La Premio Nobel polaca Wisława Szymborzka (1923-2012), además de haber incursionado en la poesía, el ensayo y la traducción, también llegó a tener una columna en la revista Literary Life, una especie de correspondencia con escritores jóvenes, iniciada en 1968
Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves
“El talento es difícil de definir científicamente […] El talento literario es uno de tantos dones”
Nacida en Cracovia, Polonia, la escritora polaca Wisława Szymborska (1923-2012) es una de las autoras más asombrosas en la literatura del siglo XX y contemporánea. Corría el año de 1996 cuando ganaba el Premio Nobel de Literatura.
En México quien ha dedicado años de su vida al estudio, traducción y difusión de la obra de Szymborska es el poeta y traductor Gerardo Beltrán. Fue gracias a su traducción al español de la Poesía no completa (Fondo de Cultura Económica, 2008) de Szymborska —y con introducción de Elena Poniatowska— cuando la leí por primera vez años atrás. Pero no me centraré en su poesía ni en ese libro, sino en su columnismo.
Su obra está compuesta fundamentalmente por poesía, y cabe mencionar que, como muchas otras autoras, durante una buena parte de su vida publicó bajo seudónimos o con la ausencia total de un nombre, como en el caso del que hablaré ahora, y lo más curioso es que, además de haber llegado a incursionar en el ensayo y en la traducción —aunque en menor frecuencia que en la poesía—, también llegó a tener una columna, o una especie de correspondencia con escritores jóvenes, iniciada en la década de 1960.
Esto lo descubrí en el libro How to Start Writing (and When to Stop) Advice for Authors (New Directions Books, 2000; 2021), una compilación de sus columnas —traducidas y compiladas por Clare Cavanagh— que fueron publicadas en la revista Literary Life desde 1968, año en que en México se celebraban las olimpiadas y el escultor polaco Grzegorz Kowalski estrenaba su icónica escultura de prismas psicodélicos “Reloj solar” en la Ruta de la Amistad en la Ciudad de México —junto a la otra veintena de escultores internacionales.
Szymborska trabajó en el equipo editorial de dicha revista de 1953 a 1981. Junto al novelista y crítico Włodzimierz Maciag (1925-2012), ambos formaron el Literary Mailbox, conformado por dichas columnas/correspondencias en las que ambos autores respondían inquietudes, principalmente de jóvenes escritores o entusiastas de la escritura, que mandaban sus manuscritos para recibir una especie de retroalimentación, la cual recibían sin la firma de la persona que estaba respondiendo.
La autora comenta que utilizaba la primera persona plural en sus respuestas, no podía usar la primera persona singular en femenino, dado que era la única mujer que trabajaba en la revista y de inmediato se hubiera revelado su identidad, que tan cautelosamente resguardaba entre las respuestas que escribía en el Literary Mailbox.
Szymborska encuentra la belleza en lo cotidiano, al leer su poesía nos damos cuenta de ello, y en sus columnas a menudo hace referencia al prestar atención a la banalidad, pues ahí puede encontrarse más de lo que uno piensa. Habla de la relevancia de lo aparentemente irrelevante.
Sus columnas son entretenidas por varias razones, una de ellas es la brevedad. Hay columnas de tan sólo tres renglones, otras de hasta veinte. Con frecuencia en estos breves textos hay una chispa de gracia acompañada de su experiencia y puntos de vista en torno a la literatura, autores y géneros literarios, pero al mismo tiempo se llega a notar una cierta prepotencia de la autora. Por ejemplo: “Tus piezas son anticuadas tanto en forma como en alcance conceptual por igual. Esto es inusual en una chica de diecinueve años. ¿Será que los habrás tomado prestados del álbum de tu bisabuela?” (Las traducciones aquí vertidas las hice yo, del inglés al español).
Asimismo, fiel a sus convicciones, Szymborska insiste en más de una ocasión en que los estudios en Literatura no crean talento, si acaso muestran, exhiben, un talento que ya existe, un talento que, dirá en otro momento, está formado a base de lectura y complementado por los genes, quienes tienen la última palabra.
Sobre la traducción, específicamente de poesía, afirma que la “gente rara vez traduce poesía por placer, especialmente con alguien tan difícil como Goethe. El traductor debe no sólo permanecer fiel al texto. Él o ella debe también revelar la totalidad de la belleza del poema, manteniendo su forma y sugiriendo el estilo y el espíritu de la época”. ¡Cuánta concisión y con cuánta belleza lo precisa!
Todas las personas a quienes les responde las cartas provienen de diferentes ciudades de Polonia. En el libro también se muestran distintos collages a color que Szymborska creó, mismos que bien podrían ser excelentes obras del diseño gráfico y la publicidad.
Este libro acerca al lector a la personalidad de Szymborska, son consejos que ella da para lograr entender la literatura desde sus propios ojos; ella comparte su entendimiento sobre ciertos géneros literarios, en donde aparecen atisbos de una ligera arrogancia, de un profundo interés en autores clásicos (Safo, Horacio, Homero, Ovidio, Goethe, Shakespeare, Dostoyevski, Mann), ahonda en su visión en torno a la poesía y sus roces con la realidad y la vida misma.
Pero, sobre todo, se puede percibir la seriedad que Szymborska le concede a la literatura, particularmente a la poesía, aunque también al cuento. Muchas de las personas que mandan sus cartas al Literary Mailbox mandan cuentos, la mayoría poemas, lo que también nos habla de los intereses literarios de los jóvenes polacos en los 60s. Y no todas las correspondencias son retroalimentaciones negativas, hay una que otra que alienta al receptor a enviar más poemas, los felicita e incita a enviar más material.
Me fascina leer los libros que contienen compilaciones de artículos periodísticos, como éste, que también lo percibo como una lectura de ensayos breves en torno a la literatura. Lo comencé a leer antes de mi último viaje a Polonia, lo terminé estando en Varsovia, a inicios de este año, y fue una experiencia asombrosa imaginar a Szymborska en esos paisajes escribiendo sus columnas/correspondencias, pensando en qué responder a quienes con tanto ahínco le escribían.
Si bien hay nombres o iniciales junto a la ciudad polaca desde donde le mandan el texto, no aparecen las fechas exactas, detalle que me hubiera gustado ver. Hay muchas citas de este libro que quisiera extraer y compartir aquí pero no acabaría, así que cierro con una frase conmovedora de Wisława Szymborzka, un fragmento que encuentro en la respuesta que le envió a la señorita Ewa, de Bytom, Polonia: “Quizá los poderes poéticos yacen dormidos en las profundidades de tu alma”.
X: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves
everaceves5@gmail.com
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona