Lanzan defensa comunitaria contra Santa Lucía

25 agosto, 2019

Los pueblos originarios en los municipios de Tecámac, Zumpango y Nextlalpan están contra el proyecto Santa Lucía. Pero se desmarcan de las acciones legales que encabezan grupos de empresarios, quienes lo hacen bajo la lógica empresarial. Desde las comunidades, advierten, les mueve el derecho humano al agua

Texto: Lydiette Carrión

Fotos: Archivo / Ximena Natera y Duilio Rodríguez

Los pueblos originarios afectados por la ampliación del aeropuerto de Santa Lucía preparan una defensa legal de carácter internacional en contra del proyecto. Reclaman la defensa al agua y el derecho de los pueblos originarios de ser escuchados. Advierten que la cuenca hídrica del Valle de México no soporta un megaproyecto más.

La estrategia legal está  bajo la guía legal del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.

José Antonio Lara Duque, director del Centro Zeferino Ladrillero, explica en entrevista:

“Ya interpusimos la primera batería de amparos. El proceso de construcción de amparos comunitarios [a diferencia de otros recursos impulsados desde la ciudadanía o de particulares] lleva mucho más tiempo, porque se tiene que consultar. Por eso se han interpuesto apenas los primeros amparos. Pero de una batería mucho mayor que habrá según se toman las decisiones”.

“Lo que nosotros planteamos desde las comunidades es el tema de protección del derecho al agua y de los pueblos originarios. Esos son dos pies sobre los que se levanta la resistencia de los pueblos».

Añade: “abiertamente y claramente hay una diferencia [de nosotros] con los  colectivos que han impulsado amparos desde la lógica empresarial”, que buscan, explica, regresar el proyecto a Texcoco. “Nosotros, apoyamos y celebramos en su momento que se cancelara el proyecto en Texcoco”. 

Pueblos vs lógica empresarial

Lara Duque comprende que los intereses empresariales están buscando más allá que una suspensión de Santa Lucía, el proyecto de retomar la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, el cual fue cancelado por la administración de Andrés Manuel López Obrador.

“Ellos lo hacen desde una lógica económica. Tenemos claro que ellos no buscan la protección del derecho humano al agua”, advierte.

“Partiendo de ahí hay una distancia importante. Se puede coincidir en suspender Santa Lucía”. Pero hasta ahí. “Los pueblos originarios no buscan ni avalan retomar Texcoco. Desde la lógica que llevamos, de proteger toda la cuenca, es insustentable”.

Lara Duque, quien en su momento también participó en la defensa del territorio en Texcoco, recalca: “Sabemos de las postura de la Presidencia de la República, de mantener por sobre todas las cosas Santa Lucía. Él [López Obrador] está perdiendo óptica en una disputa  con estos grupos empresariales”.

Pide que el gobierno federal no descuide que hay derechos de pueblos que también están metidos en el escenarios.

“Y a riesgo de ser demasiado tradicional, quien encabeza el gobierno está metido entre los intereses empresariales y los pueblos colectivos”. 

Tecámac no tiene agua

En Atenco, durante la oposición al aeropuerto, los actores principales fueron los campesinos. En Tecámac y Zumpango, los actores son los sistemas comunitarios de agua.

Porque el problema es la disponibilidad de agua.

Lara Duque enfatiza: «lo que se valora desde estas comunidades es el derecho al agua, que conocen muy bien”, ya que desde mediados del siglo XX en Tecámac la administración del agua ha sido comunitaria.

Santa Lucía está ubicada entre los  municipios de Zumpango, Tecámac y Nextlalpan. El municipio que más ocupa es Tecámac (con un 70 %), luego Zumpango (20 %), y por último Nextlalpan (10 por ciento).

Dentro de estos tres municipios, el Centro Zeferino Ladrillero ha identificado al menos 25 pueblos originarios, muchos de ellos mantienen su organización por medio de usos y costumbres. “La mayoría de ellos tienen sistemas comunitarios de agua, que no es otra cosa que la administración del agua por los propios habitantes de esas comunidades”.

En la zona, además, hay una situación muy particular en cuanto al agua.

“A principios y mediados del siglo XX con la necesidad de una red hidráulica, las comunidades con sus propios recursos y trabajo montaron sus propias redes hidráulicas. Sin participación de gobiernos ni municipales o estatales. Era una responsabilidad de Estado proveer de agua, pero no lo hicieron, así que lo hicieron las propias comunidades”, resume Lara Duque.

Así que las comunidades de la región tienen mucha claridad y experiencia con respecto al manejo y el uso del agua.

A partir del temblor de 1985, en Tecámac y Zumpango se detonó una explosión demográfica. Mucha gente de la Ciudad de México buscó salir de ahí. Luego desde el año 2000, empezaron a desarrollarse viviendas o fraccionamientos impulsados, por el entonces gobernador del Estado de México, Arturo Montiel. 

Foto: Duilio Rodríguez

Las ciudades dormitorio

“Para el 2000 2001, el gobernador Arturo Montiel empujó las ciudades dormitorio. Se trata de un desarrollo descomunal de vivienda a través de empresas.  Esto es incompatible con el sistema de agua que tenían los pueblos. Y esto dio los primeros choques de interés.

