La naturaleza no vale lo mismo para todos

11 julio, 2022

Si queremos frenar la destrucción del mundo y establecer una relación más sana con él, las metas sociales deben alinearse con valores como la justicia, el cuidado, la responsabilidad hacia otras personas y hacia la naturaleza. Habrá que reducir el predominio de aquellos valores más vinculados con el individualismo y el materialismo

Twitter: @eugeniofv

Ni todos valoramos la naturaleza igual ni todas las formas de valorarla sirven para entender el mundo, y hay, además, algunas formas de entender el mundo y la naturaleza que simplemente nos llevan camino del desastre. Ésas son las conclusiones de un informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ambientales (IPBES) que se acaba de publicar y que supone un verdadero parteaguas en lo que se considera aceptable en el discurso público y que pone las valoraciones no económicas de la naturaleza donde corresponde: en primerísima línea de la construcción de políticas públicas. 

La forma en que entendemos la naturaleza, el valor que le otorgamos y qué tanto la valoramos en su integralidad o si, al contrario, apenas ponemos atención a unos pocos de sus elementos son todos factores determinantes para la conservación de la biodiversidad y para frenar el deterioro del planeta. Hay tantas formas de valorar la naturaleza como formas de interactuar con ella, relaciones de dependencia con el entorno y concepciones de nuestra posición en el mundo. 

Sin embargo, como sostiene este informe de IPBES —preparado, entre otras, por la mexicana Patricia Balvanera—, “a pesar de la diversidad de valores de la naturaleza la mayoría de los enfoques de políticas públicas han priorizado un conjunto de valores estrecho a costa tanto de la naturaleza como de la sociedad, así como de las generaciones futuras, y a menudo han ignorado valores asociados con las cosmovisiones de los pueblos indígenas y de las comunidades locales”. 

En gran medida, en la forma en que nos relacionamos con el mundo y con la naturaleza somos todos víctimas de algo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu describió hace ya un cuarto de siglo: los neoliberales son verdaderos utopistas que han buscado generar un hombre nuevo e imponer una única manera de relacionarse con el entorno social y material. Se trata de una forma de estar en el planeta marcada por esa definición tan reduccionista y mezquina de lo que significa ser racional que ellos asumen como dogma fundamental: se racional es buscar la mayor utilidad en el menor tiempo posible y sin miramientos para nada ni nadie más. 

Por eso, con el triunfo del neoliberalismo en la esfera pública se echaron por la borda todas las propuestas y todas las visiones que no apuntaran al crecimiento económico lo más rápido posible, que otorgaran derecho a existir a otras formas de vida, que trataran de incorporar la complejidad en la toma de decisiones y en la forma de entender nuestra posición en el mundo. Las consecuencias de todo ello las vemos ahora en las crisis sociales que nos asuelan, en el auge de la violencia por el debilitamiento del Estado y de los vínculos sociales, en la destrucción de la biodiversidad y en la crisis climática. 

Para tratar de resolver este problema y superar esta visión tan reduccionista y tan cruel el equipo de IPBES que presenta el informe propone una tipología y un gradiente de perspectivas de valor que incluyen las visiones del mundo, los sistemas de conocimiento, los valores amplios, los valores específicos y los indicadores de valores. Aplicando esta tipología a los entornos de políticas públicas de cada país podremos avanzar en explicitar el marco normativo y de valuación y valoración de la naturaleza que nos rige y, con ello, podremos corregirlos, diversificarlos, hacerlos más plurales, incluyentes y democráticos. 

Como afirma el reporte, si queremos frenar la destrucción del mundo y establecer una relación más sana con él “las metas sociales deben alinearse con mayor fuerza con valores amplios como la justicia, el cuidado, la unidad y la responsabilidad hacia otras personas y hacia la naturaleza”. Para ello, habrá que reducir la “dominancia de aquellos valores amplios que están más vinculados con el individualismo y el materialismo, al tiempo que se movilizan valores amplios que sean consistentes con la armonía con la naturaleza”, además de que se debe reducir el “dominio de los valores instrumentales de mercado al tiempo que se movilizan valores instrumentales relacionales, intrínsecos y no mercantiles”. 

En resumidas cuentas, la valoración de la naturaleza por su belleza, por nuestra obligación moral para con otras especies, por nuestro amor a las generaciones más jóvenes y las que vendrán, y la condena de la mezquindad y el cortoplacismo de los valores neoliberales acaban de dar un salto al centro del debate público y de la agenda internacional. ¡Ya era hora! ¡Enhorabuena por Balvanera y sus colegas en IPBES! 

Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.

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