llenarme de una tremenda nostalgia de México, una añoranza de mi país que, pese a la corta distancia entre Nuevo México y el territorio mexicano, es un sentimiento que la música potencializa, sobre todo al tratarse de la voz y el corpus emocional y estilístico con que Lila Downs dota a sus canciones.

Durante octubre y noviembre retoma su gira por California, Texas y Ciudad de México. En febrero y marzo estará de nuevo presentándose en varias ciudades de México: Pachuca, Toluca, Querétaro, Guadalajara, Monterrey, Acapulco, Mérida y Cancún. Si tienen la oportunidad de verla, no se la pierdan.

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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.