¿Una derecha que dice ser de izquierda? ¿Una izquierda con discursos de derecha? ¿Qué es lo que realmente hay detrás de las consignas de los partidos en vísperas de las campañas electorales? La socióloga Teresa Rodríguez de la Vega aventura una respuesta: es necesario identificar las bases materiales en las que se sustentan esos discursos
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Daniel Augusto y Crisanta Espinosa Aguilar / Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – La carrera por la presidencia ya inició, y con ella, también ha llegado una disputa por el sentido. Mientras los candidatos de la derecha, agrupados en la coalición Va por México, dicen ser de izquierda, usan las consignas del progresismo para erigirse como oposición, Morena, el partido en el gobierno respaldado por amplios sectores populares, establece alianzas con expanistas o grupos conservadores.
Pero, ¿en realidad estamos atendiendo la derechización de Morena y al corrimiento hacia la izquierda de la derecha en el país?
Antes de aventurar una respuesta, la socióloga Teresa Rodríguez de la Vega abre una nueva interrogante: ¿en qué se respaldan las consignas políticas?
En entrevista con Pie de Página , Rodríguez de la Vega desmenuza las opciones y posibilidades de la derecha, la posición de Morena frente a movimientos feministas o de pueblos indígenas y la conciencia de clase que ha provocado lo que ella llama una «narrativa del desagravio», desde la presidencia.
El momento electoral es el momento de la real politik a todo lo que da. Lo que estamos viendo en la oposición es una clara muestra de ello, habrá que ver cómo van balanceando esto cuando se acerque el momento de la elección”.
Los discursos de los aspirantes para contender a la presidencia por parte de Va por México han retomado las banderas del progresismo. Por ejemplo, la senadora Xóchitl Gálvez no ha dudado en asumirse como una outsider feminista y de raíces indígenas para presentarse como una opositora legítima ante los candidatos de Morena.
—¿Estamos viendo nuevas banderas de la derecha? ¿Un corrimiento hacia la izquierda?
—Este viraje de la coalición de derecha hacia narrativas que parecerían como progresistas no creo que sea resultado más que de un cálculo pragmático en términos de cómo insertar una candidatura de oposición con alguna posibilidad de éxito electoral. Cuando digo éxito electoral, lo digo pensando en que sería ingenuo que la oposición esté pensando en que existan posibilidades reales de disputar la presidencia en el 2024. Me parece difícil sostener una lectura que haga posible un triunfo de la derecha o de algún grupo que no sea de Morena en el 2024.
Un sector de la derecha, evalúa la socióloga, necesitaba moverse del espectro de la derechización extrema que estaba auspiciándose bajo la figura de Lili Téllez. Un corrimiento hacia el centro. “Esto es un triunfo para la izquierda», dice. Sin embargo, este cálculo político pragmático se da en términos de considerar la posibilidad de sacar buenas proporciones en el Congreso.
“Están apostando a impedir la mayoría calificada de Morena en el poder Legislativo para el 2024, esto, para contener un conjunto de reformas constitucionales que la derecha no está dispuesta a dejar pasar. Ahora quieren ensayar la candidatura de Xóchitl Gálvez, y un corrimiento de su narrativa hacia el centro para ver cómo se comporta eso en las encuestas. La derecha lleva ya bastante tiempo viendo cómo se comportan las encuestas con la extrema derechización de la oposición bajo una figura aparentemente ciudadana y de extrema derecha. Me parece que esa figura se les estancó en las preferencias electorales, y ahora están como jugando con la hipótesis de la figura Gálvez por un lado, pero también la narrativa de Santiago Creel.
Sin embargo, Rodríguez de la Vega insiste: “No hay que creerles el contenido de su discurso, porque hace tiempo que la política mexicana, a nivel electoral, es recontra pragmática, no solo en los partidos de derecha, sino en el propio Morena, por ejemplo, con las alianzas de algunos precandidatos con quienes, otrora, fueron claros opositores a la 4T con perfiles claramente de derechas.
¿A quién le habla la oposición? A todos los grupos que, de una u otra forma, están inconformes con el proyecto de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y lo que ha llamado Cuarta Transformación. ¿Eso alcanzará para crear un gran Frente Amplio Opositor? La respuesta de Rodríguez de la Vega es que no.
—Entonces, ¿qué fuerzas pueden agruparse con la oposición?
—Para responder esto, lo que tendríamos que ver es el contenido de sus discursos. Hay que saber evaluar a partir de las políticas concretas; pero tal cual como diría Marx: hacer un esfuerzo en analizar las bases materiales que sostienen esas narrativas.
