22 junio, 2020
Vender oxígeno y rentar tanques es uno de los negocios más lucrativos en algunas entidades como Guerrero, que se han excedido en torno a las predicciones de los casos positivos y defunciones por covid-19
Texto: Marlén Castro / Amapola Periodismo Transgresor
Fotografía: José Luis de la Cruz
CHILPANCINGO, GUERRERO.- El nombre lo dice: Síndrome respiratorio agudo grave. A los enfermos graves de covid-19 les falta el aire y un tanque de oxígeno puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
En estos días de pandemia, vender oxígeno y rentar tanques es uno de los negocios más lucrativos. Del otro lado del negocio están los familiares que peregrinan por diferentes establecimientos para conseguirlo.
La familia García sabe lo difícil que es encontrar un tanque de oxígeno. Lo buscaron durante dos días y no hallaron disponibles en ningún establecimiento de Acapulco y de Chilpancingo.
El padre de la familia enfermó de covid-19 en Acapulco. Empezó con tos y subió su temperatura. Comenzó a tener dificultades para respirar. Se escuchaba agitado. Hablar le significaba un esfuerzo supremo. Entonces indagaron sobre dónde comprar un tanque de oxígeno para tenerlo disponible por si el señor se agravaba. Pensaron que era fácil. Resultó imposible.
“Hablé con mi papá por teléfono, yo no estaba en Acapulco. Lo escuché tan agitado que mejor le dije: ‘Papá, descanse. No se esfuerce’. Sabía que iba a necesitar el tanque de oxígeno y comencé a buscarlo, llamé en varios establecimientos de Chilpacingo y Acapulco y en todos lados estaba agotado”, recuerda Antonio, el hijo mayor de esta familia.
La lista de estos establecimientos de venta de tanques de oxígeno o de recarga de oxígeno apareció sin complicaciones en su primer búsqueda en google. Por los resultados, parecía ser que era el juego de palabras más buscados en la red.
Uno a uno comenzó a llamar a esos establecimientos.
-¿Cuál es el precio de un tanque de oxígeno? Preguntó en el primero al que marcó, recuerda que hizo esta pregunta porque pensó que no sería complicado.
Le respondieron que no podían decirle el precio porque en esos momentos no tenían ninguno disponible. Todos estaban rentados.
-¿Pero cuánto cuesta? Insistió saber cuál era el precio porque no tenía la más mínima idea.
-Eso no lo podemos decir porque el precio está cambiando todos los días, le respondieron.
Esta primera respuesta le sugirió que la tarea que comenzaba a realizar sería difícil.
Marcó a todos los establecimientos que aparecieron en la búsqueda. En todos le decían que los tanques vendidos estaban agotados y los que eran para renta no había ninguno disponible. En ninguno le decían el precio, bajo el mismo argumento de que eso era impredecible. Al otro día podría ser uno totalmente distinto.
Por el buscador dio con un corporativo dedicado, entre otras cosas, a la venta de artículos para la salud: Grupo Infra. Ahí le dijeron que para atender su solicitud tenía que enviarles copias de identificaciones de la persona enferma y la que solicitaba el tanque y que pondrían su solicitud en una lista de espera. Pero no le dieron muchas esperanzas. Le dijeron que la lista de espera era larga.
Pensó que hallar el tanque en Acapulco sería difícil por el número de casos confirmados de Covid-19. Tomó la decisión de buscarlo en Chilpancingo, la capital de Guerrero, donde había menos personas enfermas.
En la capital tuvo la misma suerte. Lugar al que marcaba respondían que los tanques en venta estaban agotados y, los de renta, ninguno disponible.
-¿Pero en algún momento quedará alguno disponible, no? Quiso saber Antonio.
-No tenemos idea cuando sería, vuelva a llamar de tarde y mañana de nuevo a ver si tenemos disponibles, le respondieron en uno de estos locales.
Entonces llamó a familiares para contar la dificultad de encontrar el tanque de oxígeno. Hicieron llamadas a conocidos que suponían podían tener contactos con alguien que prestara el objeto preciado.
Finalmente, encontraron a un ex trabajador de Salud que tenía uno y, dijo, que se los prestaba. Se trató de un tanque de oxígeno, con todo y carrito para desplazarlo, de 650 litros pero estaba vacío, habría que recargarlo.
El que les prestó el tanque dijo que hace varios años, recargaban oxígeno por Petaquillas, pero ahora definitivamente no tenía idea de dónde podría haber de esos establecimientos.
