La pandemia del COVID-19 sigue en ascenso en Italia. Segundo país con más personas contagiadas en el mundo, la nación europea se acerca a las cifras de China, cuya curva de contagios ya está a la baja
Texto y fotos: Cynthia Rodríguez
MILÁN, ITALIA.- Mientras la pandemia avanza y los números de cada día revelan la fuerza del COVID-19, Italia apenas y puede con las cuentas que en segundos ya son parte del pasado. Como los muertos que, al menos en el norte del país, ya no encuentran espacio en sus propias comunidades.
El país europeo se esfuerza por hacer las cuentas del futuro, de cuándo podrá regresar a la normalidad, o cuántos millones de euros necesita para apoyar a empresas y a familias. Para no caer en el abismo.
Este jueves 19 de marzo, desde muy temprano el presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte, salió enmascarado y con guantes de la última reunión con sus colaboradores, donde anunció que en breve se firmará otro decreto para apoyar a las “empresas indispensables” del país. Confirmó que el paro de escuelas se prorrogará, sin poder dar ya una fecha. Señaló enérgico que su gobierno no consentirá a nadie que busque aprovecharse de este momento de debilidad en el país.
Hace dos días se firmó el decreto “Cura Italia”, para otorgar más presupuesto a la sanidad y acelerar la contratación de médicos, enfermeros y demás trabajadores sanitarios. El alto número de contagio ha ocasionado bajas en sus filas: muertos y enfermos dentro de este grupo. A la fecha, según cifras oficiales, hay 2 mil 629 operadores sanitarios contagiados por el COVID-19.
Las cifras cada día crecen. Tan sólo este miércoles el número de muertos superó la cifra de 3 mil víctimas (3 mil 405 en total). El número de contagiados es de 41 mil 35. Lombardía sigue siendo la región más castigada con 17 mil 713 contagiados y mil 959 muertos.
El Ejército llegó la noche del miércoles a Bérgamo. Con 553 muertos y 4 mil 305 contagios, la ciudad es el foco de contagio más alto. Es donde desde hace días se dijo que ni iglesias ni funerarias se dan abasto para contener los ataúdes.
La imagen no podía ser más triste: una docena de camiones militares se estacionaron en fila a las afueras del cementerio de Bérgamo. Los militares bajaron en medio de la oscuridad y el silencio. Cargaron y se llevaron 65 féretros acumulados ahí desde la última semana. Serán llevados a otros cementerios de Lombardía o Emilia Romaña. Como Modena, Acqui Terme, Brescia, Cervigano del Friuli, Domodossola, Parma, Piacenza, Rimini, Serravalle, Scrivia, Trecate y Varese.
En los medios impresos locales las cuantiosas esquelas han ido sustituyendo las páginas de otras noticias. En el periódico Eco di Bérgamo destacan las declaraciones de su alcalde Giorgio Gori. El político aseguró a sus habitantes que, una vez incinerados, los restos regresarán a esta ciudad, convertida en imagen de la tragedia italiana, porque ahora la cotidianidad es la muerte.
“Mueren todos como perros… no me avergüenzo a decirlo. No es justo que mi padre haya muerto así. La gente dice que eran viejos y enfermos, pero mi papá ni estaba viejo y estaba sano”. Roberta Zaninoni se deshaoga. Su padre Giuseppe, en otras situaciones, quizá hubiera festejado en grande. Justo hoy en Italia es el día de San Giuseppe y día del padre.
Pero no fue así. Ellos viven en Alzano Lombardo, provincia de Bérgamo, donde los contagios han explotado de manera exponencial.
“Aquí ahora se escuchan las sirenas de las ambulancias y las campanas de luto. Quizá la gente que no vive aquí no se da cuenta, pero en nuestro valle se muere como si estuviéramos en guerra”, afirma Zenoni en una videoentrevista a la ANSA que rápidamente se hizo viral.
A diferencia de los primeros días, la edad de las víctimas ha comenzado a variar y poco a poco se sabe de personas adultas y hasta jóvenes que están también muriendo. Sin embargo, aún siguen siendo los ancianos la parte de la población más golpeada.
Incluso en muchos lugares de Italia se mueren en completa soledad, sobre todo quienes habitan desde hace tiempo en casas de reposo, conocidas como asilos de ancianos.
En localidades como Mediglia, a las puertas de Milán (sólo a 15 kilómetros), el alcalde Paolo Bianchi ha confirmado que en la casa de reposo “Borromea”, el coronavirus se ha llevado a 25 ancianos en sólo 23 días. Hoy asilada desde el 23 de febrero.
“Se comenzaron a enfermar los médicos, las enfermeras, los operadores sanitarios y los ancianos. Se intercambiaron el virus y aunque intentaron controlarlo, el contagio fue incontrolable”.
“El momento más álgido fue cuando saltó el problema de cómo y qué hacer con los cuerpos. Los parientes no pueden entrar y obviamente llegaban al asilo y al edificio de gobierno para tener información”, señaló Bianchi. Sólo aquí ya van 40 muertos pero nadie se acerca.
Este panorama ya también comienza a repetirse en otras barrios de Milán. Como en Affori, al norte de la ciudad, donde otra residencia para ancianos ya fue aislada. Mario N., hijo de una mujer internada ahí, ante la negativa de no poderse acercar, pudo finalmente contactar con un enfermero que le contestó ya con la respiración agitada.
“Me dijo: su madre tiene la fiebre alta y tos. Puede suceder de todo de un momento al otro. No sabemos qué hacer”, dice Mario.
Los periódicos del norte comienzan a reportar más casos en esta ciudad, como en los barrios de Corveto, donde la casa comunal “Virgilio Ferrari” ya también está en cuarentena. Escenas que empiezan a repetirse en otras provincias, donde los familiares, entre la desesperación de no poder hacer nada, se comienzan a hacer a la idea de que sus padres morirán solos.
Silvio Berlusconi, otro anciano italiano pero en otras condiciones, declaró: “Esto es como la guerra pero sin ruinas”.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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