Desde su perspectiva, la candidatura de Va por México se está fraguando en un espectro político que se teje sobre la base material de los intereses empresariales. Quienes están detrás de esa candidatura intentarán apropiarse «como guiño a la progresía güerita«, de discursos feministas o de temas como los indígenas, que les funcionarán levemente.
«En realidad, la apropiación grande que ya hicieron, y ahí ganaron, con el ala ciudadana de la progresía y la defensa de los organismos autónomos. El más importante de todos es la defensa del INE. Aunque esa agenda progre está muy edulcorada. Han querido hacer lo mismo con el feminismo y los indígenas, pero todavía no lo han logrado en ninguno de los dos. Y no me parece que tengan alguna posibilidad de éxito en lograrlo. Lo intentan, creo, porque esas dos banderas de la izquierda son la que le ha costado mucho trabajo sostener la 4T».
—¿Por qué a la 4T le ha costado sostener esas banderas?
—Porque la rebasan por la izquierda. El movimiento indígena de Marichuy y los zapatistas, y el movimiento feminista de la Glorieta de las Mujeres que Luchan y de las madres buscadoras, desde el principio rebasaron por la izquierda a la 4T, son de las poquitas voces críticas que existen desde la izquierda. Ante esto, hay cero posibilidades de que sean operacionalizados con éxito por la derecha, y mucho menos de que sus actores reales (las feministas y el movimiento indígena) sean convocados a su causa, porque están muy corridos a la izquierda.
—¿Qué le queda a la derecha?
—El terreno que ya ganó: una bandera ciudadana, o sea: una coalición que va con el mismo color que va el del INE. Creo que más allá de las narrativas, hay que leer cuál es la base material que sostiene ciertas plataformas políticas, y la base material que sostiene la plataforma política de Va por México (independientemente de quién quede como su candidatura) es con los proyectos y los intereses materiales que están detrás, es el interés material de la clase empresarial, de la alta burguesía.
Mientras la derecha intenta hacerse de banderas que no son suyas, la Cuarta Transformación parece haberlas abandonado.
—¿Cuál es la base material de la Cuarta Transformación?
—La continuidad de la 4T tiene dos grandes cosas por delante: primero, esta política (siempre en el rasero de la sociedad capitalista en la que vivimos) de ciertas concesiones en términos de Bienestar Social, acompañada de un modelo extractivista del Estado como protagonista en sus distintas dimensiones, incluyendo su dimensión represivo-militar. Pero también, con un arraigo popular que hace mucho tiempo no se veía en nuestro país: un arraigo popular de verdadero orgullo plebeyo. Quienes están abrazando la continuidad de ese proyecto van a abrazar la continuidad a la que abrace Andrés Manuel. Van a abrazar esa continuidad porque la narrativa de la 4T va más allá de algunas políticas puntuales, ya que este proyecto despertó cierto nivel de conciencia de clase, donde los sectores populares o subalternos están conscientes de sus condiciones materiales, e identifican quién es el enemigo. El enemigo, así genérica e imprecisamente llamado, son los fifís.
“La Cuarta Transformación abrió un enfrentamiento de proyectos de clase, de reconocimiento de las propias condiciones materiales en términos de quiénes son los míos, y quién es el enemigo».
Hoy día, dice la socióloga, el arrastre popular de la Cuarta Transformación, que se va a transformar en votos, tiene un contenido mucho más de izquierda que cualquier narrativa, incluso de la propia Cuarta Transformación.
“Es un gobierno mucho menos de izquierda que el arrastre popular que la soporta. Detrás de ella hay una conformación de conciencia plebeya que ojalá, eventualmente, pueda rebasar por la izquierda a este gobierno. Esto no ha pasado, pues el peso del liderazgo de Andrés Manuel es brutal, hay un cheque en blanco prácticamente hacia la figura del presidente. Pero quiero pensar que este orgullo plebeyo fácilmente puede rebasar, no a la figura de Andrés Manuel, porque va de salida, pero sí a la Cuarta Transformación como proyecto de gobierno. Necesitamos eso, porque hay un chorro de temas en los que hay que rebasar por la izquierda a la Cuarta Transformación, como en el feminismo, las demandas de los pueblos originarios, y cuestionar la política extractivista (así sea con enfoque estatal), así como los nuevos proyectos militarización, el enfoque de Seguridad Pública”.
