“Las víctimas estamos condenadas a la injusticia”

26 septiembre, 2018

Texto: Daniela Rea. Fotos: Mónica González y Ximena Natera

El número de víctimas por la violencia en México supera al de regiones que viven conflictos armados. Pero a diferencia de otros países, México permanece inmune al juicio internacional. ¿La razón? el apetitoso mercado que representa el país para los consorcios trasnacionales. Más que la cifra de asesinados o desaparecidos, los números que parecen importar son los que cuantifican los billones de dólares en ganancias

Verdad, justicia, reparación, perdón, amnistía. ¿Qué dicen estos conceptos a las familias y personas que han sufrido la violencia criminal y del estado, asesinatos, desapariciones y tortura? ¿Qué puede ser justo cuando el daño ha sido tan grande? ¿Para qué les serviría la verdad?

A raíz del posicionamiento en la agenda pública de distintos mecanismos de justicia transicional y conceptos como verdad, justicia, reparación, amnistía, pacificación y perdón, Pie de Página buscó a algunas personas que han sufrido la violencia del Estado o criminal para escuchar su posición sobre estos conceptos. El relato de las personas entrevistadas refleja lo complejo que será sanar a este país.

Rogelio Amaya: la verdad serviría sólo si nos ayuda a creer de nuevo en la sociedad

Registros oficiales reportan 15 mil 848 investigaciones penales por tortura entre 2006 y 2016 en todo el país. En el mismo periodo la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 7 mil 695 quejas por tortura, de ellas emitió 144 recomendaciones que involucran a 730 victimas.

En el año 2010, cuando yo era empleado de un supermercado, fui detenido con otros amigos, torturado por la Policía Federal, nos encarcelaron durante 3 años y medio, nos acusaron de haber puesto el coche bomba en Ciudad Juárez. Al final reconocieron que éramos inocentes.

Yo no tengo rencor contra los agentes que me hicieron esto. Gracias a mi familia, a la terapia, a que todo lo que me pasó les importó a muchas personas que me ayudaron. Me despojé de todas las cadenas de odio y de enojo cuando salí de la cárcel de Tepic. A los policías que me torturaron yo les otorgo el perdón si fue la primera vez que lo hicieron, entiendo el momento, las órdenes superiores, el miedo a desobedecer, las amenazas de que hagan su trabajo… pero si es una práctica continua, si no fue la primera vez y no fue la última, ya no hay perdón, claro que merecen un castigo.

Sería bueno que ellos reconocieran lo que sucedió, pero lo dejo en ellos, yo no me quiero hacer cargo de eso. No les pido nada a cambio para ese perdón.

Cuando nos tenían presos, en los careos, yo les pregunté por qué lo hacían, por qué lo hicieron y ellos dijeron con cinismo de que era trabajo, “es trabajo, el comandante nos dijo, no es nada contra ustedes, sino que nos presionan porque es nuestro trabajo”. Yo pensaba: pero me estas desgraciando la vida… no se los dije porque tenía miedo que me golpearan. Nomás me les quede mirando y agaché la cabeza.

Para mí la justicia sería que hay compromiso en revisar los procesos de la gente presa que es inocente. En prisión conocí a gente inocente y culpable, gente que decía yo sí merezco estar aquí, yo sí maté, sí robé, sí trafiqué. Llega un momento en que nos los juzgas porque estas solo en prisión y esa gente se hace tu familia. Hay gente que ha hecho atrocidades inhumanas. Las conocí. Hay gente que creo que merece una oportunidad.

Algunos ya salieron y ahorita están trabajando, pagaron, pagaron condenas fuertes. Y están arrepentidos de atrocidades inhumanas. Eso de la amnistía que trae de moda López Obrador es un arma de doble filo. ¿La amnistía para quien va a ser? ¿Para los policías que me torturaron? ¿Para las personas normales que hicieron crímenes?

