17 marzo, 2024
En total se perdieron 4 mil 286 hectáreas de bosque nativo, de las cuales 723 corresponden a palmares. La palmas chilena es una especie En Peligro de extinción que solo habita en la zona central del país
Texto y Fotos: Francisco Velázquez / Mongabay Latam
CHILE. -Una gran ola de fuego que se extendía por todo el cerro y que envolvió en minutos las casas y el bosque. Así recuerda la tarde del viernes 2 de febrero Arturo Arancibia, vecino de hace 40 años de la comunidad El Salto, que colinda con el Jardín Botánico Nacional que se incendió en un 98 %.
Según los registros oficiales, la Reserva Nacional Lago Peñuelas, el sector de Lo Moscoso, y la superficie del palmar El Salto —un reducto de palmas chilenas (Jubaea chilensis) que es Santuario de la Naturaleza— son los sitios con mayor cantidad de víctimas fatales producto de los incendios forestales que azotaron la región de Valparaíso a inicios de febrero. El informe emitido por el Servicio Médico Legal el pasado 23 de febrero, confirmó que son 134 los fallecidos.
La fundación Terram, por medio del Proyecto “Justicia Ambiental, Derechos Humanos y Cambio Climático: del abandono de las comunidades a la política pública con articulación territorial en Chile Central” (Proyecto Tayú) y que es financiado por la Unión Europea, realizó un análisis para determinar la magnitud de los incendios en Valparaíso. Para obtener estos resultados se utilizó información pública del Catastro de Usos de la Tierra y Recursos Vegetacionales de la Corporación Nacional Forestal (2019) y del Observatorio de la Tierra Copernicus que facilitó imágenes satelitales para el estudio. Según el análisis, los incendios arrasaron con un total de 9 514 hectáreas, de las cuales, 4 mil 286 son de bosque nativo.
El experto en vegetación nativa del Proyecto Tayú, Joaquín Gómez, explicó a Mongabay Latam que los incendios forestales de la región de Valparaíso destruyeron 558 hectáreas de palmares y 165 de formaciones vegetacionales que contienen palmas. En total, fueron 723 hectáreas siniestradas con presencia de esta especie. Si solo se considera el tipo forestal Palma Chilena, la superficie quemada corresponde al 4% del total a nivel mundial. Estos números ponen en una situación crítica a la Jubaea chilensis, una especie de palma que es endémica de la zona central del país, es decir, que en todo el mundo sólo se encuentra ahí y que está catalogada En Peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sumado a esto, lo quemado representa el 1% del bosque nativo de la región de Valparaíso, donde se destruyeron especies como la patagua (Crinodendron patagua), quisco (Echinopsis chiloensis), paramela de pangue (Adesmia balsamica) y canelo (Drimys winteri).
Otra de las especies de alto valor patrimonial que fueron afectadas por el fuego es el Belloto del Norte (Beilschmiedia miersii), Vulnerable según la UICN, y una de las siete especies declaradas Monumento Natural de Chile. “En los incendios se perdieron cerca de 20 ejemplares, lo que es una catástrofe ambiental”, declara el investigador Joaquín Gómez.
Según información de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), actualizada al 26 de febrero de 2024, en lo que va del año se duplicó la cantidad superficie quemada en la región de Valparaíso, respecto del 2023.
Las palmas chilenas son las sobrevivientes de los bosques tropicales que existieron hace 30 millones de años en el territorio que hoy es Chile. Sus troncos pueden llegar a medir 30 metros y sólo existen en la zona central de Chile, entre las regiones de Valparaíso y el Maule. Los incendios arrasaron con el tercer sitio con mayor densidad de esta especie, el santuario Palmar El Salto, conformado por ocho quebradas: Kan Kan, Cabrería, Alto Tranque, Chorrillos, Siete Hermanas, El Quiteño, Las Cucharas y Quebrada del Muerto.
Según un estudio de Paola Jara-Arancio y Ramiro Bustamante, académicos e investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, estos ejemplares tienen un bajo nivel de diversidad genética y alta endogamia en todas las poblaciones estudiadas, lo que complica la posibilidad de que en otros lugares puedan reproducirse.
El estudio analizó seis grupos de poblaciones de palmeras, que representan al 95% del total actual, concluyendo que: “existe una baja diversidad genética, es decir, una alta consanguineidad en todas las poblaciones, lo que implica que su capacidad de adaptación frente a diversas condiciones se ve disminuida. Y cuando no hay adaptación, no hay evolución, y eso se puede traducir en un mayor riesgo de extinción”.
