27 enero, 2024
Gran parte del problema no solo recae en las autoridades competentes, también en las personas que consumen o comercializan estos animales. La ignorancia o falta de información de la gente acerca de las consecuencias graves de la caza excesiva contribuyen a la desaparición de las especies
Texto: Alberto Ramírez Santos / Amapola Periodismo
Fotos: Cristian Blancas Hernández; Eduardo Yesua
GUERRERO. -En el territorio mexicano, hasta el momento, se tiene registro de 20 especies de iguanas. En la entidad hay tres de ellas, las cuales, están en alguna categoría de vulnerabilidad.
Las tres especies de iguanas que hay en Guerrero son la verde (Iguana iguana), la negra o garrobo (Ctenosaura pectinata) y una conocida como nopilchi (Ctenosaura clarki), indicó el biólogo Eduardo Yesua Barrera Nava, egresado de la Facultad de Ciencias Químicas Biológicas de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro).
La iguana nopilchi es la menos común y la más pequeña, rara vez se le puede observar en el territorio guerrerense.
Barrera Nava explicó que las iguanas son corpulentas y tienen escamas en formas de crestas que empiezan en la cabeza y se distribuyen a lo largo del dorso, son de hocico alargado y algo que las caracteriza es que son muy buenas trepadoras y nadadoras.
Cuando son jóvenes, las tres especies tienen un color verde por lo que es más complicado identificarlas.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) clasifica a la iguana verde en la categoría de protección especial (Pr), y al garrobo y el nopilchi como especies amenazadas (A).
Barrera Nava, quien tiene una maestría en el Centro de Investigaciones Biológicas del Instituto de Ciencias Básicas e Ingenierías de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), explicó que la razón por la que el nopilchi figura en esta categoría es porque es más propenso a desaparecer, debido a que su especie está restringida al estado de Guerrero y Michoacán.
Por otro lado, el garrobo tiene presencia en varios estados de la República Mexicana, por lo tanto, hay más ejemplares de su especie comparado con el nopilchi.
La iguana verde tiene protección especial porque además de tener presencia en el territorio mexicano, también habita en otros países.
El riesgo de extinción de estas especies no se delimita a su distribución territorial; existen diversos factores que contribuyen a que estos réptiles desaparezcan: la destrucción de su hábitat, el comercio y la caza ilegal.
“Como pasa con cualquier otra especie, la cacería desmedida tendrá un impacto notable en el ecosistema. Va a provocar la disminución de poblaciones y como consecuencia la desaparición de un herbívoro importante para el control de muchas especies vegetales”.
Las iguanas no son selectivas para escoger un hábitat, por lo que se les puede encontrar en selvas bajas y medias, matorrales y bosques secos.
También pueden habitar en lugares que son destinados a la agricultura y ganadería que conservan árboles o algunos sitios donde puedan anidar o refugiarse.
En general habitan en alturas menores a los 1,700 metros sobre el nivel del mar.
En las comunidades rurales guerrerenses es más común que utilicen a las iguanas para su consumo. Por su mayor existencia, son las iguanas verdes y los garrobos las que más extraen de sus hábitats para este propósito.
No existe un registro certero, pero se cree que el mayor consumo de estas especies se da en la Costa Chica, Costa Grande y Acapulco, por lo tanto, es en estas regiones donde son más cazados estos animales.
Las tres especies que habitan en la entidad son utilizadas para realizar diferentes platillos con su carne.
Dependiendo de la zona es como preparan este platillo, algunos hacen caldo, otros mole verde o rojo, entre otras formas.
“Exquisito platillo, de lo más rico que he probado”, se lee en una publicación en Facebook de una fotografía de un platillo de iguana preparada en mole rojo.
A pesar de que a muchas personas les agrada este platillo, otras prefieren no consumirlo porque no les parece correcto.
“No la como ni porque me la regalen, no estoy de acuerdo que las maten para el consumo”, se lee en otro comentario de la misma publicación de Facebook.
En algunas comunidades las personas utilizan la sangre para remedio. Tienen la creencia que contiene vitaminas y ayudan a combatir ciertas enfermedades. No existe un estudio científico que lo pruebe.
En ocasiones mezclan la sangre con refresco o con algún tipo de jugo, otras veces la toman sin ningún otro líquido y lo hacen luego de sacrificar al animal.
“Yo estuve tomando la pura sangre, un señor que pasó vendiendo muebles me la recomendó que según para que se me quitara la diabetes”, contó la señora Miteria Abarca de la comunidad de Los Tepetates, municipio de Ayutla de los Libres, mientras sonreía un poco incrédula y con una expresión de pena.
Barrera Nava explicó que estas acciones conllevan un riesgo de salud para la persona que consume la sangre, al ser un organismo silvestre, está en contacto directo con muchas enfermedades del medio natural y puede existir la probabilidad de contagio a través de bacterias o parásitos.
No existe una ley exclusiva para el cuidado de las especies de iguanas. La Ley General de Vida Silvestre y normas oficiales mexicanas protegen la especie, igual que lo hacen con más fauna endémica, amenazada y protegida.
Hay organismos facultados para atender las denuncias que se realizan sobre el uso y comercio de estas especies, tales como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren).
También hay organismos internacionales que se encargan de estos animales, como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Barrera Nava considera que frenar la cacería de iguanas es una situación compleja, porque las autoridades deberían de estar en vigilancia constante y permanente en los sitios donde se distribuyen estas especies y en todas las zonas donde habitan.
El biólogo recomienda a las autoridades crear estrategias para detener la cacería y consumo ilegal.
Gran parte del problema no solo recae en las autoridades competentes, también en las personas que consumen o comercializan estos animales. La ignorancia o falta de información de la gente acerca de las consecuencias graves de la caza excesiva contribuyen a la desaparición de las especies.
Para Barrera Nava, la educación ambiental es clave para concientizar tanto a la población que consume a las iguanas como a las personas que las cazan, pues si no hay demanda no existe la oferta.
La falta de recursos económicos destinados para el sector ambiental también complica mucho la situación, debería destinarse recursos para reeducar a la población para que tengan una perspectiva diferente a favor de la flora y fauna.
Son muy necesarias las campañas y pláticas para la concientización sobre la caza ilegal de iguanas y de muchas otras especies de animales y plantas.
Para las personas que comercializan iguanas y su economía depende de eso existen formas legales de hacerlo, pero por falta de información mucha gente no lo hace o creen que es muy complicado o imposible.
Los Predios e Instalaciones que Manejan Vida Silvestre (PIMVS) son criaderos intensivos que manipulan la vida silvestre con la finalidad de que haya una reproducción controlada de especies con fines reproductivos para comercializar, en este caso para las iguanas.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) es la encargada de autorizar los criaderos.
Además de realizar las cosas conforme a la ley, cuando se realice una venta, se tendrá la certeza de que se vende o compra un animal sano e incluso, si se tiene un producto de excelencia, se puede vender a un mejor precio.
Esta nota fue publicada originalmente en AMAPOLA, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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