En San Luis Potosí un grupo familias trabaja en el proceso de reparación simbólica por los feminicidios de sus hijas y la deuda histórica que existe con las víctimas. Yolanda, mamá de Nataly Alonso, de 16 años de edad, busca una explicación de por qué una mala cobertura periodística lastimó la dignidad de su hija
Texto: Marcela Del Muro
Foto: Susana Huerta López
SAN LUIS POTOSÍ.- Me llamo Yolanda, soy mamá de Nataly Alonso Rodríguez, víctima de feminicidio el 15 de junio del 2019 (en la ciudad de San Luis Potosí). Mi caso tiene una carpeta mal integrada, era una investigación sin movimiento hasta hace poco. Estoy aquí porque es mi derecho que se diga la verdad, con transparencia, y que llegue la justicia para Nataly.
El asesinato de mi hija, (que tenía 16 años), fue cubierto por un periódico de nota roja (el diario San Luis Hoy), en el ejemplar del domingo 16 de junio del 2019, en la sección “Policía”, en la pagina 31. La noticia llevaba por título: “Tenía poco tiempo de haber salido de La Pila (Centro Estatal de Reinserción Social 1), estrangulan a mujer en la (colonia) Julián Carrillo”.
En el contenido de la nota se hace una descripción sobre cómo le arrebataron la vida a mi hija y qué signos de violencia había cuando encontraron su cuerpo, además adjuntaron una fotografía de su cuerpo ya sin vida (2). Aquella vez, yo solo vi la portada, no leí la nota porque me dolía (1). Pero, yo identifiqué a Nataly por su pijama (3)
Esta información no debió haber sido publicada, la dignidad de mi hija no debió nunca lastimarse de esa manera. Nataly nunca estuvo en prisión como la nota lo dice, pero si lo hubiera estado no es una justificación para vivir toda la violencia que se le ejerció y que terminó con su vida. También era innecesario publicar fotografías y detallar los signos de violencia que había en su cuerpo, hacerlo es arrebatarle la dignidad a las víctimas, es lucrar con su muerte, lucrar con el dolor que se queda en quienes les amamos.
La historia que hay detrás de esa nota es la de una madre que siempre trató de procurar y salvaguardar la integridad de su hija porque siempre tuve, y tengo, la fiel creencia de que su derecho a la vida era lo más importante y que iba a tocar todas las puertas que tuviera que tocar para garantizarlo(2). Yo soy una mamá soltera que trabaja turnos de 12 por 12 horas, tratando que mis hijas tuvieran todo lo que necesitaban.
Nataly fue diagnosticada con Trastorno de Déficit de Atención (TDA) y desde bebé estuvo sometida a tratamientos ortopédicos para sanar un problema en su cadera. Cuando creció, tuvo la necesidad de recibir atención psicológica. Acudimos a un sinfín de instituciones de salud mental para brindarle el acceso a este derecho. A través de los caminos de su vida, con nuestros altos y bajos, siempre estuvimos juntas y yo nunca la solté en esta lucha que ambas teníamos para salvaguardar su integridad física y mental).
Detrás de esa nota, que reduce la historia de mi hija a un caso más de muerte, hay una madre que la amó con toda su alma y que siempre procuró e hizo lo imposible para protegerla. Lamentablemente, mis esfuerzos no me permitieron salvarla de este contexto tan violento que vivimos las mujeres en San Luis Potosí, porque ese contexto es algo mucho más grande que se nutre de los discursos de odio contra las mujeres, un odio que las culpan de la violencia que viven y con esto disminuyen la responsabilidad de quien la ejerce, fomentando practicas sociales de tolerancia y permisividad a la violencia contra las mujeres.
Yo todavía no digiero esa ausencia: esa adolescente, esa muchacha rebelde, esa muchacha alegre, esa muchacha que no me decía madre, me decía doña; esa muchacha con ganas de ir trazando un camino, que me enseñó que la tenía que aceptar y respetar tal cual era. Para mí es muy difícil, el proceso ha dejado muchas preguntas sin respuestas, aunque han sido muchos caminos recorridos desde entonces.
Yolanda es una mujer menuda, simpática y de risa contagiosa. Siempre porta algún objeto que le recuerda a su hija Nataly: un dije con la letra “N”, aretes en forma de estrella u objetos con el estampado de Mickey Mouse.
Entre sus jornadas de trabajo, en una maquiladora de partes automotrices en la zona industrial, acomoda sus horas libres para asistir a las actividades con las familias que integran el proceso de reparación simbólica por el feminicidio de sus hijas, proyecto impulsado por la señora Esperanza Lucciotto, mamá de Karla Pontigo, y acompañado por la Instancia Municipal de las Mujeres.
El proceso de reparación tiene dos aristas: la primera es desde lo colectivo, donde siete familias impulsaron la declaratoria del 14 de mayo como el día estatal “Por la Justicia para las Víctimas de Feminicidio en San Luis Potosí” y develaron un memorial para las mujeres víctimas de violencia feminicida frente a Palacio de Gobierno, señalando que existe una deuda histórica con las víctimas y sus familias; la segunda arista es desde lo individual, trabajando las complejidades de cada caso.
A Yolanda, el grupo de familias la ha arropado. Se siente acompañada, comprendida e impulsada para seguir luchando por su derecho a la verdad y la justicia.
