‘La escasez no es propia de la 4T’

13 junio, 2019

La escasez de insumos para las terapias hormonales no es algo nuevo entre la población transgénero, pero el cambio en el esquema de abasto acrecentó el problema, señalan usuarias. Para la doctora Gwen Bello, terapeuta en reemplazo hormonal, la austeridad del nuevo gobierno y el inicio del combate a la corrupción en el el sector salud fueron impulsivas e inadecuadas

Texto y foto: María Ruiz

La escasez de sustancias para tratamientos hormonales usados por las personas transgénero siempre ha existido, pero se agudizó con el nuevo esquema de distribución de medicamentos del gobierno federal, denuncian usuarias y activistas consultadas.

“Las hormonas para los tratamientos transgénero ya sufrían de escasez con gobiernos anteriores al de López Obrador, ya que no existe un presupuesto designado para los tratamientos”, explica la doctora Gwen Bello, terapeuta en reemplazo hormonal.

Por ejemplo, añade, la Clínica Condesa usa parte del presupuesto destinado al tratamiento del VIH para comprar los insumos de la terapia de reemplazo hormonal.

“El desabasto de las hormonas se dio por una combinación de factores: el veto a empresas farmacéuticas por corrupción, tener que conseguir nuevos proveedores, la falta de dinero y que las personas que requieren el tratamiento continuaron llegando a Clínica Condesa. Actualmente hay una lista de espera de seis meses para poder acceder a la terapia”.

Gwen Bello es médica cirujana general. También es activista y promotora de los derechos humanos de la población LGBTTIQI formada por ASILEGAL, El Closet de Sor Juana y Fundación Arcoiris; fundó el colectivo Transelemental; participó en la creación de la agenda política de juventudes trans en la Ciudad de México.

Desde mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador expresó su plan de combate a la corrupción en la distribución de medicamentos y explicó el modus operandi de las empresas farmacéuticas que llevó a la decisión de vetar y a la necesidad de encontrar nuevos proveedores:

“Se hacía una licitación, incluso una compra consolidada de mil 500 claves, se ponían de acuerdo y nada más vendían mil, y quedaban 500 sin compromiso de venta. Por urgencia y sin ningún control, por esas 500 se pagaban dos o tres veces más. Entonces, se ahorraban mil, 10 por ciento, 20 por ciento, pero en las 500 que no se ofrecían y que eran tratos directos. Ahí se perdía, la Hacienda Pública, el presupuesto público, perdía 200, 300 por ciento”.

En esa conferencia matutina, del 24 de mayo, también recordó que el gobierno anterior compró 90 mil millones de pesos en medicamentos pero el 80 por ciento de esas compras se concentraron en 10 proveedores y el 62 por ciento en sólo tres.

Para la doctora Gwen Bello, esta decisión fue muy impulsiva y le faltó un planteamiento más definido:

“La población mexicana fue vulnerada en su derecho a la salud, si ya teníamos un sistema que se estaba cayendo a pedazos, llega este gobierno y quita insumos, recorta personal… debieron implementar un plan B, antes de tomar estas acciones”, dice.

La activista destaca que la escasez de insumos y medicamentos, además de la ignorancia y falta de preparación respecto al sector salud, complican más aún la atención médica para la población transgénero.

Ni el IMSS ni el ISSSTE cuentan con atención de terapia hormonal. Por lo que si un derechohabiente desea acceder al tratamiento público debe darse de baja de las instituciones y buscar acceder a la única clínica pública que brinda este servicio en el país, la Clínica Condesa en la Ciudad de México.

“Que sólo exista un lugar en México que proporciona el tratamiento aumenta el riesgo de que las personas se automediquen y pongan en riesgo su vida”, advierte la médica.

Para combatir la omisión gubernamental de tratamientos hormonales, algunas agrupaciones civiles buscan garantizar la seguridad de las personas que deciden tomar las terapias, como Impulso Trans A.C., que ofrece servicios de atención privados en Guadalajara, Jalisco, e impulsa política públicas para que el Estado brinde estos servicios.

“Por el pésimo servicio de salud, no sólo en la población trans sino en general, muchas personas prefieren el sector privado. La gente debe costear sus hormonas y estudios de laboratorio. Impulso Trans está trabajando para lograr hacer comprar de hormonal al mayoreo y lograr bajar el costo”, cuenta Izack Zacarías, miembro de la organización.

