Las claves de la caída del gobierno de Bashar al-Asad en Siria

8 diciembre, 2024

Después de 24 años en el poder, el gobierno de Bashar al-Asad cayó a manos de los rebeldes. Su derrocamiento implicará un reacomodo geopolítico en una región marcada por el genocidio palestino, y la cual está en disputa desde hace muchos años

Texto: Luciana Oliver Barragán

Foto: Especial tomada de video

CIUDAD DE MÉXICO. – En la madrugada del 7 al 8 de diciembre el gobierno de Bashar al-Asad colapsó en Siria, poniendo fin a 24 años de su régimen al frente de la República Árabe Siria, un país que ha existido por 61 años.

La caída de al-Asad llega después de que el 27 de noviembre de 2024, el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) lanzara una ofensiva desde Alepo, en el norte de Siria, avanzando hacia Homs, la tercera ciudad más poblada y un punto estratégico que conecta Siria, Líbano y las bases navales rusas. La ofensiva culminó en Damasco, donde el Ejército Árabe Sirio (SAA) se desmoronó rápidamente, sin ofrecer mucha resistencia.

«Victoria de todos los sirios»

Hayat Tahrir al-Sham (HTS), u «Organización para la Liberación del Levante» en español, es un grupo islamista yihadista heredero de Al Qaeda. Lo dirige Ahmed al-Sharaa, antes conocido como Al Jawlani, por cuya captura Estados Unidos ofrece una recompensa de 10 millones de dólares.

En un discurso pronunciado el 7 de diciembre en la mezquita de los Omeyas de Damasco, Ahmed al-Sharaa proclamó: «Esta es una victoria de todos los sirios». Dos días antes, había dejado claro que su objetivo era derrocar al régimen de Asad.

Actualmente, Bashar al-Asad está desaparecido. Rumores apuntan a que probablemente abandonó Siria. El Wall Street Journal informa que al-Asad viajó a Rusia con su familia, pero tanto el Kremlin como el primer ministro sirio Mohammad Ghazi al-Jalali se han mantenido en silencio al respecto.

Según el Programa Mundial de la Alimentación de la ONU, más de 280 mil sirios han sido desplazados por las recientes ofensivas, sin contar con las víctimas de más de diez años de guerra civil.

La cabida de al-Asad en medio de un genocidio

El 7 de diciembre, durante el Foro de Doha en Catar, los ministros de Asuntos Exteriores de países árabes, entre ellos los representantes de Arabia Saudita, Jordania, Egipto e Irak, junto con los países miembros del «Proceso de Astana» (Turquía, Rusia e Irán), firmaron una declaración conjunta sobre la situación en Siria.

En el texto, los representantes señalaron:

«La continuación de la crisis siria representa un peligro creciente para la seguridad del país y de la región, lo que exige que todas las partes busquen una solución política que ponga fin a las operaciones militares y proteja a los civiles de sus efectos».

También, subrayaron la necesidad de «detener las operaciones militares para iniciar un proceso político basado en la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, con el fin de evitar más muertes y prolongar la crisis, preservando la unidad, soberanía e integridad territorial de Siria y protegerla de caer en el caos y el terrorismo, y garantizar el retorno voluntario de los refugiados y desplazados”.

Durante los más de diez años de guerra civil, Irán, Hezbolá (la organización chiíta libanesa) y Rusia han sido aliados clave del gobierno de Bashar al-Asad. Sin embargo, desde el inicio del genocidio palestino a manos de Israel, tanto Irán como Hezbolá han reducido su implicación en Siria.

Tras la caída del gobierno de Bashar al-Asad, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, estableció una zona de seguridad en los Altos del Golán, una región fronteriza entre Israel, Líbano, Siria y Jordania. Desde 1981, Israel ha anexado los Altos del Golán, una zona que Siria sigue reclamando.

Los Altos del Golán son un territorio estratégico tanto para Siria como para Israel, pues se encuentran a solo 60 kilómetros de Damasco y albergan los afluentes del río Jordán, que abastecen de agua a Israel. Esta región ha sido la razón por la cual el gobierno ultraderechista de Netanyahu no ha querido renunciar a ella.

