¿Libros rojos? Periodistas y filósofas reivindican la conversación, la cocina, la crianza colectiva y el amor

25 febrero, 2023

¿Cuál es la relación entre el feminismo y el socialismo? Cuáles son los horizontes de las distintas luchas que hay? ¿Qué tipo de feminismo queremos? Sobre eso reflexionaron periodistas y filósofas feministas en la Semana roja convocada por el Instituto Nacional de Formación Política de Morena

Texto: Redacción de Pie de Página

CIUDAD DE MÉXICO.- El libro de bell hooks Todo sobre amor marca la charla de tres periodistas a propósito del Día del Libro Rojo, por el aniversario de la primera publicación del Manifiesto del Partido Comunista.

Convocadas por Alina Duarte, coordinadora del área internacional del Instituto de Formación Política de Morena, Daniela Pastrana y Luisa Cantú reflexionan para la cual eligieron un libro rojo de una mujer que les haya inspirado y, a partir de ahí, dialogar. 

Luisa y Alina coinciden con bell hooks (escritora y feminista estadunidense que usó ese nombre como seudónimo, en minúsculas, en referencia a su abuela materna) mientras que Daniela habla de Tres veces tres. En clave Malintzin, de la lingüista mixe Yásnaya Elena A. Gil, y del Manifiesto feminista para un 99 por ciento, de Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser.

Cada una habla de la importancia de las mujeres a la hora de contar historias, publicar libros, en la participación política, en la ciencia, pero sobre todo, en los temas que aportan y colocan en las agendas políticas, que se contraponen a las narrativas de la violencia o terror que exponen los medios. 

Los medios de comunicación son un brazo de poder

Luisa plantea la urgencia de desafiar las narrativas del poder y de las derechas:

Los medios de comunicación son un brazo del poder en este país con muy dignas excepciones la mayoría de los grandes medios o los medios corporativos que sirven para legitimar estas narrativas de estos grupos que como hoy podemos confirmar oficialmente, –digo, ya lo habíamos confirmado desde el periodismo desde la academia, desde nuestra experiencia, digamos empírica, pero hoy oficialmente– hay un veredicto de que esto sucedía desde el poder se privilegió a unos cuantos grupos a costa de, literalmente, nuestras vidas”, asegura. 

Habla del planteamiento del libro de bell hooks para ver hacia la práctica del amor, y no solo como el motor o el sentimiento y la importancia de hablar de estos temas.

Porque lo rojo es esta organización comunitaria, es crianza, es hablar de amor y de construcción de paz, no de la violencia. A veces creemos que estos temas justo de crianza o amor, particularmente que son de los que yo quisiera hablar un poco más hoy. Son temas poco importantes o cursis o temas que son de mujeres. Se nos ha relegado a hablar de amor a las mujeres como si no fueran la médula o la estructura sobre la que tendríamos que construir”, insiste la periodista. 

“Esos combates, todos los antirracistas, todos los anticlasistas, regresan al amor y hablar de cosas que nunca se habían hablado, porque asumimos y quizá estos sistemas evitaron que habláramos de ellos, porque iban a ser tan transformadores”.

Reentender el amor

Alina Duarte complementa la propuesta sobre la relevancia de la obra de bell hooks y la urgencia que hay de hablar de temas del amor.

El amor es reentendernos, también en comunidad, el volver a estrechar esos lazos que se nos arrebató y cuando pensamos en amor también bell hooks lo dice, pensamos solamente nuestra pareja, en que tenemos incluso casi que por obligación tener una pareja a quien amar y se nos olvida que el amor proviene también de nuestras amistades”, dice Alina. 

Cuenta la historia de que Paulo Freire, después de conocer a bell hooks, se dio cuenta que solo hablaba en masculino y faltaba hablar desde la experiencia femenina. 

La Semana de libros rojos incluye una veintena de actividades para conmemorar la publicación del Manifiesto del Partido Comunista, en 1848. Foto: Alexis Rojas

Reivindicar la conversación

Daniela Pastrana, directora de Pie de Página, describe los diálogos que ha tenido con Yásnaya Elena Gil sobre sus críticas al Estado Nación y al colonialismo como habilitador del capitalismo. El capitalismo, dice, es apenas la punta del iceberg de un sistema de opresiones que también implica el orden colonial y el patriarcado.

Cuenta, además, cómo la cocina –y otros espacios asignados a las mujeres– han sido estigmatizados y usados como herramientas de opresión, precisamente para quitarle su condición política, como lugares de reunión, conversación y conocimiento. 

Se fue instalando en nuestro psique la idea de que la cocina es algo malo, es algo de mujeres –personas inacabadas– es algo que nos oprime, sí, claro, porque se ha usado como herramienta de opresión. Pero todos deberíamos saber cocinar. Decía Kau Sirenio: si las personas que viven en las ciudades supieran lo que cuesta sacar una cubeta de pepino o de tomate del campo, no lo desperdiciarían. Porque en las ciudades todo lo compramos y vamos perdiendo la memoria y la posibilidad de entender la importancia que tiene preparar el alimento”, dice Daniela.. 

Daniela plantea reflexionar sobre lo común: “¿Que es lo común? Lo que nos hace estar con otros, lo que nos acerca, claro, no a las élites, no a los que tienen el poder,aristócratas, burgueses, las categorías que quieran, y que son ciertamente muy poquitos, numéricamente. Todos los demás somos comunes”, dice la periodista.

En este momento y en este continente, explica, no pueden separarse las tres luchas: ni es válido reivindicar luchas sociales sin una mirada feminista y anticolonial. Ni es posible hablar de feminismo si no se considera la luchas de clases o la lucha contra el racismo.

