La encuesta, a prueba

6 septiembre, 2023

Elementos de instituciones de seguridad privada, así como visores de los 6 aspirantes a encabezar la campaña presidencial por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) realizan la apertura y conteo de los paquetes de la encuesta del proceso interno del partido. Foto: Especial / Cuartoscuro.com

La definición de la virtual candidatura presidencial de Morena en 2024 ha abierto un debate sobre los procesos de definición al interior de los partidos políticos- ¿Cuál es el método que asegura una elección democrática y no una imposición o simulación? ¿Pasará Morena la prueba?

Texto: Alejandro Ruiz

Foto: Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO. –  En un proceso calificado como inédito, Morena definirá este miércoles al coordinador para la Defensa de la Cuarta Transformación, que en los hechos será su candidato a las elecciones presidenciales de  2024. Lo hará a través de una encuesta de 18 preguntas a población abierta, es decir, no solo a su militancia.

El método provoca debate. Algunos dicen que estos procedimientos son reflejo de una visión democrática y abierta. Por el otro, hay quienes piensan todo lo contrario, y acusan que las encuestas son un eufemismo para procesos arbitrarios y ventajosos.

¿Cuál de las dos versiones es real? Aquí un repaso de la historia.

El uso político de la encuesta

Aunque ahora la izquierda ha introducido el método de la encuesta a sus procesos internos, en realidad, las encuestas en el país tienen un origen distinto.

Por ejemplo, existe un consenso entre varios analistas de que su uso en gobiernos, y para solventar decisiones políticas, inició durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Inclusive, durante ese sexenio es que la oficina de la presidencia funda su unidad de investigación de la opinión pública, quienes iniciaron aplicando encuestas mientras perfeccionaban la metodología de los estudios demoscópicos.

Esto también coincide con los años donde la izquierda mexicana logró consolidar un partido político que conjuntó a la mayoría de las fuerzas de izquierda: el PRD.

El partido del sol no tardó en usar las encuestas para sus procesos internos, sin que eso implicara desplazar el método habitual adoptado como costumbre política en todos los partidos: las elecciones primarias.

De hecho, fue hasta que Andrés Manuel López Obrador ocupó la presidencia nacional del partido (1996 – 1999) que el método de la encuesta comenzó a cobrar fuerza en sus procesos democráticos.

El sello de López Obrador

Para el periodista Arturo Cano, quien durante años ha seguido el devenir de la izquierda electoral en el país, la encuesta es una insigne que ha caracterizado al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sobre esto, Arturo Cano hace un recuento:

«Andrés Manuel empezó a utilizar las encuestas desde que ocupó la presidencia del PRD. Por ejemplo, fue muy significativa la presencia en su equipo de José Barberán, un matemático, físico, que ya había estado con Cuauthémoc Cárdenas. Barberán era una persona muy buena con los números, pero también un político que entendía cómo utilizar los números para construir una propuesta política. El uso de encuestas para definir candidaturas siguió siendo constante, inclusive cuando Andrés Manuel decide buscar la candidatura de la Ciudad de México. Desde entonces, la encuesta ha sido una herramienta, un instrumento, que ha privilegiado el presidente, esto, a contrapartida de los procesos de elecciones primarias del PRD».

Un método conocido en las izquierdas partidistas

La encuesta como método, entonces, también coincide con un periodo en la vida orgánica del PRD, cuando el partido comenzó a consolidarse como una fuerza política que comenzó a crecer y ganar terreno en las disputas electorales. Pero su aplicación tampoco garantizó la estabilidad política del partido en esos años.

Pedro Ramírez, militante del entonces PRD y ahora de Morena, y que además vivió de primera mano esos momentos en la historia, explica:

«Hoy se habla mucho de las encuestas, pero en realidad no ha habido demasiadas. Se le está dando una dimensión más grande, porque es obvio que quien gane la encuesta es prácticamente presidente de la república. Pero en la izquierda electoral siempre han existido para definir candidatos, y el conflicto nunca ha estado alejado en eso. Un ejemplo, la encuesta que definió a Cárdenas como candidato en el 2000, que el resultado generó una división con Porfirio Muñóz Ledo».

Y añade:

«Lo que pasa es que en esos tiempos no se hacía tanto escándalo como ahora. Otro ejemplo pasó en 2011, con la candidatura de Alejandro Encinas a la gubernatura del Estado de México. Para definirla, también se usó una encuesta, que le dio 10 puntos de ventaja sobre Higinio Martínez. La elección se perdió, pero nadie cuestionó, como ahora, el uso de la encuesta «.

Entonces, si la encuesta no asegura el desarrollo democrático de una elección interna ¿por qué seguirla usando en vez de apostar a fortalecer las elecciones primarias? La respuesta: los aprendizajes de la historia.

Foto: Especial / Cuartoscuro.com

Los errores del pasado

Las elecciones primarias en los partidos políticos son sus momentos de mayor tensión y confrontación interna, donde las corrientes que nutren a estos entes se disputan entre sí la dirección y el rumbo de sus aparatos. A nivel macro, son la expresión de la pelea por distintos proyectos y programas ideológicos.

En el PRD de aquellos años, integrado por un sinfín de grupos y corrientes diversas en el espectro de la izquierda, estos periodos eran álgidos y muchas de las veces terminaban en confrontaciones.

