Las tripulaciones marítimas que mantienen a África conectada a Internet

6 julio, 2024

Interior del barco Léon Thévenin. Foto: Jean-Baptiste Dodane, 2015 CC BY-NC 2.0

Un deslizamiento submarino en África produjo ruptura de los cables submarinos que suministran el internet en este continente. Mantener la conectividad a internet globalmente depende directamente del cabotaje de este tipo de barcos, así como del conocimiento y habilidades de sus tripulaciones

Texto: Jacobo Nájera / Global Voices

Fotos: Jean-Baptiste Dodane

La transferencia de datos en Internet depende directamente del cabotaje de embarcaciones marítimas y de los oficios de sus tripulaciones para realizar tareas de puesta en marcha, soporte y reparación de cables en el fondo marino. Cuando uno se rompe, la conectividad se pierde.

Así lo reafirmó una maniobra que tomó casi 60 días de las embarcaciones marítimas y sus tripulaciones Léon Thévenin y el CS Sovereign que realizaron tareas de reparación de cables submarinos en el fondo marino para restablecer la infraestructura de conectividad a Internet que afectó severamente a África Occidental y Sudáfrica.

Si bien el acceso a Internet puede ser por medio de redes móviles, satélites, o cables terrestres de fíbra óptica, el intercambio global del tráfico de sus datos depende de estos sistemas de cables submarinos, compuestos por 600 cables activos.

El 14 de marzo de 2024 fallaron los cables submarinos West Africa Cable System (WACS), Africa Coast to Europe (ACE), SAT3 y MainOne. Las fallas fueron producto por cortes físicos en Costa de Marfil y Senegal, contó la empresa Main One Service responsable de la operación de uno de los cables. Sus investigaciones preliminares sugieren que actividad sísmica al fondo marino provocaría los cortes.

Tras las fallas, el regulador de telecomunicaciones de Ghana, uno de los países afectados, declaró que el sistema de cables submarinos perdió entre el 90 y 100 por ciento de su capacidad de transmisión.

En el informe que publicó la organización Internet Society se da cuenta que las fallas afectaron el acceso a 13 países africanos ubicados en la costa de África occidental: Benín, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Liberia, Namibia, Níger, Nigeria, Sudáfrica y Togo. En consecuencia provocó servicios degradados y cortes de Internet casi totales. Por otra parte, los datos de ruteo de Internet recuperados desde África por el Proyecto de detección y análisis de interrupciones de Internet (IODA) en Georgia Tech coinciden con los hallazgos de Internet Society.

Interior del barco Léon Thévenin .Foto: Jean-Baptiste Dodane CC BY-NC 2.0

La empresa de investigación en telecomunicaciones TeleGeography ha documentado que en promedio se registran 100 fallas en cables submarinos a nivel mundial. Así mismo explican que rara vez se oye hablar de estas debido a que en la mayoría de los casos las empresas de Internet distribuyen sus redes entre diferentes cables, para que si uno se rompe su red funcione sin problemas por otros cables mientras se repara.

En África hay situaciones desiguales. La antropóloga Jess Auerbach quien estudia la infraestructura de conectividad en el país compartió en el medio The Conversation que:

«Los cables de fibra óptica ahora literalmente rodean África, aunque algunas partes del continente están mucho mejor conectadas que otras. Esto se debe a que tanto organizaciones públicas como privadas han realizado importantes inversiones en los últimos diez años.

Según un mapa interactivo de cables de fibra óptica, queda claro que Sudáfrica se encuentra en una posición relativamente buena. Cuando se produjeron las roturas, la red se vio afectada durante unas horas antes de que el tráfico de Internet fuera desviado; un proceso técnico que depende tanto de que haya rutas alternativas disponibles como de acuerdos corporativos vigentes para permitir el desvío.

Pero en varios países africanos (incluidos Sierra Leona y Liberia) la mayoría de los cables no tienen derivaciones (el equivalente a las rampas de salida en las carreteras), por lo que en realidad sólo llega al país un cable de fibra óptica. El tráfico de Internet de estos países básicamente se detiene cuando se rompe el cable».

El Comité Internacional para la Protección de Cables (ICPC) indica que los daños causados a los cables por deslizamientos de tierra o terremotos representan menos del 10 por ciento de las fallas documentadas. Las otras causas son por los accidentes de barcos pesqueros y por el impacto del arrastre de sus anclas que representa dos tercios de todos los fallos. Con menor frecuencia, los sabotajes deliberados y las moderduras de estos por tiburones.

El Leon Thevenin partió desde Ciudad del Cabo a Costa de Marfil donde arribó el 29 de marzo para reparar el cable SAT-3. Mientras que las reparaciones del cable ACE concluyeron el 17 de abril y WACS el 30 de abril. Finalmente el MainOne el 11 de mayo.

La antropóloga Auerbach dice que “Se trata de artesanos y técnicos excepcionalmente capacitados que recuperan y reparan cables, a veces desde profundidades de varios kilómetros bajo el océano.”

Interior del barco Léon Thévenin. Foto: Jean-Baptiste Dodane , 2015 CC BY-NC 2.0

Una de las tendencias actuales que señala también la estudiosa de estas infraestructuras es que la financiación de los cables era una combinación entre asociaciones públicas y privadas, pero ahora son más las grandes empresas privadas como Alphabet, Meta y Huawei. «Esto tiene serias implicaciones para el control y monitoreo de la infraestructura digital», señala. Esto significaría que es potencialmente un peligro para la soberanía digital.

Mantener la conectividad a internet globalmente depende directamente del cabotaje de este tipo de barcos así como del conocimiento y habilidades de sus tripulaciones, que garantizan  la navegación y el mantenimiento de los cables submarinos que distribuyen el tráfico de Internet a través de los mares.

Este trabajo fue publicado inicialmente en GLOBAL VOICES. Aquí puedes consultar la versión original.

Tecnólogo e investigador. Premio de periodismo Gabo, en la categoría de innovación, 2019.