“Este es un proceso de reparación simbólica porque la Instancia no tiene competencia para hacer una reparación integral, pero hemos ido generando caminos institucionales para construir otro tipo de medidas relacionadas con el derecho a la justicia: empujando el proceso de investigación sobre la muerte de sus hijas mediante revisiones técnicas para robustecer la perspectiva de género en las investigaciones. En el caso de Yolanda una de las medidas de satisfacción es acceder al derecho de réplica en un diario que cubrió el hallazgo del cuerpo de su hija desde parámetros que ella reconoce como falsos. Esta historia generó que muchas personas, incluida su propia familia, asumieran la nota como cierta y justificarán los actos de violencia”, explica una de las abogadas de la Instancia Municipal.
Además del derecho de réplica, para Yolanda es importante compartir su historia, relatarnos cómo era Nataly y cómo era su vida junto a ella; intentar que la narrativa sobre su caso se reescriba, poniendo al centro la historia familiar.
Yolanda y un pequeño grupo de integrantes de la Red de Mujeres Periodistas de San Luis Potosí se reunieron para un ejercicio de escucha y reflexión.
“¿Hasta dónde puede llegar el impacto de las notas que hacemos?”, se cuestiona y nos invita a cuestionarnos María José Puente, editora y reportera potosina. Este ejercicio nos permitió ser más conscientes, de la mano de Yolanda, sobre cómo nuestro trabajo periodístico trasciende más allá de lo que nosotras percibimos: ayudamos a la construcción de la memoria colectiva, nuestro trabajo ayuda a que la ciudadanía esté informada y forme su propia opinión sobre los acontecimientos que nos envuelven. Una nota falsa o revictimizante es violentar directamente a las víctimas y sus familias.
“México es un país donde los medios de comunicación un día pueden publicar la nota sobre una mujer desollada y descuartizada en la portada, y al siguiente dedicarla a una manifestación feminista. Es donde existen empresas con grandes medios nacionales con ejemplares de prestigio y con otros de bajo costo donde está más que normalizado el revictimizar, criminalizar y sexualizar a las mujeres; es decir, donde la vieja tradición de la nota roja persiste y es fomentada, pese a que perjudica a las víctimas, sus familias y a la sociedad en general”, señala el manual lanzado por la ONU Mujeres México y elaborado por cuatro periodistas mexicanas: Karla Casillas, Cristina Salmerón, Isabel Montoya y Lydiette Carrión.
En un poco más de 100 hojas, las autoras identifican y señalan, mediante ejemplos, las narrativas periodísticas que han violentado a las mujeres, pero también analizan el amplio marco legal que protege a las mujeres y niñas de esa violencia mediática. Pero aún existiendo esas posibilidades legales han sido pocas las veces que algún medio informativo ha sido sancionado.
“Este panorama donde hay muy poca regulación hacia contenidos mediáticos que violentan a las mujeres y las niñas puede obedecer a varias razones. Una, por ejemplo, es que la normalización de estas violencias contra las mujeres es tal que muchas veces ni las víctimas ni sus familiares saben que pueden demandar a los medios de comunicación por violar sus derechos (aunque también es competencia de la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas “examinar de oficio o a petición de parte las publicaciones y revistas ilustradas”). Otra es que existe una audiencia que consume este tipo de violencias en los medios de comunicación, algo usual en la llamada “nota roja”. Una más es que al no existir castigo por parte de la autoridad a los medios que violan las leyes, se siguen cometiendo faltas”, menciona el manual.
El manual, además, cuenta con recomendaciones, ejemplos de adecuadas coberturas periodísticas y una guía breve de lenguaje incluyente y no sexista. En el caso de Ingrid Escamilla, parecido al caso de Nataly en la difusión de imágenes explícitas del crimen, se dice: “La sola descripción de un feminicidio y de la violencia ejercida probablemente abone a generar miedo entre las demás mujeres. Cada vez que escribas una nota, pregúntate: ¿qué sentirá la familia y amistades de la mujer asesinada cuando lean esto? ¿Qué sentirán las demás mujeres? ¿Abona a la indignación, a la comprensión de un hecho o al miedo y al morbo?”.
La tarde del 22 de septiembre, Yolanda, acompañada de activistas y trabajadoras de la Instancia, llegaron a las oficinas de San Luis Hoy, periódico hermano de El Pulso, uno de los medios con más prestigio en el estado.
“Estoy muy contenta. Hoy es el día, mi corazón llevaba tiempo buscando decir esto y necesita explicar cómo me lastimó (la nota), pero hoy es el día”, los ojos de Yola mostraban alegría mientras esperaba ser atendida por el coordinador de la sección policiaca del periódico.
Pasaron los minutos y el coordinador nunca llegó, en cambio, su asistente recibió a Yola en la puerta y explicó que el medio tiene una ruta para las réplicas de notas y era imposible recibir la carta en ese momento, debía ser enviada a un mail que se encuentra en la página web del medio y, desde ahí, recibiría una respuesta. Una de las abogadas de la Instancia explicó el proceso de reparación simbólica. La asistente cuestionó el porqué de solicitar la réplica ahora, después de tantos años. Su actitud fue distante y, desde el inicio, puso una barrera grande entre el medio y Yolanda.
Para Yola, lo importante de solicitar este derecho de réplica es poder expresar ese dolor que provocó la publicación de una noticia falsa sobre el feminicidio de su hija con el encargado editorial de esa sección, para restaurar la memoria y dignidad de Nataly, pero también para evitar que esto siga sucediendo. Yolanda sigue esperando ser escuchada.
Periodista freelance con base en San Luis Potosí. Le gusta escuchar historias y trata de preservarlas, por eso es periodista. Su visión se centra en la cobertura de temas de derechos humanos, migración, desaparición, violencia de género y crisis ambiental.
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