La muerte profética

31 julio, 2016

La muerte profética

Investigación y redacción: Daniela Pastrana

Fotos: Roger López / Voz Alterna.

Rubén Espinosa colocó la placa en uno de los escalones de la Plaza Lerdo: “Plaza Regina Martínez”. Era el 28 de abril de 2015. El rebautismo de la plaza central de Xalapa había sido ideado y convocado por un grupo de periodistas de la capital de Veracruz para conmemorar el tercer aniversario luctuoso de la emblemática reportera, asesinada en su casa en 2012.

Rubén Espinosa, fotógrafo, era parte de un grupo de periodistas que se comenzó a gestar el año del asesinato de Regina y que en los días siguientes se haría público con el nombre de Colectivo  Voz Alterna. El grupo  buscaba capacitar a periodistas en el estado y funcionar como un medio alterno, donde se pudieran publicar las historias que los medios de Veracruz no cubrían debido al fuerte control que había del gobierno estatal. Pero Rubén ya no vió la salida del colectivo en Xalapa. Cuarenta y dos días después de rebautizar la plaza, anunció su autoexilio del estado que, para entonces, sumaba 13 periodistas asesinados en 5 años.

— ¿Por qué te fuiste?

— Por sentido común —, nos dijo el 9 de julio en el programa de Periodistas de a Pie por Rompeviento TV.

Lo que contó no parecía tan grave: que saliendo de su casa vio a un hombre y que horas después lo volvió a ver en otro lado; un hombre alto, de corte militar, que estaba con otro hombre y que no hicieron nada por disimular que lo estaban vigilando. No le dijeron nada. No lo amenazaron. Sólo lo vieron. Sólo sintió su aliento cuando pasaron junto a él. Pero el contexto del estado, los 13 periodistas asesinados en cinco años, el hostigamiento constante de la policía estatal hacia los reporteros, sus propias amenazas previas, eran suficiente. No quería ser el próximo en la lista de bajas.

“Ayudo más vivo, que muerto”, dijo fuera de cámaras.

Tres semanas después de la entrevista, fue asesinado en la ciudad de México, donde se refugiaba.

Lo mataron junto con cuatro mujeres, tres de ellas (Nadia Vera, Mile Martín, Yesenia Quiroz) vivían juntas en el departamento de la colonia Narvarte donde fue el multihomicidio; la cuarta (Alejandra Negrete) trabajaba ahí.

Los periodistas de todo el país, pero sobre todo, los de Veracruz, quedaron paralizados con la noticia. El asesinato del fotógrafo, de 31 años, se convirtió en el asesinato más largamente anunciado de un periodista en México.


La primera vez que Rubén Espinosa llegó a pedir ayuda a la ciudad de México fue en octubre de 2013. Un domingo, en un restaurante de la colonia Roma, contó a cuatro integrantes de Periodistas de a Pie una historia que parecía difícil de creer: en el desalojo de maestros de la Plaza Lerdo, el 14 de septiembre, apagaron las luces y comunicaciones de la plaza y la policía uso perros y toletes eléctricos; a maestros y activistas los persiguieron por las calles aledañas; a los periodistas les quitaron sus cámaras. Rubén hablaba de muertos, que nadie podía confirmar (hasta ahora no se han confirmado);  él mismo,  juraba entonces, había visto a una patrulla aplastar a tres personas frente a la puerta de un banco.

Estaba aterrorizado. Contaba la historia de lo que definió como un “minitlateloco”, en relación con la matanza de estudiantes de 1968. Pero no había pruebas —ni siquiera los nombres de los maestros heridos, aunque otros testigos también lo vieron— y el gobierno estatal de Veracruz negó cualquier exceso durante el desalojo.

La misma historia que platicó ese domingo la contó después a directivos del semanario Proceso, donde colaboraba, y a un grupo de fotógrafos que, en solidaridad, crearon el colectivo FotorreporterosMx.

Con miedo, pero arropado por el apoyo que sintió en el gremio, regresó a Xalapa. Ahí se sumó a un grupo de periodistas que había estado reuniéndose desde 2012 para trabajar en la capacitación de reporteros y fotógrafos. Era la semilla de lo que en 2015 se presentó públicamente con el nombre de Colectivo Voz Alterna.