Fui torturado, fui dañado sicológicamente. Llega un momento en que la misma tortura, el mismo daño que te hacen, el juez, el MP, todos te hacen creer que en verdad eres culpable, que en verdad mereces estar ahí. Para mí no creo que haya justicia, ni siquiera castigo a los culpables, ni reparación. No hay nada que pueda reparar esto, me quebraron, me humillaron. No me van a devolver el tiempo que no vi crecer a mis hijos. La justicia fue salir y encontrar a mi familia completa esperándome. A otros los dejan, los abandonan, se mueren.

Del futuro me preocupa que mi hija vea el video donde salgo todo golpeado detenido por los policías con una mesa llena de armas y dicen que yo puse el coche bomba. Me dan miedo sus preguntas, me preocupa que les tenga miedo a las autoridades, que piense “a mi papá le hizo eso la policía, el gobierno y a nadie le importó, ¿entonces en qué país estoy?”

La verdad sería importante para que la gente vuelva a creer en la sociedad y, si se puede, en la autoridad; o para que creamos que podemos ser otra sociedad, más solidaria.

Wendy Vázquez: mi hija no volverá, pero justicia sería salvar a más jovencitas

En México cada día siete mujeres son asesinadas, según datos del informe “Violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias”.

Mi hija tenia 19 años y estaba por entrar al Poli, cuando fue desaparecida por su pareja, aquí en la Ciudad de México. El 31 de marzo del 2017 ella fue desaparecida y encontraron su cuerpo el 27 de abril, pero la autoridad había encontrado el cuerpo desde el 8 de abril y no nos dijeron nada.

Justicia sería que los asesinos de todas nuestras hijas estén en la cárcel y que nuestros gobernantes, legisladores y todo el gobierno se enfoque realmente a las leyes, que solo sirven a los asesinos, nosotros somos re victimizados por las leyes.

Muchos de esos asesinos son menores de edad y es un problema porque los menores que cometen delitos de adultos, están siendo condenados a dos, cinco años por desaparecer, por violar, por matar mujeres. A Daniela Jiménez la mató un joven que pasará dos años en la cárcel. Este joven saldrá a hacer una vida normal cuando asesinó a una jovencita, yo creo que estas personas vuelven a cometer un crimen porque ya vieron que matan y no pasa nada.

¿Cómo me dices que un tipo que mató a tu hija estar[a en prisión dos años, tu jamás lo vuelves a ver y el otro infeliz anda en la calle? Eso no es para mi una justicia justa. El pagó algo que hizo, hay justicia legal, pero no es una justicia real.

Yo sé que no tendré justicia, pero para mi es importante saber la verdad. Tengo una parte de esa verdad de este crimen, pero necesito disipar las dudas, saber la verdad al 100 por ciento, qué sucedió, por qué sucedió, qué pude hacer yo… Él era su novio y cuando iba a casa yo lo cuidaba, yo cuidé al asesino de mi hija, me preocupaba que se fuera temprano a su casa, que llegara bien. De verdad lo único que necesito es el saber por qué lo hizo, nada más.

Nosotros lo único que buscamos es el asunto de salvaguardar a las jovencitas. Que haya castigo para que no vuelvan a cometerlo. Nos matan porque es fácil y no hay sanción y no pasa nada. La única justicia posible es que no vuelvan a matar a más jovencitas.

Teresa Carmona: pensar en la reconciliación no desde la rabia y el odio, sino desde un lugar que nos permita sanar

Desde diciembre del 2006, cuando Felipe Calderón sacó al Ejército a las calles, más de 300 mil personas han sido asesinadas, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Joaquín fue asesinado en su departamento el 7 de agosto del 2010. Estaba por entrar al quinto semestre de arquitectura de la UNAM. Creo que en todo esto de los mecanismos internacionales y las comisiones de verdad es importante hablar también de las personas asesinadas, de los presos políticos, de las personas desplazadas.