Para esta organización la salud es un derecho y el Estado debe garantizar la atención médica de la comunidad trans mexicana con especialistas capacitados y sensibilizados sobre el tema.

Pero no en todos los lugares del país existen organizaciones así. Para Edén Valdivia, quien vive en Morelia, Michoacán, la única opción para acceder a las hormonas es viajar a la Ciudad de México. Cuando Edén llegó al IMSS a pedir la terapia le dijeron que mejor se diera de baja del Seguro Social y fuera a Clínica Condesa, por lo que desde septiembre viaja a la capital del país para poder tomarlo.

“La escasez no es propia de la 4T. La constante es que surtan cada seis meses, es la fecha en la que todos tenemos completa la receta pero no siempre ocurre así. Quizá dura un mes el abasto y cuando hay hormonas completas a muy pocas personas nos toca atendernos”.

Edén cuenta que esta escasez les genera un descontrol físico y emocional.

“En caso de los hombres trans los ciclos menstruales pueden regresar y eso genera impactos emocionales. A muchos les da migraña o en el caso de las mujeres el vello les regresa al cuerpo, la piel se vuelve a poner dura. Y se pierde el avance que se tenía”.

Esto orilla a que compren las hormonas. Los precios de los estrógenos que consumen pueden costar desde 90 hasta 500 pesos, además de las inyecciones que necesita aplicarse cada ocho días, de forma permanente, que cuestan alrededor de 200 pesos.

“Cuando se es mujer trans es carísimo acceder al medicamento por vía privada. Entre estudios de laboratorio y compra de medicamentos, moverme a Ciudad de México es más barato que atenderme aquí”, explica.

Cuando se dio la escasez en Clínica Condesa, a Edén le explicaron que fue porque el número de personas que buscan las dosis aumentó, pero en realidad la constante es que hay un abasto cada seis meses y el resto del año se dan las hormonas a cuentagotas, cuenta la moreliana.

La Clínica Condesa es la única en México que da terapia de reemplazo de tratamiento hormonal gratuito. Existen dos, una en Zona Rosa y otra en Iztapalapa.

Los retos de la 4T

Para Gwen Bello la deuda del Estado con la población trans es enorme e histórica. Hasta el año 2018 la Organización Mundial de la Salud sacó a la transexualidad de la lista de “enfermedades mentales”, lo que dio paso a que no sea necesario un diagnóstico psicológico para acceder a la terapia de reemplazo hormonal.

En México, además, existe una ausencia de investigaciones médicas sobre el tema, enfatiza.

“Sobre todo necesitamos personal de salud sensibilizados. Cosa que a ningún gobierno le ha importado ni ha tenido visión. No se trata de entrenar al médico en el trato a la población trans, de decirle cómo hacerlo. Se tiene que explicar por qué tienen que hacerlo y es que un conocimiento sin base es desechable. Si no les das el porqué, las razones, es muy fácil que no lo hagan. Necesitamos más recursos y especialistas adecuados para dar el tratamiento y sobre todo, que se entienda que las personas trans somos tan valiosas como otras personas”.

La doctora Gwen señala que los pendientes del sector salud no son exclusivos hacia la población trans ni los tratamientos hormonales, sino que existen carencias en general que se agudizaron con el cambio de esquema de abasto.

“Faltan insumos para el trabajo digno del médico y para una atención digna de un paciente; no poder acceder a los insumos ocasiona precariedad para las poblaciones y vulnerabilidad a su salud. Falta presupuesto; falta que se supervise que el dinero que llega a los hospitales es el necesario y se está utilizando para quien se dice que se está utilizando”.

La activista añade que México no cumple con el número de médicos recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que señala que cada médico debe atender a 333 habitantes.

En México, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la esperanza de vida en México es de las más bajas por los recursos limitados destinados a la salud y la calidad del servicio. Según datos del 2017, cada médico en el país atiende 416 pacientes.

Además, la tasa de enfermeros y camas por hospital en México es menos de la tercera parte de lo que recomienda la OCDE.

“La austeridad, está mal dirigida en el sector salud. En otros sectores a lo mejor y puedes hacer lo que hicieron pero en éste no porque pones en riesgo la vida de las personas. Y la vida de una persona no tiene precio, ni tiene costo”, concluye Gwen Bello.

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Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.

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