Luego de semanas de demandar que se liberen los recrsos para atender a los refugios de mujeres violentadas, la Secretaría de Hacienda liberó el dinero. La red de refugios informó que la cuarentena por el COVID-19 detonó un incremento de 58 por ciento en las llamadas de auxilio
Texto: María Ruiz
Foto: Red Nacional de Refugios
Durante el aislamiento por el COVID-19, la Red Nacional de Refugios (RNR) recibió 58 por ciento más de llamadas telefónicas de auxilio por parte de mujeres que padecen violencia intrafamiliar. El ingreso de mujeres a los refugios para resguardar su integridad creció un 5 por ciento.
Luego de semanas de demandar los recursos asignados para su operación, esto ocurrió el jueves por la noche. Así lo dio a conocer la senadora Martha Lucía Mícher Camarena. Lo que sigue ahora es que el Instituto Nacional de Desarrollo Social los lineamientos a los refugios para que éstos puedan presentar sus proyectos y tengan forma de acceder a los recursos.
La noticia se dio después de semanas de presión para que los recursos fueran liberados.
Los refugios fueron reconocidos como actividad esencial por el gobierno federal. Eso significa que seguirán operando durante la contingencia. Sin embargo, el presupuesto etiquetado destinado a estos centros de atención no se ha entregado.
Durante el 2019 tardaron meses en que les entregaran el presupuesto etiquetado. Cuando normalmente se los daban a inicios de año, el presupuesto se entregó hasta julio. Para este 2020, junto a legisladoras y periodistas, consiguieron que se les incluyera de nuevo en el presupuesto oficial. Les dijeron que en marzo iniciaría el proceso pero hasta ahora eso no había pasado.
“No hay forma de continuar brindando la atención si no es con presupuesto. Requerimos de alimentos, medicinas, de pagarle a las profesionales. El presupuesto está para que se pueda operar el 100 por ciento y cubrir todos los gatos que implica brindar atención, protección y reparación de las secuelas de las violencias, porque es atender las violencias y las secuelas físicas y emocionales que la violencia ha dejado en sus hijos e hijas, dice en entrevista Wendy Figueroa, directora de la RNR.
Cuenta que hasta ahora el coronavirus no impactará económicamente, siempre y cuando ninguna familia o mujer que se esté quedando en este albergue se contagie del virus.
“El tema sería si es que tendríamos alguna cuestión de cuarentena ahí se incrementaría la parte de los medicamentos, los cuidados, más personal de enfermería. Ése sería el impacto que tenemos en caso de tener a alguna persona o familias dentro de los refugios con el COVID-19”, expresó.
La mayoría de los refugios y Centros de Atención Externa pagan renta. Muy pocos son instalaciones propias. Y aunque en los Centros de Atención Externa operen, como parte de las medidas de sana distancia, desde el teléfono, tienen que seguir pagando renta.
Hasta el día de ayer, ninguna dependencia gubernamental se ha acercado para resolver lo del presupuesto.
“El recurso del refugio siempre había sido manejado por la Secretaría de Salud, apenas en febrero de este año se notificó oficialmente que pasada a la Secretaría de Desarrollo Social, específicamente al Indesol. Nos dijeron que a más tardar en marzo iban a estar publicados los lineamientos, al día de hoy no se ha publicado”, menciona la directora de la Red.
“La violencia contra las mujeres no está en cuarentena, no se detiene. Diario hay una situación de violencia contra las mujeres, por lo menos las llamadas y los reportes así lo demuestran. No nos han dado ninguna respuesta, no se han comunicado con nosotras y eso es una señal en la falta de compromiso de visión y de responsabilidad de prevenir las violencias contra las mujeres”, denuncia Figueroa.
Para la Red Nacional de Refugios el COVID-19 visibiliza que hay una falta de políticas que pongan al centro los derechos de las mujeres y que los refugios no son arte de la política del Estado.