La ONU ha controlado los Altos del Golán a través de la misión de la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS). Aunque la comunidad internacional no reconoce la soberanía israelí sobre el territorio, en 2019, el presidente Donald Trump reconoció los Altos del Golán como parte de Israel, y esta postura ha sido mantenida por el gobierno de Joe Biden.

A pesar de que la caída de Bashar al-Asad podría ser vista como positiva para Israel, pues disminuiría la influencia de Irán y del eje de la resistencia en Siria, el periodista Alejandro López, de Diario.red, advierte que «Israel se encontrará ahora con un régimen islamista en sus fronteras, mucho más armado y miliciano, con simpatías hacia Hamás».

Rusia en la disputa

Rusia ha apoyado al régimen de al-Asad principalmente por sus intereses estratégicos en Tartus, en la costa mediterránea, donde mantiene su única base naval en la región, lo que le permite proyectar poder hacia Libia y el resto de África.

Desde Tartus, Rusia ejecutó ataques aéreos con misiles Kalibr para frenar el avance del HTS en Idlib y en Al-Rastan, cerca de Homs, pero no logró detener el avance hacia Damasco.

Aunque la caída de Bashar al-Asad podría marcar el fin de la influencia rusa en Siria, el periodista Pablo del Pozo en Descifrando la Guerra, considera que Rusia podría seguir presente «mediante acuerdos con el HTS para mantener sus fuerzas en el territorio».

Turquía ha apoyado tanto al HTS como al Ejército Nacional Sirio (SNA), que tiene el control de Ankara. El gobierno turco mantiene tropas en el norte de Siria en una zona conocida como «zona de seguridad».

La zona de seguridad fue la más afectada por el terremoto de febrero de 2023, cuando los sismos de 7.8 y 7.5 grados sacudieron 14 países, incluidos Chipre, Israel, Jordania y Líbano. El saldo fue de más de 5 mil muertos y 25 mil heridos.

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El especialista en Oriente Medio, Michael Lüders, afirmó en una entrevista con la cadena alemana Deutschlandfunk que «Ankara probablemente no solo sabía de la ofensiva, sino que también la apoyó militarmente».

Finalmente, Irán parece ser el mayor perdedor con la caída del gobierno sirio. Desde los años ochenta, Irán ha sido un aliado estratégico de Siria, especialmente durante la guerra entre Irán e Irak, cuando Damasco fue el único apoyo de Teherán.

Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó la caída de Bashar al-Asad como «un acto fundamental de justicia».

Derrocar a al-Asad, el viejo plan de los Estados Unidos

En 2015, Wikileaks publicó cables diplomáticos de Estados Unidos que demuestran que el país «conspiró estratégicamente para provocar disturbios en Siria contra el gobierno de Bashar al-Asad».

Los cables revelan que, en 2006, Estados Unidos buscaba «socavar al gobierno sirio por todos los medios disponibles».

Además, los archivos indican que «los aviones de guerra turcos utilizaron inteligencia estadounidense para bombardear aldeas kurdas donde el PKK tiene presencia, matando a muchos civiles en el proceso».

El PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, es la organización matriz del Partido de la Unión Democrática en Siria (PYD), compuesto por kurdos sirios y principal oposición al ISIS.

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No obstante, el 7 de diciembre, a través de sus redes sociales, el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró que, en su paso para acabar con el gobierno de Assad, la oposición de Siria había tomado numerosas ciudades, ante lo cual Rusia, según Trump parecía incapaz de intervenir en la marcha que atraviesa Siria. Y recalcó:»Nunca hubo un gran beneficio en Siria para Rusia, más que hacer que Obama se viera muy estúpido. En cualquier evento, Siria es un caos, pero no es nuestro amigo. Luego, advirtió:

«Los Estados Unidos no deben tener nada que ver con eso. No es nuestra batalla. Dejen que esto se juegue solo, no se envuelvan en eso».

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