Rubén tenía contacto con este grupo desde finales de 2012. Entonces, él todavía trabajaba en el área de comunicación social del Ayuntamiento de Xalapa, aunque regularmente mandaba fotografías a Proceso y a Cuartoscuro.

Y en esta dualidad de empleadodegobierno-fotógrafofreelance, que es común en muchos lugares de Veracruz, había recibido la primera amenaza de su vida.

Él mismo lo contó, en una entrevista con SinEmbargo: “Cubrí el del 20 de noviembre del mismo año que asesinaron a Regina Martínez, en el desfile estaba Javier Duarte y no podíamos estar en frente del templete. A los fotógrafos y camarógrafos nos encerraban a los lados. Yo pedí que me dejaran tomar unas fotos y en el momento que me acerco, veo que despliegan una manta que decía: ‘Javier Duarte, el pueblo te tiene en la mira, no perdona ni olvida’. En eso viene un estudiante y me dice que estaban golpeando a unos de sus compañeros. Le di la cobertura y cuando tomo la foto de que estaban deteniendo a los estudiantes, me toma del cuello una persona de la Ayudantía del Gobierno del Estado y me dice: ‘deja de tomar fotos, si no quieres terminar como Regina’”.

Esa no fue la única vez que hubo una referencia a la periodista asesinada ese año. Por las mismas fechas, su nueva jefa en la oficina de comunicación, le prohibió seguir publicando fotos de manifestaciones en Proceso y Cuartoscuro.

“Hubo un cambio en la oficina de comunicación y entró Vicky Hernández; un día, ella le sacó un bultito de revistas donde estaban sus fotos y le dijo: ‘No creas que no te estoy viendo. Acuérdate de Regina, la asesinaron, ¿es lo que tu esperas?’” — cuenta un amigo cercano de Rubén — “finalmente lo corrieron, a principios de 2013. Él estaba molesto porque le querían dar 800 pesos”.

En noviembre de 2013, un grupo de periodistas se manifestó en la comparecencia del secretario de Seguridad Pública ante el Congreso local, Arturo Bermúdez, por las agresiones sufridas en el desalojo de maestros del 14 de septiembre.

Roger López, fotógrafo y editor de Imagen del Golfo, y Rubén Espinosa fueron dos de los cinco periodistas que pusieron una denuncia ante la Fiscalía Especial para la Defensa de la Libertad de Expresión (FEADLE) de la Procuraduría General de la República por el robo de sus equipos y las lesiones que sufrieron en el desalojo.

“Eso fue algo inédito porque no se había presentado ninguna demanda a nivel federal de agresiones contra periodistas en Veracruz, agresiones”, dice ahora Roger López.

Aunque han pasado más de dos años desde que Rubén Espinosa llegó a pedir ayuda a la ciudad de México, su versión de lo que vivieron esa noche es casi idéntica a la que narró Rubén ese domingo en la colonia Roma. Y es, también, la misma que cuentan otros testigos, que todavía ahora piden el anonimato.

Roger narra, además, las complicaciones que tuvieron por presentar la denuncia: “El que estaba a cargo del caso se llama Édgar Nieves, de FEADLE; al principio nos dijo a Rubén y a mí que había gente aquí de Veracruz que estaba presionando a la PGR para que la demanda quedara atrancada, y que mejor ya no le moviéramos, porque nos íbamos a enfrentar a otra fuerza más dura (…) Después, Édgar Nieves nos dice qué le habló gente de la Secretaría de Seguridad Pública (estatal) para hacer un pacto: ‘miren, me dijeron que pueden llegar a un arreglo, ustedes piden una cantidad a la policía pero eso sí, quieren que se retire la demanda y que aparte pidan disculpas públicas a la policía y así les dan su lana’”.

Ninguno de los cinco reporteros aceptó retirar la demanda. “Ese día (el desalojo) comenzaron todos mis problemas”, reflexiona Roger López.

Para mayo de 2014, lo que sería el Colectivo Voz Alterna “ya era un grupo grande, queriendo hacer algo de capacitación”. Rubén Espinosa ya era un activo del grupo, igual que Roger.

En su siguiente comparecencia ante el Congreso, a finales de 2014, Bermúdez Zurita presumió las sanciones a los excesos (que antes había negado) de la policía durante el desalojo: “fueron sancionados 30 policías, a los cuales se dejó de pagar un mes su sueldo y se les quitó la placa”.

