Mientras el Estado mexicano no genere las condiciones de desarrollo en las comunidades indígenas, será muy difícil fortalecer la identidad lingüística que se pierden con la migración hacia las urbes
Twitter: @KauSirenio
En la montaña de Guerrero, los adolescentes emigran hacia los campos agrícolas en cuanto terminan su primaria o secundaria. La mayoría toman el vuelo para nunca volver al municipio de Cochoapa el Grande, para refugiarse en el corte de pepino y tomate en el rancho Los Pinos, Valle de San Quintín. Y con ellos se llevan la lengua materna, que difícilmente podrán germinar por falta de política pública enfocada al fortalecimiento lingüístico.
La violencia institucional es más encarnizada con los pueblos indígenas que viven al filo de la muerte, por el despojo de sus tierras, la inseguridad y la falta de servicios básicos como salud y educación, además de padecen de discriminación y exclusión sistemático.
En el país, los más de 68 pueblos y comunidades indígenas: Nahua, maya, Ñuu Savi, Phurépecha, Me’phaa… Una gran cantidad emigra cada año a los campos agrícolas del norte del país para subsistir, pero en el intento, muchos mueren en accidentes o bien en los surcos por intoxicación ante el uso irracional de herbicidas y plaguicidas.
La migración interna se concentra en Valle de San Quintín, Baja California; Vizcaíno, Baja California Sur; Caborca, Sonora; Camargo, Chihuahua; Villa Juárez, Sinaloa; San Felipe, Guanajuato; Casimiro Castillo, Jalisco; Apatzingán, Michoacán, y Cuautla, Morelos.
En estos campos agrícolas, muy poco se sabe de las prestaciones sociales que debería tener un jornalero, que en su mayor parte son indígenas provenientes de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Puebla.
El desplazamiento se debe a una política estrategia del Estado para apropiarse del territorio histórico de los indígenas, con fin de explotación minera; esta medida de expulsión es parte de la política neoliberal que se puso en marcha para evadir responsabilidad rectora del Estado.
En la zona fronteriza, un jornalero gana 270 pesos, salario que no le alcanza para satisfacer sus necesidades: alimentación, salud, educación, vestimenta y vivienda digna.
De acuerdo con el Censo 2020, en México habitan 11.8 millones de personas en hogares indígenas, 5.7 millones hombres y 6.1 millones mujeres. En cuanto a lenguas materna, el náhuatl es el idioma más hablado, con el 22.5% de los hablantes de una lengua indígena, le sigue el maya con 774 mil hablantes (10.6%). Por su parte, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) señala que 25 millones de personas se identifican como parte de un pueblo indígena.
Las personas que hablaban alguna lengua indígena, 13 de cada cien son monolingües en su lengua materna y se concentran en Oaxaca, Yucatán, Chiapas, Quintana Roo y Guerrero, y se encuentran entre la población mexicana con niveles de vida de “mayor desventaja” en el país.
Hasta ahora, los municipios de Cochoapa el Grande, Metlatónoc y José Joaquín Herrera son los municipios del país que tienen los menores Índices de Desarrollo Humano (IDH). Los tres municipios que son de Guerrero.
En los municipios indígenas de la Montaña de Guerrero, Sierra de Tarahumara de Chihuahua y Los Altos de Chiapas, la situación de pobreza es alarmante. Hay carencia e insuficiencia de servicios de salud, educación y vivienda.
Esta situación ha desplazado a miles de indígenas hacia los campos agrícolas de México y Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, en sus intentos por darle la vuelta a la muerte, terminan sin fuerza, ni dinero y ni familia.
Mientras el Estado mexicano no genere las condiciones de desarrollo en las comunidades indígenas, será muy difícil fortalecer la identidad lingüística que se pierde con la migración hacia las urbes.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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