“La zona venía siendo hostigada por los municipios para despojarlos de sus sistemas comunitarios. Concretamente Tecámac y Zumpango tienen administraciones de agua municipales. Pero en otras partes de las demarcaciones, los municipios no entran para el servicio del agua”.

Entonces había una disputa para arrebatarles la administración de su sistema. Y se ha venido resistiendo, buscando  proteger esos sistemas”.

El Zeferino Ladrillero comenzó a participar en esta resistencia a partir del año 2012. 

Actualmente, los pueblos originarios que participan de estos amparos son:  

* Tecámac Centro o Tecámac Pueblo. Que fue la cabecera municipal de los 12 pueblos originarios. 

* San Lucas Xolox (de todos es el más cercano a Santa Lucía. Está a un kilómetro.)

* Santa María Ozumbilla 

* Los Reyes Acozac

* Santo Domingo Ajoloapan

* San Sebastián (Zumpango) 

* Santa María Cuevas (Zumpango)

* Loma Larga

Lara Duque explica que estos son los pueblos en los que Zeferino Ladrillero tiene participación, pero  no son los únicos que preparan una resistencia.

La Cuenca de México no aguanta

El problema de fondo es una incapacidad de la Cuenca de México de soportar megaproyectos de gran envergadura.

“Los funcionarios tienen la visión corta de que Santa Lucía ya está construido, y por lo tanto, el proyecto no afectará, pero no es el caso”. 

La cuenca del Valle de México tiene varias subcuencas. Una de ellas es la de Texcoco, por ejemplo, donde se pretendía construir el NAICM. Ahí la sobreexplotación de la cuenca es del 500 % (ello de acuerdo con los propios datos de Conagua, advierte Lara Duque). Es decir, se saca más agua de la que se infiltra al subsuelo. Esto ocasiona que los pozos se sequen, y que la ciudad se hunda.

Tecámac y Zumpango están sobre subcuenca Cuatitlán Pachuca. Y ahí la sobreexplotación es de 800 %. La carencia de agua en Santa Lucía es aún más crítica que en Texcoco.

“Desde 1954 hay un decreto de veda en la región. Consiste en que no se pueden hacer nuevas perforaciones para extraer líquido porque ya no hay agua. Se está sacando más agua de la que está entrando. Hoy por hoy hay pozos abatidos. Son pozos que se secan. Los vecinos nos refieren que hace 30, 40 años, se podía hallar agua con una perforación de 8 o 10 metros de profundidad. Hoy por hoy se requieren 150 metros”. 

Y eso, los pueblos de Tecámac, Zumpango, lo saben de primera mano, porque son ellos los que administran este bien.

‘Gato por agua’

El proyecto de Santa Lucía proyecta un consumo de agua de alrededor de 12 mil metros cúbicos por día. “La Sedena dice ser autosustentable con apenas 2 mil metros cúbicos de agua. Y el resto, para Santa Lucía,  decían que lo iban a sacar de sus propios pozos. Pretendían un juego medio perverso de decirles que perforarían sus propios pozos, pero lo pobladores son expertos en el tema, y saben que sus pozos se encuentran en el mismo vaso”.

Una vez que Víctor Toledo entró a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el gobierno federal reconoció la crisis hídrica, la poca disponibilidad de agua. Entonces propuso traer agua de la cuenca del mezquital, en Hidalgo. 

Pero los pueblos de Tecámac y Zumpango alegaron: ¿Y qué pasará allá con los vecinos del valle del mezquital? Reviraron: cada región debe ser sustentable con su propia agua.

Uno de los proyectos más costosos e insustentables que existen son los trasvases de agua. Es decir: el llevar agua de una región a otra. El costo energético es elevado y conlleva graves problemas de sustentabilidad y afectación a las comunidades. La Ciudad de México es uno de los lugares más insustentables que existen. Justo por esta situación, de esta sobreexplotación y trasvase se derivan hundimientos, contaminación sequías e inundaciones, además del consumo indiscriminado del agua de otras regiones. 

Aguas negras por oro

La mayoría de las aguas del Valle del Mezquital  son aguas negras, provenientes de los desechos de la Ciudad de México.

El proyecto federal ofrece que Santa Lucía se abastecería del agua tratada y se dejaría el agua a las comunidades. “Pero no lo creemos. Sabemos por experiencia que probablemente a las comunidades den el agua sucia. Ahora sí que como dicen: ‘no tenemos pruebas, pero no tenemos dudas’”, adcierte Duque.

“Y pues nosotros, en nuestros pueblos tenemos a los expertos en estos temas: los albañiles. Ellos explican que para construir, para fraguar, se requiere agua limpia, potable. El agua tratada no sirve”. 

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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).

Periodista visual especializada en temas de violaciones a derechos humanos, migración y procesos de memoria histórica en la región. Es parte del equipo de Pie de Página desde 2015 y fue editora del periódico gratuito En el Camino hasta 2016. Becaria de la International Women’s Media Foundation, Fundación Gabo y la Universidad Iberoamericana en su programa Prensa y Democracia.

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.