La lucha de Abel y el pueblo Nasa

18 junio, 2022

Liberación de la Madre Tierra, Caloto (Colombia)

Frente a los ataques de grupos armados y la invasión de multinacionales que quieren extraer minerales y explotar fuentes de agua, las comunidades campesinas del Cauca intentan liberar la tierra de la producción intensiva «para hacer volver la vida«

Texto y fotos: Gianpaolo Contestabile

CALOTO, COLOMBIA.- El Cauca es la cuna de la cultura del pueblo originario Nasa en Colombia. La región andina ha sido, y sigue siendo, escenario de sangrientos conflictos que se han sucedido a lo largo de siglos de historia: desde la resistencia contra los invasores españoles liderada por la cacica Gaitana hasta los enfrentamientos entre las células disidentes de las FARC-EP y las fuerzas armadas. En el municipio de Caloto, en el Norte del Cauca, vive hoy Abel Coicué, un comunero Nasa y ex alcalde del resguardo de Huellas, un territorio parcialmente autónomo administrado por las comunidades indígenas. Su casa autoconstruida está rodeada de árboles, plantas de café, yuca, hierbas, un prado donde pasta una vaca, algunos pollos, varios perros y pájaros que cantan haciendo de banda sonora a su voz. 

Abel Coicué, comunero de Huellas di Caloto, Cauca (Colombia). Foto: Gianpaolo Contestabile

«Todo esto estaba cubierto por los campos de caña de azúcar», dice Abel, y habla del cultivo intensivo de los terratenientes que han dominado la región explotando la mano de obra indígena y afrocolombiana y destruyendo el ecosistema tropical.

Abel contribuyó al nacimiento del Tejido de comunicación local: «hacíamos un trabajo de concientizar a la gente a través de los medios de comunicación, lo hacíamos a través de la radio, la página web, impresos y videos. Nos ganamos muchos problemas tanto con el estado sea con los mismos grupos armados, porque nosotros visibilizamos todo lo que estaba pasando. Tuvimos problemas con nuestra misma organización porque no le gustaba que se mencionaran los errores de los líderes cuando ellos se equivocaban».

Su activismo radiofónico estuvo vinculado a la ACIN, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca que a su vez adhiere al Consejo Regional Indígena del Cauca. El CRIC fue fundado en 1971 siguiendo los mandatos de «Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía» y representa una experiencia pionera del movimiento indígena de América Latina y un ejemplo de autoorganización desde abajo que interesa 84 resguardos pertenecientes a ocho pueblos.  

Pintas de las FARC-EP en la entrada del cementerio de Caloto, Cauca (Colombia)

Exilio y muerte

Abel tuvo que abandonar su tierra y su familia durante varios meses para exiliarse en el Estado español cuando su seguridad estaba en peligro por las amenazas de los grupos armados que se enfrentan en la región y no toleran la interferencia en sus redes de intereses políticos y económicos. Ahora que ha regresado a su casa tendría derecho al servicio de protección que ofrecen las instituciones. Pero a los muy caros vehículos blindados de las autoridades, él prefiere estar acompañado por un joven de la comunidad que lo sigue en una motocicleta, desarmado, cuando se mueve entre los resguardos de la región.

A lo largo de las curvas y empinadas laderas de la cordillera central que atraviesa Caloto se pueden leer en las paredes de los edificios las siglas de la célula disidente de las FARC-EP «Dagoberto Ramos», y a unos cientos de metros de distancia las banderas rojo-verdes de la Guardia Indígena del CRIC.

La Guardia es una organización de autodefensa de las comunidades indígenas adheridas al CRIC. Sus miembros se turnan para vigilar la comunidad y no tienen armas de fuego pero empuñan el bastón tradicional que les da autoridad y legitimidad. Su tarea es llamar a la comunidad a reunirse en caso de peligro para evitar el ingreso de grupos paramilitares y narcotraficantes.

Las células guerrilleras disidentes, que en esta zona se dedican al narcotráfico y al control territorial, han sido artífices de reiterados ataques y asesinatos contra la Guardia. 

Mural a la entrada de la escuela rural «El Credo», Caloto (Colombia)

Superando los puestos de las FARC y siguiendo el camino a lo largo del costado de los Andes de Caloto, se encuentra la escuela rural El Credo. Aquí los niños y niñas aprenden a hacer los cálculos mientras cuidan la tierra. Se les enseña a tocar un instrumento musical y preparar el alimento para la granja.

Durante los períodos de intenso conflicto el edificio se convierte en un refugio para toda la comunidad que se encierra en la escuela durante días, semanas o incluso meses, mientras los disparos estallan en los alrededores. En la entrada de la escuela hay un mural en el que se representa el espíritu comunitario que guía las actividades educativas. Entre las nubes pintadas de azul hay un retrato de una niña, es Maryi Vanessa, la hija de Abel, asesinada por un artefacto explosivo durante un combate entre la guerrilla y el ejército. 