Le dijo que llamara o fuera a un negocio que se llama Central Médica de Chilpancingo a comprar los aditamentos que hacían falta para suministrar el oxígeno y que ahí, seguramente, sabrían dónde recargaban el tanque.
Pie de foto 2: Una mujer con un tanque de oxígeno es ingresada a la sala de Urgencias de la clínica del ISSSTE en Chilpancingo.
En Central Médica de Chilpancingo había más gente como él comprando esos aditamentos para el tanque: mangueritas, agua destilada, vaso receptor. Efectivamente ahí le dijeron que el tanque se lo podrían llenar en un local de recarga en la avenida Álvarez, cerca del centro.
Junto con él, recuerda, llegó otra persona con un tanque de oxígeno igual, aunque este parecía nuevo. Aunque él ya llevaba el tanque por curiosidad preguntó el precio de los tanques. El encargado le dijo que los que vendía ya se habían agotado y los que rentaba no tenía ninguno disponible. Ahí rentaban sólo tanques grandes, de unos 2 mil litros.
-¿Pero cuánto cuesta la renta?
Le dijo que el último precio era: 5,000 pesos de depósito del tanque, del oxígeno 1,200 y la renta dependía del número de días, pero simplificó que el último tanque rentado, la persona que se lo había llevado pagó 10,029 pesos.
El encargado estaba actualizado sobre los nuevos movimientos de los precios. Le dijo que el tanque que él llevaba por marzo costaba alrededor de 3,000 pesos. Para junio ya costaba alrededor de cinco mil y, vaticinó, que como iban las cifras, subiría mucho más.
Una búsqueda rápida en la red arrojó que hoy 18 de junio ese mismo tanque ronda los siete mil pesos.
El tanque que le prestaron a Antonio resultó con una avería en el manómetro. En el local pensaron que el problema sería en una pieza que ahí mismo podían arreglar. La cambiaron pero siguió igual soltando el oxígeno recién comprado. Lo regresaron a la tienda Central Médica de Chilpancingo.
Le dijeron que no sabían si ahí vendían la pieza. Resultó que de esas piezas ya no había en existencia y no sabían cuándo llegaría una nueva remesa.
Esta odisea en Chilpancingo para conseguir el tanque se mitigó con la noticia de que el papá de Antonio tenía una leve mejoría. Hasta llegó a pensar, recuerda, que después de tanto ir y venir, ya no era necesario el tanque de oxígeno.
Llamó a quien le prestó el tanque. Comunicó la falla en el manómetro. Le contó que su papá tenía una mejoría pero que de todos modos quería mantener el tanque con él por si se ocupaba y que le indicara que podía hacer para arreglar la pieza.
El ex trabajador de Salud hizo algunas llamadas con conocidos de su mismo sector y consiguió un manómetro de reemplazo. Lamentablemente estaría disponible hasta el día siguiente, alrededor de las nueve de la mañana.
Dijo que esperaba que no había problema, finalmente su padre había mejorado.
Esa noche, el padre de Antonio se fue a dormir sin tantas dificultades para respirar. Durante la madrugada, le comunicaron sus hermanas, su padre tuvo una crisis.
Por la mañana, cuando se dirigía al lugar al que vería a la persona que le facilitaría el manómetro, recibió la llamada de su familia en Acapulco.
El Síndrome respiratorio agudo grave (SARS) se presentó, de nuevo, durante la madrugada y no permitió a su padre jalar más aire para mantenerse vivo.
Un tanque de oxígeno hubiera hecho la diferencia, quizá sólo para darle otro poco tiempo de vida, quizá para salvársela.
Guerrero, como dijo ayer el subsecretario de Prevención y Promotor de la Salud, Hugo López Gatell, se ha excedido en torno a las predicciones de los casos positivos y defunciones por la covid-19.
Este trabajo fue publicado originalmente por AMAPOLA PERIODISMO TRANSGRESOR, que forma parte de la Red de Periodistas de A Pie. Lo reproducimos con su autorización. Aquí puedes encontrar la versión original.
Es originaria del estado de Guerrero, en donde ha sido reportera durante 26 años, cubre principalmente temas de derechos humanos relacionados con los efectos sociales, ambientales y de salud en las comunidades, a causa de los proyectos extractivistas. Actualmente es coordinadora general del medio digital Amapola. Periodismo transgresor.
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