Ante la emergencia sanitaria y su impacto en los hospitales, la partería urbana representa una opción para las mujeres embarazadas. Parteras urbanas pugnan por que el Estado subsidie esta práctica para que sea accesible a más personas
Texto: Vania Pigeonutt
Fotos: Renata Argos
La bebé de Georgina Yemara López Hernández nació siete días después de que iniciara la cuarentena por la pandemia de coronavirus (covid–19).
La noticia fue sorpresiva y preocupante. Cobró mayor relevancia para ella y su pareja conforme pasaban los días y crecía gravedad de la enfermedad mundial. Pero no sintió el estrés de cambiar de plan, de mortificarse por contagiarse en algún hospital: había decidido un parto en casa.
Los niños nacen en tiempos de paz y guerra, durante un terremoto o en medio de un tsunami. En la calle o en una habitación, en los hospitales, callejones, en un taxi. Los niños tienen que nacer, no pueden estar guardados en el vientre de sus madres por más de nueve meses. La vida pese a la contingencia sigue su curso.
–Nosotros teníamos planeado que teníamos a nuestro bebé en casa. No sabíamos que iba a suceder todo lo del pandemia del covid. Coincidente, se reduce mucho la posibilidad de contagio. En realidad nuestra partera de Luna Maya fue siguiendo los lineamientos de higiene y seguridad. Nos daba mucha tranquilidad, que no teníamos que ir ni exponernos a salir a un hospital–, narra desde su recuperación Georgina.
El saber que el nacimiento de nuestra hija iba a ser en las mejores condiciones nos dio mucha tranquilidad –continúa–. Lo digo en las mejores condiciones porque es desde un esquema, de un modelo de partería, donde el centro, el énfasis, está en las mujeres. En nuestra posibilidad de parir y que todo el tiempo es un acompañamiento que ve a diferencia de otros, de atención.
Las parteras representan una opción para volver a parir en casa, lejos del sistema de salud y de algunas violencias obstétricas. Sin embargo, no es una opción para todas las mujeres que deseen hacerlo.
Kay Nicté Cisneros García, una partera urbana, considera que la Secretaría de Salud debería subsidiar esta práctica para las mujeres embarazadas que no puede atender por la contingencia. Las parteras, señala, en este contexto, han ofrecido trueques para hacerse de recursos con qué cubrir los partos, pero no no siempre les es posible.
El jueves 9 de abril, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, habló de las mujeres embarazadas como grupo específico. Dio la triste noticia: de los últimos 194 decesos hasta ese día, dos eran mujeres gestantes.
Veinte días después de decretada la medida de permanecer en casa para evitar contagios, en su conferencia vespertina, la directora del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, Karla Berdichevsky Feldman, presentó los lineamientos para la atención de covid–19 en el embarazo, parto, puerperio– periodo de hasta ocho semanas de recuperación después del parto–, y el recién nacido
El sector salud dio algunos datos. “De acuerdo con proyecciones del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, para el periodo de abril a junio del año en curso, se estima la ocurrencia de cerca de 260,000 eventos obstétricos en el país, un aproximado de 235,000 nacimientos y cerca de 25,000 abortos. Además, considerando las condiciones habituales de atención, se otorgarían alrededor de un millón , 150,000 consultas de control prenatal y casi 200,000 consultas durante el puerperio”.
También que: “todas las mujeres embarazadas, con sospecha, o diagnóstico confirmado de covid–19, incluyendo quienes se encuentren en aislamiento domiciliario, deben tener acceso a servicios de calidad, incluyendo atención obstétrica, neonatal, aborto seguro (en los marcos previstos por la ley), anticoncepción post evento obstétrico, prevención y atención de la violencia y apoyo psicosocial o en salud mental, según se requiera”.
Una mujer embarazada con covid–19, explica el documento, puede cursar asintomática, tener síntomas leves o llegar a una condición más grave. Como cualquier otra persona, sobre todo cuando presenta comorbilidades o factores de riesgo.
“Es necesario extremar las precauciones y medidas de sana distancia en las mujeres embarazadas. No se ha confirmado la transmisión vertical toda vez que las muestras de líquido amniótico, tejido placentario, sangre de cordón umbilical y exudado faríngeo en los recién nacidos fueron negativas en las series de casos publicadas hasta ahora”, explica.
Las autoridades enfatizan que las medidas de higiene y precauciones basadas en la transmisión deben asegurarse durante la atención del parto y después del nacimiento. Da otras medidas higiénicas y recomendaciones a los hospitales designados para la atención materno-infantil, las jurisdicciones sanitarias y secretarías estatales para atender la emergencia.
El modelo de partería no sólo ve la salud física, de mamá y bebé. También se pone atención en la salud mental, emocional: en las emociones, sentimientos, en todo lo que implica un trabajo de parto. Georgina explica que el enfoque de partería urbana es mucho más integral y respeta sus derechos sexuales y reproductivos. En otros contextos, destaca, no es posible que esto sea así. Sobre todo casos de violencia obstétrica hacia mujeres.
«La partería es vista, al menos las parteras tradicionales, como estas parteras que atienden a mujeres en comunidades alejadas. Donde no tienen las mujeres acceso a los hospitales… Si miramos el contexto de otros países en el mundo, como en Inglaterra, Francia, Finlandia, Suecia y Japón, países industrializados, los llamados del primer mundo, mas del 70 por ciento de los nacimientos realizan las parteras. Y además tienen menores tasas de muerte, de las madres, y muerte infantil».
Para Gina, su hija de ahora 13 días de nacida y su pareja, dice, fue la mejor decisión. Trascender sus pensamientos a lo que es el común imaginario, una criminalización hacia la profesionalidad que implica parir en casa. No son mujeres improvisadas, insiste entusiasta, son mujeres preparadas para atender perfectamente bien a un bebé y mamá.
Elvira Liceaga, una locutora y escritora de 36 años de edad y ocho meses de embarazo, define estos tiempos de pandemia como distópicos, de aprendizaje, una especie de condena. Quitan rutina, dice, libertad de movimiento, pero también son una pausa para repensarse el mundo que se habita, dan alguna esperanza. Son para ella una reflexión profunda de lo que estamos construyendo y cómo será después del encierro por la cuarentena. Por ahora descansa la compañía y abraza la soledad. Sus planes de parto sufrieron un giro por la misma circunstancia y ella decide mirar hacia el futuro.
«La sensación de estar embarazada en estos tiempos es… si ya con el cambio climático, con los niveles de violencia, con el ser mujer en México parecía un contrasentido, el encierro que nos tiene en tanto contacto con nuestros miedos, la soledad, nos lo permite alimentar: por qué habríamos de traer un hijo, hije al mundo, donde además vivimos un sistema de salud muy ineficiente, muchos obstáculos».
Elvira relata que se soltó a llorar el jueves 9 de abril, cuando en su conferencia –que ella llama con humor «la novela de las siete»–, Gatell dio la triste noticia sobre las mujeres embarazadas.
Otra sensación le invadió el cuerpo: la de orfandad estatal, de no saber qué es lo más seguro para su bebé. Los especialistas no llegan todos los días con actualizaciones al respecto. No sabe dónde ubicarse, cuál es su verdadero riesgo tomando en cuenta sus intersecciones.
Elvira tiene varias quejas al respecto. No sólo hay una carencia de información sobre los diferentes riesgos de estar embarazada y contraer covid, sobre qué opciones tienen; le gustaría que ofrecieran estudios de otros países, casos comparativos, información para mantenerlas tranquilas. Conscientes de cuidarse, pero con información. Estas dudas las manifiestó el viernes 10 de abril, un día después de la primera información específica.
«Lloré horrible porque es muy impactante. Existe el mito que las embarazadas son más fuertes, porque están ejerciendo una capacidad hipernatural de la autoprotección del cuerpo. Es raro que se enferme una embarazada, porque tienes muy altas las defensas, te estás cuidando en el mejor de los casos; pero México tiene un problema muy grande de malnutrición, de alimentación con productos de poca calidad. Ya no sólo nos va a pegar diferente que a otros países, tenemos un sistema de salud muy precario, incapaz de atender.
Elvira regresa a la doble sensación de estar embarazada. Por una parte, enfatiza en la conversación que el contexto y el encierro podrían ser depresivos por sí solos, como si el mundo diera señales de “ya no se reproduzcan, no sean tontos”, pero pesa más el aprendizaje, la organización.
La escritora piensa en la responsabilidad de existir, de pensar en el “cochinero”; reflexionar sobre lo que come, cómo lo come, el proceso de cocinarlo, de dónde viene lo que compra. El llamado a apoyar redes de consumo local. La ayuda mutua de mujeres en contra de la violencia en casa. Todo eso le parece esperanzador para su bebé. Cuando pase el covid, añade, seguro habrán aprendido mucho de como todos nuestros actos tienen una consecuencia en comunidad. El autocuidado y el cuidado del otro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) registra que todos los días mueren 830 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. Tan sólo en 2015 se estimaron unas 303 mil muertes de mujeres durante el embarazo y el parto o después de ellos. El organismo, sin embargo, no menciona el embarazo como un riesgo per se o un estado de vulnerabilidad a contraer la enfermedad pandémica.
Las embarazadas, señala, deben tomar las mismas precauciones que el resto de la población para evitar covid–19. Las mujeres embarazadas y las que hayan dado a luz recientemente, incluidas las afectadas por covid–19, deben acudir a sus citas médicas de rutina.
En la misma conferencia del gobierno federal el 9 de abril, sin embargo, cuando el subsecretario López-Gatell soltó un dato: en 2009, durante la pandemia de influenza A-H1N1, la mortalidad materna se vio “importantemente afectada, al grado que la mortalidad asociada a neumonía se convirtió en la segunda causa de muerte materna», cuando era la causa número 12 o 13. “Hay que tener cuidado con las mujeres embarazadas y considerarlas personas susceptibles”, dijo ese día reiterando medidas de prevención como el lavado de manos.
Hasta ese día quedó clara la susceptibilidad a la que están expuestas las embarazadas, conforme a estadística.
La misma OMS alerta sobre el número tan elevado de partos hospitalarios y cesáreas innecesarias.
Kay Nicté Cisneros García es una partera urbana de 21 años de edad. Está en el nivel de partera primaria en supervisión. Su mentora es la partera Hannah Borboleta, directora clínica de la Casa de Partería Luna Maya de la Ciudad de México. Ha asistido a más de 40 partos y desde los 15 tuvo como un llamado para ayudar a las mujeres embarazadas a dar a luz.
Un día antes de la noticia de las dos mujeres embarazadas fallecidas por covid, la Red Mexicana de Parteras autónomas, a la que pertenece Kay, realizó un pronunciamiento. , a la cual pertenece Kay, . una mujer de voz contundente y dulce. Este documento contiene recomendaciones sobre los riesgos y oportunidades a la atención del embarazo, parto y postparto a raíz del covid–19.
El primero. No parir en un hospital a menos que el embarazo sea de alto riesgo. “Hasta la fecha, el hecho de estar en el mismo lugar que gente enferma, propicia la transmisión de infecciones intrahospitalarias a mujeres sanas y sus bebés. Con el brote de un virus tan contagioso, este riesgo aumenta y se vuelve más visible, pero es una conversación que las parteras que atendemos en casa hemos tenido desde hace años”.
Llaman a volver a mirar las casas propias y casas de partería como lugares posibles y seguros de atención de la salud sexual y reproductiva de las mujeres .