Los dilemas del narcotráfico

El sol se pone detrás de la casa de Abel y cae la noche sobre las montañas circundantes. Se encienden varias luces que te hacen pensar en las casas de un pequeño pueblo. Se trata en vez de los cultivos de Toribio, también conocida como la Ciudad Perdida, donde el negocio de la marihuana se ha vuelto tan endémico que se organizan visitas turísticas en los campos y las plantas se estimulan incluso por la noche con luces artificiales visibles desde todo el valle. Los negocios ilícitos florecen bajo la atenta mirada de la base del ejército que se localiza a pocos kilómetros de distancia.

El cultivo ilegal de marihuana y coca viene alimentando desde hace años a los diversos sujetos que se enfrentan en el territorio. Los cultivos también se han extendido a los resguardos. Según Abel, «el narcotráfico ha sido uno de los problemas más difíciles que hemos tenido que enfrentar como organización indígena» porque los cultivos ilícitos son una fuente de ingresos para las familias, pero, al mismo tiempo, el narcotráfico «está rompiendo el tejido social, hoy la gente tiene más platica y se vuelve individualista, empieza a pensar como un Yo, y ya no como un colectivo. No asiste a las reuniones y no va a las asambleas». 

Cultivos de marihuana y coca en las comunidades de Caloto, Cauca (Colombia)

Además, la infiltración de los narcos en las comunidades indígenas fortalece a los grupos criminales y a las fuerzas públicas que controlan la zona. Los jóvenes prefieren el dinero fácil que ofrecen los empresarios de las sustancias y por esta razón muchos de ellos dejan de estudiar o trabajar para dedicarse a los negocios ilegales.

Cuando la dirigencia de nuestra organización decide actuar de manera fuerte contra este problema entonces entra en juego la guerrilla que nos amenaza y asesina», dice Abel. «Pero aquí seguimos y esta situación nos debe servir para entender qué estrategia usar, qué hacer». 

La liberación de la Madre Tierra

Entre las prácticas puestas en marcha por las comunidades de Caloto está la «Liberación de la Madre Tierra». Es decir, la conversión de hectáreas de cañaverales de las empresas que se dedican a la producción de agrocombustibles en tierras aptas para la agricultura y el ganado. Los miembros de la comunidad se mueven en motocicleta con machetes, azadas, postes de madera y alambre para delimitar el terreno liberado. Proceden en perfecta sincronía con el trabajo colectivo que en la tradición indígena andina se nombra la Minga.

Según Abel, la liberación de la madre tierra recoge el legado de la resistencia de los pueblos previos a la colonización y la larga historia de recuperación de tierras que durante el siglo XX fue impulsada por las comunidades indígenas que terminaron ferozmente reprimidas por el Estado colombiano.

La jornada de trabajo comunitario termina con una asamblea y una cena colectiva en otro territorio liberado donde ahora crecen árboles frutales y hay un pequeño lago. En las tierras liberadas está prohibido cultivar coca o marihuana, lo que se siembra es para las necesidades de la comunidad y no para la venta de mercancías en el mercado. 

Miembros de la comunidad se preparan para la recuperación de tierras, Caloto (Colombia)

Durante la asamblea de la comunidad, un candidato en las elecciones generales se presenta para hacer campaña electoral. Es un miembro de la comunidad afrocolombiana que representa aproximadamente una quinta parte de la población del Cauca. Pero los campesinos de Caloto no tienen mucha confianza en los procesos electorales.

A pesar de que en el pueblo se respira un clima de esperanza, con la posible victoria del líder progresista Gustavo Petro, Abel ve un riesgo para las organizaciones comunitarias: «nos ofrecen muchos proyectos asistencialistas que ciertamente son útiles para nuestro pueblo pero que nos condicionan políticamente […] El gobierno nos dice: si salen a protestar les quitamos este subsidio».

La cooptación de líderes comunitarios ha significado que «hoy el interés para la defensa de la vida se esté perdiendo, antes cuando nos mataban a un comunero salía una cantidad de gente a coger a los asesinos; hoy nos asesinan a un líder y vamos a parar a una vía o a hacer algo simbólico que no tiene sentido porque sabemos quiénes son los responsables. Entonces nuestra dirigencia no está poniendo este esfuerzo, esta berrajera, lo está haciendo todo diplomáticamente.»

Letrero de la Guardia indígena del CRIC, Caloto (Colombia)

Para Abel, las organizaciones indígenas del Cauca -famosas en el país por ser capaces de movilizar a miles de personas y poner en jaque a los gobiernos- no están analizando este proceso de captura por parte de las instituciones y esta podría ser la estrategia para romper la autonomía de las comunidades y asimilar la identidad Nasa dentro de la dinámica de las instituciones corruptas del Estado.

Frente al intento de control gubernamental, los ataques de los diversos grupos armados y la invasión de multinacionales que quieren extraer minerales y explotar fuentes de agua, estas comunidades campesinas del Cauca quieren volver a luchar para liberar a la tierra de la producción intensiva, y «hacer volver nuevamente la vida, los animales, los árboles y volver a crear un ecosistema en el que pueda vivir cualquier ser vivo». 

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Historias

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