En México hay más de 6 millones de personas con algún tipo de discapacidad, entre ellas Jen Mulini, quien lucha para que existan políticas públicas incluyentes y transversales que garanticen sus derechos
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- La discriminación es el rechazo social basado en estereotipos, prejuicios, estigmas y valores culturales de acuerdo con lo que una sociedad o grupo social considera características aceptables. Este sistema de creencias niega el trato igualitario a las personas y a ciertos grupos sociales, lo que ocasiona una reducción o negación en el acceso y disfrute de sus derechos.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2022 identifica 10 grupos que históricamente han sido discriminados: personas con discapacidad, indígenas; afrodescendientes; migrantes; personas de la diversidad sexual: adultas mayores; niñas y niños; jóvenes; mujeres; y trabajadoras del hogar remuneradas.
Jen Mulini tiene 34 años. Es una mujer indígena y pertenece al universo de más de 6 millones de personas que, de acuerdo con el último censo poblacional viven en México con algún tipo de discapacidad. Se trata de 4.9 por ciento de la población.
Desde el 2009, Jen usa una silla de ruedas debido a un accidente automovilístico. En entrevista con Pie de Página, narra su historia y habla de su lucha para que existan políticas públicas incluyentes y transversales que garanticen los derechos de las personas con discapacidad.
Después del accidente, Jen recuerda que la primera discriminación que vivió fue en el médico al no explicarle con claridad su nueva situación. Ni a ella, ni a su familia le proporcionaron información clara.
“Cuando no te explican con palabras que puedas entender la situación que estás viviendo, es discriminatorio. Si no se discriminara la misma información tendríamos otra calidad de vida; sobre todo en los primeros años cuando nos enfrentamos a la discapacidad ocurrida después de un accidente”
Jen señala que la falta que existe en el acceso a la información desde la medicina repercute también en su derecho a la salud. Indica que no hay un trato integral, “se enfocan en salvarte la vida pero no te hablan sobre sobre las cosas que vienen después: como la salud mental, los derechos sexuales y reproductivos, o los efectos ocasionados a largo plazo por los medicamentos que nos recetan”.
La primera vez que Jen buscó trabajo después de su accidente se encontraba en la huasteca hidalguense, en la zona rural de donde es originaria. Era una tienda y le querían pagar 30 pesos al día. Esto ocurrió en el 2014. Jen rechazó el puesto y recurrió al autoempleo vendiendo productos de catálogo.
Con los ingresos de sus ventas reunió dinero para viajar y se preparó para ser conferencista. Viajó a la Ciudad de México y llevó a cabo un curso de manejo de silla de ruedas. Con ello aspiraba a lograr su anhelada independencia.
Yo sabía que tenía que escapar, escapar de la falta de accesibilidad, porque allá no hay modo de independencia; es un cerro donde no hay banquetas, mucho menos rampas”.
La inclusión no es un camino fácil, dice Jen. Y está en lo cierto. De acuerdo con la Enadis, en 2022 31.9 por ciento de la población de 12 años y más que tienen alguna discapacidad declaró que el principal problema que enfrentan es que las calles, instalaciones y transportes son inadecuados a sus condiciones, seguido de los costos en cuidados, terapias y tratamientos con 21.7 por ciento.
Pero Jen recuerda que la inclusión va más allá de construir rampas. La activista hace énfasis en que se necesitan baños accesibles, cambiadores inclusivos para personas adultas con discapacidad motriz, entre otros. Y también hacer ajustes razonables a lo que se necesite para que se les facilite el acceso a sus derechos y no se obstaculicen.
Por ejemplo, Jen menciona el caso de Daniel Robles Haro, quien solicitó su firma digital y no se la querían dar porque no puede firmar de puño y letra, ya que es una persona con parálisis cerebral severa, y lo único que puede mover a voluntad son sus ojos. Entonces, recuerda, le estaban negando su derecho a ser contribuyente, y exigió que se realizaran ajustes razonables para que le dieran su firma electrónica sólo con la huella digital.
Para garantizar la inclusión, comenta, “deben estar involucradas las personas con discapacidad, las personas tomadoras de decisiones y los aliados. Para realmente tener una inclusión debe haber inversión y no solo hay que invertir en la infraestructura, hay que invertir en la capacitación de quienes prestan servicios».
