Este 17 de diciembre fue inaugurado el Memorial La Mora, en el lugar en el que, el 5 de noviembre de 20019, fueron acribilladas tres mujeres y seis niños de la familia LeBarón. Esta es la crónica
Texto y fotos: Reyna Haydeé Ramírez
BAVISPE, SONORA.- Los niños juegan y abrazan las raíces del árbol de cemento y bronce sintético, son nueve raíces y representan las almas de las nueve víctimas. Es el “Testimonio de una tragedia” inmortalizada en el Memorial La Mora, en la sierra alta de Sonora.
Al pie del árbol, los adultos observan a detalle las nueve raíces que suben en espiral. A la mitad, las nueve víctimas, la espiral sigue y continúa hasta llegar al Angel Moroni que toca una trompeta en la escultura de diez metros.
Inmortalizados, los gemelos Titus y Tiana sobre el regazo de su madre, Maria Rhonita LeBarón de Miller. Titus juega con su hermana Krystal Gricel, sentada a los pies de su mamá y junto a ellos, Howard Jacob con su brazo derecho extendido como si estuviera a punto de dar un abrazo.
La gemela Tiana distrae su mirada al cielo como si mirara a Christina Marie Johnson que a su vez mira al cielo.
Y a la derecha de Christina está Dawna Ray Langford que con sus manos acaricia a sus hijos Trevor Harvey y el pequeño Rogan Jay, abrazado a su pierna izquierda.
Tienen todos una característica: Están sonrientes, están en paz.
«Se parecen», comentan entre ellos, algunos sorprendidos, otros en silencio, con la tristeza en los ojos.
Algunos prefirieron la distancia como Shalom LeBaron. A unos cinco metros, desde una banca observa a su hija Rhonita y sus cuatro nietos, inmortalizados en metal. De cuando en cuando se le acercan los familiares, observan con ella, en silencio. La abrazan, la consuelan.
«Muy hermoso, muy bonito… es muy difícil», sólo eso expresa.
Son alrededor de 250 personas congregadas en la plaza. Recién terminó la inauguración oficial y pudieron sortear la valla de acero que se colocó para cercar el evento y cumplir el protocolo que dicta la pandemia de covid19. Aunque poco se cumpla.
Ya se fue el presidente Andrés Manuel López Obrador y la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano. Y con ellos los políticos y la mayoría de los medios.
Antes durante la conferencia matutina realizada en Bavispe, el presidente informó los avances en la investigación: 17 detenidos, entre ellos el presunto autor intelectual de la masacre, el jefe de la plaza en Chihuahua. Además de la instalación de dos cuarteles de la Guardia Nacional, la instalación de una antena para la comunicación de Internet, entre otras acciones.
Tras la retirada de las autoridades, las familias comienzan su propia ceremonia con una oración.
“Ayúdanos a ser valientes y responsables en el futuro que es nuestra vida y nuestro camino. Te pedimos que estemos en paz. Amen”.
Así recuerdan a las tres madres de familia y seis niños asesinados en una emboscada de grupos criminales de Chihuahua, que presuntamente los confundieron con un grupo rival de Sonora.
“Cuando perdemos a alguien a quien amamos, debemos aprender, no a vivir sin ellos, sino a vivir con el amor que ellos nos dejaron”, dice Amber Ray Langford.
“Un viejo dicho indio dice: Tienes que caminar por este camino y enfrentar tu dolor para que puedas pasar a través del duelo al lugar donde puedas tener a los que perdiste en tu vida, donde puedas recordarlos y hablar de ellos sin romperte. Dicen que, si nunca viajas a este camino, a este lugar, realmente lo pierdes todo, porque es demasiado difícil disfrutar los recuerdos o revivir todo lo que amas de ellos”.
Terminada la oración comunal, Julián LeBaron lee el poema de Ernest Hemingway, “Por quien doblan las campanas” que nos da la lección de que el dolor no es de uno solo, es de todos.
“… ¿Quién no presta oído a una campana cuando por algún hecho tañe?, ¿Quién puede desoír esa campana, cuya música lo traslada fuera de este mundo? Cada hombre es una pieza del continente y una parte del todo, si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa se queda disminuida… ninguna persona es una isla… la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti”, lee con un nudo en la garganta.
