¿Cómo pensar una movilidad con perspectiva de género? Expertas coinciden en que no se puede pensar en esto sin tomar en cuenta los cuidados ya que las mujeres se mueven a partir de las tareas de cuidados que realizan
Texto y foto: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO. – Hay que entender que el moverse, el viajar por un territorio, es una práctica corporal. Que hay distintas corporalidades por lo que las experiencias de viaje son distintas. Sin embargo las encuestas de origen/destino, a partir de las que se entiende la movilidad de las ciudades, siguen sin incluir esta diversidad.
Durante el Foro Latinoamericano de Seguridad Vial que sucedió esta semana en Ciudad de México se habló de la perspectiva de género. En esta conferencia estuvo presente la investigadora Paula Soto Villagán, autora del estudio Una mirada de género a las prácticas de movilidad cotidiana en la Ciudad de México.
Desde hace tiempo Soto Villagán busca que se piense en una movilidad del cuidado a la hora de replantearnos la ciudad:
“Incorporar y profundizar a las políticas de transporte las perspectivas de cuidado en la movilidad de las mujeres es fundamental y así debe reconocerse por los gobiernos locales” ha dicho varias veces en diversos espacios.
Pero para lograr esto, es necesario incrementar los estudios con esta perspectiva, una perspectiva de género que entienda la forma de movilidad de las mujeres, que la estudie para así empezar a crear políticas públicas adecuadas.
Por ejemplo, datos recabados por el gobierno de Colombia muestran que las mujeres caminan y usan más el transporte público que los hombres, quienes viajan más en vehículos particulares. Un dato importante es que en América Latina el 51 por ciento de las mujeres utilizan el transporte público.
Durante el foro Soto presentó también que las distancias se recorren en mayor número de tiempo porque las mujeres cuidan y normalmente van acompañadas.
“El cuidado no solo se realiza dentro de las casas, se realiza en toda la movilidad de las mujeres. El cuidado en movimiento contiene la dinámica de detenerse, pagar y continuar. Cuando viajan con niños, niñas, mayores, personas dependientes, generalmente la movilidad está llena de inmovilidades: pararse, detenerse, pararse, detenerse” explicó.
A estos viajes se les denomina viajes de cuidado, se definen como los movimientos que hacen las mujeres para resolver sus tareas de cuidado y como todos los trabajos de cuidados no sólo no son remunerados, tampoco se miden en las encuestas de origen/destino.
Los estudios que ha realizado Paula Soto muestran que una movilidad con perspectiva de género debe considerar infraestructura peatonal, al igual de que deben pensar en la seguridad ya que muchas de las decisiones de movilidad de las mujeres parten de sus experiencias corporales, las sensaciones y las emociones que les generen los espacios y transportes.
Por último una idea que comparte Soto es acercar los servicios y espacios por donde transitan las mujeres a sus hogares, crear comunidades donde todo esté al alcance para reducir tiempos y trayectos. Además ha puesto de ejemplo Bogotá, donde están buscando crear un amplio programa de manzanas de cuidado, espacios que existen desde 2020 donde capacitan a mujeres, dan talleres de escucha, entre otras cosas.
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