Por un lado, está la justicia legal, castigar al asesino de mi hijo Joaquín, pienso a menudo quién lo mató, por qué lo mató, dónde están esas personas, porque no hay investigación. De alguna manera he no renunciado a eso, pero dada la tragedia del país, no creo en una justicia para mi hijo, pero quiero que mi grito se una al de tantas familias, de asesinados, de desaparecidos. Yo pude enterrar a mi hijo, pero sé que la vida de los otros es un viacrucis porque no saben dónde están sus hijos. El primer pasó para esta justicia es la búsqueda de esas personas.

No sabemos cuántos desaparecidos ni asesinados hay en el país. La primera justicia sería que la gente de gobierno quisiera saber también la verdad, realmente saberlo. No sabemos si están preparados para este asunto, ni siquiera emocionalmente. En el encuentro de López Obrador con las víctimas vimos que una señora le suplicaba ayuda para encontrar a su hijo y él tenía las manos en los bolsillos.

Por otro lado, veo a una serie de expertos hablando de justicia transicional y es gente que habla de casos concretos y experiencias que funcionaron, y aquí quieren inventar la justicia transicional a la mexicana. A mi me horroriza eso de a la mexicana, me asusta que todo lo que hemos hecho las víctimas se vaya por el caño.

En justicia para mi hijo pienso que si responsables los detienen no matarán a otra persona y eso será no repetición, pero nunca la reparación. Yo estoy reparando a la sociedad par que esto no se repita.

Justicia sería que instituciones y servidores hagan lo que tienen que hacer: buscar a los desaparecidos, identificar a los cuerpos, encontrar a los culpables. Justicia sería recuperar la humanidad de los restos.

Verdad. La verdad podría ser un paso para la reconciliación. Sólo entonces podríamos plantear reconciliar y un poco también para reparar todo lo que se ocasionó en mi familia, la destrozaron. A lo mejor es una esperanza que tengo, que la verdad podría ayudar a descansar el corazón porque es una ansiedad.

Me pasé dos años yendo a fiscalías para exhumar el cuerpo de mi hijo y cremarlo y llevarlo al mar como él siempre quiso, eso nos sanó muchísimo a mis hijos y a mí. Quiero creer que la verdad tendría un efecto como ese en la sociedad. Porque la impunidad es contra natura, es algo que se nos impone.

Y quizá entonces podremos pensar en el perdón, o con la reconciliación con la gente que está en esa vorágine de violencia, pensar en la reconciliación ya no desde la rabia y el odio sino desde otro lugar, un lugar con posibilidades de sanar. Porque de otra forma no hay posibilidades de sanar. Si no sé quién mató a mi hijo no sé con quién me voy a reconciliar.

Yo quisiera que la gente entienda que este no involucrarse, no saber o vivir en el horror y solo hablar de lo bueno de México es una arrogancia que no tiene perdón, hay que ser humildes y entender al otro. Y si esta crisis no lo logra, pues híjole la tenemos más difícil.

Leticia Hidalgo: ¿Y si los perpetradores son unos de los nuestros?

El Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas registra, al mes de marzo del 2018, 34 mil 229 personas desaparecidas. La organización Data Cívica registra 33 mil 125.

Mi hijo Roy fue robado de mi casa la madrugada del 11 de enero de 2011 por hombres que vestían uniformes de la policía de Escobedo. Tengo siete años buscándolo. Nuestra prioridad es encontrar a los desaparecidos. Y si esto nos puede llevar a la verdad y a la justicia, ya se verá. Queremos verdad para encontrarlos. Queremos que se fortalezca el mecanismo de búsqueda por el que hemos luchado durante dos años, por el que nos hemos desgastado todo lo humanamente posible, eso debe echarse a andar y que se encuentre a los desaparecidos, con presupuesto y con recursos. Que se priorice eso. Ya estoy viendo los miles de pesos que se van a gastar para traer a la gente de otros lugares del mundo para que nos digan qué hacer con tribunales internacionales, los muchos años que tardarán en decirnos qué hacer… nosotros ya lo hemos dicho.

