No cabe duda, la fotografía es poderosa aunque su futuro es incierto. Las imágenes crean una percepción de verdad en los observadores que las hace casi irrefutables. Pero ¿los fotógrafos tenemos futuro?
Por Duilio Rodríguez
En la última Tertuliana de Pie de Página, Marina Azahua, Ximena Natera, Pedro Valtierra y yo, conversamos de como la fotografía ha servido para denunciar, vender productos, crear identidad, mostrar acontecimientos, y, como todo esto también influye en la construcción de narrativas. Sin embargo nos quedamos con dos preguntas pendientes de responder, ¿cuál es el futuro para los fotógrafos y de la fotografía?
Para mí, hay suficiente evidencia de cómo los fotógrafos profesionales en distintas categorías han perdido espacios y oportunidades. Los contenidos que eran exclusivos de fotógrafos son sustituidos por nuevos creadores de contenidos que no tienen nada que ver con el viejo oficio del fotógrafo.
Si antes la fotografía de automóviles, comida, o producto requerían de expertos que supieran iluminar, componer, controlar todas las variables técnicas, ahora con la ayuda de herramientas digitales y una computadora se resuelven.
Alguien con un equipo básico, pero con la ayuda de programas de post producción y con Inteligencia Artificial puede lograr escenarios mágicos, texturas perfectas, colores brillantes, montar escenarios imaginarios.
Los bancos de imágenes contienen millones de fotografías genéricas que sin mucho rigor se adaptan casi a cualquier concepto. Es muy probable que en un futuro próximo el propio diseñador de contenidos, resuelva todo desde un ordenador sin un fotógrafo profesional.
A los fotógrafos les sucederá como les sucedió a los diseñadores de páginas web hace una década, eran necesarios y ahora cualquier persona sin muchos conocimientos puede hacer su propia página. Es más, ya casi nadie necesita de páginas, en muchos casos algunas redes sociales las han sustituido.
Todavía hay espacio para fotógrafos que tienen un estilo personal, e insisto todavía porque cada vez es más rápido y fácil que otros lo copien. Como respuesta a toda esta avalancha digital, hay un segmento de fotógrafos que han vuelto a la fotografía análoga y a técnicas antiguas.
Por supuesto habrá compañías que preferirán la participación de fotógrafos que aporten con su visión a concebir una idea, pero el emprendedor promedio no lo hará, como no lo hacen ahora con sus páginas web o redes sociales. Siempre habrá un acomedido en las empresas que lo haga medianamente bien y será aceptado.
Las herramientas como drones o cámaras de acción también han desplazado cada vez más a los fotógrafos que se especializaban en fotos aéreas, acuáticas o de deportes extremos.
El hecho de que muchas personas tengan acceso a estas herramientas digitales, desde la captura de las imágenes hasta la postproducción y corrección final obliga a los fotógrafos a pensar y desarrollar mejores ideas a la hora de tomar fotografías.
Antes solía pensar que las ideas no se podrían sustituir por una máquina, ahora esto también lo pongo en duda. En lo que un humano piensa una nueva idea, la IA (Inteligencia Artificial) puede desarrollar y proponer decenas. Las máquinas funcionan como un asistente creativo a partir de pedirle nuevas propuestas.
El fotoperiodismo corre otra suerte, sus propias reglas impiden la manipulación en la post producción, a menos que ésta se especifique claramente al lector. Además existen manuales para cubrir e informar sin transgredir los derechos de las personas fotografiadas.
Un triste ejemplo de esto es, la trágica noticia de una adolescente golpeando a otra hasta matarla, todo videograbado por sus compañeras de la escuela y difundido a mansalva por todos los medios.
Lo que ha mermado el trabajo profesional de los fotoperiodistas es que casi todo esta bajo la lente de algún sistema de vigilancia, y si no, alguien a unos cuantos pasos lo puede grabar con su celular y reproducir. Así que la cobertura inmediata está resuelta hasta cierto punto, aunque no se haga con ética.
Todavía hay espacio para los fotoperiodistas que tienen acceso a lugares de difícil acceso, en donde cualquier otro ciudadano no podría entrar o fotografiar sin una acreditación.
También hay espacio profesional para los fotógrafos que están buscando contar una historia más compleja y no solo la noticia del momento.
Retomando el caso de la adolescente que mató a otra, un fotoperiodista podría ir al lugar donde sucedieron los hechos para buscar una explicación de las causas.
El poder de la fotografía documental o periodística radica principalmente en la verosimilitud más no en la verdad, se concentra en lo que los espectadores interpretan de una imagen, la carga de verdad que le otorgan a lo que ven y principalmente en la credibilidad del autor y el medio que las difunde.
Por ejemplo: el montaje en la supuesta captura en vivo de Florence Cassez e Israel Vallarta como miembros de una banda de secuestradores, minó la carrera periodística de los que participaron en el show mediático. Aunque por desgracia todavía haya personas que creen en ellos.
Solo unos pocos lectores aguzados siguen buscando respuestas y se preguntan, ¿quién tomó esa imagen, dónde, cómo y por qué?.
La ética es la que sostiene el fotoperiodismo y ésta no puede ser sustituida por ninguna herramienta digital, solo el autor puede poseerla. Aún así, cualquier imagen sacada intencionalmente de contexto desinforma, así que no habrá más que confiar en la intencionalidad de la persona que capturó originalmente la fotografía.
Los fotoperiodistas no han sido sustituidos por ciudadanos de a pie o robots para cubrir la guerra de Ucrania, el conflicto armado requiere de profesionales que lo hagan. Según cifras de la organización Reporteros Sin Fronteras, en ese país hay 12 mil periodistas acreditados para cubrirla, lo que supone que se trata de la guerra con mayor cobertura mediática en la historia.
Por otro lado la Asociación de la prensa de Madrid, asegura que la mitad de los periodistas españoles que cubren el conflicto son freelance y que un tercio no cuentan con seguro o equipo de protección. Entonces, aunque hay una necesidad muy grande de cobertura, lo que no hay son condiciones propicias para realizarla.
Los problemas no resueltos para fotoperiodistas son: ¿quién quiere publicar trabajos gráficos de calidad, con historias de fondo?, ¿quién paga para que se realicen estas historias? y, ¿quiénes pagan por verlas, si la mayoría se consiguen gratuitamente?
El futuro de la fotografía esta garantizado, no así la profesión.
Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.
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