Sobre esto, Pedro Ramírez recuerda:

«Las elecciones primarias eran muy difíciles, y en el PRD se privilegió más la política de las tribus y el acarreo, que la aspiración democrática. El partido se manejaba más por la tribu, de quién podía acarrear más, quién tenía más influencia en el padrón, quién elaboraba en el padrón. Terminó siendo un proceso poco confiable porque privilegiaba más el dueño de la tribu, o de la corriente, que a la militancia».

Un ejemplo de esto fue la elección primaria que en el 2000 buscó renovar la dirigencia nacional del partido. En ese momento, la confrontación entre Jesús Ortega y Amalia García estuvo llena de irregularidades que culminaron en que ambos candidatos desconocieran el resultado de las elecciones. Al final, acusa Pedro, «se impuso a Amalia».

Pero entonces, ¿la encuesta es la alternativa a este tipo de dinámicas? Sobre esto, el periodista Arturo Cano reflexiona:

«Yo creo que son una herramienta que puede ayudar a dirimir conflictos internos, a evitarlos incluso, pero difícilmente garantizan un proceso democrático, incluso dentro de un partido político. La encuesta se ha impuesto en Morena porque ha sido un instrumento que López Obrador ha sabido utilizar desde hace un buen rato, y quizá porque la experiencia que tuvo en el PRD lo llevó a decidir por esa vía para evitar aquella convenciones electorales que terminaban en sombrerazos».

¿El disfraz de un dedazo?

Arturo Cano recuerda la posición que tuvo uno de lo fundadores de Morena en 2019, cuando el partido impuso la encuesta como el método para renovar a su dirección nacional.

Sus reflexiones, publicadas el 1 de diciembre en el periódico La Jornada, argumentaban que la encuesta era un método de mercadotecnia que medía tendencias, no necesidades, y que además corría el riesgo de restar legitimidad a los procesos democráticos, pues se dejaba como árbitro a una empresa que podía ser influenciada por las élites económicas.

«Las encuestas, dijo Dussell, no son un método democrático, sino que son un disfraz de dedazo«, resume Arturo Cano.

Y añade que, por ejemplo, la encuesta que hoy cierra Morena tiene un sesgo importante: que no toma en cuenta a la militancia partidista, esto, al abrir la participación a toda la población.

«Cuando se hace una encuesta a la población abierta, y no solo a simpatizantes o militantes del partido, se tiene un sesgo, porque cuando la encuesta ya considera la población abierta, lo que está midiendo ya no es la propuesta, sino la popularidad. Entonces, mide las posibilidades de triunfo de la persona que resulte candidata. Por ejemplo, en muchas encuestas que hicieron en los estados, los que resultaban ganadores o ganadoras eran personas que venían del PRI, pero que eran personajes conocidos, más que militantes aguerridos».

Esta tendencia, precisa Arturo Cano, también se manifestó la encuesta más reciente:

«En esas condiciones, el piso de partida de personajes como Sheinbaum y Ebrard era desfavorable para Claudia, porque Marcelo es un personaje que lleva mucho más tiempo en la política, muchos más cargos, y es aspirante a la presidencia desde 2011. Llevaba 12 años de campaña, aunque la tendencia de las encuestas muestra otros resultados que solo se podrá impugnar mediáticamente, y al final llevarán a que todo se resuelva con un acuerdo político».

Pedro Ramírez en que la encuesta no es el método más democrático, y añade una reflexión:

«Claro que lo más democrático son las elecciones primarias con un padrón bien definido, y que además hubiera confianza en ese padrón. Y que inclusive, esas elecciones primarias se realizaran a la militancia y simpatizantes, eso es lo más democrático, pero en el momento actual se tiene que tomar una solución práctica, no pragmática, donde tenemos un partido aún con muchas contradicciones y la amenaza de la derecha».

¿A quién beneficia?

Para Pedro Ramírez la decisión de seguir con la encuesta obedece a que en estos momentos Morena necesita continuar en el aparato de Estado, mientras, a la par, también necesita reforzar sus procesos democráticos y ampliar la participación de las bases.

Cano complementa:

«La encuesta de ahora fue un proceso que quizá no podemos juzgar tan severamente, porque es un proceso inédito en el que todos los actores participaban por primera vez en un proceso así. Las encuestas nos indican que tuvo algo de ocioso el proceso, porque prácticamente los números no se movieron: Sheinbaum había estado al frente en todos los estudios de opinión serios, la ventaja que tenía respecto a Marcelo se mantiene en los mismos números. Aunque sí nos da sorpresas, como que Ricardo Monreal caiga tan abajo y Fernández Noroña logre un avance  importante. Eso nos habla de la geografía el obradorismo en la actualidad. Donde una parte, la parte  más populachera del morenismo, se siente más identificada con un personaje como Fernández Noroña, que con alguien que siempre ha estado con las élites como Ricardo Monreal o Manuel Velazco».

Por su parte, desde la militancia de abajo, Pedro Ramírez concluye:

«Yo confío en que se tendrá una decisión de partido que se respete. En estos momentos, creo que el partido es fuerte porque todavía está Andrés Manuel López Obrador, y eso unifica. Después de él no sé qué vaya a pasar. Lo que sí siento es que si este proceso demuestra irregularidades se va a mermar la legitimidad de Morena con las bases, y habrá conflicto, por eso creo que lo mejor es tener un final democrático, de aceptar los resultados y avanzar hacia la unidad».

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.