Una placa de acero, con ese titulo es colocada al pie del monumento.
Rebelarse tiene sus consecuencias y Adrián LeBaron la está viviendo. Cosas peores le han pasado desde la tragedia que enlutó a su familia, pero hoy, aunque lo ve como algo menor, se ha dado cuenta de que el gobierno de Sonora, que fue quien estuvo a cargo de la obra, excluyó su apellido de la placa que recuerda la tragedia.
En la placa se lee por ejemplo el apellido de soltera de Dawna, pero no el de Rhonita, hija de Adrián LeBaron.
“Legalmente esta perfecto, pudo haber sido un gesto bueno que hubieran puesto Rhonita LeBarón Miller, pero por alguna razón no lo quisieron poner”, externó con ironía.
Lo que esta claro, dijo, es que lo que pudo hacer que esta tragedia se conociera a nivel mundial, fue la voz de la familia LeBaron.
“Además de que es mi hija, Kennet Miller (su consuegro), a la primera persona que le llamó fue a Julián LeBaron, eso hizo al caso LeBarón, porque Julián le habló al mundo entero, antes de nosotros llegar al lugar de la masacre”, expresó
Adrián LeBaron está dolido. Su hija Rhonita y sus cuatro nietos, tuvieron la muerte más terrible, acribillados por al menos 200 balas, que a decir de las autoridades, incendiaron el vehículo con ellos dentro.
“Con el alma revolcada, así lo sentía, prófugo de una pesadilla que no quería estar viviendo”, expresa Adrián.
Cuenta que días después de la tragedia regresó al lugar de la masacre y lanzó al aire las cenizas regadas de su hija y sus nietos.
“Ya el fuego había dado paso a las cenizas y las arrojé al viento y en ese momento me decidí a seguirlas”, dice convencido.
Toda tragedia en México lo mueve a no quedarse quieto o en silencio. Sobre todo si son niños, mujeres inocentes.
“Estamos bañados de sangre inocente, encontrar justicia no es un camino fácil… pero que mayor miedo puedo sentir hoy? Tengo miedo, pero tengo miedo de no hacer nada. Ya es tiempo de entender que el dolor ajeno no existe, es propio, es tiempo que cuando el sol salga y nos espabilemos, de este mal sueño, despertemos en el zapato del otro. Que nos entendamos y nos reconciliemos, como nunca antes se vio, Somos muchos más los buenos, muchos más , entonces vamos a encontrarnos”.
“Let’s go back and get the rest of them” es la frase que repetía constantemente Mckenzie cuando fue encontrada después de deambular por casi nueve horas en la sierra en busca de ayuda para sus hermanos heridos. Mckenzie caminó por horas rumbo a La Mora, pero la noche la sorprendió.
“Caminó mucho tiempo, 14 kilómetros bajando por senderos terregosos, llenos de alimañas y un viento frío como el de la sierra, sin un zapato, con llaguitas en sus piececitos, en la mitad de la oscuridad. Y lo único que repetía es ‘regresemos por los heridos’», recuerda Adrián.
Esta frase la aplica Adrián LeBaron a México, para que los mexicanos regresen por los heridos que ha dejado la violencia a lo largo del país.
“Regresemos por los heridos, por favor. Hoy eso es México, está herido, y necesitamos que todos regresemos por él, que nadie se quede solo, que nadie se quede atrás”, dice esperanzado.
El Memorial se construyó en el entronque de la carretera federal-estatal México 14, Hermosillo-Bavispe y el camino real que une a Bavispe, Sonora con Galena, Chihuahua,169 kilómetros de terracería agreste, que se recorren en al menos 4 horas. Es el tiempo que tardó la familia LeBaron en llegar al lugar de la masacre ocurrida a 15 kilómetros de La Mora. Fueron los primeros en llegar. Y llegaron ocho horas después del ataque y antes que cualquier autoridad.
Las víctimas están esculpidas en tamaño real y se pueden ver a la orilla de la México 14. Se ven sonrientes, pero más que eso, las familias coincidieron en que el artista logró capturar la esencia y pureza de cada uno.
“No sólo ha logrado capturar ahí la inocencia, sino la pasión y el amor que cada una de estas madres tiene por sus hijos”, dijo Amber Ray Langford, durante el evento oficial.
