Una de cada cuatro personas que habitan el país son jóvenes. Una etapa de la vida en la que el contacto humano es particularmente importante. La pandemia plantea retos de políticas públicas para su atención
Texto: Daniela Rea
Foto: Especial
Gerardo Rivera, alias Fósil, es muralista y el confinamiento ha representado un quiebre cuando el estar al aire libre y, muchas veces acompañado, es parte imprescindible de su oficio.
La cuarentena le agarró en Paraguay, justo representando a México en un encuentro de muralismo y arte público. En medio del encierro, supo de una convocatoria para hacer bocetos de murales sobre la pandemia.
“Iniciativas como éstas me mantuvieron ocupado en la mente para mantenerme cerrado, tres veces me cancelaron mi vuelo”, cuenta.
Su obra, que ganó el primer lugar del concurso #StayHomeDoArt se inspiró en la vida de jóvenes que viven en las periferias.
“De por sí es complicado el tema de ser joven, porque hay desatención, nos llaman jóvenes problema y no hay. Lo que hay son jóvenes desatendidos, chicos que pasaban demasiado tiempo libre haciendo no sé qué cosa”.
Gerardo Rivera, el Fósil.
Para Gerardo es importante que se piense en políticas públicas enfocadas en los jóvenes en medio del encierro, de por sí, dice, son un sector desatendido de ellas, ahora hay varias cosas en las que poner atención: el riesgo de la depresión por la pérdida de escuela, de trabajo, de contacto con los amigos; el riesgo de consumo de sustancias.
“Hay que pensar en programas que les de la oportunidad de encausar talentos y oportunidades, con cualquier manifestación artística, un joven que tiene en sus manos habilidad y la desarrolla y no pensar en conductas de riesgo”, dice.
Gerardo es de Celaya, Guanajuato, y esta entrevista telefónica se desarrolla mientras él sale a comprar pintura para arrancar un programa de muralismo con jóvenes que han estado en anexos o que consumen sustancias. Harán un homenaje al muralista Salvador Alcaráz, radicado en Irapuato.
“Estos días que he salido a la calle he visto cómo se incrementó el número de jóvenes que andan en la calle limpiando vidrios o haciendo malabares en los semáforos; antes eran dos, tres, ahora son algunas decenas y de alguna manera eso los hace vulnerables”.
Para Víctor Mendoza, fundador de Graffitiarte y director de #StayHomeDoArt, este momento de confinamiento y pandemia ha tenido un impacto fuerte en la vida de los jóvenes.
“El espacio público es importante, tener contacto para la creación de sus vínculos, a pesar de que pasan mucho tiempo en redes sociales. El contacto es esencial para cualquier relación humana y más en esta etapa de la vida. Y salir a la calle es un acto de vinculación con otros jóvenes de afinidades similares”, dice.
El encierro, agrega, es complicado para este sector de la población por el estrés, la tensión que eso puede generar, la falta de privacidad.
“De por sí acá se vive en casas hacinadas y esto detona más estrés, tensiones, peleas”, dice.
“Será pertinente pensar en los próximos meses cómo se van a retomar este tipo de actividades y las consecuencias de esta normalidad para los jóvenes, qué cambios van a tener, porque no será lo mismo irse a las fiestas, a bailar, al perreo y eso va a generar fiestas clandestinas, y esa clandestinidad puede generar otros riesgos”.
En México viven 30 millones de personas, entre 15 y 29 años, es decir una de cada cuatro personas que habitan el país son jóvenes, según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018. En promedio, los jóvenes tienen un promedio de 10.8 años de educación, uno más que el total nacional.
Esa misma encuesta se dice que el 56.5 por ciento de los jóvenes son parte de la Población Económicamente Activa (PEA): de ese total, 66.8 por ciento son empleados; 14 por ciento trabajan por su cuenta y 7.4 son jornaleros o peones. El resto, 3.7 por ciento, estaban buscando empleo.
Las Naciones Unidas señalan que el ingreso de la población joven al mundo laboral es una de las etapas más importantes de su vida porque generan recursos económicos, que les permite también independencia y el desarrollo de sus potencialidades.
Los jóvenes que no forman parte de la PEA se dedican al estudio y a los quehaceres del hogar. Es interesante mirar la distinción de la actividad según el género: de los hombres, 84.4 por ciento de quienes no trabajan son estudiantes y 6.7 se dedican a quehaceres del hogar. En las mujeres las proporciones son distintas: 43.3 por ciento de las que no trabajan son estudiantes y 54 por ciento se dedicaron a quehaceres del hogar.
En el mes de julio se convocó al concurso nacional #StayHomeDoArt desarrollado por Graffitiarte, Legalidad por México y la Embajada de Estados Unidos en México. Víctor Mendoza, uno de los organizadores del concurso, dijo que se buscó una forma creativa para que los jóvenes permanecieran en casa.
Se recibieron 502 trabajos realizados por jóvenes de 15 a 35 años provenientes de 30 Estados del país.
–¿Para qué hacer una iniciativa que piense en los jóvenes?
–Sigue siendo una población prioritaria en el país y que se encuentra experimentando muchos momentos emocionales de cambios en su vida, encierro. Y que me parece que mucho tiempo la posibilidad de hacer uso del espacio público va a estar cancelada, sobre todo para ellos que hacen grafitti. Por eso pensamos que ocuparse en trazar el boceto podía ayudar a disminuir niveles de depresión, angustia y alejarlos de situaciones de riesgo, como el consumo de sustancias, al menos por un momento.
–¿Qué estados de ánimo reflejaron los bocetos que llegaron al concurso?
–Varios ejes, uno que tiene que ver con la frustración, tristeza, estrés como emociones como muy depresivas y que se ven reflejadas en ciertos dibujos donde se ven llorando, encerrados, enjaulados. Por otro lado hay una parte positiva, esperanzadora, que tiene que ver con la unidad, el amor, la fortaleza y eso se ve en los dibujos. Y hay otra muy importante también de libertad a pesar del encierro, animados a producir y salir al a calle, hacer dibujos, letras, porque eso guarda memoria del país y lo que están viviendo en esta pandemia.
–¿Qué consideran que se puede aprender de la población joven en ese contexto de encierro?
–Son muy persistentes, logran producir y reponerse a esta situación, proponer proyectos, actividades.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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