Por quinto año, familiares de personas desaparecidas, reunidos en la Red de Enlaces Nacionales, llegaron de 25 estados para compartir y evaluar avances, retos y costos de la búsqueda los ausentes. Ante Alejandro Encinas, reclamaron que deje de haber clasismo en la atención y exigieron que el Estado asuma plenamente su responsabilidad de las tareas de búsqueda
Texto y fotos: Daniela Rea
El auditorio del Centro Miguel Agustín Pro Juárez está tapizado de cartulinas escritas con colores, adornadas con globos y papel de china. Esas cartulinas son una síntesis de lo que ha significado la búsqueda de familiares desaparecidos y son también la materialización de una red de redes, una comunidad de muchas comunidades a lo largo del país que se congregan para lograr su objetivo: traer a casa a las decenas de miles de personas que faltan en casa.
Durante la tarde del 5 de septiembre, un centenar de familiares de desaparecidos, reunidos en equipos de las distintas regiones del país, tomaron plumones, cartulinas y compartieron la experiencia de la búsqueda. ¿Qué hemos logrado? ¿Qué hemos dejado de hacer? ¿Cuáles son los retos que enfrentamos?
Cuando es compartida, la palabra no es sentencia, es compañía y posibilidad:
“Hemos encontrado 27 fosas”.
“Logramos búsqueda en campo, en vida, penales, albergues, hospitales, volantes”.
“Apoyo a las familias, apoyo espiritual y de trabajo jurídico. Gestión, sensibilización comunitaria y a agresores”.
“Se nos han abierto puertas a otros estados para buscar”.
También han tenido costos, que evidencian todo lo que se juegan estas familias en la búsqueda de sus desaparecidos. “Lo que dejamos de hacer”:
“Dejamos de hacer búsquedas por amenazas. Trabajar. Descuidar a la familia”.
“Dejamos de trabajar, dormir, dejar a la familia, divertirte”.
“Dejar de trabajar para hacer las búsquedas, tener vida social”.
“Descuido a la familia que queda. Antes sensibilizábamos en escuelas, pero es peligroso por amenazas. He dejado de exigir mis derechos humanos por falta de conocimiento”.
“Ya no dialogamos con autoridades porque hay mucha impunidad y corrupción”.
Esa comunidad de comunidades se reunió en el V Encuentro Nacional Red de Enlaces Nacionales. Fueron poco más de un centenar de familiares de desaparecidos, provenientes de 25 estados del país, los días 5, 6 y 7 de septiembre, recibidos en el Centro Pro y acompañados por organizaciones como ReverdeSer, Marabunta, Centro de Estudios Ecuménicos, Uniendo Cristales A.C. y Serapaz.
El segundo día del V Encuentro las familias tuvieron una reunión con Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos. María Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos, fue la encargada de iniciar el diálogo con el funcionario: “detrás de los escritorios jamás los van a encontrar y detrás de los escritorios hay funcionarios hermanados con los delincuentes. Yo siempre les dije a las autoridades que no se trataba de delincuencia organizada, sino delincuencia institucionalizada. Nuestras familias en su mayoría han sido desaparecidas en crímenes de Estado, crímenes de lesa humanidad”.
Juan Carlos Trujillo, hijo de María Herrera, también advirtió al funcionario una de las principales quejas que escucharía el resto de la sesión: “Aún existe categoría de víctimas de primera y segunda. Queremos hacerle la petición de que la CEAV (Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas) deje de ponernos trabas”.
Los familiares hicieron a Encinas cinco preguntas, acordadas previamente entre las familias:
La primera aludió a la no obstaculización de la CEAV: ¿cómo le van a hacer para que esto sea así con las víctimas que nos siguen clasificando como de primera y de segunda?
La segunda pregunta era sobre las medidas para atender a los hijos e hijas de desaparecidos, para garantizar su salud física, mental, su educación y vivienda.
La tercera, muy relacionada a lo que escribieron en las cartulinas, ponía sobre la mesa la búsqueda de personas desaparecidas como un derecho. ¿Qué acciones tomará para garantizar el derecho de las y los familiares de personas desaparecidas de participar en la búsqueda de nuestros seres queridos teniendo en cuenta las necesidades en materia de seguridad, gestión interinstitucional y desgaste económico?
La cuarta, sobre las fuerzas de seguridad que siguen participando “activamente en la desaparición forzada de personas”.
La última ponía sobre la mesa el arranque de operación de las comisiones estatales de búsqueda y la vigilancia para su efectividad.
“Este trabajo que durante años realizaron las familias en ausencia del Estado debe de seguir, continuar, haciendo que el Estado asuma plenamente su responsabilidad de las tareas de búsqueda y presentación de las personas desaparecidas”, comenzó su respuesta Encinas. “Aquí no va a haber víctimas de primera o segunda, sino que va a garantizar los derechos de las personas, estén en colectivo o no”.
Como lo hizo ya en la conferencia mañanera en Palacio Nacional, Encinas acusó al integrantes del poder judicial de ser “omisos o son cómplices de esta situación” de impunidad.
Señaló que la CEAV no toleraría burocracia, incompetencia y discriminación en la atención a las víctimas; que en la CNB han hecho una transformación de fondo, que ya hay 25 comisiones estatales ya instaladas a las que se les han ofrecido hasta 11 millones de pesos para la búsqueda; que están destinando 350 millones de pesos más al programa emergente de atención forense “y ha sido difícil porque en lo que se obtienen los terrenos para los panteones forenses, en lo que se firman los convenios en los estados. Les hemos dicho a los estados, si ustedes nos dan el terreno les damos los recursos para hacerlo”. Habló de dos panteones forenses, uno que se construye en Zacatecas y otro en Tamaulipas; además de un programa de identificación en Coahuila.
