El fervor guadalupano envuelve a millones de visitantes cada año a la Basílica de Guadalupe, lo que genera un impacto principalmente en la economía local de la alcaldía Gustavo A. Madero
CIUDAD DE MÉXICO.- La fe mueve montañas y la economía también. Once millones de personas que visitaron la Basílica de Guadalupe dejaron una derrama económica de 225 millones de pesos de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDECO).
La cifra abarca desde finales de noviembre hasta el 12 de diciembre y supera en 7.2 por ciento lo registrado en 2021 y en 40.9 por ciento a la producida en 2019.
Este año se “volvió a la normalidad”. Sin restricciones por la pandemia, comerciantes recibieron con las bolsas de sus mandiles abiertas a los feligreses que acudieron a la celebración de la Virgen de Guadalupe.
La estación del Metro más cercana es la Villa/Basílica, antes de subir las escaleras ya se escuchaban las voces de hombres y mujeres.
“Lleve la veladora a la virgen, a la madre, a la patrona. De a 20, para la bendición”, decía un jovencito muy delgado de gorra a pie de escalera que carga con dos velas en cada mano.
Otra chica bajita de tez morena con cabellera larga y rojiza ofrece ramos de rosas en 50 y 100 pesos. Mientras se acomoda el cabello hacia un lado de su hombro, con la otra mano rocía agua sobre las flores como el sacerdote a los feligreses que acuden por la bendición.
Alicia de 32 años es originaria del estado de Puebla pero lleva un par de años viviendo en Ciudad de México. Desde mayo de este año consiguió empleo vendiendo flores así que es su primer 12 de diciembre trabajando en la temporada que todos los comerciantes esperan con gran expectativa.
La mujer es movida, atiende con entusiasmo a quien se acerca. Da precio, acomoda los arreglos y hasta ofrece cambiar los colores de las flores con tal de vender más, pues su patrona le pagará un extra dependiendo lo que venda. Alicia, que viene desde Neza, espera ganar unos 450 pesos por día.
Una multitud de personas con chalecos de color guinda se obrserva frente a otro puesto, es el puesto de María de Jesús que está instalado sobre la Calzada de Guadalupe. El alboroto se debe a que el alcalde de Gustavo A. Madero está recorriendo las inmediaciones mientras saluda a algunos comerciantes que a su paso se toman la foto con él y le obsequian alguno de sus artículos de venta.
Al preguntarle cómo va la venta, la mujer de 65 años dice: “Uy… ahorita no hemos vendido gran cosa”, mientras muestra 150 pesos que saca de su mandil de mezclilla.
Cuenta que se casó a los 19 años y su esposo ya era comerciante así que es una vida entera dedicada a esta labor. Lleva por lo menos 30 años vendiendo artículos religiosos y recuerda que antes, la venta por temporada empezaba desde el día 5 de diciembre y para el día 11 ya casi habían terminado “pero ahorita está medio muerto”, dice.
“Ya es toda una vida aquí, aunque no venda pero me divierto vacilando con todos los chamacos de los puestos de junto”, dice sonriendo María de Jesús.
El negocio es familiar, sus dos hijas y nietos atienden los puestos que están al paso de los peregrinos. Aunque sus nietos trabajan también estudian, uno la preparatoria y otro la universidad. María de Jesús aconsejó a sus nietos estudiar porque dice que aunque el negocio es muy socorrido también es muy matado.
José Roberto le hizo caso a su abuelita y estudia el tercer semestre de economía en el politécnico. Tiene recuerdos que ha trabajado desde los 4 años de edad junto a su familia y que en los años de la pandemia sus ingresos bajaron a menos del 50 por ciento pero para este 2022 espera el futuro economista que incremente en un 80 por ciento debido a que la venta se reparte entre gente que llega a vender por la temporada pero que su actividad principal no es el comercio durante todo el año.
El joven que dejó de ofrecer sus veladoras a 15 pesos para conversar, se despide a prisa pues ya le está gritando su mamá para que le ayude a atender el puesto.