Aunque su base está, esencialmente, en los sectores populares, la Cuarta Transformación es un proyecto contradictorio en su discurso y algunas políticas, pues mientras por un lado apela al pueblo como protagonista del cambio, sigue defendiendo privilegios de cúpulas militares y algunas empresas.
—¿Hace falta profundizar en la formación política para consolidar el avance de la Cuart Transformación?
—A mi no me gusta pensar que hay como cierta ingenuidad en el arraigo popular de López Obrador, porque yo sí creo que es un arraigo que no se explica como un seguimiento acrítico del líder, sino que tiene que ver con algo que es muy político. Una política soportada en un sentimiento de desagravio. Creo que López Obrador no lo hace pragmáticamente, sino que es uno de sus principios como personaje político, aunque es muy contradictorio. Pero creo que lo hace honestamente, pues desde que llegó a la política nacional tiene esta narrativa de desagravio de los sectores populares, y me parece que, en un país como México, con una desigualdad que había calado tan profundo por las actitudes clasistas y elitistas cotidianas de una clase media para arriba, que se fue volviendo cada vez más despreciativa hacia el pueblo, esta narrativa del desagravio politizó. Hay una adhesión política consciente de muchos sectores de la gran mayoría de sectores populares. Me parece que no estamos ante un gobierno cuyo arraigo popular se deba leer desde el clientelismo. Creo que sí hay una actitud política de adhesión que pasa por esta adquisición de conciencia de las propias condiciones materiales.
Esa adquisición de conciencia de clase no se puede despolitizar, insiste la socióloga. Pero es importante que los sectores populares rebasen a las estructuras partidistas.
«Lo que sí, es que podemos decir que es necesario ligar la Cuarta Transformación más a los movimientos de base que a figuras partidarias. Podemos decir que es importante que los sectores populares se independicen respecto a las estructuras partidarias».
Desde la perspectiva de Rodríguez de la Vega, Morena no es, hasta ahora, un partido político y su estructura no es capaz de generar mecanismos movilizatorios para que las bases sean las que marquen la pauta. Tampoco podrá lograrlo bajo la presidencia de López Obrador, porque su liderazgo aplastante. «Lo que sí tenemos es un arraigo popular con mucho contenido político, con conciencia de clase, y eso es una cosa necesaria para una hipótesis de transformación verdadera de proyectos civilizatorios que no va a llegar desde el rasero de la Cuarta Transformación, ni de la sucesión», dice la socióloga.
Como pinta la sucesión, evalúa, es probablemente que lo que veamos sea una continuidad a la política pública del presidente López Obrador; sin embargo, también es previsible un corrimiento simbólico hacia el centro. «El perfil de los dos que parece tener más posibilidades de ganar (Marcelo Ebrard y Claudia Sheibaum) son de un perfil que ya no es plebeyo. Ya no son perfiles en los que la gente sienta identificada esta narrativa del desagravio histórico de las clases populares.
La Cuarta Transformación se va a correr en su narrativa hacia el centro, pero la conciencia de clase (es decir: el enojo plebeyo contra los fifís) ahí se quedó, y eso es un caldo de cultivo enorme de iniciativas antagonistas que, a los sectores no orgánicos de la 4T nos toca intentar pensar en mecanismos de formación política y de trabajo de base para aprovechar esta toma de conciencia plebeya que auspició la figura de López Obrador. Hay que hacerlo, incluso, contra el cheque en blanco que tiene López Obrador, donde todo lo que haga está bien hecho».
«Él se va en un año, y habrá que lidiar con las consecuencias del crecimiento de la injerencia militar en ámbitos civiles, por ejemplo. Y eso hay que criticarlo aprovechando este empuje de los sectores populares: lo mismo con el movimiento indígena, con el movimiento feminista, y con las luchas en defensa del territorio. El punto es que hay que ser capaces de criticar y radicalizar la Cuarta Transformación respetando lo que ciertas comunidades valoran como avances respecto a su incorporación en un modelo de desarrollo nacional del que estaban absolutamente vetados. Respetando eso, hay que plantear la crítica al extractivismo, así sea de Estado, y apostar a la defensa del territorio y señalar las consecuencias perversas de la militarización.
Estos temas son potestad de los sectores que son el ala crítica desde la izquierda, pero también han sido apropiados por muchas voces demasiado burguesas, como la élite cultural que se ha apropiado de la oposición al Tren Maya, dice.
«Estos son los desafíos que nos quedan después de López Obrador, y a eso vamos. No me imagino que haya un viraje electoral a la derecha, pero espero que la historia no me desdiga.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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