Lanzaron algunos datos: «la tasa de cesáreas en México está en 46 por ciento cuando, según la OMS, sólo se podrían justificar una tasa de 15 por ciento en cualquier país. Una partera es, según la Confederación Internacional de Parteras (ICM, por sus siglas inglés), la profesional responsable […] quien trabaja en conjunto con las mujeres para dar el apoyo, la atención y la consejería necesaria durante el embarazo, parto y posparto”.
Las 20 casas de partería que conforman esta Red pidieron a corto plazo descargar el sistema de salud y desde la sociedad y el gobierno apoyar a las parteras que ya ejercen su labor para que puedan atender a más mujeres que no necesitan estar en el hospital; promover partos en casa o en casas parteras y a mediano y largo plazo invertir en la formación de las parteras, habilitar nuevos espacios de atención por parteras.
En este comunicado, reclamaron que en varios lugares del país, las mujeres ya experimentan un abandono por sus proveedores de salud, quienes argumentan que ya no las van a poder atender por causa de la contingencia. También alertaron que ginecobstetras que no habían atendido en casas, lo empiezan a ofrecer queriendo usar las mismas intervenciones que se aplican en hospital: epidural, episiotomía, kristeller, entre otros métodos quirúrgicos.
Kay Nicté, una mujer de voz contundente y dulce,. explica por qué son una buena opción fuera del sistema de salud.
–La partería en México tiene una regulación un tanto extraña, en otros países el sistema de salud está equilibrado, cualquier mujer que esté embarazada, se atiende con una partera. Porque la partera es la profesional de la salud que se encarga de atender a todas las mujeres sanas con embarazos sanos.
Las parteras solamente atendemos a mujeres sanas y embarazos sanos, no mujeres con diabetes, hipertensión, embarazadas de trillizos, pero según la OMS el 85 por ciento de la población de mujeres se puede atender con partera, cómo es que en México tenemos una tasa de cesáreas del 46 por ciento.
Atención centrada en la mujer. Es muy diferente al modelo hospitalario, porque en el modelo las tratan de la misma forma, protocolo igual. Tantos centímetros de dilatación, debe estar sola, sin acompañantes, en el momento que tengas 10 centímetros, vas a otra sala. Es como una receta de cocina que aplican de la misma manera para todas las mujeres. En el caso del modelo de partería es lo opuesto: se va a adaptar a las particularidades de cada mujer.
La fortaleza de nuestro modelo se basa en ese vínculo de confianza que se crean entre parteras y mujeres para poder acompañar una transformación tan íntima, es muy importante la continuidad de atención y que la misma partera que acompaña todo tu embarazo, sea la que esta en tu parto. Acá te puede acompañar la pareja, tu mamá, la abuelita.
Otro principio importante del modelo que es que nosotras trabajamos de manera autónoma, no estamos subordinarnos a otro profesional de la salud. Nuestra formación es suficientemente completa como para atender tanto a mamá como a bebé, no requerimos que haya ningún médico en casa ni ningún pediatra y solamente en caso de que esa mujer en algún momento ya no fuera candidata para un parto en casa, porque las cosas se salen de lo normal, si sería cuando tendríamos que agarrarnos de esa red de otros profesionales de la salud, en este caso los ginecólogos obstetras.
– El hospital es un foco de gente enferma y las mujeres embarazadas no tienen que exponerse a ello. Eso se vuelve más evidente, es un argumento que toma mucho más peso, estamos en el contexto de una enfermedad súper contagiosa. Sabemos que el gobierno federal está hablando sobre esto, tomando medidas, no tenemos claro cuáles, cuántas, pero se está volteando a ver el parto en casa.
Desde antes de la pandemia nosotras hemos atendido mujeres con hasta 38 semanas, lo importante es que tengan convicción de partir con nosotras y que nos estemos viendo cada semana hasta el momento en el que nazcan y no perder el tiempo. La Red está abriendo posibilidades de truque para apoyar a mujeres de bajos ingresos económicos, pero no puede dar atención gratuita, por eso piden apoyo gubernamental constante, pero sobre todo en esta pandemia. Necesitan insumos necesarios, como mínimo piso de apoyo.