En los alrededores de la basílica se vende de todo pero hay establecimientos que pese a que no ofertan lo que ocupan los devotos de la morenita del Tepeyac, también permanecen abiertos, tal es el caso de una tienda de pinturas. Un empleado dice que sus ventas disminuyen considerablemente por lo que reducen su horario a las 4 de la tarde.
En el 717 de Calzada de Guadalupe está la plaza Barrio Mágico Guadalupe, una de las plazas comerciales construidas desde hace 10 años. El señor Juan es propietario de uno de los 5 locales que pertenecen a su familia.
Mientras prepara un pequeño cuadro que planea vender en 650 pesos se queja amargamente: “La plaza está escondida, nos entra poca gente. Nos metimos con la promesa de que no habría vendedores afuera pero no fue cierto”.
—Oiga ¿y les cobraron por estos locales?
—No, no más eso faltaba, responde indignado.
—¿Y los precios, suben por la temporada?
—Yo no los subo, doy económico, si doy más caro, no vendo.
El señor Juan dice que de las plazas que se construyeron, es la de Barrio Mágico la menos favorecida porque aunque está en plena Calzada de Guadalupe, está muy escondida.
“Hay mucha gente necesitada que dejó la pandemia y creció el ambulantaje de toreo”, indica el locatario.
Al paso, dos jovencitas con uniformes negros y vasos de refresco en la mano toman un breve descanso mientras observan pasar a los peregrinos que cargan con imágenes de la virgen. Se trata de Blanca y Dana de 22 y 19 años respectivamente. Ambas laboran en una cadena de hamburguesas.
Respiran un poco pues dicen que al interior del establecimiento hay tanta gente que se sienten sofocadas. Durante la noche del 10 y 11 de diciembre les tocó doblar turno, y aunque se los pagan como día festivo, dice Dana que no es mucho el beneficio comparado con todas las horas y el trabajo que realizan pues hasta el baño les toca lavar y lo dejan muy sucio.
Al preguntarles sobre qué piensan respecto a la fe de los peregrinos, Blanca responde apresurada que es muy absurdo e innecesario.
“Que mejor tengan respeto por los demás porque a nos dejan todo muy sucio y además vienen y dejan perritos abandonados”, dice Dana que asegura haber visto letreros en los que se les pide a los feligreses no dejar a los animalitos abandonados.
A diferencia de las jóvenes citadinas, un grupo de jóvenes de entre 14 y 24 años llegaron desde el municipio de Huamuxtitlán en el estado de Guerrero. Los peregrinos que llegaron a la ciudad dicen haber invertido entre 1000 y 2000 mil pesos para agradecerle a la virgen del Tepeyac por la salud de su familia y las cosas que han tenido en este año.
La fe la aprendieron de sus padres, así que también piden a la milagrosa virgen que les conceda salud y que el año que está por comenzar les vaya bien, dice Altair, el joven de 14 años.
Su dinero lo gastaron en comida, aprovechan para comer en la cadena de hamburguesas en donde trabajan Dana y Blanca; también compraron cuadros con la imagen de la virgen en 50 pesos y se tomaron la foto del recuerdo por otros 35 pesos.
En los baños Tepeyac hubo fila y es que este servicio fue uno de los más solicitados. Gerardo, Nelly y Ariana salen con el cabello mojado y su ropa en las manos luego de darse un baño antes de pasar a ver a la patrona de los mexicanos.
Los peregrinos originarios de Tlaxcal gastaron 60 de los 1000 pesos que llevaban para darse un regaderazo.
“Pagamos más por quedarnos en la calle”, dice Gerardo, pues indica que los franeleros less cobraron 700 pesos por estacionar el vehículo en el que llegaron.
Los establecimientos dedicados a la venta de alimentos como la tortilleria Lupita en donde trabajan 6 personas lucieron con largas filas.
