Con la entrada de la Primavera, muchas cosechas en Italia se han perdido. La falta de migrantes en los campos donde se recolectan frutas, verduras, adolecen por el cierre de fronteras…
Texto: Cynthia Rodríguez
Milán, Italia.- Cuando el coronavirus llegó oficialmente a Italia era 29 de enero: pleno invierno. Dos turistas chinos en Roma comenzaron con los primeros síntomas y fueron internados en el Spallanzani. Ocho días después, un investigador italiano proveniente de Wuhan también presentaba síntomas e igualmente fue hospitalizado ahí, en la capital italiana.
Sin embargo, casi un mes después, el 21 de febrero se detectó a un habitante de Codogno, provincia de Lodi, en Lombardía, con todos los síntomas del coronavirus sin haber pisado nunca China. Dos horas después, otras dos personas contagiadas y el foco de infección se expandió como pólvora. En menos de 30 horas, esa zona de la Lombardía quedó delimitada por militares y carabineros para prohibir el paso. Cero salidas y cero entradas.
Lo demás, ya forma parte de la más reciente historia de este país que en pocos días se convirtió en la primera zona roja de toda Europa. Pues el 9 de marzo el gobierno cerró sus fronteras para evitar la propagación del virus que ya para entonces estaba fuera de control.
Así, en medio de cifras altísimas, y antes de que terminara el invierno varios países de la Unión Europea, ante el temor del contagio, fueron cerrando también sus fronteras. Ya para el 17 de marzo el llamado territorio de Schengen –donde convivían los 27 países miembros con el paso libre de ciudadanos– fue suprimido.
Con la entrada de la primavera, los datos de muertes y contagios no mejoraron. El boletín del 21 de marzo seguía en aumento: 53 mil 578 casos positivos y 4 mil 825 muertos, la gran mayoría –como ha sido desde el inicio– en el norte del país.
En 16 días –es decir hasta hace dos días–, en Italia ya se cuentan 132 mil 547 contagios y 16 mil 523 muertos. Un contagio que se siguió multiplicando a pasos agigantados y donde no sólo la sanidad comenzó a sufrir, sino varios sectores que mueven la economía aquí, incluida la agricultura.
En primavera, cada año llegan alrededor de 500 mil trabajadores de otros países, principalmente del este de Europa para levantar las cosechas de los campos italianos. En esta ocasión, no.
Esta es una bomba de tiempo que en los últimos días ha comenzado a subir de tono, pues muchísimos productos no han podido recolectarse y las cosechas están en peligro.
Cada año, de acuerdo a la Coldiretti, la confederación nacional de agricultores, llegan 370 mil trabajadores extranjeros de manera regular, que por la actual emergencia sanitaria no podrán levantar las cosechas y preparar las siguientes siembras.
Ettore Prandini, presidente de la Coldiretti, ha señalado que se necesita un Plan Marshall para salvar los campos italianos ante la falta de la mano de obra estacional y no perjudicar las entregas de los alimentos en los diferentes negocios y supermercados.
“Con el cierre de las fronteras y las limitaciones de movimientos decididos por Italia y otros países, se está obstaculizando la recolección de las primeras cosechas en la Primavera como fresas y espárragos, que este año ha comenzado antes a causa de las elevadas temperaturas en el Invierno”, reconoció Prandini hace apenas una semana.
El temor ahora es que si el problema se alarga, la recolección de la fruta en el verano, tampoco esté garantizada.
“Las medidas de contención de la pandemia en los hechos ya están provocando que se queden sin empleo miles de trabajadores extranjeros que en Italia encuentran trabajo, solucionando casi el 30 por ciento del total de jornadas necesarias en el sector”.
Hace dos días, la Ministra de la Agricultura, Teresa Bellanova, informó que ya estaba en pláticas con el embajador de Rumania para acelerar un decreto para hacer pasar 18 mil trabajadores regularmente hacia Italia.
Sin embargo, este problema no es algo que sólo afecte a Italia. Países como Alemania, España y Francia también comienzan a sufrir por esta falta de mano de obra de trabajadores extranjeros que el coronavirus ha interrumpido y que temen que las cadenas productivas se detengan.
En Italia, según la Coldiretti, están buscando otras vías para no perder las cosechas, que podría ser llamar a estudiantes para que ayuden con las cosechas locales, y apostar más a la producción llamada o conocida como kilómetro cero y amortiguar la fragilidad actual donde Europa depende extraordinariamente de los mercados externos para satisfacer su demanda.
De ahí que los agricultores estén solicitando que hoy, más que nunca, se consuma lo del propio país. Y es que con el actual sistema, los productos comestibles viajan en promedio unos 5 mil kilómetros antes de llegar al plato de los consumidores.
Incluso, de productos tradicionales como garbanzo, lentejas, trigo, naranjas, manzanas, uva, melón, que de acuerdo a datos de la Coldiretti, cada vez llegan de lugares más lejanos.
En los últimos 10 años, por ejemplo, las importaciones españolas de productos alimentarios crecieron un 66 por ciento. Productos como uva, manzana, arroz y papas, viajaron en promedio 39 mil kilómetros, es decir, casi dar una vuelta al mundo, cuando de acuerdo a los especialistas estos mismos productos se podrían cultivar en una espacio de menos de 100 kilómetros de cada ciudad.
Ayer por la noche, el Presidente del Consejo de Ministros, señaló al anunciar nuevos apoyos para las empresas y las familias, que después del 13 de abril se esperará “renacer con una nueva primavera”. En los campos italianos y europeos, aún no se han enterado.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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