Angélica España es una mujer de 32 años de edad. Es su segundo embarazo y tiene siete meses de gestación. Estaba muy tranquila, tomando la enfermedad de covid–19 como algo que se superaría si no de inmediato sí pronto, hasta que en su trabajo le dijeron que tenía que descansar durante la pandemia y asumió la dimensión del problema. Adiós vacaciones, tardes de paseo con su hijo de dos años, de salir al parque o a comprarle algo, son actividades que tuvo que suspender de tajo. Ahora busca maneras de sobrellevar su embarazo y cuidarlo.
–Tuvimos que recurrir al Plan B. Mi mamá es doctora y con algunos conocidos decidimos que el parto será en una clínica particular. Mi cuñada me dijo: te alivias en casa, aliviarte en casa como sea estás aislada, lejos de las infecciones, de todo, pero un niño necesita un pediatra para que corrobore que todo esté bien, que respire bien. Son muchas situaciones que te ponen a pensar.
Ella vive en el Estado de México y le toca tener a su bebé en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero se puso a pensar junto a su mamá y esposo que allí llegan enfermos por covid. Su parto está programado para junio y no tiene certezas, no hay la suficiente información si para ese mes hay garantías de que están a salvo de parir en clínicas públicas sin el riesgo de enfermarse o que su bebé se enferme.
Estos días la han hecho reflexionar sobre su descanso obligatorio en casa. Agradece el poder retirarse de su empleo sin el riesgo de que la despidan– trabaja en una institución pública–. Pasará la pandemia, el parto y el puerperio –periodo después del parto, de seis a ocho semanas en recuperación–, en casa, generando otros vínculos con su hijo, mismos que no tenía por la rutina de trabajo.
Pero al igual que Elvira Liceaga, la locutora que piensa en la distopía de estos días, Angélica no tenía planeado cambiar de lugar donde parir. Si ya parir es un torbellino, con estas complicaciones, les gira la cabeza. Elvira tomó la decisión junto a su pareja de cambiarse a una clínica particular de cuidados neonatales específicos. Decidió que tendrá a su hijo en un hospital donde no haya enfermos de covid.
Angie dice que extraña su ritmo de vida, se le hace muy largo el periodo de encierro y también le pone triste esta situación, pero trata de ser positiva y cuidarse de la presión, de cualquier síntoma todos los días, al tiempo que inventa nuevas dinámicas para su hijo aburrido de dos años. También considera que debería haber más información o conocerse si el gobierno federal tiene un plan puntual de dónde atenderá a las mujeres embarazadas. Son informaciones necesarias, dice.
Por otra parte ella comprende que la enfermedad misma es altamente contagiosa y va en aumento de casos. Comprende que el sector salud está rebasado: el personal de salud que no sabe que tiene covid porque no ha presentado síntomas o hasta quienes tienen que seguir trabajando para atender la emergencia.
Elvira y Angie tratan de organizar y jerarquizar sus preocupaciones, de estar tranquilas por sus mismos bebés y confían en la esperanza en lo que construye.
Elvira dice: «A pesar de que hay un contrasentido en apostarle a la vida en tiempos de enfermedad, muerte, distopía. De mensajes en los cuáles nos recuerda la naturaleza el destino, el futuro, que no tenemos nunca completa visibilidad de nuestras vidas y que los sistemas incluso de salud que hemos creado para protegernos son suficientes en estos tiempos de ser tan pequeños e ilusos; de tener que trabajar tanto otra vez para poder equilibrar nuestra vida, nuestra humanidad, también hay algo que me parece como una convicción: apostarle a la vida».
“Esa capacidad de llevar las dos perspectivas en un punto donde se hagan las paces”, concluye finalmente, Elvira Liciega.
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