Estudio revela que la quema de gas en el sureste de México está asociada con graves impactos en recién nacidos, incluyendo malformaciones congénitas, partos prematuros y bajo peso al nacer. La exposición a emisiones tóxicas afecta especialmente a comunidades cercanas a zonas petroleras, violando derechos humanos y ambientales
Por Gustavo Alanís Ortega (CEMDA) y Manuel Llano Vázquez Prada (CartoCrítica)
La exposición de mujeres embarazadas a emisiones provenientes de la quema de gas fósil está asociada con impactos críticos de salud en los recién nacidos, según establece el estudio titulado “Impactos a la salud neonatal asociados con la quema y venteo de gas en el Sureste de México”, presentado el pasado miércoles 28 de mayo por las organizaciones CartoCrítica, A.C. y Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA).
El estudio, elaborado por Manuel Llano Vázquez Prada, Carla Flores Lot y José Rafael Flores Hernández, se centró en la provincia petrolera Cuencas del Sureste, ubicada principalmente entre Tabasco, Veracruz, Chiapas y Campeche, en México, dado que en dicha zona la quema de gas fósil (conocido como flaring) concentra más del 80% de esta práctica a nivel nacional.
Al concentrar los mayores volúmenes de gas quemado en el país, esta zona motivó la realización de este estudio para evaluar los posibles impactos del flaring en la salud neonatal, particularmente en malformaciones congénitas y resultados adversos al nacer.[1] Los resultados del estudio destacan que la exposición al flaring se asocia con anomalías cromosómicas -cuyo riesgo aumenta 87% en niveles altos de exposición-, y con otras malformaciones congénitas, registrando un incremento de 84% en exposición alta.
Entre los resultados neonatales se observa un aumento consistente de parto prematuro, cuyo riesgo aumenta consistentemente con la mayor exposición hasta llegar a 29% por encima del grupo de control. El bajo peso al nacer, un APGAR[2] bajo y talla baja al nacer, también presentan incrementos significativos. Estas asociaciones persisten aún después de controlar por variables como la atención prenatal, el nivel educativo de la madre, el número de embarazos, la autoadscripción indígena y la altitud de la localidad.
Durante la conferencia de prensa en la que fueron presentados los hallazgos de este estudio, Carla Flores Lot, investigadora de la organización CartoCrítica y coautora del mismo, recordó que la quema de gas en instalaciones petroleras libera compuestos altamente tóxicos —como benceno, hollín, óxidos de azufre y metano— que se asocian con enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cáncer y malformaciones congénitas. Además –dijo- se asocia con la lluvia ácida que afecta cultivos y cuerpos de agua, afectando tanto la salud como los medios de vida de las comunidades cercanas, convirtiéndose en zonas de sacrificio del sureste mexicano.
Si bien estas asociaciones no implican una causalidad directa, los hallazgos subrayan que el flaring es un factor de riesgo crítico en estas comunidades, exacerbando problemas de salud ya existentes. Los resultados también reflejan una realidad más compleja: las comunidades afectadas enfrentan un contexto marcado por múltiples factores ambientales, sociales y económicos que interactúan y agravan las vulnerabilidades.
La quema de gas fósil o flaring es una práctica común en la industria petrolera que genera graves implicaciones ambientales y afecta desproporcionadamente a las personas que viven en comunidades cercanas a estas infraestructuras, violando constantemente su derecho humano a un medio ambiente sano y los demás derechos relacionados con éste.
Juan Manuel Orozco, oficial de Proyectos de la organización Conexiones Climáticas, quien vive y está en contacto con las personas afectadas por las emisiones contaminantes de la industria de hidrocarburos en Tabasco, señaló durante la presentación del estudio que, en esta entidad, la industria del gas y el petróleo está enfermando y sacrificando a la población. Un sacrificio que empieza incluso antes de nacer. Orozco expuso que, en Paraíso es común que los partos sean a los 7 u 8 meses de gestación y mencionó que en dicho municipio hay dos escuelas que colindan con la refinería, separadas únicamente por bardas. De igual forma, en el municipio de Nuevo Torno Largo se han encontrado alteraciones genéticas en niños. Lo anterior evidencia la urgente necesidad de que las autoridades tomen acción, reubicando las escuelas para impedir que la salud de las niñas y niños se siga deteriorando.
La práctica del flaring debe entenderse como parte de un problema estructural más amplio, ligado al sector hidrocarburos, que requiere una intervención integral, encaminada a eliminar la dependencia del país de los combustibles fósiles y a la necesidad de que el Estado implemente políticas públicas que protejan la salud de las poblaciones afectadas, prestando especial atención a la protección materno-infantil.
Al respecto, Anaid Velasco, abogada del CEMDA, enfatizó que debemos pasar de la narrativa a las acciones concretas y progresivas para reducir las emisiones de metano, a fin de que, tanto el medio ambiente como la salud de las comunidades queden protegidos desde un enfoque interseccional. Es sabido que mujeres e infancias son sectores vulnerables de la población, más cuando son personas indígenas, por lo que se debe priorizar su bienestar y calidad de vida. La justicia climática demanda urgentemente el dejar de sacrificar a las poblaciones más vulnerables en pos de un mal entendido concepto de desarrollo.
Desde CartoCrítica también se puntualizó que las niñas y niños que nacen en zonas con alta quema de gas tienen más probabilidades de nacer con malformaciones o complicaciones de salud. Ésta no es una suposición, son datos. La quema de gas enferma desde antes del nacimiento y quienes viven cerca de los mecheros no pueden seguir siendo tratados como zonas de sacrificio. De ahí la urgencia de que el Estado actúe para proteger la salud y los derechos de estas comunidades.
Los resultados de este estudio refuerzan la importancia de que los actores involucrados en la extracción, producción, quema y distribución de hidrocarburos -particularmente de gas- cumplan de manera efectiva con la regulación existente para reducir las emisiones enviadas a la atmósfera. Igualmente, se requiere que la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) verifique que en efecto dicha regulación se esté cumpliendo y, de no ser el caso, actúe en consecuencia. México debe dejar atrás su muy alta dependencia de los combustibles fósiles y transitar hacia las energías renovables como forma de hacer frente a la crisis climática que aqueja al planeta y que está mermando la salud y calidad de vida de las personas. ¿Estaremos a la altura de poder hacer que esto sea posible?
[1] El área de estudio se delimitó con las cuencas hidrográficas que contienen a esta provincia petrolera, y por medio de la interpolación por ponderación inversa de la distancia (IDW) se estimó el nivel de exposición al flaring de cada localidad entre 2017 y 2023. Mediante regresiones logísticas, se analizaron las asociaciones entre los niveles de exposición y diversos diagnósticos de salud, ajustando por variables como el sexo del bebé, la atención prenatal, el nivel escolar de la madre y otros factores relevantes.
[2] El test de Apgar valora la vitalidad del recién nacido en sus primeros minutos de vida. Se valoran cinco parámetros: tono muscular, esfuerzo respiratorio, frecuencia cardiaca, respuesta a estímulos y coloración.
Gustavo Alanís Ortega, Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA).
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