Hablan de entrevistar a perpetradores, yo misma he tenido careos con los detenidos, nos hemos arriesgado y ha sido una lucha de uñas y dientes, lo hemos hecho porque no ha habido gobierno que lo quiera hacer, no los interroga para saber el destino de nuestros desaparecidos, porque dice que la ley no lo permite. El careo es un derecho de los imputados, no de las víctimas. En otros países se han dado beneficios judiciales a los perpetradores ¿estamos dispuestas como familias a dar esos beneficios? Sí, estamos de acuerdo, cuando den información verídica acerca del destino de nuestros familiares.

Antes de hacer comisiones de verdad o mecanismos de justicia, hay que preguntarnos qué significaría justicia para cada persona. Para unos es encontrar a los desaparecidos, para otros es saber qué pasó, para otros es castigo. Hay perpetradores que son funcionarios, hay otros que son civiles y son responsabilidades distintas.

No estamos de acuerdo con la decisión del perdón. Hablan de perdón, de reconciliación, de paz, les preocupan los conceptos, los criminales, pero ¿y los desaparecidos? Si un día acaba toda esta violencia me imagino a los perpetradores pagando lo que tengan que pagar a través de juicios correctos. A nosotros ya nos destrozaron la vida, el daño ya está hecho, ese ya nadie lo puede reparar.

Silvia Ortiz: No podemos perdonar cuando hemos encontrado hijos calcinados

La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha registrado, desde 2007, mil 306 fosas clandestinas de las que se han exhumado alrededor de 3 mil 760 cuerpos o restos.

Busco a mi hija Fany, que fue desaparecida cuando tenia 16 años en el año 2004. En su búsqueda hemos encontrado campos de exterminio de personas. Por ejemplo, en Patrocinio, Coahuila, hemos encontrado 100 mil restos, fragmentos de personas que fueron calcinadas.

Nosotros no estamos de acuerdo con el perdón y menos por la manera en que, como buscadores, hemos encontrado los cuerpos de nuestros hijos. Tal vez de manera espiritual podemos decir “te perdono”. Pero no a nivel político, ni social ni judicial porque ese perdón es como solventar el hecho de que lo puedan volver a hacer, “al cabo que nos van a volver a perdonar”.

¿Qué quiere el gobierno?, ¿que le diga “te perdono?”, pero eso no implica que no exijamos la justicia. Para nosotros debe quedar asentada la justicia, la verdad, la memoria. Más por el hecho de que hemos encontrado restos terribles, que muchísimos de ellos no van a ser identificados nunca.

¿Perdonarlos desde la amnistía significa bajarles la pena? No lo aceptamos, es un rotundo no.

Mas bien lo que ellos deben estar haciendo es responder a nuestras exigencias. Una buena implementación de la ley para que la dejen trabajar. La coordinación entre las instituciones es otro de los graves problemas que existen para poder encontrar la verdad.

Todo ha sido una simulación entre las mismas, por eso es importante que exista una colaboración, coordinación y organización para encontrarlos. Tiene que operar la ley y tiene que operar bien. Estamos tardando años en identificar cuerpos, no podemos seguir esperando.

Los perpetradores son resultado del daño de la estructura social y familiar. Les preguntamos ¿qué pensabas cuando lo hiciste? ¿qué te llevo a esto? La falta de dinero, que mi papa me violaba. Hemos hablado con ellos porque hemos tocado puertas para buscar a nuestros hijos, lee hemos dicho no nos importa lo que hiciste, me interesa saber dónde están y sí lo han dicho. Pero, ¿cómo voy a perdonar el daño que hicieron? yo no puedo…

Ellos, los perpetradores, necesitan ayuda, ellos necesitaban un trabajo, un apoyo. Se sienten mal y son personas que no fueron de los grandes capos, sino que fueron utilizadas, yo no voy a juzgarlos, eso le toca a la ley, pero sí deben ser juzgados todos.

Uno de los peores problemas es que yo calculo que solo uno por ciento de las personas desaparecidas tendrá la justicia porque se requiere del testigo, del perpetrador, del juicio, de la sentencia, para tener la verdad y la justicia. Y para tener todos estos puntos, muchos perpetradores ya fueron asesinados, otros están presos y la ley les dice que tienen derecho a no hablar. Olvídate de la reparación del daño.