“Cada año tenemos que exigir un presupuesto. No se ha entendido que es una cuestión y un mandato internacional: tenemos que tener mecanismos que previenen feminicidios. Por supuesto que nos congratula que reconozcan que somos servicios esenciales, les faltó decir que es para prevenir feminicidios y atender la violencia de género, pero no hay presupuesto. Al día de hoy llevamos tres meses operando, muchos de los refugios están al 80 por ciento de su capacidad, algunos al 110 por ciento. La realidad es que en México no llevamos ni siquiera 100 refugios y si se incrementa la demanda vamos a ser insuficientes”, advirtió.
Otros refugios de América Latina, explica, han excedido su capacidad durante la pandemia y dejaron de aceptar mujeres. Y únicamente están atendiendo a mujeres y niños que ya estaban dentro del refugio. En caso de que pasara esto en México, tener el presupuesto es fundamental para seguir con las atenciones.
La desigualdad es un tema que va junto a la pandemia. Las mujeres, explica la psicóloga Figueroa, son más vulnerables en tres aspectos: la salud; los cuidados, ya que socioculturalmente la carga de cuidado y la responsabilidad de los otros, y las labores domésticas. La carga se convierte en una triple jornada para las mujeres dentro de los hogares y la violencia contra ellas, sin que el gobierno mexicano se haya pronunciado.
“En México la realidad es que nuestras casas no tienen jardín. Son espacios pequeños, imaginate, con niños y niñas, más todo el estrés, más que el 50 por ciento de la población tiene empleos informales y eso implica un impacto inmediato en su economía al no poder salir; más la violencia histórica que tienen” explica.
Para Figueroa México no está mirando con perspectiva de género a la emergencia del COVID-19. Considera que el hacer una conferencia donde se hablara de que con la contingencia crecerá la violencia contra las mujeres y compartir qué hacer en caso de vivir con un agresor fue un buen inicio, pero no hay acciones contundentes.
“No miro que hay un plan de actuación en este punto, es decir, no veo campañas de prevención de las violencias. Es fundamental y urgente, campañas para saber cómo manejar el estrés y la ansiedad que nos genera estar en aislamiento. Tenemos que garantizar que haya guardias y que haya atención para que las mujeres puedan acercarse y solicitar una orden de restricción, una medida cautelar, no hay nada de esto; tampoco hay mensajes para distribuir las labores del hogar de forma igualitaria y democrática” dijo.
A Wendy Figueroa le preocupa que la conferencia que ofrecieron las autoridades federales sobre el COVID-19 tuvo un alcance reducido. La emergencia, dice, necesita de acciones que lleguen masivamente para generar un impacto real.
“Somos personas de hábitos, una vez que te lo diga no es suficiente. Por eso tenemos que hablar de campañas. Faltan muchas acciones que se plasmen en hechos reales, que se utilice el presupuesto que hay en el país para que se pueda hacer algo impactante” propone.
En tiempos del COVID-19, destaca, las feministas siguen unidas con redes de cuidado y lograron visibilizar que muchas mujeres están conviviendo con su agresor.
“También he encontrado cosas maravillosas. Las mujeres nos dicen yo hablé a la policía y no me hicieron caso pero lo que hice fue poner en mi ventana el violentómetro y un teléfono para que me contacten. Son cosas claves que podemos ir pensando, en cómo podemos ir haciendo este acompañamiento” recuerda.
A Figueroa le gustaría que en este estado de emergencia puede aumentar los niveles de violencia. Espera que las mujeres puedan pedir auxilio, llamar por teléfono. Y si no que la sociedad reaccione, que los vecinos no ignoren si escuchan gritos o golpes, que llamen al 911. Sabe que no depende totalmente de su trabajo para que las mujeres lleguen a los refugios y recuerda que con todo y pandemia, seguirán trabajando y exigiendo:
“Con covid o sin COVID seguimos haciendo uso de nuestra voz, de nuestras exigencias a favor de los derechos humanos y acompañándonos las unas a las otras, el tema es que como toda visión machista y patriarcal no nos quieren mirar pero acá estamos” .
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