En el lugar se colocaron dos placas, una en inglés y otra en español, con un fuerte mensaje de la comunidad mormona:
“Este monumento es dedicado a las almas inocentes, víctimas de la violencia de los cárteles y a quienes fueron asesinados en la masacre ocurrida el 4 de noviembre de 2019.
“Se han ido, pero nunca serán olvidados”, “Que su sangre derramada clame justicia a nuestro Dios, que se recuerde la inocencia de cada alma silenciada”, son lee en algunas de las frases.
En la placa también se menciona a los ocho menores sobrevivientes: La pequeña Faith Marie Johnson, de meses de edad, hija de Christina, encontrada en el asiento trasero de su camioneta. Y a Kylie, Devin, McKenzie, Cody, Jake, Xander y Brixon, los siete hermanos Langford.
“Que se recuerde la angustia de los niños que atestiguaron el asesinato de su madre y hermanos”, se lee al final de la placa.
El escultor Marlon Balderrama explica que son 30 toneladas de bronce sintético, relleno de concreto, solo el monumento mide 10 metros de altura, más la base del árbol, son alrededor de 15 metros en total.
La obra fue ordenada por el gobierno de Sonora, a través de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano (Sidur). Pagada con recursos de los sonorenses.
“Nadamás la obra (costó) alrededor de 2 millones 800 mil pesos, más la plaza, unos 6 millones de pesos en total”, precisa Balderrama.
Cuenta que la familia aportó los elementos para que la obra resultara tal como quedó, acorde con sus creencias religiosas.
“La representación, el elemento principal es el árbol de la vida, es la conexión con la madre tierra y el universo que es Dios Padre”, explica el escultor.
La comunidad mormona asentada entre Sonora y Chihuahua tiene tres leyes de vida básicas y eso lo que defienden: El derecho a la vida, el derecho a la propiedad y el derecho de conciencia.
Mahoma Jensen LeBaron explica que cuando esas tres leyes se ven violentadas se unen y buscan una salida. Y asumen su responsabilidad, porque destacan que no solo es tarea de las autoridades.
“Todos somos mexicanos y hay que cuidarnos unos a otros, no hay que dejar que el crimen organizado, sea el poder, ellos mo son el poder, nosotros somos el poder, ellos son unos cuantos, nosotros somos la mayoría, y somos gente buena, trabajadora, noble, leales,
Hay mucho que hacer y hay que trabajar y buscar que haya cero impunidad”, dijo contundente Mahoma.
Destaca que es responsabilidad de todos y cada uno de los mexicanos, tomar acciones para empezar a crear una sociedad digna.
El día de la tragedia, recuerda, cuando les informaron que había una familia asesinada y que había niños perdidos en la sierra, la colonia LeBaron marchó de inmediato hacia Sonora.
“Éramos unos 45, estamos a tres, cuatro horas, fuimos los primeros. Antes que la autoridad. Esa es la impunidad que vivimos, fue lo mismo cuando mataron a mi cuñado Benjamín y a mi hermano Luis, fue lo mismo, estando el Ejército a no más de 15 kilómetros, no tuvieron las agallas de venir, y eso me dice que tan mal y coludido están con el crimen organizado, todos, yo no voy a apuntar el dedo, todos, pero si te digo, y todos lo sabemos como mexicanos, es la realidad que vivimos”, dice.
El 4 de noviembre, día de la tragedia en Bavispe, las corporaciones policiacas tardaron casi diez horas en llegar al lugar de la masacre. En su momento los federales argumentaron la falta de comunicación y los caminos agrestes, mientras ese día la familia solicitaba un helicóptero para ir en busca de los niños desaparecidos. El día del funeral la gobernadora Pavlovich llegó en helicóptero. Ahí recibió el reclamo de Adrián LeBaron. Ella argumentó que ese día de la tragedia el helicóptero “andaba lejos”.
Periodista de Sonora. Colabora para Medios en Internet y noticieros de radio en Sonora y Baja California Sur, y actualmente es beneficiaria del programa de becas para periodistas desplazados de la Red de Periodistas de a Pie. La mayoría de su trabajo está enfocado en temas relacionados con Justicia, corrupción, migración y Derechos Humanos.
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