Las otras voces del 1 de mayo

3 mayo, 2025

Jóvenes precarizados y trabajadoras sexuales alzaron la voz este 1° de mayo: empleados de apps sin derechos, estudiantes explotados en Oxxo y mujeres trans exigieron reconocimiento laboral. La represión policial a manifestantes contrastó con protestas globales en Francia, Turquía y EU. La consigna fue clara: «La calle es de quien la trabaja»

Texto y fotos: Camilo Ocampo y Laura Buconi

CIUDAD DE MÉXICO. – Mientras en México la demanda central de este 1 de mayo fue terminar con la precarización laboral, en Francia, 300 mil personas marcharon contra Macron, y los recibieron con gases lacrimógenos en París. En Turquía, la policía arrestó a 200 sindicalistas que desafiaron la prohibición de protestar en la plaza Taksim. En Corea del Sur, los trabajadores exigieron salarios justos, y en Grecia, hubo paros contra los recortes.

En Estados Unidos, el movimiento Fight for $15 (Lucha por 15 dólares la hora) ganó fuerza, mientras que trabajadores de Starbucks y Amazon paralizaron centros logísticos.

Mientras que en Brasil, Lula prometió reforzar derechos laborales. La OIT advirtió que la desigualdad sigue en aumento: «Los trabajadores informales y jóvenes son los más golpeados».

Como resume Iván Garduño, economista de la UNAM: 

«Nuestra generación heredó empleos sin futuro. Pero hoy demostramos que la lucha no es sólo de sindicatos: es de quienes sostienen este sistema con trabajos invisibles».

«Hoy marcho porque ya basta»

Abraham, estudiante de Diseño en la UAM y empleado en Oxxo, carga un cartel con las palabras «Horarios inhumanos = violencia laboral».

Él acude a la marcha del primero de mayo en la Ciudad de México. Lo hace sin sindicato, o contrato colectivo, y su testimonio refleja la realidad de miles:

«Trabajo en turnos de 12 horas, a veces de noche. Cuando pido que me respeten mi horario de clases, el gerente me amenaza con despedirme. No tenemos seguro médico, ni contrato fijo. Lo peor es que sabemos que Oxxo es una multinacional que gana millones, pero nos pagan 150 pesos al día. Hoy marcho porque ya basta.»

A su lado, Alan, de 23 años, repartidor por aplicación desde hace 3 años, muestra las cicatrices en sus piernas por accidentes laborales:

«En diciembre atropellaron a un compañero. La app sólo dijo ‘lo sentimos’ y activó a otro repartidor en 5 minutos. No tenemos seguro, ni indemnizaciones. Exigimos que nos reconozcan como trabajadores, no como ‘socios comerciales’. Por eso nos organizamos en la Unión de Trabajadores por Aplicación».

La calle es de quien la trabaja

Mientras los grandes sindicatos tradicionales encabezaban la marcha del Día del Trabajo en la Ciudad de México, un contingente diverso —jóvenes estudiantes, repartidores por aplicación, empleados de McDonald’s y Oxxo, y trabajadoras sexuales— alzaron la voz para exigir derechos laborales en un sistema que los excluye.

Las integrantes de la Brigada Callejera —mujeres trans en su mayoría— irrumpen con tambores y consignas. Sandra, de 34 años, trabajadora sexual en Tlalpan, toma el megáfono:

«A mi compañera Karla la mataron hace un mes frente al Metro Taxqueña. El ministerio público ni siquiera abrió carpeta, sólo dijo ‘era una puta’. Nosotras tenemos hijos, pagamos impuestos, pero el gobierno nos niega hasta lo básico: en los hospitales nos rechazan si ven nuestra identidad. ¡Exigimos salud pública ya!»

Dayana, de 19 años, la más joven del colectivo, rompe en llanto al hablar:

«A los 15 me corrieron de mi casa por ser trans. El trabajo sexual no fue mi elección: es lo único que nos dejan hacer. Ayer mismo, un policía me extorsionó con 500 pesos o me llevaba detenida. ¿Dónde están nuestros derechos laborales?»

La represión: Jóvenes vs. policía

El recorrido por Avenida Reforma hacia el Zócalo estuvo dominado al frente por sindicatos históricos como la CNTE, el SME y los trabajadores de la UNAM, que exigían la abrogación de reformas laborales y la reinstalación de electricistas despedidos en 2009.

Sin embargo, la jornada terminó con represión. Cerca de la librería Gandhi, policías del grupo Zorrosdispersaron a jóvenes que repartían libros, golpeando y arrestando a varios. Una joven de 23 años fue lanzada al suelo y pisoteada, pese a no portar armas.

Ana (23 años), estudiante de la UNAM, muestra moretones en sus brazos:

«Sólo estábamos repartiendo libros cuando llegaron los Zorros. A mi amigo lo tiraron al suelo por gritar ‘¡Vivan los trabajadores!’. A mí me golpearon la cabeza contra una camioneta. ¿Así defienden el orden?»

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