“Es muy importante esto del panteón forense. Se ha hablado que tenemos más de 26 mil cuerpos sin identificar, son más. El día que hicimos el diagnóstico en todos los Semefos del país, estados y municipios, solo en ese día había 8 mil cuerpos en las planchas, frigoríficos o lugares totalmente inadecuados”.
Después de 20 minutos de hablar ininterrumpidamente, las familias comenzaron a hablar desde sus lugares e insistir en sus demandas: que la CEAV no los trate como víctimas de primera y de segunda; que cómo van a realizar el plan forense, cómo van a coordinar estados y municipios; cómo resolverán que nos hacen tomas para pruebas de ADN y luego las desaparecen; qué va a pasar con los cuerpos “que se donaron” a las universidades y de los que no sabemos nada…
Encinas tomó de nuevo la palabra. Se comprometió a presentar a finales de septiembre una ley forense emergente para resolver el problema de competencias: “poner las reglas claras de qué le toca a cada quién”, pues los semefos dependen de distintas instituciones según el estado.
El funcionario dijo también que están buscando que los recursos de la Iniciativa Mérida que antes se gastaban en helicópteros se usen para infraestructura forense del país. Y señaló que las universidades que recibieron ilegalmente cuerpos tienen que dar cuenta del uso y destino de ellos. Reiteró que la Comisión Nacional de Búsqueda que recibieron estaba construida en papel, no había nada, pero que se le daría todo el apoyo para levantarla.
Silvia Ortiz, integrante del Grupo Vida de Torreón, Coahuila, tomó el micrófono para interpelar al funcionario:
“No se le puede echar la culpa de todo al pasado, porque el pasado somos todos. Estamos cansados de palabras, de fotografías, de que lo vamos a lograr. No hemos visto acciones reales. Tengo 15 años buscando a mi hija, compañeros, desaparecieron mi expediente un año completo y ya que lo tengo está todo rasurado y estoy pidiendo ayuda a gritos porque lo más importante ya no está. Hay familias que tienen 8 meses, un mes buscando y es el mismo grito de todos nosotros. Siete de los investigadores de mi caso son o detenidos por extorsión o secuestro o buscados por homicidio. ¿Qué implica esto en la investigación de todos nosotros? La estructura está podrida. ¿Cómo van a limpiar la estructura que investiga, cómo van a poner la estructura que va a buscar? Métanse a los panteones y vean que, a parte de esta locura, el velador vendía cuerpos; los delincuentes en fosas familiares las abrían y metían a personas que se llevaron, no podemos entrar ahí. ¿Qué vamos a hacer? Muchos no los vamos a encontrar”.
Los cuestionamientos de Silvia Ortiz mostraron la complejidad que enfrentan las familias para buscar, encontrar, identificar, devolver. El largo camino de lucha. Después de ella, otras mamás, hermanas, esposas se animaron e intervinieron con sus propias urgencias.
Encinas pidió ser escuchado, un poco desesperado apeló a su trayectoria desde la izquierda. “No vengo a darles el avión, no vengo a darles gusto en las respuestas, vengo a ver cómo podemos trabajar juntos”.
Las familias tenían mucho más qué decir: “Yo no quiero beneficiarme del dinero del gobierno, quiero que se garantice el derecho de mi sobrino, porque mi hermano está desaparecido, estoy perdiendo a mis hijos, mi hogar, también la salud porque mi mamá me dice ya no quiero otra hija desaparecida, pero si no lo hago yo, ¿quién va a buscar a mi hermano?”, preguntó una hermana.
Al final, Alejandro Encinas se comprometió a distintas acciones como reabrir y poner orden en las fosas de Jojutla y Tetelcingo, Morelos; exigir cuentas a las universidades que recibieron cuerpos de los Semefos para los estudios de medicina; a terminar de establecer las Comisiones Estatales de Búsqueda; a la creación de panteones forenses; a homologar los protocolos de necropsias de ley; a garantizar la seguridad para los colectivos que buscan en campo y en vida; a terminar con la discriminación en atención a las familias; a presentar el Proyecto de ley forense; a construir canales de comunicación entre colectivos y víctimas; a atender a los hijos de personas desaparecidas y a mantener reuniones, como ésta, de seguimiento.
Las familias se mantuvieron reunidas dos días más para trabajar en cómo reforzar la búsqueda en campo, para compartir estrategias de seguridad física y emocional, continuar con la organización, nunca sencilla pues cada persona, cada colectivo, tienen caminos, contextos, necesidades distintas.
En el cierre del Encuentro Juan Carlos Trujillo, uno de los convocantes del encuentro, dijo:
“Quiero agradecer a quienes tienen largo camino y han caminado con humildad. A todas las mamás que hoy han tenido su primer encuentro, que se atrevieron a abrir esa puerta de emociones. Dos ojos que Dios nos dio no van a ser suficientes para buscar y parar esta barbarie, tenemos caracteres diferentes, venimos de regiones diferentes. Este espacio es suyo, se lo tienen que apropiar. Si mañana no estamos quienes lo iniciamos, ustedes lo tomen”.
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Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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