La Enadis señala que el 65.8 por ciento de la población de 12 años y más con discapacidad piensa que las personas con discapacidad son rechazadas por la mayoría de la gente. Y 59.9 por ciento percibe que la mayoría considera a las personas con discapacidad mental e intelectual incapaces de tomar sus propias decisiones.
Jen menciona que la discapacidad sigue siendo muy incómoda. Discapacidad, dice, es una palabra que en cuanto la mencionas la gente se pone incómoda. Incomoda porque va en contra de toda norma.
Lo que hace falta es partir desde los derechos humanos y que sus discursos en donde hablan de igualdad para todas, todos y todes, realmente tomen en cuenta las personas con discapacidad sin caer en la simulación para aparentar que son inclusivos. Invítate por ahí algún de indígena, Invítate a una persona en silla de ruedas: ¡no!».
Jen asegura que las falsas creencias son las que impulsan la discriminación. Por ejemplo, la falsa creencia de que las personas con discapacidad todo el tiempo necesitan ayuda, de que no pueden ser independientes o que las personas con discapacidad no pueden hacer nada por ellas mismas, o que no son capaces de tener un trabajo, ser padres, madres, que no pueden tener una profesión o formar una familia.
Respecto a la salud emocional, Jen habla sobre Suki, una modelo con discapacidad que dice que las personas con discapacidad tienen mucho desgaste mental a diferencia de las personas que no viven con discapacidad. La salud mental de las personas con discapacidad todo el tiempo está en riesgo y descuidada, debido a todas las discriminaciones que viven cotidianamente.
Pensar en cómo resolver todo todo el tiempo es muy agotador. Puedes un día salir con la mejor actitud, bañada, cambiada, oliendo rico y la gente aún así te ve como si olieras a caca, no te ven como persona, te ven como objeto”.
Mulini indica que aún falta un gran camino por pavimentar, pues son pocos los políticos interesados en proponer iniciativas que beneficien a este sector de la población.
Necesitamos tener un protocolo médico integral en el que te expliquen todo lo que vas a necesitar, una rehabilitación, el apoyo de alguna asociación civil que te enseñe usar tu silla de ruedas, todo un manual, que nos dé la bienvenida al mundo de la discapacidad y no estar buscando y viendo por dónde”.
En políticas públicas, la activista señala que se deben considerar todas las interseccionalidades como la perspectiva de género o la perspectiva étnica para hacerle llegar la información a quienes hablan una lengua.
No se trata de vivir una doble o una triple discriminación, no son las olimpiadas de la desgracia; se necesitan acciones específicas para ir eliminando cada una de esas brechas para que se nos garanticen nuestros derechos como a cualquier otra persona”.
Aunque Jen reconoce que sí existen acciones afirmativas a favor dela inclusión, un primer paso para diseñar mejores políticas públicas para reducir las brechas de discriminación sería acercarse a los expertos ¿Quiénes son estos? las personas con discapacidad y no las consultorías externas. Por ejemplo, recuerda Jen, desde hace 2 años y medio existe el Movimiento de Personas con Discapacidad que tiene presencia en toda la República mexicana y en 5 países.
A la vez, otro paso es visibiizar a las personas que tienen alguna discapacidad. «Hacerse presentes», dice la activista.
«Para tener visibilización debemos responsabilizarnos e incluirnos nosotros mismos, formar parte, hacer presencia en los espacios y denunciar si en algún lugar se nos trata de forma discriminatoria y seguir visibilizando que existen muchos tipos de discriminación, sí es necesario alzar la voz para poder evidenciar la realidad que vivimos las personas con discapacidad”.
Y recalca que es muy importante hacer uso de las redes sociales para crear comunidad y poder acceder a la información sobre cursos, pláticas.
Por ejemplo, desde hace algún tiempo Jen escribe reseñas de lugares accesibles que publica en sus redes sociales Tw: @jenmulini Tiktok @lugaresaccesibles @jenmulini y Fb: @Todo accesible.
“Lo más importante es que las personas con discapacidad entiendan y crean realmente que no están solos”.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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