Molesto, Roger López intentó sacar una pancarta en la que decía “Justicia para periodistas”, pero en menos de 30 segundos, un policía vestido de civil se la quitó a la fuerza.

En los años siguientes, los hostigamientos sobre los periodistas en Xalapa no dejaron de crecer. El grupo de periodistas que formaría Voz Alterna, y que para entonces ya pensaba en crear un medio, comenzó a ser vigilado, incluso por gente armada.

El 5 de junio de 2015, Rubén Espinosa recibió una llamada de una estudiante para reportarle que unos hombres habían golpeado terriblemente a ocho compañeros que estaban en una fiesta. Llegó por la mañana y tomó las fotos, que envió a la agencia Cuartoscuro.  Dos días después, vio a dos hombres vigilándolo afuera de su casa y en su trabajo. Algo en ellos le dio miedo. Mucho miedo.

“Me mando mensaje, no quería salir de su casa. Le ofrecí que fuera a mi casa en un radiotaxi y no quiso. ‘No tengo varo’, dijo”, cuenta una amiga cercana.

En el colectivo, decidieron que era mejor que se fuera de Veracruz. Rubén pidió un préstamo y tomó un autobús a la ciudad de México. En Xalapa dejó hasta su perro. Era el 10 de junio de 2015. No lo sabía, pero en su vida comenzaba la cuenta regresiva de una muerte anunciada.

En la ciudad de México, buscó la protección de los fotógrafos y de Artículo 19. La mala experiencia con la FEADLE le hacía desconfiar del Mecanismo Federal de Protección  a defensores y periodistas. El 16 de junio, en una reunión con Jorge Sánchez (hijo del periodista Moisés Sánchez, asesinado en enero de ese año) y Pedro Canché (periodista de Quintana Roo que estuvo preso 9 meses por cubrir una protesta contra el alza de agua en ese estado),  el fotógrafo confesó a sus colegas sus temores: “Tengo perfectamente claro que quien me persigue es el gobernador de Veracruz, Javier Duarte —escribió tiempo después, Canché—. No es un cacique local, es el fan del dictador Franco. Por eso temo por mi vida. Por eso salgo huyendo de ese Veracruz, no quiero ser el número 13, además de que es de mala suerte”.

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Foto: Roger López

La muerte profética

Rubén Espinosa colocó la placa en uno de los escalones de la Plaza Lerdo: “Plaza Regina Martínez”. Era el 28 de abril de 2015. El rebautismo de la plaza central de Xalapa había sido ideado y convocado por un grupo de periodistas de la capital de Veracruz para conmemorar el tercer aniversario luctuoso de la emblemática reportera, asesinada en su casa en 2012.

Por: Daniela Pastrana

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Foto: Roger López

La conexión con Nadia Vera

Rubén Espinosa fue asesinado en un departamento de la colonia Narvarte, de la ciudad de México, junto con cuatro mujeres. Sólo conocía a una de ellas: Nadia Vera, su amiga y compañera de causas durante tres años.

Por: Daniela Pastrana

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Foto: Alejandro Meléndez

Las mentiras del Procurador

La mañana del domingo 2 de agosto de 2015, el Procurador de Justicia de la Ciudad de México, Rodolfo Ríos Garza, sus principales colaboradores, y la Secretaría de Gobierno Patricia Mercado,  se reunieron con un grupo de periodistas con los que Rubén Espinosa tenía una relación de trabajo y defensores de organizaciones de libertad de expresión

Por: Daniela Pastrana

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Foto: Roger López

Bienvenidos a Veracruz

La primera vez se lo llevaron a plena luz del día. Eran las 3:30 de la tarde. Estaba afuera del periódico en el que trabajamos. Llegaron por él en una camioneta blanca. todos bajaron las cortinas. Era noviembre de 2012. El subdirector llamó a la Marina. En 2010 nos habíamos quedado sin policía municipal y entró la del estado. Los marinos tenían un retén en la caseta, así que pusieron un cerco en toda la ciudad y los rescataron.

Por: Daniela Pastrana

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Este reportaje fue realizado como parte de la Beca Mike O’Connor, del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, que ICFJ tiene en alianza con Connectas.

“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: http://www.piedepagina.mx«.

Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.

Fotoperiordista de Veracruz, integrante del Colectivo Voz Alterna y de la Red #RompeElMiedo