La mujer mejor vestida de México

3 agosto, 2025

Basado en la vida real, éste es el caso de una mujer turca que llegó a México en la década de 1950 y terminó recluida en el Palacio de Lecumberri por el delito de adulterio

Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves

La novela más reciente de Guadalupe Loaeza, La amante de Río Nilo (Planeta, 2023), aborda la convulsa vida de Suzanne Avramow, judía sefaradí nacida en Turquía y crecida en Bulgaria.

Su padre y su tío, empresarios judíos en México, tramaron el arribo de la joven Suzy de veintidós años enviando una carta al entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho, explicando la difícil situación para los judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, para lo cual solicitaban su asilo en México.

Pero también habiendo de por medio un matrimonio arreglado: ofreciendo a Suzy —con una buena dote— a Paul Antebi, palestino judío radicado en México y director del Laboratorio del Grupo Roussel —y luego del Laboratorio Carnot—, así fue como Suzy emigró a México, comprometida con un hombre del que sólo conocía su riqueza. Ojalá no sea feo, decía la pobre Suzy recién llegada desde Varsovia, Polonia, con una pequeña maletita, sin saber todo lo que le esperaba.

Por falso que parezca, ésta es una novela basada en hechos reales. Una biografía novelada.

Al poco tiempo de casada, Suzy Avramow le fue agarrando gusto a los lujos y a la vida mundana que podía darse en México. Su esposo Paul, que no era muy agraciado que digamos, le daba todo tipo de regalos costosos, autos, abrigos, joyas, que ella presumía sin pudor alguno en los eventos de la burguesía mexicana, en el Jockey Club, en el Ciro’s, “en los cocteles de las embajadas y en mis tardes de bridge”, entre otros centros nocturnos de la capital, narra Loaeza; no así en las casas de las señoras adineradas: “Para ella no había reuniones más aburridas y provincianas que las organizadas por esas damas tan apretadas, tan chismosas y cuyas vidas resultaban totalmente estériles”.

Loaeza retrata con precisión y, como siempre, con una sátira sumamente entrenada, la frialdad y el desparpajo, pero también los encantos de la sociedad burguesa retratada en las columnas de sociales, tan importantes en aquel entonces, pues todo mundo estaba atento a los últimos rumores, a los chismes candentes de las familias adineradas que, si bien, eran riquezas usualmente construidas a base de puras triquiñuelas, corrupción y cimientos oscuros, a una buena parte de la gente de la clase trabajadora —y por supuesto a la burguesa— le gustaba tener acceso a esos lujos, a esas casas esplendorosas, a esas cenas paradisiacas, aunque sólo fuera a través de las páginas de papel revolución de los periódicos. 

Recordemos que en aquel entonces la prensa tenía una influencia mucho más definitoria en la vida de los mexicanos. Y fue precisamente en las columnas de sociales donde todo México se enteró de que la hermosísima Suzanne Avramow, a quien llamaban “la mujer mejor vestida de México”, había sido encarcelada en el Palacio de Lecumberri. Su delito: el adulterio.

Antebi, el esposo de Avramow, notó desde el principio que su esposa ya no era virgen, y, en efecto, Suzy había tenido un primer amor polaco, Herschel, con quien perdió su virginidad y a quien vio por última vez en Varsovia, aunque luego fue asesinado por el nazismo en esa misma ciudad, antes de que ella llegara al entonces Distrito Federal.

Paul Antebi utilizaba a su esposa como maniquí. La modelaba para que fuera el centro de atención en las reuniones donde los fotógrafos y cronistas de sociales aparecían, pues le resultaba conveniente para sus negocios, de ahí que nunca le negara en principio absolutamente nada.

Sin embargo, Antebi le jugó chueco: tramó, junto a su amigo Robert Gilly, una emboscada amorosa. A cambio de condonarle múltiples deudas a su amigo Gilly, Antebi le propuso conquistar a su esposa, a la bella Avramow, seducirla y hacerla partícipe de reuniones sociales, públicas, a la vista de todos, para que no cupiera la menor duda de que entre ellos dos había un romance. Avramow cayó redondita ante la galantería del apuesto Robert. Así fue como una noche la policía capitalina apresó a Suzzane Avramow saliendo del departamento de Robert Gilly, a quien en realidad poco le afectó el escándalo.

Esta novela está plagada de datos tan irrelevantes como interesantísimos, datos históricos de la cotidianidad capitalina de los ’50s que le dan todavía una mayor profundidad, como el que el uso del claxon se prohibió el 27 de junio de 1951, “Una multa le espera a quien viole esta disposición”; que la publicidad de las hojas para rasurar, Hojas Ala, versaba: “rasuran y acarician”; o la manera en que se preparaba el daiquirí en el Ciro’s del Hotel Reforma: “Primero el ron blanco, zumo de lima y un poquito de azúcar”, marcas de ropa, tipos de tela, decoraciones de interiores y, naturalmente, muchos chismes de la época.

Loaeza exprime su gusto por la moda en esta historia. Es una delicia para quienes gustamos del adorno y la decoración, leer estas páginas llenas de vestidos, mascadas, tocados, collares y demás accesorios innecesarios, ¡pero que qué bonitos se ven! Una cualidad jamás antes explorada por Loaeza en sus libros de ficción: el erotismo. En esta novela se vuelve presente y recurrente el erotismo volcado en y sobre la joven Suzanne Avramow, descrito con desenfado.

Como buena cronista, Guadalupe Loaeza mezcla investigación con imaginación. Y el resultado es radiante con esta gran, gran novela del México de los ’50. No se tienta, critica despiadadamente y con gran sentido del humor el paradójico e irrisorio comportamiento de la burguesía mexicana, y lo hace con su voz narradora tan distintiva, tierna y solaz.

La novela se asemeja en mucho a El vendedor del silencio de Enrique Serna, biografía novelada del periodista de sociales Carlos Denegri, mismo que, de hecho, aparece como personaje en la novela de Loaeza, pues éste también llegó a escribir sobre el famoso adulterio.

Lástima de las tantas y tantas erratas que hay en esta primera edición de La amante de Río Nilo, caray. Erratas por doquier, en las palabras o frases en francés, en los nombres y apellidos europeos, pero también en la misma redacción en español. Ahí falta una buena mano de gato en la edición para disfrutar mejor de la lectura.

Creo que a todo aquel interesado en la historia del México de mitad del siglo XX y en la crónica, especialmente la crónica de sociales y de moda, esta novela va a encantar.

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Évolet Aceves es cuentista, novelista, poetisa, cronista y ensayista. Autora de la novela Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Periodista cultural, fotógrafa con dos exposiciones individuales. Escribe su columna en Pie de Página. Ha vivido y estudiado en Toluca (México), Varsovia (Polonia), Albuquerque (Nuevo México, EEUU) y Nueva York, donde actualmente reside con la beca GSAS otorgada por la Universidad de Nueva York, donde también da clases. Colaboradora en revistas y semanarios: Dominga (Milenio), El Cultural (La Razón), Nexos, Replicante, Este País, entre otros. Su obra ha sido presentada en ferias del libro y universidades de México, Estados Unidos, Polonia y Alemania.