Saber la verdad nos puede servir para que esto no se vuelva a repetir, con la verdad podemos entender cuáles eran los modos de operación, se efectuaban por esto, esta era la cadena de mando. Porque a chavos sin apoyo, los volvieron sicarios. Conocer la verdad es esto, los van a usar par esto, para lo otro y vas viendo cómo la cabeza del criminal piensa.

Pienso en los marines que los mandan a la guerra, los obligan matar y cuando vuelven a sus hogares, tocados de la cabeza, tienen que pagar una pena mínima, sufrieron cosas terribles, los vamos a seguir amando, son nuestros hijos, pero sí se tienen que marcar precedentes.

En los Foros Escucha Durazo nos preguntó “si tu hijo es un perpetrador ¿apoco lo vas a mandar a la cárcel?” Sí, le dije, pero con una pena minina. Vamos a pensar que mi hija está viva, que la han obligado a prostituirse y ella, por no querer hacerlo más, empieza a hacer caso de todo lo que le digan y ahorita ella está llevándose a jovencitas para hacerles lo que a ella le hicieron, por salvar su vida. Si a mi me la entregan así, primero le voy a decir que la amo, que tiene todo mi apoyo, pero que eso era indebido y ella debe entenderlo porque les hizo daño a otras jóvenes como a ella se lo hicieron. Ella tendría que pagar.

Ya se van a cumplir 14 años desde que se la llevaron. ¿Tú crees que voy a poderla sanar en un par de días, de meses? Van a pasar años par que ella vuelva a ser lo que era y no va a volver a ser lo que era, va a medio volver a recuperar su vida porque está llena de temores, miedos, horrores y venganza. Al final del tiempo ella también va a querer la venganza.

Este no va a ser un camino sencillo. Yo quiero decirles a las personas que apenas están pasando por esto, que apenas son víctimas, que no se sumerjan en el llanto, que se pongan a hacer algo, a trabajar, a construir ideas, potencializar trabajos de búsqueda y así vas amando a los demás, ayudando a recuperar. Es lo que yo puedo recomendar. Y a la sociedad, a quienes no han vivido esto, les diría carajo, no permitamos que vuelva a suceder ¿y cómo? Ayudándonos unos a otros. No siendo omisos, no estar callados, sino luchar porque somos más buenos que malos.

Yolanda Morán: Aquí está, tomen lo que hemos aprendido estos dos sexenios

Yolanda es madre de Dan Jeremeel, desaparecido en Coahuila en el año 2008. En la desaparición de su hijo está involucrado el teniente de caballería Ubaldo Gómez Fuentes, adscrito al área de inteligencia de la 11 Región Militar en Torreón.

La amnistía no puede aplicarse a los delitos de lesa humanidad, para los delincuentes que matan, torturan, desaparecen. Se habla de beneficios a delincuentes nuestros si dieron información para encontrar a los desaparecidos, como traslado de penal o disminución de penas.

Nuestra demanda es búsqueda de los desaparecidos. Que se garanticen todos los lineamientos que establece la Ley General de Desaparición Forzada. Hay muchísimas fallas, por ejemplo, el Sistema Nacional de Búsqueda no ha salido, los estados no hay creado las comisiones estatales de búsqueda, no le han dado presupuesto suficiente y el que tiene no se ha ejercido. Queremos que desde la federación Segob lidere esa parte, que se implemente la ley que tanto nos costó.

Queremos un mecanismo internacional contra la impunidad que trabaje con la ONU y Cruz Roja, pedimos que realmente la federación se haga cargo de la implementación de la ley. Ya se lo pedimos a Olga Sánchez y a Alejandro Encinas, como Movimiento por Nuestros Desaparecidos, que integramos a 58 organizaciones del país y cuando López Obrador dice “únanse para que trabaje con ustedes” nosotros queremos decir que lo que hacemos como Movimiento es para todo el país.