“El punto, para mí, es fundamental: necesitamos ir desmontando todas las capas de este sistema de opresión y para eso necesitamos tratar de entender las otras opresiones que no son las que me han tocado a mí”.

Escucha la conversación completa:

Historia teñida de rojo

En otra mesa, las filósofas Teresa Rodríguez de la Vega y Diana Fuentes desmenuzan la historia de los feminismos socialistas.

Teresa Rodríguez de la Vega presenta una perspectiva histórica de las luchas feministas, para “sacar de la historia lecciones para el presente” y definir qué feminismo tenemos y qué feminismo queremos y necesitamos,

Pensemos la agenda de la mujer en el contexto de la necesidad de cambiar de modelo societal, no solo en el sentido de ganar terreno en el derecho de las mujeres sino como este ganar terreno se puede inscribir en un proyecto de transformación radical y eso es lo que sugiere el término socialista”, dice.

Cuenta que el feminismo dominante ha usado la metáfora de las olas para contar su historia, pero desde su perspectiva es una metáfora desafortunada, porque parece que llegan y se van. cuando “el movimiento de las mujeres nunca se ha ido”. Pero además, se trata de una historia que tiene omisiones importantes, porque no cuenta los movimientos raciales y omite la presencia de las mujeres proletarias en la configuración del movimiento obrero que a principios del siglo 20 desafió la modernidad del capitalismo con el socialismo.

Sin embargo, explica, la mujer proletaria fue «la otra gran protagonista, al lado del feminismo ilustrado, burgués y del solo sufraguismo” en lo que se conoce como primera ola del feminismo.

El feminismo socialista, que se puede ver muy delineado organizativamente desde 1907, fue clave para el triunfo de la revolución rusa, insiste.

El feminismo y el movimiento de las mujeres socialistas va a tener un protagonismo que no nos suele contar la historia del feminismo pero tampoco nos suele contar la historia del socialismo (…). La revolución rusa empieza con una convocatoria a una manifestación del 8 de marzo (1917) por el Día Internacional de la Mujeres, en el que las proletarias rusas de la época dijeron: hay que radicalizar la lucha y en contra de todos sus compañeros, incluso de los bolcheviques, decidieron llamar a una huelga general que arrastró a todo el proletariado a las calles y a la postre devino en lo que conocemos como la Revolución de febrero”.

Después de eso, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, que se realizó en Moscú en 1921, las feministas socialistas declararon que todos los 8 de marzo serían conmemorados como el Día Internacional de la Mujer, tomando como base la represión a mujeres textileras que se manifestaron en Nueva York en 1857. Desde entonces, y hasta que la ONU oficializó la fecha en 1975, «el 8 de marzo tenía apellido socialista”, dice Teresa.

50 años después, la ONU arrebató la fecha, y de ahí se nos edulcoró. Pero la historia del 8 de marzo es una historia teñida, no de rosa, sino de tojo brillante”.

¿Qué más quieren las mujeres?

Diana Fuentes plantea que la lucha de género sin perspectiva de clase es una lucha que solo asienta o ratifica otras desigualdades, y contribuye a una narrativa que presupone que las mujeres ya lo logramos.

Por eso en muchos espacios muchos varones nos contestan y nos preguntan: pero qué más quieren. Si ustedes ya están en todo, ya van a la escuela, ya tienen trabajo ¿Qué más quieren las mujeres, por qué más pelean? Esa es una mirada neoliberal asentada durante las últimas décadas que ha dicho: las mujeres ya ganaron, las mujeres ya no tienen más por qué luchar”.

A la perspectiva de género le falta el elemento de clase, insiste. Pero aclara: también al revés. Porque si Rosa Luxemburgo hablaba sobre la crítica a la socialdemocracia, todos se callaban y le hacían caso. Pero cuando hablaba de perspectiva de género, entonces decían: ya van a hablar de cosas de mujeres.

Cuando Aleksandra Kolontai o Clara Zetkin decían: la lucha por la revolución socialista, que implica instaurar un orden de relaciones distintas, será una fracaso si al mismo tiempo no se logra la igualdad entre mujeres y hombres, las tildaban de locas. ¿Y saben cuál era la respuesta de los grandes líderes revolucionarios de la época? Si, compañeras, el tema de las mujeres es muy importante, pero miren, nada más ganamos la revolución y ya después ordenamos esos asuntos. Y claro, no era un momento cualquiera, eso no había sucedido en la historia de la humanidad, entonces era un debate, y muchas decían; si es prioritario en este momento construir el proceso revolucionario”, narra la filósofa.

Pero los problemas que ya planteaban las feministas socialistas hace un siglo siguen vigentes. Diana pone sobre la mesa el del trabajo no lucrativo, que para el pensamiento liberal clásico no es trabajo.

La revolución bolchevique, dice, es uno de los mejores ejemplos de que significaría, desde la lógica socialista romper con la lógica liberal de la familia, en la que la resolución de los trabajos domésticos es individual, aislada y atomizada. A los bolcheviques se les ocurrió crear las guarderías y los comedores populares, y los trabajos domésticos colectivos. lo liberaba la carga posible que históricamente se ha dado bajo el dominio masculino sobre las mujeres.

¿Cuál es el horizonte que tenemos ahora en las luchas feministas?

”Podemos insistir en que el capitalismo es pernicioso, irracional y violento, y que la dominación patriarcal produce desigualdad y violencia no solo para las mujeres y con eso podemos construir enlaces críticos que nos permitan acuerparnos políticamente de otra manera”, dice Diana, a modo de conclusión.

Aquí la conversación completa:

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