3 junio, 2020
La pandemia de covid en América Latina perjudicó de manera directa a la población migrante con políticas más restrictivas en distintas naciones
Texto: Daniela Rea
Fotos: Omar Martínez / Cuartoscuro
Desde que comenzó la emergencia sanitaria 22 países de América han cerrado o cerraron sus fronteras; además otros países excluyeron de sus programas de apoyo emergente a la población migrante no regularizada. En otros países se suspendieron temporalmente los trámites de peticiones de asilo y refugio.
Éstas, entre otras limitaciones a sus derechos, son las consecuencias de las respuestas de los gobiernos de América Latina a la emergencia sanitaria, según un recuento realizado por once grupos de investigación en el continente y que se publica periódicamente en el sitio (In)movilidad en las Américas, coordinado por Soledad Álvarez, de la Universidad de Houston.
“La pandemia ha justificado una perversa intersección entre políticas de salud pública y control a la movilidad en los distintos espacios nacionales de las Américas. Esto ha exacerbado el sentido común construido desde el Estado y los medios de comunicación que asocia la figura del extranjero con la ‘peste’. Así, de manera generalizada, los migrantes – más aún si están irregularizados – son vistos como una amenaza a la sanidad pública por ser supuestos vectores de contagio. A la vez, en el medio del colapso económico, la figura del extranjero es percibida como una ‘carga social’ particularmente para los Estados receptores. Ante este escenario, blindar las fronteras y agudizar los mecanismos de control interno se han legitimado y justificado”, dice el sitio.
En cuanto al cierre de fronteras, el sitio registró que este comenzó el 15 de marzo con Estados Unidos, que cerró fronteras y prohibición de vuelos provenientes de China, Irán, Europa, UK e Irlanda. En los días siguientes cerraron fronteras Costa Rica, Ecuador, Venezuela, Honduras, Chile, Brasil y Haití. La siguiente semana, a partir del 20 de marzo cerraron República Dominicana, Paraguay, Argentina, El Salvador, Panamá, Cuba, Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, y Canadá. México fue el último en cerrar fronteras el 30 de marzo.
En sus acciones México cerró fronteras y redobló la vigilancia fronteriza, en alianza con Estados Unidos. Alrededor de 27 mil soldados, dice el sitio, se desplazaron a zonas fronterizas; junto con otros 5 mil soldados de Estados Unidos y 540 tropas adicionales que fueron enviadas a la frontera con México para apoyo de la Border Patrol.
El INM suspendió temporalmente la extensión de permisos de estancia vía Forma Migratoria Múltiple para continuar en el país: medida produce irregularidad migratoria y exacerba posible deportación; además de que se suspendieron trámites incluidos la resolución de solicitud de refugio, por lo que la solicitud de peticiones de asilo cayeron 90 por ciento en el mes de abril.
“Hasta el inicio de mayo, la pandemia ha facilitado la expulsión desde EE.UU. a México de más de 10.000 personas (incluyendo migrantes irregularizados, solicitantes de asilo, mujeres, niños, niñas y adolescentes) tras la aprobación de poderes de emergencia para frenar la propagación del coronavirus”, dice el sitio.
La zona fronteriza México-EEUU se ha tornado una zona de confinamiento, de espera, limbos jurídicos y de extrema precarización vital. El campamento de Matamoros no es el único, pues existen sitios en Tijuana, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Matamoros, desbordadas de personas migrantes.
“Entre las cerca de 60 mil personas que hoy se encuentran varadas en la frontera norte, esperando una resolución de las autoridades estadunidenses a su petición de asilo, hay al menos 17 mil niños y niñas, los cuales están especialmente vulnerables ante posibles agresiones o contagios de covid-19”, se lee en el sitio.
Otras de las medidas tomadas por los gobiernos del contienente, y que fueron registradas por el sitio (In)movilidad en las Américas, son los apoyos con un tufo nacionalista. A pesar de que prácticamente todas las naciones del continente son emisores y receptores de migrantes, simultáneamente.
“En aquellos países donde se han adoptado estímulos económicos de ayuda a trabajadores, por ejemplo, éstos han sido pensados para brindar apoyo mayoritariamente a trabajadores nacionales o a ciertos residentes regularizados. El gran número de migrantes irregularizados, asilados o refugiados que viven en las Américas han quedado por fuera de cualquier ayuda estatal de este tipo. Asimismo, en aquellos países del continente que cuentan con un largo historial migratorio y que desde hace décadas dependen del envío de remesas, tampoco se ha implementado ninguna medida de protección social a favor de connacionales emigrados en el extranjero. De ahí que se traten de medidas híper nacionalistas, pero selectivas, pensadas solo para ciertas categorías de ciudadanos”, denuncian los académicos en el sitio.
Sobre la suspensión de atención a las peticiones de asilo, en el sitio se registró que desde hace una década gran parte de los países del continente tuvieron que poner en marcha acciones para atender la problemática generada por la violencia y crisis económicas y políticas.
“El cierre temporal de fronteras en todos los países del continente ha derivado en un impedimento y/o limitación de facto para el ejercicio del derecho al refugio y al asilo en varios países del continente. Las instituciones estatales competentes han suspendido temporalmente sus actividades o las han trasladado a trabajo remoto, la resolución de casos en proceso y la recepción de nuevas solicitudes de asilo y refugio también han quedado suspendidas. Esto ha impactado notablemente a solicitantes individuales y a familias con niños, niñas y adolescentes, particularmente centroamericanos, mexicanos, colombianos, venezolanos, haitianos y extra-continentales quienes, estando en diversos espacios nacionales, han quedado confinados en un tiempo de espera prolongado y en un limbo jurídico”, se lee en el sitio.
(In)movilidad en las Américas revisa políticas migratorias en el contexto de la pandemia a partir de noticias periodísticas y boletines oficiales. El primer registro fue de marzo con corte al 15 de mayo y el siguiente corte se publicará en julio.
Además de los puntos presentados en esta nota, se pueden encontrar análisis sobre cada país en particular, confinamiento, producción de miedo, migración en reversa, migrantes esenciales pero desechables, y niñez y adolescencia al borde.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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