Jorge Verástegui: Estamos condenadas a la injusticia

De los foros de pacificación retomaría que por primera vez un gobierno coloca el tema de seguridad y victimas en su discurso y reconoce una crisis, abre espacios que ningún otro había abierto e impone su agenda. Y es interesante cómo a la agenda del gobierno de transición, amnistía, pacificación, se suma la Sociedad civil organizada.

Pero lo que ha ocurrido es que al movimiento de desaparecidos nos hace quedar como esquizofrénicos, por decir lo menos, porque impulsamos durante dos años todo un proceso para tener una ley general de búsqueda, creamos una institución y se dice no está funcionando, ahora la agenda es la de justicia transicional.

No quiero decir que estén peleadas las agendas, hablo de las capacidades del actor político, es decir tendríamos que abandonar todo el andamiaje institucional que creamos para ponerle atención a una nueva estructura que ni siquiera sabemos cómo sería ni las implicaciones.

Es un tema de energías, pero también de que quienes impulsan esta agenda desde el gobierno o las organizaciones necesitan nuestra legitimidad. Pero nuestros tiempos y realidades y objetivos son diferentes. Tenemos pocas capacidades, hemos invertido mucho tiempo, tenemos agendas y propuestas claras, y yo creo que tendremos que apostarle, aunque nos pese, a fortalecer las instituciones ordinarias de justicia. Porque el próximo gobierno va a gobernar sobre la base de las instituciones que existen, sobre la legitimidad del sistema, es decir no hay un quiebre de nada.

La justicia transicional nos puede dar herramientas, pero yo soy muy expectante de hasta dónde se puede estirar la justicia en México con las implicaciones políticas que se tiene y con las expectativas que se puede tener frente a la justicia transicional, mecanismos extraordinarios…

Quienes empujan los mecanismos de justicia transicional nos tuvieron que haber dicho que ese mecanismo no va a conocer de todos los caos y que habrá una selección de casos, que habrá casos emblemáticos, que llegaremos a 5, 10, 100 casos. Y lo peligroso de esta justicia transicional es que una vez que concluya, concluye todo. ¿Qué ocurriría con los demás casos cuando se diga que ya transitamos de un proceso de oscuridad a uno de luz?

Digamos que las víctimas estamos condenadas a no encontrar la justicia. Nos condenaron a eso desde hace mucho tiempo. Además, debemos replantearnos qué sería para nosotros justicia, quizá solamente encontrarlos. El término jurídico de darle a cada quien lo que le corresponde, para nosotros lo que nos corresponde es encontrarlos. Y el resto de esos elementos que puede tener la justicia de encontrar a responsables, sancionarlos, proceso justo, transparente, reparación, no repetición, no están en el horizonte.

Es decir, el derecho a la justicia se achica, el acceso a la justicia se achica y lo que ocurre es que los procesos de justicia transicional terminan siendo procesos muy injustos porque son procesos para legitimar nuevos gobiernos y nuevos actores. Son procesos que nos hacen ceder a las obligaciones básicas del estado democrático solo porque hay concepción de que vamos a transitar de un estado violento a otro.

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“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.

Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.

Fotógrafa egresada de Ciencias Políticas de la UNAM. Ha colaborado en distintos medios y revistas nacionales e internacionales. Obtuvo la beca Fonca en la edición 2009-2010 y 2013-2014 Premio Nacional de Periodismo 2011 de Fotografía por el proyecto Geografía del Dolor. Premio Nacional de Periodismo 2006 otorgado por el Club de Periodistas de México y el IPN en categoria Fotografía Reportaje por su trabajo de migrantes en la frontera de Sonora y Arizona.

Periodista visual especializada en temas de violaciones a derechos humanos, migración y procesos de memoria histórica en la región. Es parte del equipo de Pie de Página desde 2015 y fue editora del periódico gratuito En el Camino hasta 2016. Becaria de la International Women’s Media Foundation, Fundación Gabo y la Universidad Iberoamericana en su programa Prensa y Democracia.

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