17 julio, 2021
La gira del documental de Luciana Kaplan, “la vocera”, llega al pueblo de Santiago Mexquititlán, Amealco, donde desde hace 4 meses sus habitantes han peleado por la defensa de su agua frente al saqueo y la escasez. El camino de Marichuy cala hondo en la memoria del pueblo hñöhñö, y con ritos espirituales, risas y fiesta celebran la lucha por la dignidad y autonomía de los pueblos y comunidades indígenas
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Especial
SANTIAGO MEXQUITITLÁN. QUERÉTARO- El 31 de marzo pasado las y los pobladores de Santiago Mexquititlán decidieron poner un alto al despojo de su agua.
Un día después, cientos de habitantes del pueblo se iban reuniendo en las inmediaciones del pozo de agua donde retuvieron una pipa que drenaba el líquido, mientras que en las casas no caían gotas desde hace semanas.
Los rayos del sol no daban tregua, y apenas se iban montando las lonas que días después se convertirían en un campamento vigilado diariamente por una guardia comunitaria.
Entre los matorrales secos aún había casquillos de las balas que policías del estado dispararon una noche anterior; los rostros de mujeres y hombres enfurecidos se entremezclaban con las palabras en hñöhñö con las que iban trazando la ruta a seguir durante su asamblea comunitaria.
“Antes tomábamos agua del río y ahora nos la cobran” se escuchó en español, mientras a mano alzada un puño de voluntarios y voluntarias accedían a brigadear sobre el problema en el pueblo.
A casi 4 meses de estos eventos, y después de ser amenazados, arrestados y sin ninguna acción por parte de las autoridades estatales y municipales, las sonrisas han vuelto a llegar al pozo de barrio IV.
Una carpa se levanta a unos cuantos metros del pozo tomado, y “La vocera”, un documental de Luciana Kaplan, ha llegado a Santiago Mexquititlán para avivar la llamarada de esperanza a un pueblo que, asegura, no dará ni un paso atrás para defender su territorio y recursos.
En el documental se muestra una parte de la campaña que el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) hicieron en 2018 para impulsar el registro de María de Jesús Patricio, Marichuy, como candidata a la presidencia de la república.
Una mujer al micrófono toma la palabra mientras el ambiente antes de la proyección cobra un tono más festivo “les invitamos a una ceremonia de apertura, también lo sagrado es importante compañeros”, dice, y frente a ella un grupo de sahumadoras va encendiendo en copal mientras caminamos cuesta abajo hacia el campamento/guardia donde noche a noche se turnan los habitantes del pueblo para vigilar el pozo de agua.
Dentro de las lonas que sirven como refugio a la noche, semillas y flores se tienden sobre el piso como ofrenda a la madre tierra mientras el humo sagrado se eleva.
“Demos gracias a los seis rumbos, demos gracias a los dioses que nos permiten estar aquí, pero sobre todo, intencionemos un rezo para que el gobierno deje en paz al pueblo de Santiago Mexquititlán” dice la sahumadora que dirige la ceremonia.
Lo sagrado se vuelve en un espacio de reflexión y escucha, donde los dolores de los pueblos y comunidades se pueden palpar al son de un tambor de cuero.
“Yo quiero agradecer a todos los que están aquí” dice Sara Hernández, una de las activistas que ha sido constantemente acosada y amenazada por el gobierno estatal y municipal “pero sobre todo, quiero agradecer que vienen aquí a ver cómo estamos, a decirnos que no estamos solos, que aunque han apresado a compañeros, les han disparado, aquí seguimos y seguiremos porque el agua es de Santiago, y no de los malos gobiernos.”
Continúa la ceremonia, y después de que las abuelas y mujeres ofrecen palabras a los cuatro rumbos, así como al cielo y a la madre tierra, cada asistente comparte la palabra mientras el fuego del sahumerio se consume en cenizas.
“Yo quiero agradecer a la esperanza, a la esperanza de estar aquí, y que nunca se vaya porque seguimos en la lucha” dice la hermana de Sara, Estela Hernández, también acosada y perseguida por las autoridades municipales y estatales.