Sin embargo, Joaquín Gómez, experto en vegetación nativa del proyecto Tayu, asegura que hay razones para esperar que las palmas chilenas se recuperen de los incendios. Según explica, las palmas son resilientes ante el fuego puesto que son una planta monocotiledonia, lo que significa que en todo su tronco tiene conductos que transportan savia y otros que transportan agua. Eso, explica, “permite que si se quema el exterior pueda seguir viviendo con los conductos en su interior”.
Además, el experto agrega que el hecho de que las palmas chilenas sean una hierba arbórea, es decir que no tiene ramas sino hojas que salen de la misma copa, es otro aspecto que podría salvarlas. “Si el fuego logra quemar ese punto donde crecen las hojas, muere. Si se salva ese centro de producción, lo más seguro es que vuelva a brotar”, explicó.
Las 4 mil 286 hectáreas de bosque nativo calcinadas, eran un ensamble forestal de especies donde predominan el peumo, el quillay, el litre, los espinales y las formaciones xerófitas (que requieren poca agua) como el quisco y la puya chilena. Se trata de un territorio de alto valor ecológico, que es hábitat de reptiles e insectos que no viven en el bosque sombrío.
En las 328 hectáreas del santuario de la naturaleza Palmar el Salto es posible observar aves como la perdiz, carpinterito, picaflor gigante, turca, tenca, golondrinas, lechuzas, diucón y jilguero. Asimismo, en este lugar habitan mamíferos como el cururo, el degú y el zorro culpeo, así como anfibios como el sapito de cuatro ojos y la rana chilena. Muchos de estos animales silvestres fueron acorralados por las llamas, mientras que otros fueron auxiliados, atendidos y están próximos a ser regresados a su hábitat.
El Servicio Agrícola y Ganadero de Chile (SAG), informó a Mongabay Latam que durante la emergencia trabajó coordinadamente con la fundación Ñamku en Concón, entidad autorizada para prestar los primeros auxilios y rehabilitación a la fauna nativa.
Según el registro del SAG “Ingresaron 60 animales silvestres, de los cuales había 23 especies, entre ellas las aves como el cernícalo, codorniz chilena, diuca, gallinita ciega, golondrina chilena, lechuza, mirlo, pequén, perdiz, peuco, tenca, tiuque, tordo, tórtola, tortolita cuyana, tucúquere, yaca, zorzal; reptiles como el lagarto chileno; mamíferos como el ratón chinchilla, el zorro chilla y el zorro culpeo” y hasta arañas pollito.
“Es la primera vez que tenemos tantos pacientes, lo complicado es que estos animales llegan porque se encuentran en estado crítico y pueden ser auxiliados por personas que los encuentran en su ambiente silvestre. La afectación de estas especies es una pérdida para el ecosistema, porque se rompe una cadena, dado que cada especie depende de la otra”, dijo Pablo Salah, Director de Fundación Ñamku.
Por otra parte, los incendios también afectaron 44 predios pecuarios que poseían, en total, 2 534 animales domésticos, principalmente caballos, vacunos, cerdos, cabras, ovinos y aves de traspatio. Del catastro entregado por el SAG, un 40% murió. La misma cifra de mortalidad se registró en los animales silvestres rescatados.
Según la información entregada por el Director de la fundación Ñamku, el Colegio Médico aportó con fármacos y recursos, sin embargo, “tuvimos que sacar recursos propios para comprar jaulas de emergencia para la alta cantidad de zorros que llegaron. Ahora tenemos que ver cómo financiaremos el proceso de liberación de los animales, dado que nos falta comprar las jaulas que permitan hacer este procedimiento”
Según Salah, un 10% de los animales está en la última fase de recuperación, lo que pone urgencia a la obtención de recursos que permitan desarrollar el procedimiento de liberación adecuadamente.
La región de Valparaíso es una de las más afectadas por la crisis hídrica. Según el registro de la Dirección General de Aguas, 37 de las 38 comunas de este territorio se encuentran en categoría de escasez hídrica.
Según explica Alejandro Miranda, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y académico del Departamento de Ciencias Forestales de la Universidad de La Frontera, “eventos como la red de incendios vivida en la quinta región (Valparaíso) responden a múltiples factores, entre ellos la sequía que genera madera seca, por ende, material combustible; plantaciones forestales sin manejo y olas de calor extremas”.
Las lenguas de fuego que describían los vecinos se denominan pavesas. Son formadas por cortezas, hojas y ramas que se encienden y que son transportadas por el viento, asegura Miranda. Eso, agrega el experto, genera que el fuego provenga de distintos lugares, lo que hace también que sean impredecibles. Se trata de uno de los puntos a tener en cuenta en la prevención de estos eventos extremos, sostiene.
¿Cómo desarrollar una articulación institucional público – privada – comunitaria que provea de un manual de crisis para estos eventos? Según Miranda, “esa perspectiva ha avanzado en California, Estados Unidos, donde incendios de esta índole en contextos costeros similares se han tenido que planificar. Sin embargo, en Chile esto está muy lejos de ser posible”.
