Con la inauguración de la planta de Nestlé en Veracruz, el gobierno federal decidió contribuir a consolidar la posición de la empresa en el mercado y hacer que los cafetaleros no sean dueños de los medios de producción, sino empleados de los grandes capitales
Twitter: @eugeniofv
En México los cafetaleros han mostrado que la organización hace la fuerza, que tienen la capacidad de competir en el mercado, que pueden montar empresas y cooperativas que recortan la distancia entre los clientes y los productores para ofrecer un producto de calidad con el que todos ganan. A pesar de eso, el gobierno federal decidió ponerse del lado de las grandes transnacionales de la agricultura y desde el primer día de su gobierno mostró su apoyo no por los pequeños cafetaleros organizados, sino por Nestlé, el gigante agroindustrial, que aleja a los consumidores de los campesinos, que les ofrece un café de ínfima calidad, que concentra la riqueza.
Este sábado el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, acompañó al presidente ejecutivo de Nestlé, Fausto de Oliveira Acosta, en la inauguración de la planta de la transnacional en Veracruz. Se trata de una inversión de 340 millones de dólares, según dijo el ejecutivo agroindustrial, a la que el gobierno federal, el de Veracruz y el gobierno municipal dieron todas las facilidades posibles, porque, según explicó López Obrador, hubo “que batallar mucho con los trámites”. En materia de regulación ambiental, y a la vista de lo ocurrido con la manifestación de impacto ambiental del Tren Maya, una declaración así se presta poco para el optimismo, aunque de Oliveira Acosta sostiene que “no se genera ni un residuo en esta fábrica, no se lanza ningún residuo ni relleno sanitario ni se devuelven rellenos a una red pública: todo es un proceso circular y eso permite que sea una planta completamente sustentable”.
En realidad, la inauguración de la planta de Nestlé trae malas noticias porque cancela otras alternativas y contribuye a perpetuar una situación muy difícil para los cafetaleros mexicanos. Supone también un impulso a la producción industrial y depredadora del aromático y pone en riesgo a la biodiversidad de Veracruz y todo el sur y sureste del país.
Los productores de café en México se encuentran entre los más pobres de los pobres. Un estudio publicado en 2019 por el Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados afirma que en el café se “emplea a más de 515 000 productores, de los cuales 310 000 de ellos cultivan una hectárea, con el 85 por ciento de población indígena, ubicándose en 15 estados y 480 municipios”.
Buscando salidas de esa situación, desde hace tres décadas arrancó en México un proceso de organización de los productores para aliarse con grupos de consumidores y venderles café directamente. La experiencia de la gran mayoría de estas organizaciones ha sido enormemente exitosa. Sus miembros han visto cómo crecen los ingresos por su producto, han visto los beneficios de la organización productiva (por ejemplo, para enfrentar en colectivo desastres como el huracán Agatha), han dejado de ofrecer solamente materias primas para ofrecer productos terminados y han logrado mejorar sus niveles de vida.
Mientras tanto, al comprar el café de estas organizaciones los consumidores pueden acceder a un producto de calidad, apoyando la conservación de ecosistemas muy frágiles y ayudando a que el país deje la pobreza en el pasado. Todo esto, además, ocurre sin que le salga más caro a los compradores: un kilo de café convencional en el súper cuesta 251 pesos, mientras que un kilo de café de La Organización —la marca de la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca, CEPCO— en una tienda local cuesta 220.50 pesos.
A pesar de esto, el gobierno federal ha decidido que prefiere contribuir a consolidar la posición de Nestlé en el mercado, de por sí dominante, y hacer que los cafetaleros no sean dueños de los medios de producción, sino empleados de los grandes capitales. En lugar de apoyar con fuerza a las organizaciones que han conseguido controlar cada vez más eslabones en la cadena productiva, que distribuyen la riqueza, que conservan y restauran el planeta, se puso del lado de los agroindustriales.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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