Un canto se eleva desde la voz de un hombre del pueblo “Unidos como granos de mazorca, aquí estamos” dice, y las lágrimas dentro del campamento comienzan a caer alrededor de la ofrenda.
“Tenemos dignidad” dice una de las mujeres que guían la ceremonia “como nuestros hermanos que migran a las ciudades para buscar trabajo, comida y techo, estamos en todo el país y estamos unidos, no daremos ni un paso atrás.”
“Seguiremos en la lucha” “No queremos más despojo” “Caminamos juntos” “No están solos” son algunas de las frases pronunciadas por las y los asistentes, y tras encender de nuevo el cirio que acompañará su lucha un grito a puño alzado anuncia el destino de Santiago Mexquititlán.
–¡ts’ëdi, ts’ëdi, ts’ëdi!
ts’ëdi en español es fuerza, y fuerza es lo que acompaña los puños de la gente del pozo.
En una pantalla de poco más de tres metros el rostro de Marichuy saluda al pueblo de Santiago Mexquititlán.
Niñas y niños juegan entre el lodo mientras los puestos de quelites, gorditas, medicina natural y Leles se amparan de la llovizna bajo la carpa improvisada que el pueblo ha instalado para ver la película.
Antes de llegar Santiago, “La vocera” ha recorrido otras 16 comunidades indígenas del país. Esto gracias a Ecocinema, organización que se encarga de organizar los aspectos técnicos de la proyección.
“Bienvenidos” dice una mujer hñöhö mientras avanza en el registro de asistentes.
“Que bueno que vinieron a ver lo que pasa aquí en Santiago, no nos dejen solos.” agrega.
Aún es de día, y antes de la película una función de títeres cuenta historias sobre los hñöhñös, su lengua, costumbres y problemáticas. Carcajadas, gritos y sonrisas comienzan a dibujarse en los rostros de las decenas de personas que han venido a Santiago Mexquititlán.
“Viene gente de Querétaro y San Juan del Río, pero también de otras comunidades cercanas como Chitejé que también están defendiendo el agua. Creo que también hay gente de otros estados, como Guanajuato.” dice la mujer encargada del registro, quien semanas atrás mantenía bloqueada la carretera 57 en demanda de la restitución del pozo a la comunidad.
“Esta película es también una invitación al diálogo, a reconocer las problemáticas en común que se tienen” dice uno de los integrantes de Ecocinema, mientras cae la noche y comienzan a proyectarse en la pantalla los mensajes de Luciana Kaplan y Marichuy.
Los ojos de emoción y de reconocimiento en la lucha del CNI y el CIG se pueden ver entre las y los asistentes.
Un joven originario de Chitejé, que días antes ha participado en la asamblea comunal del pueblo para defender el agua murmura “aquí debemos de hacer eso, conseguir la autonomía, construirla. Todos los políticos son iguales, el agua es de aquí del pueblo.”
Los comentarios que vinieron al término de la proyección fueron construyendo una relatoría del despojo, pero también de la dignidad del pueblo otomí que ha paso seguro va construyendo la autonomía en su territorio.
“Está muy bien todo lo que hemos visto” dice uno de los asistentes al micrófono “pero es hora de avanzar más en nuestra autonomía, tenemos que hacernos cargo de nuestro propio pozo, administrar nuestra agua, así como en el documental, tenemos que avanzar en la lucha y luchar por nuestra autonomía.”
“Ojalá el CNI nos invite a sus reuniones, estamos en la misma lucha, la lucha por la autonomía” dice otro de los pobladores, mientras en la carpa se escuchan consignas que recuerdan a Emiliano Zapata.
Hoy ya no hay un sol radiante en Mexquititlán, pues la temporada de lluvias ha comenzado a llegar.
Pero la laguna, antes seca, ha vuelto a tener agua. Los pastos han vuelto a su color verde habitual, y entre el camino lleno de lodo no hay más casquillos de bala, sino flores creciendo.
Y entre la “gente del pozo” se erige el Consejo Autónomo de Gobierno de Santiago Mexquititlán.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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