“Ya ni sé cuántos kilos de masa hemos echado, pero son hartos, ya perdí la cuenta”, dice Javier uno de los trabajadores que ayuda a poner los pedidos que realizan los restaurantes y fondas de alrededor.
“Dame 3 kilos”, le pide David que viene de Puebla, un hombre que carga con una virgen emplayada entre los brazos. Le costó 450 pesos pero “ya era necesaria” dice, pues la que trae en la mochila se le rompió hace un año. “Por eso comeremos tortilla con sal porque no alcanza para todo”, dice mientras paga 60 pesos por sus tortillas.
Gustavo tiene 18 años y es empleado en el restaurante Rey un establecimiento de comida en donde venden antojitos mexicanos que luce abarrotado y no se sabe a bien si se debe al sabor de la comida o a que un cantante de Cuajinicuilapa interpreta de manera virtuosa grandes éxitos de los Ángeles negros, lso pasteles verdes y José José.
En el Rey hay de todo y es que los hijos de los que ahí trabajan pasan por las mesas ofreciendo llaveros y dulces. Gustavo está cansado pero feliz, dice que durante estos días se ganará entre 700 y 1000 pesos por propinas.
Durante esta celebración, la Basílica que suele recibir a más de 11 millones de fieles, de los cuales el 90 por ciento pernoctan en los alrededores, hay quienes se alojan en casas de amigos y familiares o quienes se acomodan en las calles, camellones o en el patio mariano del templo que este año sí permitió que los peregrinos se instalaran en casas de campaña o en cobijas.
Una minoría contrata hospedaje, principalmente en hoteles cercanos a la Basílica. El hotel que tiene corazones grandes en su fachada y que se ubica en las calles de Ticomán y Montiel ofrece habitaciones en 360 pesos para salir a las 8 de la mañana.
Caso contrario, el hotel Misterios ya no cuenta con espacio disponible, pero no es por eso que la familia Álvarez pernocta en el camellón. Los originarios del estado de Hidalgo dicen: “venimos a estar con la virgencita, no de vacaciones”.
Jaqueline Palemeros es mamá de Jael Monserrat Uribe Palmeros, joven que se encuentra desaparecida desde el 24 de julio de 2020. La mujer carga con un cuadro de la virgen de Guadalupe y en su reverso están pegados los rostros de personas desaparecidas del colectivo “Una luz en el camino».
La joven madre es una de las pocas personas que no desembolsó dinero para visitar a la milagrosa virgen, ella dedicó sus pasos a la morenita del Tepeyac y caminó desde su casa ubicada en la alcaldía Iztapalapa junto a dos de sus hijos.
Con ferviente fe, la mujer agradeció a la virgen por los favores concedidos y por velar por su familia. Le pidió que siga cuidando de su Jael donde quiera que ella esté. También pidió por los niños del mundo, por todas las personas desaparecidas, por las buscadoras, los enfermos y por los migrantes.
De forma muy especial mientras se dirigía al interior del recinto, pidió frente a la virgen y con su cuadro levantado que iluminara a todas las autoridades que tienen el poder de dar acceso a la verdad y justicia para que lo hagan.
Finalmente pidió salud para que pueda seguir buscando a su niña y a todos los que faltan, como se lee en la playera que porta y en el cuadro que carga.
Mientras la gente abarrota la Villa, sobre Insurgentes Norte, en lo que antes era el cine Lindavista, se mira en el olvido el santuario a San Juan Diego, una obra que, en 2003, anunció el entonces presidente Vicente Fox después de que Juan Diego fuera canonizado por el papa Juan Pablo II.
Al preguntarle a algunos fieles el por qué creen que está en el olvido este espacio, muchos responden apenados que apenas y conocían la obra. Algunos vendedores lo dicen sin reparos “pues es que no es negocio”.
Los gobiernos han pasado, y ninguno ha hecho lo posible por habilitar el santuario, el cual, como acusan algunos vecinos del Tepeyac, se ha convertido en un espacio de refugio para delincuentes e indigentes, dando una sensación de inseguridad en la zona.
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