Según adelantó el investigador, el equipo académico de CR2, en cooperación con Conaf se encuentra analizando el perímetro del incendio para determinar los tipos de cobertura que fueron afectados, la línea de avance del fuego y la energía liberada que permite medir la intensidad del incendio. Estos datos permitirán comprender de mejor forma el fenómeno y sus consecuencias, para articular medidas de mitigación y prevención.
Constanza Troppa, gerenta de bosques nativos de Conaf, explica que si bien es cierto Conaf aumentó su presupuesto desde 2020 a 2024 en 65 mil millones de pesos (alrededor de 67 millones de dólares), “aún es insuficiente para combatir este tipo de siniestros, más aún para desarrollar planes de prevención”.
El año pasado se quemaron en total 11 mil hectáreas de bosque nativo y el más afectado fue el esclerófilo, compuesto por vegetación adaptada a largos períodos de sequía, que se encuentra predominantemente en la zona central, y que fue impactado en un 52 % de su superficie. “Uno de los problemas con que se encuentra la Conaf para gestionar la restauración de estos sitios es que muchos de ellos son privados, por lo que la entidad solo puede recomendar acciones, mas no imponerlas dado que no cuenta con esta atribución”, explicó la gerenta de bosques nativos de Conaf.
Flavia Liberona, directora de la Fundación Terram, plantea que “el problema es que para las zonas de interfaz urbano rural no existe normativa que permita afrontar los problemas que hoy vivimos como sociedad. Tampoco tenemos ley de prevención y combate de incendios y no existe un Servicio Forestal público. Todo esto va generando un entramado que hace muy difícil desarrollar acciones preventivas y medidas de acuerdo a las contingencias. A esto debemos sumarle que están cambiando las características de los incendios y eso también debe ser examinado con cuidado a la hora de prepararse para lo que viene”.
Adicionalmente, Liberona sostiene que es muy difícil saber cuánto del presupuesto de incendios se destina a prevención. ”Según lo que hemos podido recabar, del presupuesto para incendios que maneja Conaf se destinó un 5% la temporada 2021-2022 y un 6,1% la temporada 2022-2023. Pero, además de Conaf, debería haber otras instituciones públicas que destinen presupuesto a la prevención, por ejemplo, para la limpieza de quebradas, la protección de infraestructura, el mantenimiento de franjas de resguardo bajo los tendidos eléctricos, la educación a la población, etc”.
En el parlamento hay tres proyectos de ley que, de aprobarse, permitirían afrontar la situación de los incendios de mejor manera, aseguran los expertos consultados. El primero es el que crea el Servicio Nacional Forestal y que se encuentra en segundo trámite constitucional en el Senado. Otro es el proyecto de ley de prevención de incendios que ingresó el gobierno en octubre de 2023 y que fue aprobado en su primer trámite y pasó a la cámara de Senadores. El tercero es una moción parlamentaria liderada por el diputado Diego Ibáñez y que impide el cambio de uso de suelo tras incendios forestales.
Según la Sociedad Nacional de Agricultura “las nuevas leyes deben ser pensadas de manera integral para prevenir y combatir el fuego; investigar su origen y perseguir penalmente a los responsables, y recuperar las zonas afectadas de forma ágil y adecuada”, así lo expresó el gremio a través de un comunicado de prensa.
“Lamentamos que tengan que ocurrir este tipo de catástrofes para que podamos discutir sobre la normativa existente o inexistente, la pertinencia de una ley sobre prevención y combate de incendios forestales, o sobre la importancia de impedir el cambio de uso de suelo con posterioridad a los siniestros”, dijo Liberona. Sobre todo, agregó, ”cuando sabemos que el 2017 tuvimos los primeros incendios en el mundo de sexta generación (tormenta de fuego), que desde hace más de 14 años estamos en sequía y que somos un país vulnerable a los efectos del cambio climático”.
El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) al ser consultado por Mongabay Latam, no quiso referirse a temas presupuestarios ni del abordaje de la emergencia. Sin embargo, especificó que respecto de la prevención de incendios, “oficiaron tempranamente a los municipios para que elaboraran sus planes; hemos entregado orientaciones técnicas; hemos puesto a disposición los nuevos formatos; hemos diseñado y realizado capacitaciones, y junto con ello realizamos un curso online, elaborado por nuestra academia, destinado a los funcionarios municipales precisamente para la elaboración de planes”.
A vista de los resultados, sin embargo, las acciones siguen siendo insuficientes mientras los incendios se transforman en uno de los temas ambientales, pero también de salud, de vivienda y seguridad, más urgentes del país.
Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY LATAM. Aquí puedes consultar la versión original.
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